¿Por qué se les sigue sin pagar a los escritores como corresponde?

En septiembre del 2022 escribí un artículo sobre los impagos a los escritores ( ➡ ¿Qué sucede con los impagos a los escritores en Cuba?). Este trabajo tuvo una pequeña repercusión, ya que varios lo interiorizaron y llegó hasta algunos de los lugares donde debía llegar. A estos escritores que mencioné en el trabajo, fueron remunerados de modos que hasta entonces, “no se les podía pagar”.

Pero, como todo en Cuba, las cosas no pueden ser fáciles. Hemos vuelto a los mismos problemas, además de las otras calamidades que afectan a los escritores desde hace años; que, al parecer, seguirán afectándonos. De todo lo que escribí en mi otro artículo Una idea para salvar al libro cubano... lo único que tomaron, casi al pie de la letra, fue subirles el precio a los libros, pero nada más. La situación viene de mal en peor, y ni si quiera por el I Foro de Negocios Editorial realizado durante la Feria Internacional del Libro de este año, parece que entraremos al mercado editorial.

No obstante, el problema puntual del que hablo en este post no tiene nada que ver con el valor del libro, ni con el mercado editorial cubano (el que en la práctica, no existe y lo hablaremos en otro momento).

Veámoslo por problemas.

¿De qué vive un escritor en Cuba?

Pues de su intelecto y de lo que pueda resolver: No de su literatura. Por tanto, muchos sobrevivimos de cheque en cheque, o de transferencia en transferencia. Entre los trabajos más comunes (realizados para las instituciones cubanas) son los de colaboraciones periodísticas, como entrevistas, reseñas o cubriendo eventos literarios; y de jurados de concursos… aunque no todos corremos con esta suerte.

Precisamente, este último punto es la génesis de este post. Un escritor amigo mío fue llamado para trabajar como jurado de los concursos Juventud Técnica (cuento) e Hidra (novela), convocados por la revista Juventud Técnica, perteneciente a la Casa Editora Abril. Él, como los otros dos jurados (también escritores) de cada concurso hizo su trabajo: leyeron cuatro novelas y decenas de cuentos, y, varios meses después, les dijeron que no podían pagarles. Si nunca se hubiera pagado este trabajo, esto no fuera noticia, pero sí se pagó en las ediciones anteriores.

Algo similar sucedió con los jurados de literatura del encuentro provincial de casas de cultura de La Habana.

La labor de jurado representa tiempo de trabajo intelectual de lectura y análisis cada uno de los textos; tiempo de vida dedicado solamente a realizar el mejor trabajo posible y dejado de emplear en otras actividades de ocio o mejor remuneradas. Vaya, ¡remuneradas a secas!

Es cierto que, con el sistema editorial y literario que tenemos en Cuba, nos han (mal)adaptado a trabajar de gratis; literalmente “por amor al arte”. Eso, quizás antes se podía hacer, cuando con ciento veinte pesos se podía comer durante un mes (años 60-70); pero en estos momentos, que cien veces esa suma no alcanza, no podemos darnos el gusto de realizar todos los trabajos “pro-bono”.

Los escritores también necesitamos pagar los gastos de la casa, comer, celebrar cumpleaños, etc. Pero, sobre todas las cosas, merecemos ser respetados. Nuestro trabajo vale tanto como el de un actor, un ingeniero, un plomero o electricista.

Al no pagar el trabajo de jurado de estos escritores, se irrespetó su oficio y a sus personas. Como mínimo, es deshonesto y desleal. Nadie les dijo antes de trabajar que no se les iba a pagar. A lo mejor, si se les hubiera dicho desde el inicio, ellos hubieran decidido trabajar de gratis; o a lo mejor no.

Al igual que todos, necesitamos y tenemos que cobrar por nuestro trabajo.

