Caña Santa


Santa Clara y su bohemia costumbre de trovar

Hace más de 50 años, jóvenes influenciados por temas de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Noel Nicola forjaron, guitarra en mano, lo que poco a poco se convirtió en un hito de la trova cubana. Cuando ya este género era parte indisoluble de la cultura santaclareña y no resultaba extraño ver a algún aficionado entonar canciones de su propia autoría en cualquier sitio aledaño al parque Leoncio Vidal, Ramón Silverio brindó a esos artistas bohemios un lugar propicio para el intercambio y el disfrute: El Mejunje.

Fue entonces cuando, en septiembre de 1997, surgió la Trovuntivitis, un colectivo de autores que luego devino en proyecto cultural y, según ellos, hasta familia. Entre los primeros en impulsar este genuino movimiento se encuentran Raúl Marchena, Alain Garrido, Leonardo García, Diego Gutiérrez y el Trío Enserie (Roly Berrío, Raúl Cabrera y Levis Aliaga).

Según Yamila González, trovadora avileña, la trova santaclareña sobresale, entre disímiles proyectos similares, por su carácter renovador y libre. «En otras provincias de Cuba no existen tantos espacios, tanta persistencia ni tanto apoyo entre los trovadores como existe en Santa Clara».

Ese carácter desenfadado y espontáneo ha permitido que se hayan incorporado nombres a la lista: Yaíma Orozco, Yatsel Rodríguez, Yordan Romero, Irina González, Karel Fleites, Michel Portela, Yunior Navarrete, Yeni Turiño, Migue de la Rosa…

Todos los jueves del mundo

«Cuando vi una noche de Trovuntivitis me quedé loco. No podía creer que en Santa Clara ocurriera algo tan grande y que en el resto de Cuba la gente no lo supiera», cuenta Juan Pablo Palmero, camagüeyano recién graduado de la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas.

Para Yatsel Rodríguez, trovador santaclareño que presidió durante varios años la Asociación Hermanos Saíz en la provincia, las noches de jueves en El Mejunje resultaban insólitas, «al punto que cambié mi forma de vida para adaptarme a eso».

En tiempos en que la crisis económica ha afectado incluso el arte, las noches de trova prevalecen, pero ya las gradas no se llenan como antes. Sin embargo, los músicos y el público entrevistados coinciden en que la razón principal que convierte a Santa Clara en una ciudad tan trovadicta es su juventud tan cambiante y apasionada, tan renovadora y tradicional.

Michel Portela, autor de canciones populares como Será ayer, Ese tequila y Todo lo que se dice, afirma que siempre le sorprende que sean los jóvenes quienes le piden muchas de sus canciones más antiguas.

Santa y clara canción

«Quizá la forma en que hemos hecho nuestra música también nos ha ayudado a prevalecer en el gusto juvenil —explica Yordan Romero, músico y compositor—, pues cultivamos una canción que no se aleja de la estética y el lirismo trovadoresco, pero que, además, ha sido disfrutable, bailable… Dentro de la misma Trovuntivitis vemos la mezcla de ritmos oriundos de nuestro país y una pizca de rock.

«Además, contamos con el Festival de Trovadores Longina. Cada enero la gente espera a los trovadores que vienen de todo el país y de distintos lugares del mundo; aunque durante el año por aquí pasan artistas de todas partes. Eso ha ayudado a cautivar un público conocedor del género, amante de la canción trovadoresca y uno de los más exigentes del país».

La caña santa

En los duros años 90, cuando escaseó todo menos las ganas de crear, en la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas, jóvenes de la carrera de Filología se reunían por las noches para compartir infusión de caña santa y talento.

La Caña Santa atrae a los pasillos de la Facultad de Humanidades, en la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas, a centenares de estudiantes y profesores universitarios (Foto: Tomada del perfil de Facebook de La Caña Santa).

Cuentan que la poesía, la narrativa y la música hacían tan atractivos esos encuentros que, poco a poco, se volvieron costumbre. La peña, que tuvo sus altas y bajas durante estos casi 30 años, adquirió el nombre del brebaje, y hoy constituye un importante espacio para el intercambio entre artistas aficionados de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU).

