Armando López Carralero


Las súbitas crecidas: un mar literario profundo

Sentí temor ante el reto de presentar este libro. Además de ser la segunda vez que asumía el desafío de una presentación literaria, ahora me tocaba un libro de poesía. Mi experiencia como historiadora del arte me acerca más al ensayo, a la crítica artística, sobre todo la de artes visuales y preferentemente con los géneros literarios me quedo con la narrativa. Pero el autor me hizo asumir el compromiso y me dio una idea, una luz; me dijo: míralo como una pintura. Entonces me dediqué a su lectura como me entrego a la contemplación de un cuadro. Por eso estas líneas esquivan el análisis literario profundo y prefiere hablar de emociones y sensaciones, que son al fin y al cabo la esencia de la poesía.

Las Súbitas Crecidas de Armando López Carralero (Las Tunas, 1986) publicado en 2021, por Ediciones El Abra, de la Isla de la Juventud, es un poemario visceral. Llega con la fuerza repentina de un mar que lo inunda todo. Mar-agua que es metáfora y traslación de una realidad. Si fuese un lienzo, en él no faltarían los tonos grises tan intensos como el azul; o los claroscuros con sus luces y sombras. Sería un cuadro con la pujanza de la vida: terriblemente bella.

Premio Ciudad de Nueva Gerona 2020, donde el jurado lo integró Teresa Melo, Eduardo Sánchez y Juan Nicolás Padrón, Las Súbitas Crecidas es un libro ecléctico. Escrito en su mayoría en prosa poética que a su vez transgrede los límites de la prosa y la poesía, de la realidad y la ficción. El autor utiliza un lenguaje sencillo, que resalta por la profundidad reflexiva y la fuerza de las imágenes. Alejado del realismo obsceno ya tan manido en la literatura cubana, la poesía de Armando es limpia y diáfana que entreteje historias desde una (i)realidad donde utiliza al agua como espejo. Y en ese espejo según nuestras experiencias nos reflejamos.

El libro está dividido en tres apartados o capítulos: Aguas templadas, Aguas cálidas y Otras aguas-otros cuerpos negándose a la orilla. Cada uno prueba un contorno que va indagando de lo colectivo a lo individual, y viceversa, en la medida que se construyen historias significantes a partir de un símbolo: el agua.

Textos nucleares que narran la colindante realidad. No hay metafísica sino condición absoluta del presente. Así lo clasifica la poetisa Miladis Hernández en el prólogo y así lo veo yo.

El agua es el personaje poético, el hilo arquetípico, que implanta sus humedales en el tejido individual y colectivo del poema. Son las palabras de contracubierta de Eduardo Sánchez Montejo.

Armando tiene publicado varios poemarios tanto para adultos como para niños, entre ellos Luz de apocalipsis, La fuga de unas alas, y recientemente Duende del Agua, premio Calendario 2022. Le debemos a Ediciones El Abra un libro diseñado cuidadosamente, editado por Eduardo Sánchez Montejo con ilustraciones interiores de Lisandro H. Lugo, tan expresivas y vivenciales como el texto y que se acoplan a él y lo complementan.


Una literatura libre, «sin máscaras ni atuendos»

Escribir para los niños es un arte complejo que esconde en su aparente sencillez, muchísimo talento y sensibilidad. Dijo la autora argentina Graciela Montes que «la literatura para pequeños no es en lo absoluto pequeña… es el campo donde se libran las más grandes batallas de la cultura y el arte». Y es esta una verdad tan rotunda como la sentencia de nuestra célebre Dora Alonso: «Donde hay un niño, debe haber un libro».

Sin embargo, en los últimos tiempos encontrar nuevos títulos de calidad dirigidos al público infanto-juvenil parece una tarea tan difícil como el mismo acto de creación. Duende del agua, de Armando López Carralero, premio Calendario 2022 en poesía infantil, llega entre la esperanza y la certeza de que siempre surgirán escritores con el don de contar historias a los más chicos.

El joven tunero, licenciado en Educación Primaria, tiene la habilidad de conectar con los niños a través de la palabra escrita. «Tener formación pedagógica es una ventaja para mí; puedo llegar con más facilidad a ellos, con mensajes más directos y con la magia de la palabra sencilla y conquistadora».

Poeta y narrador, miembro de la Asociación Hermanos Saíz, López Carralero es autor de los libros Luz de apocalipsis (poesía), La fuga de unas alas (poesía infantil), Temblor de hoja rota (poesía), Historias en la almohada (poesía infantil), Los caminos del agua (décima), y Las súbitas crecidas.

Algunos de sus textos aparecen en antologías: Cuerpo sin espíritu no vuela, once jóvenes escritores de Las Tunas y El árbol en la cumbre, nuevos poetas cubanos en la puerta del milenio. Premios como el Manuel Navarro Luna y Portus Patris, Cucalambé de Décima Escrita, Fundación de la Ciudad de Nueva Gerona, poesía, Glosas Canto alrededor del punto y la Beca Casa Seoane (poesía infantil), suman méritos a su prolífera carrera dentro del universo de las letras.

