Predestinación, una película que cree en el destino

Tanto lo inevitable como el destino se encuentran en la raíz de All you Zombies, cuento de Robert A. Heinlein adaptado al cine por los hermanos australianos Michael y Peter Spierig con el filme Predestinación. Los directores proponen una compleja y desafiante trama de ciencia-ficción sobre el yo, la identidad, el género y la paradoja del viaje en el tiempo.

El protagonista, Snook (EthanHawke), es una especie de Agente 007 que viaja en el tiempo. Su misión final se le ha asignado en el Manhattan de la década de 1970: encontrar a un terrorista anónimo llamado “Bomber Fizzle”, antes de que este cometa su crimen más atroz.

Lo que sucede a continuación implica paradojas temporales que, pese a ser sumamente complejas -y casi imposibles de mantener en la película-resultan muy atractivas.

Más allá de la naturaleza genuina del guión y de lo excepcional de sus planteamientos metafísicos, gran parte del éxito de la película descansa en los hombros de su intérprete central. Ethan Hawke -que también protagonizó Daybreakers para los hermanos Spierig- muestra en Predestinación  un trabajo coherente y contenido cuya mirada interioriza los criterios filosóficos del filme.

También merece referencia el fuerte sentido de unidad artística de la película, en parte debido a la afinidad entre el minucioso diseño de arte, que crea una cierta suspensión de la incredulidad, y la sutil diferencia de iluminación de cada década que representa el filme.

Hay algo bizarro en la cinta, algo que la separa de las decenas de aventuras de viajes en el tiempo vistas en las últimas décadas. Es difícil distinguir qué. No es su guiño al cine negro, y aunque bien pudiera serlo, no llega a ser la originalidad de su historia, o el cuestionamiento de género que tiene el filme. Quizás –definitivamente- lo que encandila en Predestinación es el dolor real que entraña su historia.

Porque el género es sci-fi y el argumento, enrevesado y arduo, pero los personajes de esta película no están demasiado lejos de la persona que somos. Porque tienen sueños y miedos. Porque la vida les dibuja un destino que después no colorea del todo, y a veces, los colores no son tan nítidos como se esperaba. O por el contrario, la paleta tiene más tonos de los que hubiéramos querido.

Son personajes construidos con lo más auténtico de los seres humanos. Habitan un mundo de máquinas del tiempo y saltos temporales, de espías y paradojas físicas, pero aman, temen, odian, como si vivieran justo debajo de los márgenes de nuestra piel.

Y hay mucho más en Predestinación: su circularidad narrativa, incluida la serpiente que se muerde la cola, metáfora que la define; la fluidez y cohesión del guión; la verosimilitud en sus cuestionamientos; el deseo de aceptación y realización personal de sus personajes, que le otorga al filme una dimensión universal.

Lo otro, lo que queda, sería averiguar qué dice y qué calla la película: ¿Incluye una meditación sobre la elasticidad de la identidad humana? ¿Representa una declaración sobre la naturaleza inalterable del pasado, presente y futuro?

Predestinación es una épica historia de viajes en el tiempo. Ciencia ficción elegante que, aunque hereda de la estupenda tradición de thrillers de viajes en el tiempo de películas como Primer, Looper, y Código fuente, resulta mucho más extraña y reflexiva.

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