Juan Pablo Palmero cuenta: «Pedrito O’Reilly era el encargado de organizar la Caña Santa, pero no tenía mucho tiempo para dedicarle. Nosotros teníamos más y el contacto directo con la juventud universitaria, y sabíamos bien lo que querían y necesitaban para divertirse. «Empezamos a crear. Tomamos ideas de otras peñas y buscamos alternativas para comunicarnos más con el público. Al inicio, no contábamos con más de diez personas, muchos de ellos eran amigos nuestros; pero los esfuerzos no fueron en vano».

Dagmar Albelo, estudiante de segundo año de Comunicación Social, asegura que en la Caña Santa encontró el lugar perfecto para desempeñarse como cantante aficionada: «Al principio pensé que tendría que enfrentarme a alguna prueba, pero lo que encontré fue algo totalmente libre. Me dijeron: “Ven a la peña y canta, que esto es para disfrutarâ€.

«Esas influencias trovadorescas de la Caña Santa, de los muchachos tocando guitarra en el afamado Parque de las Mentiras, de la Trovuntivitis y de tantos otros espacios en toda la ciudad forman parte de la identidad de Santa Clara».

La trova seguirá inundando los espacios santaclareños, porque tanto para Yatsel Rodríguez, como para otros trovadores de todas las edades, el desafío consiste en «cantar, luchar por estas burbujas donde podemos respirar un poquito de arte, que es nuestro aire limpio».


Canciones del Muro: «Trova en formato de banda» (+Video)

Canciones del Muro es una joven banda de la ciudad de Villa Clara que apuesta por llevar la canción de autor en ese formato a las nuevas generaciones. Conformada por Ernesto Fabián (vocal), Rafael Pérez (percusión), Flavia Moreno (bajo) y Gustavo Fabregat (guitarra).

La primera vez que supe de ellos fue en la propia peña “Trazos de ciudad†de Ernesto Jiménez Fabián, también director y fundador de Canciones del Muro. Parecía un jueves tranquilo en El Mejunje de Silverio, hasta que comenzó a llenarse de rostros muy jóvenes, y el anfitrión les propuso hacer la peña en uno de los espacios bajo techo del Centro Cultural.

No fue solo la media luz, siempre acogedora de la sala Margarita Casallas, ni la presencia de tantos jóvenes que disfrutan la canción de autor (público habitual de los espacios trovadorescos de El Mejunje), tampoco se reducía a la novedad de una banda emergente en la ciudad. Lo que más trascendía de aquella tarde, al menos para esta reportera, era encontrar la música de autor tan bien interpretada por noveles, casi adolescentes.

Impresionaba la energía que desbordan sobre el escenario, sus composiciones que transcurren por diversos géneros de la canción, así como la visualidad del grupo. ¿Qué los motivaba? ¿Cuánto habían trabajado en solitario, en medio de una pandemia y de exámenes escolares, para regalarnos a los presentes esta grata sorpresa?

Anoté un par de teléfonos, les pedí que me pasaran al móvil sus canciones y, cuando el confinamiento hizo un pequeño oasis, nos volvimos a encontrar. Ellos, tenían el sueño de realizar algunos conciertos en el Bar Revolución, la Peña de la Caña Santa en la Casa del Joven Creador de la Ciudad y en otros espacios; a los que me prometí seguirlos.

Pero la pandemia se hizo sentir otra vez, y cuando creí que de Canciones del Muro quedaba apenas un recuerdo de su debut (aquel) en El Mejunje, las redes sociales me devuelven la oportunidad de disfrutar el talento de estos cuatro mosqueteros. Ahora desde el canal en Telegram y sus páginas en Facebook y Twitter, vuelven a impresionarme piezas como “Abrir los ojos†y «Pirata de Galeónâ€, además de algunas piezas de compositores como Noel Nicola, Santiago Feliú, Aute y Sabina.

fotos cortesía del grupo

Gustavo

Fue en la peña de La Caña Santa, una tarde de viernes en la Casa del Joven Creador. Ernesto y Gustavo hicieron los primeros planes para tocar juntos.

