Últimos y primeros días de FIDEL

  1. El día que murió Fidel

Murió Fidel. Unos pudieron conocer la noticia la propia noche del 25 de noviembre. Unos levantaron teléfonos y despertaron a otros en la madrugada. Déjate de chistes, conmigo. Y siguieron durmiendo. No podía ser cierto que muriera Fidel. Otros insistieron en las llamadas para dar la noticia. Lo dijo Raúl, lo están repitiendo en la radio y la televisión. Desde entonces muchos se quedaron desvelados buscando una señal, en la radio y la televisión, la cobertura de Telesur, preguntándose cómo será el día de mañana, qué será ahora de Cuba y los cubanos.

Algunos se levantaron sobresaltados a comprobar. Otros siguieron durmiendo. Y a otros, nadie les avisó. Muchos se despertaron con la noticia: qué había pasado en pocas horas. Cómo era posible si hasta ayer todo parecía normal. Habían dormido alejados de la realidad. A algunos les sorprendió la noticia escuchando Haciendo Radio, o mirando la televisión, antes de ir al trabajo. Cómo sería ahora. Raúl había dicho que se informaría debidamente de los actos de despedidas.

Cuba se detuvo… o mejor, el corazón del país palpitaba más fuerte.

Era cierto. El día tomó por sorpresa a todos.

Había muerto Fidel.

  1. Fidel entre mi madre y yo

Al amanecer del 26 de noviembre había mucho silencio en Santiago de Cuba. Recorrí varias calles y lugares públicos. Había silencio. Aún la gente miraba la noticia como si fuera falsa. Nadie hablaba de la muerte de Fidel.

Abordé un camión en la Terminal de Calle 4, destino a Bayamo para visitar a mi madre. Era su cumpleaños 58. Mi madre había nacido días antes de la primera conquista de la Revolución.

Con ella aprendí a leer el nombre de Fidel, ella me enseñó el libro Relatos de Historia de mi Patria, allí conocí a Fidel y La Historia me absolverá. Al leer este libro me hice fidelista.

En aquel tiempo no había electricidad en El Granizo, donde viví y crecí, y recuerdo que cuando Fidel iba a hablar nos llevaban a un lugar donde había una planta eléctrica, y comíamos natilla mientras él hablaba.

Llegué a casa. Los ladridos de los perros me dieron la bienvenida y luego mi madre me entregó el habitual abrazo. He perdido a mi otro padre, me dijo llorosa. Pero hay que seguir. Será este uno de mis cumpleaños más tristes.

Yo volvía a mis orígenes y recordábamos mi madre y yo, varios momentos de nuestras vidas. Hablábamos del concepto de Revolución de Fidel. Ella sabía bien cómo enseñarles a los niños y las niñas quién es Fidel. Y tú, me dijo, sé siempre fidelista. De los de verdad, apuntó.

Ese día comimos juntos, en silencio.

Yo lo juré.

  1. Yo conocí a Fidel

Por estos días muchos hombres y mujeres sacan de sus archivos la foto que se hicieron al lado de Fidel: en la fábrica, en un evento, en algún reconocimiento… Cada uno rememora la emoción… ¿Quién era ese Fidel que la gente quería tocar, besar, caminar a su lado…? ¿Cómo hablaba aquel hombre, qué decía para arrastrar multitudes? ¿Qué proponía que tantos lo seguían?

En la caña, comiendo en una bandeja, jugando en una cancha, dirigiendo la lucha en África, en Playa Girón, en medio de un huracán, en la calle como uno más del pueblo… cuántas imágenes pasan por la televisión y el recuerdo de la gente. Era un líder que dirigía con el pueblo y desde el pueblo. Nunca estuvo en la burbuja, en la distancia.

Ahora son muchos los que dicen: «Yo conocí a Fidel». Y aparece una secretaria, una cocinera, un médico, un ingeniero, un niño que participó en un congreso pioneril, un militar. Todos sacan el breve instante en que estuvieron cerca de Fidel, en que les pasó la mano, o le brindó una sonrisa.

Ahora muchos traen los testimonios de ese tiempo, y lo escriben pronto para que no se les borre de la memoria, para que otros lo puedan conocer mejor. Han escrito aquellos momentos y quieren dejarlos impresos.

  1. Santiago de Cuba se llenó de pantallas y banderas

Banderas cubanas se colgaron en todas partes de Santiago de Cuba. Banderas cubanas y banderas del 26 de julio. Las motos, las máquinas, las guaguas, llevaban nuestras banderas. Se plantaron banderas cubanas en la ciudad, de todos los tamaños: pequeñas, medianas y gigantes banderas. En el lugar más raro.

