“La bruja” Natalia y el rayo

Natalia Bolívar Aróstegui siente pavor por los rayos. Cuando comienza a tronar corre a encerrase, durante un par de horas si lo amerita el grosor de la tormenta, en un baño sin ventanas de su casa.

Yo pensaba que la autora de Los Orishas en Cuba (publicado en rocambolescas condiciones en el año 1990) –y otros textos infaltables en los libreros de estudiantes de lo cubano y sacerdotes babalawos– conocía lo suficiente a Changó, la tempestuosa deidad yoruba, como para amedrentarse con sus atributos. Sin embargo, fui al más reciente Encuentro con… dedicado a destacada etnóloga y africanista cubana, y supe de esa y otras confesiones.

Ese jueves en la tarde se llenó el Salón de Mayo del Pabellón Cuba, sede nacional de la AHS. Natalia conversaba sin necesidad del aguijoneo de la anfitriona y periodista Magda Rezik. Natalia era un río sin cause definido, un dique desbordado, y todos la escuchaban con sed.

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«Tú pregunta y yo respondo… lo que pueda», dijo a Magda entre risas. Los interrogatorios le son naturales, bien por las pesquisas que ella ha realizado en comunidades portadoras para revelar esencias del folklor nacional, o bien porque más de una vez estuvo sentada frente a oficiales de la policía por pertenecer al intrépido Directorio Revolucionario (DR) durante la lucha contra la tiranía de Fulgencio Batista.

Nació en cuna de oro, el 16 de septiembre de 1934. Creció en Miramar y tuvo que sobreponerse a los límites sociales que le imponían la condición de pertenecer a una familia de recio abolengo aristocrático. «Siempre me ha gustado ir de frente a las barreras que encuentro, contra mis miedos», aseguró.

Su personalidad se fue formando entre la rígida disciplina y exquisita educación imperante en una “escuela de monjas” –el colegio Sagrado Corazón de Jesús, donde se graduó de Bachiller en Ciencias y Letras–, y las historias narradas por su nana Isabel Cantero, negra de origen congo. Luego estudió pintura en la academia habanera San Alejandro y en Nueva York, pero nunca culminó carrera en la Universidad de La Habana debido al cierre del centro durante la dictadura de Batista.

«A mí solo me interesaba el arte, no tenía posiciones políticas definidas más allá de los comentarios en familia sobre la situación de entonces y los relatos de la participación de algunos parientes en la Guerra de Independencia, y la lucha contra el tirano Machado en los años treinta».

Cuando trabajaba como guía e investigadora en el Museo de Bellas Artes el joven intelectual y combatiente José Luis Gómez Wangüemert la reclutó para pertenecer a una de las organizaciones que disputaban, a brazo partido, la calle habanera con las fuerzas represivas del régimen batistiano.

«Fue aquel hombre, del que me enamoré, quien me ayudó en la formación de mi conciencia política», dijo al recordar su relación con él, quien muriera en el ataque al Palacio Presidencial el 13 de marzo de 1957. El auditorio del Salón de Mayo le respondió con una ovación cuando declaró: «Nunca conocí gente más valiente y solidaria que los jóvenes del Directorio Revolucionario».

2-natalia clandestinaElla dice que fue muy feliz durante los meses de clandestinidad, junto a sus compañeros, condición asumida luego de sufrir torturas y sobrevivir a la cárcel porque uno de los policías la reconoció como practicante de su religión, y la dejó ir. En el DR Natalia perteneció al grupo de acción y sabotaje (incluso atacó una estación policial). Además, sus contactos en la alta sociedad les permitían acceso a embajadores extranjeros para gestionar asilos políticos, así como alquilar casas, trasladar dinero y armas.

Mientras figuraba en los expedientes policiales como “La bruja” debido a los numerosos collares afrocubanos que portaba –según ha contado algunos combatientes le pedían protección– continuaba su labor de etnóloga, engrosando los conocimiento recibidos de sus mentores Lydia Cabrera y Fernando Ortiz, entre otros.

Tras el triunfo de la Revolución Cubana dirige el nuevo Museo Nacional de Bellas Artes, y ayudó también a fundar el Napoleónico y el Numismático del Banco Nacional de Cuba. Continuó su obra investigativa, cada vez más enriquecida con pesquisas en Cuba y África. «Para entender lo afrocubano hay que estudiarlo desde adentro. Ése es el componente fundamental de nuestra identidad y se expresa en cosas tan comunes como la gestualidad al hablar o bailar», precisó.

Según confesara, ella ha podido acceder a tantas fuentes valiosas porque no teme participar en las ceremonias religiosas: «Me he  rayado cuando ha sido necesario, soy mayombera y tengo hecho los santos Oddúa y Obbatalá». Es que Natalia Bolívar tiembla cuando ve un rayo porque éste no tiene rostro. Es demasiado rápido y no puede irle de frente. Si no fuera así…

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Foto de portada: Tomada de www.juventudrebelde.cu

Foto 2: Nadia Herrada Hidalgo

Foto 3: Tomada de La Jiribilla

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  • excelente trabajo, vida y obra de esta señora que bello poder conocer un poco más de mi religión y la cultura afrocubana de nuestros ancestros. me gustaría saber como se puede ascender al libro LOS ORICHAS EN CUBA, me gustaría saber si lo puedo conseguir por intenert

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