“Le pedí uno de sus temas para probar, “Sentenciaâ€, y nos gustó mucho el resultadoâ€, afirma Gustavo Fabregat, estudiante de la Universidad Central de Las Villas, un muchacho delgado, de frente amplia y mirada inteligente, “pero necesitábamos más instrumentos, un percusionista, por ejemploâ€, y mira a su otro amigo, para que continúe la historia.

fotos cortesía del grupo

Rafael

 Estuve con Gustavo en una banda de rock en la Secundaria, luego comencé otro proyecto en el que tocaba la batería. Cuando me reencontré con Gustavo me invitó a la peña de un tal Ernesto Fabián “Trazos de Ciudadâ€; Rafael se ríe con picardía, Ernesto también.

Rafael Pérez es técnico medio en Electricidad y en el momento de esta entrevista se encuentra cursando el servicio militar. Continúa el relato:

“En ese momento ellos estaban sin percusionista así que le dije a Ernesto: —Mira asere, yo nunca en mi vida he tocado un cajón, pero si te hace falta yo me busco uno y aprendo a sacarle algo. Y así fue, le saqué algo, comenzamos los ensayos y aquí estoy, me quedé.â€

Estamos sentados a modo de círculo en lo que muchos llaman el Malecón de Santa Clara y que no es más que los portales del Teatro “La Caridadâ€. La ciudad semidesierta parece agradecer este aliento de vida joven, de creatividad, pues nos regala una brisa húmeda que, matizada con la alegría de los muchachos, resulta muy agradable.

“Al principio la idea era acompañar a Ernesto, después él fue hablando con varios músicos para darle formato a la bandaâ€, asegura Gustavo, pero esta vez, tiene los ojos fijos en Flavia, una jovencita rubia y de aspecto delicado.

fotos cortesía del grupo

Flavia

“A Flavia la tenía prevista como tecladista hasta que la vi con un bajo y le dije: ¿qué tú haces tocando el bajo?â€, afirma Ernesto, abraza a su amiga que se encoge de hombros, y continúa: “Me dijo que estaba aprendiendo. Comenzó a incorporarlo a mis canciones y me pareció genial.â€

“Así fue como la cara bonita de la banda de pronto se convirtió en la chica “dura†del piqueteâ€, interviene Rafael. Flavia se sonríe también, aparece una lloviznita intermitente como si llegara a participar de aquellas bromas juveniles. Se hace silencio y comienza su parte de la historia la estudiante de fagot de la Escuela Provincial de las Artes.

“¡Imagínate! A los quince años pedí de regalo un bajo y comencé a aprender sola. Estuve como seis meses buscando personas que me ayudaran, conseguí algunas plataformas digitales, hasta que di con Andrés Olivera de La Trovuntivitis, y luego con Ernesto, quien me ha ayudado mucho.â€

“Me llamaba la atención sus letras y la música que hace Ernesto Fabián, que es fuera de lo común porque en la actualidad no hay muchos jóvenes que puedan salirse de lo popular. Es un muchacho que rompe con muchas reglas de todo lo tradicional, de la armonía del solfeo, por ejemplo, que son cosas teóricas que uno las ve en la escuela, pero es emocionante ver que en la práctica suena bien.â€

—¿Por qué el bajo?

“El fagot es un instrumento armónico que, en formatos grandes, los demás instrumentos le quitan importancia y eso es lo que yo busco en el bajo que es un instrumento que sirve de colchón a las otras melodías, pero sí se siente. Me gusta sentirme importanteâ€.

“Yo soy la representación femenina, ellos dicen que soy la cara del grupo, con un instrumento que generalmente lo tocan los hombres, aunque ya no es tan raro ver a una mujer bajista.â€

Se escucha un ladrido a mi espalda. Un perro muy bonito nos ha perseguido y también se sienta en el coro, tan cerquita de mi vasito con café que me da miedo acariciarlo porque si estira las patas delanteras…

—¡Canelo! —le dice Ernesto Fabián y me tomo el café de un gesto, antes de que se levante y empiece a restregar su cuerpo peludo con los presentes.

fotos cortesía del grupo

Ernesto

“A los 14 años compuse mi primera canción, y los 16 me atreví a cantar en público, o sea, ante mis padres, quienes me dieron el visto bueno para presentarme en escenarios más grandesâ€.

