Campaña de Alfabetización


60 años de la Campaña de Alfabetización: Hito cultural que trasciende fronteras

Marta Núñez se le enciende la voz al compartir sus experiencias de alfabetizadora. Siendo tan solo una niña, como reafirma varias veces, fue hasta el campo más humilde a enseñar a leer y a escribir a hombres y mujeres de piel curtida; ahí aprendió lo duro que podía ser la pobreza, la gran diferencia que en 1961 existía entre la urbe y la zona rural. Como ella, otros muchos jóvenes imberbes se sumaron en aquel entonces a la Campaña de Alfabetización, y hoy, 60 años después, algunos de sus protagonistas rememoran en la sala Che Guevara de la Casa de las Américas sus vivencias de esa trascendental hazaña cultural cubana.

La Profesora Emérita de la Universidad de La Habana afirma que el impacto de la Campaña en la mujer fue indiscutible, y comenta que las jovencitas de la ciudad aprendieron a conocer la pobreza, que se veía en cómo las personas enfermaban, trabajaban; “inauguró uno de los principales espacios de igualdad en Cuba: la educación”, dijo al referirse a este hecho. Agregó que las escenas de la vida cotidiana ayudaron a cambiar la mentalidad de las mujeres alfabetizadoras, quienes aprendieron a fregar los platos de peltre con agua jabonosa sin detergente, a bañarse con la pipa, en los ríos, a limpiar los pisos con ceniza… tareas que las ayudaron a enfrentarse por primera vez a las duras condiciones rurales, dijo.

Puntualizó además que la autonomía e independencia ganadas, al estar lejos de sus familias, permitieron que la gran mayoría de ellas continuaran estudios universitarios, para obtener una remuneración económica y posteriormente formar una familia. Asimismo, se detuvo en que en los años posteriores al triunfo de la Revolución y a la Campaña se fue logrando la feminización en la educación, y la apertura y fomento de espacios de igualdad en otros sectores de la sociedad y en la vida privada, como la protección a la mujer embarazada y a la madre trabajadora.

Rainer Shultz, doctor en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Harvard, se confiesa fascinado por la Campaña de Alfabetización cubana, porque “para mí que 100 mil jóvenes quisieran trabajar con la Revolución es algo significativo”, asevera y enciende un farol, similar a aquellos que seis décadas atrás alumbraron manos y cartillas.

Apuntó que, al conocer sobre este hecho, se dijo que sin dudas merecía un estudio serio y una divulgación mucho mayor, como hoy día miles de cubanos ayudan en materia de salud y educación en todo el mundo bajo difíciles condiciones, “y en ambos casos hay campañas que tratan de desacreditar esta obra”.

El historiador argumentó que ese momento decisivo fue posible gracias a la confianza y participación masiva y voluntaria del pueblo y el talento organizativo impresionantes, y reiteró que pese a ello no escapó a las difamaciones del imperialismo. “¿Les recuerda a algo de hoy día?”, preguntó.

Por su parte, el escritor Víctor Fowler lo calificó de suceso cultural dentro del proceso revolucionario, y el doctor Rafael Hernández, director de la revista Temas, analizó el contexto del año 61 y los conflictos en pugna que existían desde mucho antes en la lucha armada, la reforma agraria y las transformaciones que trajo para la burguesía y también para los campesinos, las diferencias entre el campo y la ciudad y la polarización rápida del proceso político y por consecuente, de la sociedad cubana.

En la jornada también sesionó una segunda mesa de diálogo, donde comparecieron Eloísa Carrera, investigadora de la Biblioteca Nacional José Martí; el Doctor Jaime Canfux, jefe de la Cátedra de Alfabetización de y Educación de Jóvenes y Adultos del Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño; y Jorge Tamayo, asesor del método Yo sí puedo.

En el encuentro, Eloísa recordó a Armando Hart y leyó un escrito de él donde afirmaba que es un político que sigue la tradición de Martí y de Fidel, y agradeció a esta actividad porque también le rinde homenaje al Comandante, artífice de la Campaña y del éxito de los programas educacionales, populares y científicos desde 1959. Abordó asimismo que el ideario pedagógico de Hart es expresión viva del ideal histórico del pensamiento educativo, patriótico-cultural decimonónico, y resaltó su legado ético, revolucionario, humanista y transformador.