«Me motiva a escribir la idea de vencer un poco mi timidez. Quizá lo haga porque me resulta a veces muy difícil hablar, y entonces llega la literatura (con la palabra escrita) como medio de expresión más directo, más confiable, más seguro».

―¿Qué temáticas prefieres abordar?

―Lo cotidiano, el futuro, la familia, las remembranzas… 

―¿Cuándo surgió la idea de escribir Duende del agua?

―La idea de escribir Duende del agua surge como complemento de La fuga de unas alas, mi primer poemario dedicado a los niños, y publicado por la Editorial Sanlope, en 2018.

―¿Cuánto tiempo te tomó escribirlo? ¿Qué objetivo te trazaste? ¿Satisfecho con el resultado?

―El proceso creativo de Duende del agua duró aproximadamente dos años. Este libro pudiera ser otra parte de La fuga de unas alas. El objetivo que me tracé no fue otro que acercar al lector a la belleza: la belleza del lenguaje, la manera de contar historias desde la poesía o a través de versos (historias que a pesar del toque mágico que entraña la literatura para niños y jóvenes, tengan un verdadero significado, muy próximo a la realidad).

―Qué nos cuenta Duende del agua? ¿Cómo está estructurado el texto?

―Está compuesto por romances y décimas y estructurado en tres secciones: Un dibujo de familia, Puente de Plata y Un cuento que no termina. El tema recurrente a lo largo del libro es el agua, el agua como símbolo de lo cotidiano.

―¿Cuáles son tus mayores inspiraciones literarias? ¿Tienes formación literario-académica?

―Mis mayores inspiraciones literarias nacen cuando pienso en mi familia. Si ella está bien, igual estará mi literatura. Creo que mi formación literaria es la misma que la de muchos otros: los talleres, horas de lectura, consultas, revisiones, compartir entre amigos… 

―¿Un autor u obra que haya influido en ti, en tu obra?

―El paraguayo Augusto Roa Bastos. Su poesía rimada es poderosa…

―¿Cómo definirías tu estilo?

―Una mezcla de lirismo con ciertos aires de posmodernidad.

―¿Eres más poeta que narrador, o la suma de ambos?

―Creo que más poeta que narrador. ¿Mis fortalezas? Estoy seguro que mi edad, la madurez que he alcanzado a través de la lectura, a través de la vida… Para escribir bien hay que vivir intensamente.

―Se puede decir que a pesar de tu corta edad y las limitaciones que entraña el oficio de escribir, sobre todo poder publicar, cuentas con una fértil producción literaria en la que ostentas varios libros y lauros. Cuéntame un poco sobre esos títulos que llevan la firma de Armando López Carralero. ¿De cuál te sientes especialmente orgulloso? Uno que recomendarías a los lectores.

―Tengo siete libros publicados, y dos en proceso editorial, todos de poesía. Dos de esos son el resultado de haber ganado algunos premios. Creo que mi mayor logro como escritor ha sido publicar Las súbitas crecidas, un poemario que da fe de mi madurez alcanzada.

―Se pueden escribir obras maduras sobre temáticas complejas para niños y jóvenes; sin embargo, la tendencia de muchos autores va encaminada a simplificar conceptos, quizá para construir textos de más fácil comprensión. ¿Qué crees al respecto? ¿Cómo lo abordas tú?

―Hay que hablar claro para que te entiendan. Creer lo que se dice y dibujar con palabras. Acoplarse al tiempo que se vive. Ser consecuente con la realidad.

―¿Qué opinión te merece este tipo de literatura hecha en Cuba? ¿Qué le falta?

―Cada escritor tiene sus trucos; de ahí la trascendencia o no de la obra, o del autor. Pienso que este tipo de literatura hecha en Cuba es muy buena, aunque a muchos autores les ha dado por acoplarse demasiado al molde, de vez en vez hay que romper alguna que otra cosa.

―¿Tienen los jóvenes escritores cubanos espacios suficientes para publicar y promocionar sus obras? ¿Existe una retroalimentación entre otros jóvenes creadores, entre autores y lectores?

―Siempre que haya talento, no faltarán las oportunidades de promoción. En mi provincia hay un movimiento amplísimo donde los escritores son protagonistas, y la retroalimentación entre creadores siempre es válida, existe…

―¿Qué es para ti una buena obra literaria? ¿Lo has logrado o estas cerca de lograrlo?

―Una buena obra literaria debe ser atrevida, desafiante, hija de su época, aunque se recreen otros momentos históricos. Tiene que poseer técnica, pero también el vuelo imaginativo de quien la crea. Debe ser libre sobre todas las cosas: sin máscaras ni atuendos.

 

 

 

Otras obras del joven autor Armando López Carralero.