Afirma Ernesto Fabián que fue precisamente, “Sentenciaâ€, la primera pieza que considera digna de divulgar entre sus amigos y familiares. La primera también que hizo acompañar por la guitarra de Gustavo.

Desde entonces se ha presentado como cantautor en diversos espacios de la ciudad. Integra la Peña de La Caña Santa de la AHS, fundó su propio espacio en el Centro Cultural “El Mejunjeâ€; y entre las presentaciones más recientes figura el Festival Romerías de Mayo de este año, en Holguín. Sin embargo, Canciones del Muro parece ocupar sus sueños y su tiempo creativo, en modo muy especial.

“En mi mente la música que hago estaba diseñada a sonar como banda, con más instrumentos…â€

“Yo escucho un disco a guitarra y voz de arriba abajo y es como que me aburro, como que no estoy disfrutando y a veces me pasaba eso con mis propias canciones.†Hace un pequeño silencio, mira en derredor y afirma: “¡Hasta que los fui encontrando a ellos!â€

Canciones del Muro

“Son las canciones de un trovador, arregladas en un formato de guitarra eléctrica, bajo y percusiónâ€, comenta Gustavo, quien agrega que los arreglos los hacen entre todos, pero estos son mínimos, “es un acompañamiento en base a lo que hace Ernestoâ€. Por su parte, el compositor considera que desde que empezamos mis canciones han tomado un camino que me gusta, ¡ni siquiera sabíamos que podíamos lograr esa energía!â€

Y es que en sus presentaciones este cuarteto imprime una fuerza a la canción de autor que coquetea con la visualidad de sus integrantes, enjundia de juventud (ninguno sobrepasa los 25 años de edad) y creatividad. Asimismo la sonoridad de la banda está marcada por muchas influencias, o lo que es igual, por las preferencias musicales de sus integrantes:

“Flavia tiene una formación académica en el fagot que, aunque el bajo lo aprendió por sí misma, pues esta formación también influye en la bandaâ€, apunta Ernesto, aunque ella afirma que en su reproductora “puedes encontrar cualquier cosa, lo mismo trova, que rock, que jazz alternativo, mientras que sea buena música.â€

“Tenemos algunos arreglos con fagot, con guitarras, con cuerdas de acero. Somos muy abiertos a lo que llegue y suene bien, desde Santiago Feliú a Sternbergâ€, insiste el cantautor. “Para mí el acompañamiento más grande a la canción de autor es Habana Abierta. Es casi imposible no sonar como ellos.â€

Gustavo por su parte considera que, aunque se siente tentado por el jazz, él y Rafael aportan sus experiencias con el rock “y básicamente la tendencia del grupo es a sonar más fuerte, así más metalero; aunque sea un son. Por supuesto, siempre hay que tener cuidado con lo que canta Ernesto, que es trovador, y la sonoridad que él le da a los temas, pero es que simplemente hay temas que con poner los instrumentos ya suena fuerte, por ejemplo, Sentencia.â€

“Pirata de Galeón es un guaguancó y yo le cogí miedo. Pero salió bienâ€, argumenta Flavia y atribuye el éxito que han tenido a la libertad creativa que brinda Ernesto Fabián, una vez que les entrega sus canciones: “Nunca nos ha dicho eso lo hacen así, sino que nos da la oportunidad de crear y es como mejor funciona y va a funcionar, porque al final suena como una unidadâ€.

