Ocho y media de la noche. Desde la una de la tarde se están rotando los djs en el Balneario Universitario. Y hasta la una de la mañana. Es sábado, el primero, el que inaugura este espacio dedicado a la música electrónica durante todo el verano.
Se han acercado todo tipo de públicos, no ya el que habitualmente se encuentra y espera. Sin ánimo de estereotipar a nadie: gente que pide el guachineo, aunque sea en remix, que baila sin tener idea de qué baila, pero baila. Al final, lo que vale es pasarla bien.
La propuesta es múltiple: un escenario con música electrónica bailable, lo que se dice dance, electro, dream house; y una salita climatizada –“desconection” la llaman sus organizadores– más inclinada hacia el ambient, el chillout, lounge. El mar, el atardecer en el mar, canchas de tenis, improvisadas pistas de skate…
En el actual escenario, la combinación playa + música electrónica prácticamente no existe. Y digo prácticamente para no pecar de absoluta. Ya no tenemos Rotilla. Las Green y Blue parties –aquellas fiestas en las que te secuestraban a medianoche para liberarte al amanecer en alguna playa del este u oeste; lo que se dice las experiencias más rave que ha tenido La Habana– se mantienen cada vez menos y en grupos cada vez más cerrados. Y de Proelectrónica nada se ha escuchado aún este año.
De ahí que todas las tardes-noches de los sábados, desde las seis hasta las cuatro de la mañana, se sientan como un alivio. Aunque le falte aún ese ambiente de la fiesta porque sí, la fiesta por la fiesta, sin motivo alguno, sin razones. Aunque necesite mejorar su promoción y oferta gastronómica. Aunque necesite explotarse más, incluso, musicalmente.
Fotos: Alba León
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