Derechos de autor “simbólicos”

Y ya que hablamos de pagos, toquemos algo muy importante: el monto. Recuerdo aquella mañana que había cobrado un cheque por un artículo que publiqué y por el que recibí 500,00 pesos cubanos. Claro, al descontar el 5% de la ONAT, en realidad cobré 475,00 pesos. Pasé frente a una cafetería en la ciudad de Las Tunas y vi un pomo de refresco de cola. Imaginen mi enfado cuando, al pedir su precio (con ilusiones de darme un gusto y comprar refresco y una bolsa de pan) me dicen que solo el refresco costaba 500,00 y el pan otros 280,00. Guardé el pago por mi artículo crítico, me olvidé de darme el gusto y continué mi camino en modo cucarachita Martina a ver “qué me compraré”.

Conclusiones: un trabajo crítico, hoy en día puede valer menos que:

  • Un pomo de refresco.
  • Un cartón de huevos.
  • Un cake.
  • Dos libras de carne de puerco.
  • Dos bolsas de pan.
  • Una bolsa de leche.
  • Un paquete de café.
  • Un pomo de champú.
  • Y una larguísima lista que todos conocemos.

Y hablo en modos generales. Hay sitios donde pagan más de 500,00 pesos, hay otros que pagan menos.

De igual modo, siempre el dinero será poco y no alcanzará para casi nada; más, cuando no te van a publicar uno diario. Puedes considerarte dichoso si publicas un artículo semanal; ah, y sin dejar de escribir tu literatura. Pero ese es otro tema.

Lo peor no es eso. Lo peor son los derechos de autor por los libros publicados, ya que las colaboraciones en las revistas dependen de las gestiones que cada quien realice.

Un derecho de autor (solo cuatro veces más que el monto antes del reordenamiento), ya sea por un libro de cuentos o una novela, si llega o pasa de los 20 mil pesos, puedes considerarlo un lujo. Por lo general, estos pagos no superan los 10 mil pesos y escasamente llegan a ese monto. Y algunos dirán que eso es muchísimo dinero. Pues no lo es. No lo es cuando tomas en cuenta que esa cifra es menor cuando le descuentas la ONAT, y que no llega a dos meses de salario; ni es mucho cuando lo divides entre los cinco años de vigencia del contrato; ni cuando, aunque vendas todos los ejemplares, no se reedita, ni te pagan por ventas. Tampoco lo es cuando el valor de la moneda nacional, cada vez es menor. Un derecho de autor, por el trabajo de meses, de años, puede gastarse en un día en la economía actual y luego seguir como si nada hubiera pasado.

Los derechos de autor, los pagos por colaboraciones, cursos y conferencias de los escritores, se pueden catalogar (ya muchos lo hacen) como un pago simbólico. Ya que, como casi nunca cobrábamos, cobrar algo, aunque sea simbólico, parece ser más que suficiente.

Y no es así.

Cualquier músico toca un tema (suyo o no) y cobra más de mil pesos, como mínimo. Durante la gira nacional de Buena Fe (por solo poner un ejemplo, ya que hay muchos más de este tipo de casos en cada provincia), el pago ascendió a más de 600 mil pesos por noche. Ambos casos, financiados por los gobiernos provinciales y el nacional. Quizás por eso fueron declarados vanguardias nacionales del trabajo. Así sí se puede trabajar.

¿Por qué esta diferenciación entre los músicos, actores y los escritores? ¿Por qué el MINCULT y el Ministerio de Finanzas y Precios valora más una manifestación artística que otra? ¿Por qué no podemos cobrar igual que los demás artistas? O cobrar, sencillamente.

Nuestro trabajo vale igual que el del resto. Se debe valorar, según su calidad, como dice la resolución 70 del 2021 “en cuenta la magnitud de la actividad, la significación del acto mismo, el carácter de la institución que la financia, la complejidad, calidad y trascendencia de la obra, el reconocimiento público alcanzado por el autor, así como los ingresos que generen la actividad.”

Sin embargo, siempre se menosprecia y demerita. Nada vale la importancia que le atribuyan en las palabras y la historia a la literatura en Cuba mientras que el escritor no vea retribuido financieramente lo que realmente vale su trabajo.

Si no estás de acuerdo, responde estas preguntas:

¿Qué escritor cubano conoces que viva solo de su literatura? O sea, de la venta de sus libros, cuentos o poemas en Cuba.