Según este trovador, el formato de banda les gusta más a los jóvenes: “Santa Clara es una ciudad acostumbrada al trovador con su guitarra, nosotros tenemos un formato que la gente no está acostumbrada a ver y creo que esa es una de las cosas que llama la atención.â€

Todos coinciden en que lo más llamativo de la banda es “la buena vibraâ€. “Nos llevamos muy bienâ€, dice el director, “Cuando hay peña ensayamos una semana entera y, en concierto, dos semanas; y aunque la dinámica del grupo, sobre todo en estos tiempos es que trabajamos mucho a modo individual, nos reunimos por cualquier cosa.â€

“¡Juntos somos una bomba!â€, concluye decidido Rafael, el resto asiente y Canelo comienza ladrar, otra vez.

Sueños, más allá del muro

Entre acordes, lloviznas y ladridos transcurría aquel encuentro, terminábamos de cantar a coro aquel “dato falso†de Noel Nicola, cuando comenzaron a emerger los sueños de la primera juventud, esos que alientan otras preguntas:

—¿Qué les preocupa como generación?

“Abordamos la temática social —dice Ernesto—, por ejemplo, tenemos montado un tema fuerte dedicado a los perros y a los animales callejeros, pero… de mi generación en específico me preocupa que quieren hacerlo todo muy rápido.â€

“Hay que sentarse a meditar, a pensar. Muchos llegan a un concierto y encuentran a un trovador solo, con su guitarra y sus canciones inteligentes, y se van, yo no me voy. Hay que escuchar que nos quiere decir esa persona. ¡Hay que tener paciencia para escuchar!â€

—¿Qué canciones no cantarían?

Flavia contesta sin pensarlo dos veces: “Yo no cantaría nada que discrimine a la mujer, porque últimamente hay mucha tendencia a eso.â€

“Al ser humano a modo generalâ€, añade Ernesto.

“También hay que tener cuidado con el hecho de hacernos entender, porque hay quien se ubica en un punto superior y hacen una canción, sí muy inteligente, pero no comunica, no me dice nada porque ofrece una enseñanza desde un punto de superioridad,†sostiene Gustavo.

El guitarrista defiende la necesidad de comunicarse con los demás jóvenes, pues considera que el “truco†de atraer tanto público a sus presentaciones radica en “no pretender hacer lo mismo que se hacía antaño y lograr los mismos resultados hoyâ€.

“Ahora mismo están las redes sociales, todo te brilla mucho y va muy rápido. Hay que actualizarse, nosotros tenemos el canal de Telegram, YouTube, en WhatsApp. Y una comunidad en Facebook. Allí la gente nos comenta y hay un intercambio.â€

—¿Cuánto sienten que han crecido desde que fundaron Canciones del Muro?

“En lo personal he crecido mucho en la banda, porque hasta al otro día veía un cajón y no sabía qué hacer con él, y también en cuanto al conocimiento de ritmos cubanosâ€, reflexiona Rafael; le sigue Flavia.

“Ha sido mi debut con el instrumento que me gusta, la oportunidad de tocar el bajo en banda, ni siquiera había salido a la calle con él, nunca. Pero, además, las canciones de Ernesto no son fáciles, tienen muchos cambios, lo mismo en el ritmo, que en los acordes.â€

Sobre esto afirma el compositor: “Cada canción es un reto, no repetirme, tratar de ser original y tratar de darle la fuerza para que la canción llegue más lejos en la sensibilidad de la gente. También he aprendido que se puede lograr la potencia que uno quiere y la que uno no quiere, una visualidad en escena y una energía, como usted dijo, cualquier cosa mientras estemos unidos, como amigos, y trabajemos duro por nuestros sueñosâ€.

—¿Cuáles son ahora mismo esos sueños?

“Grabar un disco que llegue a todo el mundoâ€, dice Ernesto, y “tocar en todos los lugaresâ€, añade Rafael. “Ganar una beca de la AHSâ€, apunta con firmeza Gustavo. Estos y más deseos lanzan al viento, en dudoso tono de broma, hasta que discurren hacia la belleza de la música:

Flavia es la primera:

“Como músico me gustaría fusionar trova, jazz, música sudamericana. Pero este es un proyecto que realmente tiene futuro. Tú escuchas una canción de Ernesto Fabián sola y la escuchas con la banda, y te das cuenta de que esto es genial. Él nos ha dado oportunidades, pero nosotros también le hemos aportadoâ€.