Si en días anteriores habían proliferado las banderas de Estados Unidos en cualquier lugar o carro de la ciudad, ahora volvíamos a plantar la nuestra, como si dijeran esta es mi bandera, con el alma enlutada y sombría. Flotaba la nuestra en lo nuestro.

Santiago de Cuba se llenó de pantallas. Tótems digitales en la céntrica calle Enramadas. Una pantalla gigante en el parque Céspedes, otra en la plaza de Ferreiro. Todas las pantallas tenían la imagen de Fidel. Muchos se detuvieron, se hicieron fotos, incluso pusieron flores.

Convirtieron en estos días a Santiago de Cuba en una de las ciudades de más pantallas, la convirtieron en una ciudad de nuevo siglo y tecnología. Pudiera ser ahora una ciudad que aproveche las pantallas para hablar y mostrar mejor a Cuba, como en estos días.

  1. Seguir con Fidel…

Esas lágrimas derramadas por hombres y mujeres, por niños y niñas, no son fingidas. Se han vivido escenas de efervescencia revolucionaria. Muchos salieron de las partes más recónditas de Cuba y el mundo. Muchísimos quisieron despedir a Fidel.

Algunos pusieron cuadros y afiches, mantuvieron silencio, dejaron la radio y la televisión prendida. Algunos pusieron vasos con agua clara, encendieron velas y pusieron flores.

Era otro momento para decir Fidel vive. Un barbero, de casa humilde, con poco techo colgaba a Fidel en medio de la sala de su casita; un barrendero salía cada mañana a esperar la próxima jornada y agradecer el lugar donde vive; una camarera imprimía un cartel para llevar a su trabajo.

Una señora, entrada en años, vendedora de buen prú oriental se preguntaba:

¿QUÉ SUCEDERÁ AHORA QUE NO ESTOY CON FIDEL?

Y ella misma se respondió:

SEGUIR CON FIDEL…

  1. Entrevista a un combatiente que nunca conoció personalmente a Fidel

LLORA.

Las palabras de Fidel siempre emocionan.

No hay palabras huecas.

Aun cuando pudiera equivocarse, te llevaba al final.

Era un hombre que leía, que preguntaba.

Fidel arrastró a muchos por un solo camino.

Fidel se hizo imprescindible.

Fidel se hizo líder.

MUESTRA LAS MEDALLAS.

SE SECA LOS OJOS.

Fidel no ha muerto. No ha muerto.

ME DICE, Y ME ABRAZA.

  1. El último día de Fidel

Siempre nos preguntábamos cómo describir el día de la muerte de Fidel. Muchos trataron de narrarlo en cuentos y novelas. Pero nadie se acercó a lo que se vivió en Cuba y el mundo desde el 25 de noviembre hasta el 4 de diciembre (y lo que falta aún).

Muchos se preguntaron en qué lugar exactamente descansaría, cómo sería la tumba, cómo estaría custodiado, si llevaría como Martí, guardia de honor, y qué tipo de flores se les ofrecerían.

¿Cómo sería el monumento de Fidel en Santa Ifigenia? ¿Cómo y cuándo llegar, cuáles serían las horas? Muchos quieren llegarse hasta la tumba para depositar flores.

Fidel pidió entre sus últimas voluntades que ninguna calle, ni centro, ni plaza, llevara su nombre. No quería estatua alguna ni monumento. Y realmente no es necesario si el pensamiento de Fidel se multiplica en cada acción de los cubanos y cubanas.

Dejó bien claro un concepto vivo, el concepto de REVOLUCIÓN que hay que leerlo bien y entenderlo. Eso firmaron cubanos y cubanas. Está replicado de una punta de Cuba a la otra y está escrito en el lugar donde reposa. Es lo que quiere que se sepa y se replique siempre.

El concepto de Revolución de Fidel

Revolución es sentido del momento histórico;

es cambiar todo lo que debe ser cambiado;

es igualdad y libertad plenas;

es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos;

es emanciparnos por nosotros y con nuestros propios esfuerzos;

es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional;

es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio;

es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad, y realismo;

es no mentir jamás ni violar principios éticos;

es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas.

Revolución es unidad,

es independencia,

es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo,

que es la base de nuestro patriotismo,

nuestro socialismo

y nuestro internacionalismo.

Lo leo una y otra vez.

Reflexiono, lo interiorizo.

Lo replico.

Lo comparto.

Lo exijo.

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