¿Por qué los músicos, artistas de la plástica, artes escénicas y medios audiovisuales sí tienen la posibilidad de vivir de su trabajo, mientras que los escritores no?

En la realidad cubana actual, el trabajo del escritor vale poco o nada. Y hablo del valor monetario; de ese que se usa para comprar comida y ropa.

Por otro lado también tenemos la

Incertidumbre de saber si tenemos trabajo

Ese es otro tema que afecta a los escritores cubanos hoy en día. Todas las revistas, periódicos, radios y cadenas de televisión tienen trabajo para los escritores. Sí, es cierto. Ah, no para todos, es verdad; y no todo el tiempo ni con los mismos requisitos y papeleo burocrático. Pero esto es normal. A lo que me refiero con la incertidumbre es que si bien puedes escribir 10 artículos (o un guion) al día, si publican cuatro al mes, puedes considerarlo un milagro.

Un paquete de artículos sobre crítica literaria, digamos, un paquete de seis reseñas de libros de autores y editoriales cubanas, puede demorarse de dos a tres meses en salir. ¿Por qué me refiero a esto? Porque mientras no salgan los trabajos, los escritores no lo cobran. Por tanto, es como si no tuvieras trabajo.

También está el hecho que, violando la resolución 70 del 2021, los trabajos no se negocian: ni el pago, ni la aceptación o no de estos. O sea, puedes ir y enviar tus trabajos por correo electrónico, que a no ser que le caigas arriba al encargado de la revista (cuando des con el que decide), nunca obtendrás de vuelta un mensaje que te diga si aceptan el trabajo, tampoco la propuesta del pago ni la fecha en que serán publicados. A veces te enteras de casualidad que fueron publicados.

De esa forma, nunca podrás saber con qué dinero contar o no; si tienes trabajo o no. Ya que, si a las revistas que les envías tus artículos, no los publican, ¿para qué seguir mandando?

tomada de El Definido. / internet.

¿Somos iguales? ¿Qué se toma en cuenta para pagar?

La resolución 70/2021 determina un pago mínimo de 300,00 pesos, pero no tiene tope de lo que se pueda pagar por derecho de autor. Además, como dije ahorita “en cuenta la magnitud de la actividad, la significación del acto mismo, el carácter de la institución que la financia, la complejidad, calidad y trascendencia de la obra, el reconocimiento público alcanzado por el autor, así como los ingresos que generen la actividad.”

Por ende, cuando yo leo en público un poema, no deberían pagarme lo mismo que si lo lee alguien con mayor o menor reconocimiento. Si leo cinco textos no debería cobrar lo mismo que el que leyó uno; y si mi trabajo tiene mayor calidad literaria que otros, debería valer más.

Sin embargo, en nuestro país no sucede del todo así. Si eres un escritor renombrado, puede que cobres un poco más que los otros con menos nombre. Si perteneces a la UNEAC, independientemente de la calidad literaria que tengas, siempre cobrarás un poco más: solo por el carnet. Fuera de eso, el monto del pago depende de lo que determine la dirección de la institución y todo el mundo por igual.

En ningún momento el importe del pago del trabajo depende de su calidad. Es como si al ser de la UNEAC o alguna personalidad, estuvieras exento de cometer errores o fuera sinónimo de perfección. Solo hay que recordar que Borges, Cortázar, Vargas Llosa, Carpentier, Hemingway y muchos otros clásicos, también tienen obras malas.

Para aterrizar la idea a un ejemplo práctico: Es absurdo que yo cobre por un poema lo mismo que Jorge García Prieto por uno suyo. Por mucho, los suyos tienen mayor calidad que los míos; sin embargo, valen lo mismo.

Esa es la razón por la que muchos se desencantan y dejan de enviar o participar en actividades. Es uno de los motivos por la que la calidad de los textos publicados en esta época, es tan variable.

Quizás una de esas razones para estos pagos igualitarios, de las que tanto especulo, sean

Los bajos presupuestos para la literatura

En cualquiera de esos conciertos, por cada noche de trabajo (quizás dos horas de concierto), se empleó mayor cantidad de dinero que en toda la Feria del Libro de muchas provincias; realizadas durante mayor cantidad de días y para cientos de escritores. Duele ver cómo para un solo concierto de este grupo se designó un presupuesto mayor que el de una editorial cubana, para el pago de las resoluciones 70 y 71, de todo el año.