Ernesto afirma con un gesto el planteamiento de la bajista.

“Realmente quiero que el público cante mis canciones, pero que sepa lo que está diciendo. A mucha gente se les pegan las canciones y no saben qué quieren decir las palabras, por eso siempre trato de hacer el chisme, doy el camino y cada cual lo interpreta.â€

“Seguir siendo amigos, siempreâ€, afirma Gustavo, y las cuatro cabezas asienten convencidas de que nada podría impedirlo. Canelo comienza a ladrarle a su dueño, quizás para avisarle que están por caer los chubascos, pero ellos, al parecer, lo interpretan como un apoyo más a sus metas, porque se han puesto a cantar otra vez.  


Alcanza otra eternidad la trova santaclareña

Tararee. Cante. Afina su guitarra. Está por comenzar el concierto.

Disfrútelo. Emociónese. Conviva.

¿Quién puede decirnos que no sea la vida una canción…?

                                                                                Geovanny Manso 2011.

Vivir en Santa Clara, a tiempo de ser joven y con el alma abierta a la belleza, te hace susceptible a la trovadicción. Una afección que se adquiere en universidades, escuelas becadas, portales bañados de luz de luna o en los bancos del parque Vidal; pero que se adhiere a tu sistema inmunológico cualquier jueves pasadas las 11 de la noche en El Mejunje de Silverio.

Ese es el “jueves de la trovaâ€, oficialmente bautizado en el “Centro Cultural†como “La Trovuntivitisâ€. Pero ya no es el único espacio institucionalizado para disfrutar y compartir “tragos y trovaâ€; sino que la propia casa de la Asociación Hermanos Saíz ofrece en tiempos de normalidad (ahora online) “La Hora de la Mameyesâ€, con el talento del grupo de trovadores jóvenes “La Caña Santa.â€

Así, la Trovuntivitis y La Caña Santa son los dos proyectos representativos de la canción de autor en la ciudad (no los únicos, la ciudad cuenta con otros jóvenes cantautores que no integran estos proyectos). Hasta el momento la producción musical de sus integrantes ha devenido especial arsenal de letras y acordes inteligentes que jóvenes y amantes del género tarareaban y se trasmitían de memoria, vivos en la preferencia de su público y en el ambiente cultural de la ciudad.

Sin embargo, la editorial Sed de Belleza nos regala este año un nuevo acercamiento a esa poética colectiva. Acompasada en acordes de guitarra, pero ahora también rubricada en papel, para que podamos manosear cada letra; y regodearnos en el lirismo de cada verso. Y es porque en estos tiempos de confinamiento el sello de la AHS en Villa Clara saca a la luz “La Otra Eternidadâ€, un cancionero que resguarda para la posteridad temas inolvidables, representativos ya de la novísima trova gestada en el centro de Cuba.

La edición y diagramación de este Cancionero de la Trova Santaclareña corrió a cargo del narrador Alejandro Hernández, Licenciado en Pedagogía por la “UCLV†y actual director de Sed de Belleza; quien nos propone un viaje por la obra de unos 23 cantautores ordenados según su fecha de nacimiento, desde los consagrados de La Trovuntivitis hasta la joven vanguardia artística que integra actualmente el proyecto La Caña Santa. Para concluir con el dúo Círculo de Tiza, porque, aunque son fundadores de La Caña Santa, ellos defienden una línea de interpretación sui géneris que “supone la ejecución de géneros propios del panorama musical de Estados Unidos y Canadá (…) aunque con reminiscencias de la influencia que aportó el movimiento de la Nueva Trova en Cuba.â€

Dicho orden cronológico no es ingenuo ni gratuito en ningún sentido, sino que permite al lector avanzar en el gran relato que puede ser la comunión de dos generaciones de cantautores, los momentos de continuidad y de fractura que ha experimentado la forma de hacer canciones que tuvo su primer momento cumbre con el Trío Enserie (Levis Aleaga, Rolando Berrío y Raúl Cabrera); y que ha venido enriqueciéndose con nombres ya inscritos en el pentagrama nacional como Leonardo García, Diego Gutiérrez, Alain Garrido, Yaíma Orozco, entre otros. Hasta adentrarnos en las apasionantes propuestas de Yeny Turiño, la más joven de los cantautores reunidos en este libro.