Jaime Canfux detalló que entre los años 40 y 50 en América Latina se habían desarrollado numerosas campañas alfabetizadoras, pero ninguna con resultados exitosos, al menos conocidos en la región. Sobre la estrategia educacional cubana contra el analfabetismo, especificó que existía una voluntad política vista como deber del gobierno, pero también del derecho de la población, y resaltó su carácter espontáneo, gratuito y masivo.

El también asesor de la Campaña de Alfabetización comentó que, gracias al éxito de esa hazaña cultural, se llevó posteriormente esa experiencia a otros países como Venezuela, Perú, Ecuador, Guatemala, Granada, Mozambique, etc.; y ejemplificó que solo en la cruzada de alfabetización en Nicaragua, la Isla participó con más de dos mil asesores de maestros primarios.

Jorge Tamayo, recordó también a otras figuras como el maestro Raúl Ferrer, y aseveró que Fidel trazó un precedente con la Revolución cubana, como fue la educación internacional y su inserción en programas de alfabetización con Yo, sí puedo, y Yo, sí puedo seguir, y actualmente con su edición digital.

Precisó que más de 10 millones de personas han sido alfabetizadas del 2003 hasta la fecha mediante este programa en una treintena de países; y abordó la aplicación del programa Yes, I can (con versión en inglés) en Granada, Australia y Santa Lucía.

Convocada por el Instituto de Historia de Cuba y el Museo de la Alfabetización, la Jornada Académico-Cultural por los 60 años de la Campaña de Alfabetización incorporó las vivencias de reconocidos intelectuales del país caribeño que protagonizaron varias mesas de debate en el Memorial “José Martí”, durante su primera sesión, y posteriormente concluyó en la Casa de las Américas.


La luz de los faroles en el arte de Iosvani García

El farol como símbolo atraviesa la exposición personal 1961, del joven artista Iosvani García Pérez, inaugurada en el Espacio galérico El Zaguán, del Fondo Cubano de Bienes Culturales en Holguín, y dedicada el 60 aniversario de la Campaña de Alfabetización y Palabras a los intelectuales.

En la muestra, titulada con el año en que Cuba se decretó Territorio Libre de Analfabetismo, esta lámpara –uno de los símbolos, quizá el más conocido, junto al lápiz y la cuartilla, de la Campaña de Alfabetización protagonizada por el naciente gobierno revolucionario cubano que permitió, en 1961, erradicar el analfabetismo y facilitar el acceso universal a los distintos niveles de educación de manera gratuita, funciona como “condensador semiótico” y mediador entre la sincronía del texto (las obras de arte que la integran) y la memoria de la cultura.

Veinte obras, realizadas en técnica mixta, nos reafirman que “Iosvani García Pérez escoge un objeto trivial por personal código, tal cual Duchamp o el arte pop como alegoría del contexto nacional que invita a preservar la historia y memoria del país”, asegura en las palabras del catálogo Danilo López Garcés, responsable de la curaduría y la museografía de la muestra. Estos son, en la memoria popular, “faroles icónicos para encender la chispa del pensamiento de laboriosos labriegos exhaustos de la ruda faena diurna. Senderos de luz en campos y ciudades para mitificar la épica de la Revolución cultural gestada desde los albores de 1959”, añade.

El farol, alegoría relacionada al campo y a la luz de la enseñanza, es el eje de piezas que poseen desde un claro matiz impresionista, con su fuerte carga expresiva –mis preferidas en la exposición–, hasta la recontextualización del símbolo al apropiarse de elementos del pop y la posmodernidad, en rejuego con la historia del arte (por ejemplo, la reinterpretación de obras clásicas como La dama del armiño, de Leonardo Da Vinci, y Las meninas, de Diego Velázquez). En las piezas de García Pérez, el farol, como hemos visto, no es solo elemento utilitario; su simbología trasciende este plano, incluso el decorativo, y ancla el referente a la modernidad.

 

Durante un mes quedará expuesta 1961 en el Espacio galérico El Zaguán, del Fondo Cubano de Bienes Culturales, con el ánimo de mostrar al público una parte de la historia nacional, tan importante como otros procesos vividos en los preludios de la triunfante Revolución, donde saber leer y escribir fue una ofrenda nacional popular a inicios de los 60, comentó el artista.