Cualquier presentador y músico que trabajó durante las ferias del libro de La Habana y de las provincias ganó, con una sola presentación, más que la inmensa mayoría de los escritores que trabajamos a diario en este evento llamado “el más importante del país”.

De hecho, a la mayoría de los habaneros que trabajamos en la Feria Internacional de La Habana, por más libros que presentemos, paneles que hagamos y lecturas de poemas que realicemos, no recibimos remuneración alguna. Conozco a varios escritores que se han sorprendido cuando les digo que en las provincias, pagan. Poco, pero pagan. De hecho, tengo constancia de escritores a los que aún les deben los pagos de la Feria antespasada; un pago de 400,00 pesos cubanos. Y sé que no todo el mundo se va sin cobrar de la Feria de La Habana. Por cierto, siempre son los mismos.

También existe una diferencia de presupuestos considerable con las peñas. El presupuesto a pagar para las peñas de músicos es en ocasiones el doble y triple del otorgado para las peñas literarias. Y que conste que con esto no pretendo que se baje el presupuesto a los músicos, sino que nos lo suban a los escritores. Los músicos también necesitan alimentarse y trabajan igual que los escritores y resto de artistas cubanos.

Es triste ver cómo cualquier artista o trabajador en general, que labore un día o dos durante el mayor evento literario del país, gane más que cualquier otro escritor que se pase los nueve o diez días de feria, trabajando.

Da pena ver cómo se gastan entre cinco y diez veces más dinero en actividades varias, prensa y producciones innecesarias, que en el pago a la verdadera razón de ser de la feria: los libros y los escritores.

La culpa no es de los músicos, productores, ni de las editoriales, ni de los escritores. Al menos no totalmente. En realidad somos en parte responsables por no reclamar nuestros derechos a los verdaderos responsables de esto: nuestro Ministerio de Cultura e instituciones del nivel superior. Tenemos dejar nuestra posición de orgullo y reclamar lo que nos pertenece.  Tenemos que dejar de ser corderos y ver nuestra actividad como lo que es, un trabajo que tiene que ser remunerado correctamente.

Demoras con los pagos

Este es otro punto que he tocado en varias ocasiones. Sin embargo, nada ha cambiado. Quizás durante la primera parte del año no se han demorado tanto en salir (uno o dos meses). Ah, pero el método de pago es el que continúa siendo cuadrado e ineficiente.

Habiendo tanta campaña para el pago electrónico a nivel nacional, casi la totalidad de las instituciones se empeñan en pagar mediante cheques. Todo funcionara si los beneficiarios de los cheques pudieran cobrarlos en las provincias en que se genera el pago: pero no siempre es así.

Si un escritor va a trabajar a una provincia, el pago sale al mes siguiente. Por tanto, para poder cobrar el cheque, debería esperar a que alguien le haga el favor de recogerlo y llevárselo; o ir a buscarlo, gastando parte del importe de este cheque.

Ah, siempre y cuando el beneficiario no viva en la Isla de la Juventud. Ahí se complica más el cobro.

Casi todos tenemos tarjetas de banco electrónicas. Sin embargo, no siempre se crean los mecanismos para realizar estos pagos, ni siempre se recibe al escritor con el cheque hecho para que lo cobre al momento. A pesar de que se conoce el volumen de actividades que este realizará durante su estancia en la provincia.

De ahí que llegue a la conclusión de que existe una constante

Violación de las resoluciones vigentes

Las resoluciones que se incumplen son múltiples, por eso no las voy a enumerar. Algunas de ellas, incluso salen del ámbito cultural y entran en lo contable o financiero.

Lo primero, es que, para no ser absolutos, casi nunca se les informa a los escritores cuánto se les va a pagar. Negociar el valor del pago, es algo utópico, ya que muchas veces depende del escaso presupuesto de las instituciones.