foto tomada de cubadebate

Cada uno de ellos aparecen identificados por una breve reseña que antecede a las letras de sus canciones, así como por la caricatura hecha a lápiz de Stephanie Rivero Toledo, recién egresada de la Academia Provincial de las Artes de Villa Clara. 

Para la selección de las piezas el compilador confiesa que tuvo en cuenta “ciertos temas imprescindibles por la popularidad y reconocimiento que han alcanzado en quienes escuchan esta música inteligente, y también otros que portan una belleza poética y una factura artística asombrosa.†Así encontramos temas ya clásicos (incluso entre adolescentes) junto a otros que no por ser poco difundidos son menores, todo lo contrario, ensanchan nuestros sentidos hacia el verdadero gozo estético.

“… porque ya eres tarde de agua

eres estruendo, aire, lágrimas y recordarte

parece un aguacero.â€

Allí, en La Otra Eternidad, nos aguardan Parece un Aguacero, de Levis; Olor de Roly; La Casa, esa canción de Raúl Marchena que describe a El Mejunje; Los Giros, compuesta por Yúnior Navarrete; la belleza exquisita que nos regala Leonardo en su “Mi primer boleroâ€; “El Son de Eliodoro†con que nos despabila Yordan Romero, y más.

La moringa es según Bartolo…

Como la sangre del toro.

La moringa es según la ciencia…

Es salud pa´la consciencia.

La moringa es aquí en Cuba…

Para la enfermedad la cura…

Releemos “La Moringa†que tanto nos hace reír una vez que Yatsel Rodríguez sostiene el micrófono; el vigoroso “Tocadiscos†de Yeni; entre tantas melodías populares. Pero también redescubrimos la savia negra (afro) de Yuri Giralt; la ternura con que Amaury Muro aborda géneros tradicionales; la fuerza autoral de Leodanys Castellón desborda imágenes como “le faltan velas al almaâ€; y las letras cargadas de contenido social que defiende Círculo de Tiza.

Todo esto lo describe el prologuista, Yordan Romero, al afirmar que:

“Estas canciones recorren disímiles géneros musicales, incluso foráneos, y muestran diversidad en cuanto a forma poética, estilo e influencias. Constituyen un ejemplo genuino de la mejor canción cubana contemporánea, que, por supuesto, no se agota en estos textos ni en estos compositores.â€Â 

Ante lo cual vale regodearse en los versos de Alain que dan título a la presente compilación: ¿Y qué más se necesita para escuchar/ leve el zumbido de un ciclón/ avecinando otra eternidad/?

Antecede a La Otra Eternidad: Cancionero de la Trova Santaclareña, el libro de ensayo La Vena del Centro: Trova Santaclareña, escrito por Alexis Castañeda Pérez de Alejo, también publicado por Sed de Belleza en 2010. Este último parte de las primeras descargas que se realizaron en Santa Clara en los años 40, pasando por la trova tradicional, la nueva trova y aterriza finalmente en La Trovuntivitis. Si bien Castañeda nos devela en su estudio la Santa Clara bohemia destinada a una guitarra y un acorde poético en sus madrugadas, Yordan Romero dota a este cancionero de un prólogo que parece continuar la historia hasta el presente.

Nos preguntamos entonces: ¿qué novedades nos traerá la Editorial en los próximos diez años, si en esta última década tanto ha crecido el movimiento trovadoresco en Villa Clara? Queda la puerta abierta para los ensayistas. Por lo pronto, este cancionero de la trova santaclareña probablemente exigirá nuevas reediciones a Sed de Belleza, una vez que la vida retome su curso, aquí en el centro de la Isla; y los trovadictos oriundos y adoptivos le tomen el pulso a la ciudad.