Neruda diferente

Neruda es el pretexto perfecto para asistir al cine. La propuesta, traída a nuestro patio por el reconocido director chileno Pablo Larraín en la actual edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, se convierte en una auténtica obra maestra que nos trae a un poeta diferente, un Neruda con defectos, ostensiones, desafueros y adicciones.

La obra, protagonizada por los actores Luis Gnecco y Gael García Bernal, cuenta los años de clandestinidad que vivió el poeta Pablo Neruda, tras la prohibición del Partido Comunista en 1948 por el radical presidente socialdemócrata Gabriel González Videla quien, una vez en el poder, emprende una cacería a muerte con el poeta, las organizaciones obreras y el ideal comunista.

El poeta ve la lucha con su enemigo, el policía Peluchonneau, como una especie de juego a escondidas. Durante la cacería se expone constantemente, lo reta y va dejando pistas a través de escritos para enfurecerlo y, al mismo tiempo, mostrarle que le es casi íntimo.

El relato asume los códigos del drama existencial y exterioriza la interrelación del protagonista con su contexto social y sus creencias políticas.

Luego de sus pasos por la 69 edición del Festival de Cannes, las críticas han venido de buena tinta a sentenciar la grandeza del filme que, según palabras del crítico de Variety, Jay Weissberg, es complejo definir lo que resulta mejor entre su guión, cinematografía, dirección de arte o actuaciones.

Asimismo, aparecen las cualidades hacia su director, el cual es calificado como uno de los directores latinoamericanos más distintivos que surgieron en la década pasada (The Hollywood Reporter).

De acuerdo con la crítica internacional, Neruda, se levanta como una obra inteligente que logra equilibrar perfectamente su agudeza verbal y su belleza visual. Los personajes protagónicos son dibujados irregularmente, con una mezcla de cualidades que circulan entre cualidades de grandeza, poder, desesperación, deseos e impotencias.

Ilustre personaje encarna Gael García Bernal como el policía Óscar Peluchonneau quien experimenta una relación de amor y odio con el poeta. Su aparición como narrador protagonista lo hacen parte esencial de la historia y, en ocasiones, lo colocan como centro de atención, lo cual logra cambiar la perspectiva acerca de cuál es el protagonista principal.

Así, desde su posición de narrador interno, el insistente policía, también con pretensiones de poeta, interviene, reflexiona, juzga y tiene opiniones sobre los hechos y los personajes que aparecen.

Respondiendo al género de thriller, la obra se mueve a un ritmo rápido, de acción y reflexión, explota sobre todo las potencialidades narrativas. En su estructura se presentan dos personajes que, si bien son rivales, también se necesitan para existir; personajes ingeniosos, que no temen al peligro y mantienen al público en constante incógnita hasta el final.

Coincidiendo con lo que expresa la revista The Playlist: «cada una de las películas de Larraín ha sido diferente a la anterior, pero la distancia entre ellas en términos de confianza ha ido aumentando de manera exponencial. Neruda se siente como un salto hacia lo desconocido que está casi fuera del sistema solar, es el Plutón de la filmografía de Larraín hasta ahora».

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