Algunas de estas violaciones son:

  • Invitar a un escritor a realizar un trabajo, ya sea oral o escrito, y no pagar por el trabajo realizado. Claro, se incumple siempre que no se negocie y se aclare el carácter pro-bono de la actividad.
  • El atraso por más de treinta días de los pagos de colaboraciones, premios, derechos de autor, etc.
  • Publicación de libros o textos sin cumplir los procedimientos establecidos. Por lo general, los contratos de libros se firman luego de que todo está ya editado y tienes que aceptar las condiciones de la editorial, o el libro no sale… aunque editores, correctores, maquetadores e ilustradores ya hicieron su trabajo (y lo cobraron).
  • Incumplimiento de las normas de contratación. Los escritores firmamos contratos en el momento de recoger el cheque (ya sin posibilidad de negociar); o proformas de contrato en blanco.

En este último caso, tanto los escritores como las instituciones violan los procedimientos. Sin embargo, o lo hacemos así (los escritores) o no cobramos, ya que es el proceder estándar de la mayoría de las instituciones. Pocas son las que trabajan como debe ser.

Conclusiones… de momento

La situación de los escritores es crítica. No solo porque no se nos da el valor que merecemos, ni el que merece nuestra obra, ni nuestro tiempo, ni trabajo; sino que esto se refleja en el bolsillo de los nuestro bolsillo. Si pasamos tiempo de lujo preocupándonos por luchar nuestro dinero en otras actividades extra literarias, la calidad y cantidad de obras va a seguir disminuyendo drásticamente, como lo demuestran las publicaciones cubanas más recientes.

Por no pagar lo que realmente vale el trabajo del escritor, es que los guiones de programas televisivos son mediocres y dan pena en el mayor de los casos. A diario se escuchan horrores en espacios estelares de la televisión cubana, como los informativos, por ejemplo. Horrores que se repiten en los otros programas donde leen los mismos guiones que, supuestamente, pasaron por la mano de varias personas que dieron su visto bueno. Al parecer, se utiliza un mismo guion para diversos programas, sin que nadie se dé cuenta de estos horrores. Pero este tema, da para otro artículo.

Por no pagar lo que se debe por el trabajo del escritor, es que no existe una real crítica literaria en Cuba (al menos, es una de las principales causas). Tampoco hay nuevas grandes obras en nuestras editoriales.

Por no pagar lo que realmente vale el trabajo del escritor, es que muchos buscan publicar sus obras en editoriales extranjeras, con la esperanza de algún día, poder publicar en Cuba.

Por no pagarnos, muchos de los jóvenes talentos se desilusionan y dejan de escribir para estudiar algo de lo que puedan vivir.

Para no pagar lo que vale el trabajo del escritor, buscan variantes gratuitas, que la mayoría de las veces no dominan la actividad que van a juzgar o realizar: “pero lo importante es que el show continúe”, ¿verdad? Por esa razón una vez escuché a uno de estos jurados afirmar que un cuento de más de tres páginas y más de tres personajes es una noveleta…

No hace falta que diga nada más.

Por no pagar lo que vale el trabajo de los escritores, el 2 de mayo de este 2023 el sindicato de escritores de Estados Unidos entró en huelga. Al menos ellos tienen ese sindicato que los protege.

Aquí no tenemos a nadie que vele por nosotros, excepto nosotros mismos. Por ende, debemos crear un frente unido y exigir nuestros derechos. Debemos decir “¡No trabajamos gratis!”

Por no pagarnos lo que vale nuestro trabajo, es que estoy escribiendo este artículo.

Para finalizar, les recuerdo que la Literatura es uno de los primeros y más importantes planes de la Revolución y uno de los principales logros. Si otras manifestaciones artísticas son subvencionadas para que el patrimonio cubano no se pierda, la literatura también debe ser protegida. La están perdiendo. Mejor que no se preocupen tanto por subsidiar a los libros (que es algo bueno), deberían preocuparse más por el ser humano que los escribe. Ese es el más importante de los dos, ya que sin él, no hay libros.

Y les reitero: Los escritores todavía necesitamos satisfacer nuestras necesidades como todo el mundo.

 

NOTA:

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