Arte para el diálogo político

Por Darío A. Escobar y Raúl E. Medina

Royce W. Smith anduvo optimista por el Pabellón Cuba, joya arquitectónica de La Habana moderna que cuenta con espacios excepcionales para exponer arte contemporáneo. Él es profesor, crítico de arte, curador y uno de los responsables –junto a la cubana Dannys Montes de Oca– de reunir en el proyecto Entre, dentro, fuera /betwen, outside, inside a una quincena de creadores de Estados Unidos y la Isla.

Según parece, la exposición inscrita entre las oficiales de la 12 Bienal de La Habana tuvo bastante éxito. Desde su apertura a finales de mayo el curador ha recibido legisladores y dealers de arte norteamericanos, interesados en conocer qué hay en esa tierra que desde el 17D se les parece tanto a El Dorado.

El estudio de las bienales de arte es su especialidad, al punto de organizar la Primera Bienal de Asunción (Paraguay), que se celebrará en octubre de 2015. Durante nuestra conversación el Director de la Escuela de Arte, Diseño e Industrias Creativas de Wichita State University (Kansas) nunca habla en términos de Latinoamérica, Suramérica, o Norteamérica, y no porque desconozca las diferencias evidentes, tanto históricas como culturales, sino porque defiende un sentido más ecuménico de acercarse a las naciones del sur que el de muchos de los políticos de su país.

“¡Ah, es americano! Así me identifican cuando mira mi pasaporte en algún aeropuerto de las Américas. Tanto como usted, les respondo yo”.

¿Cuándo surgió la idea de Entre, dentro, fuera /betwen, outside, inside y por qué escogió el Pabellón Cuba como escenario?

Siempre he trabajado con el arte latinoamericano. Cuando Dannys y yo comenzábamos a darle vueltas a la idea de esta exposición, hace dos años aproximadamente, las negociaciones entre Estados Unidos y Cuba, que ahora se están desarrollando, todavía no se veían cercanas. Yo estaba investigando sobre este tipo de eventos para organizar uno en Paraguay, pero había poca información en Estados Unidos y eso me atrajo a la Bienal de La Habana.

En la oncena estuve aquí y fui uno de los primeros profesores norteamericanos invitados por el Instituto Superior de Arte (ISA) en dar clases a estudiantes cubanos. Tenía tres cursos en los que podían inscribirse para debatir sobre globalización y el arte contemporáneo.

Quería pasar con mis estudiantes y ofrecernos la oportunidad de explorar esta parte del mundo, porque creo en la importancia del barrio y siempre he pensado en Cuba como una parte muy fuerte en el nuestro.

Siempre tuve fe en el arte y la enseñanza como puertas de entrada en un diálogo respetuoso en el que podemos intentar comprender cómo funcionan las distintas culturas, y creo mucho en un equilibrio en el mundo del arte, un espacio que debe estar orientado más hacia lo horizontal que hacia lo vertical. Por ejemplo, en Entre, Dentro, Fuera… no estamos pensando tanto en cuáles son los mejores o peores, los más ricos o pobres, sino hablando de un balance en el que priorizamos la visibilidad de artistas que están tocando sistemas de identidades y tecnologías desde su punto de vista cultural. Como profesor y como estadounidense me interesa Cuba, un país a solo noventa millas del mío.

Estoy muy orgulloso y animado pensando en lo que vamos a lograr porque después de tantos años de bloqueo económico, hay oportunidades de dialogar. Esta exhibición está también se inscribe en unas conversaciones que son muy actuales. Por ejemplo, recientemente vinieron senadores y congresistas de mi país, como parte de todo el intercambio diplomático que existe y tiene uno de sus primeros pasos en el Pabellón Cuba.

La arquitectura de este sitio es extraordinaria, y posee una historia muy enlazada con la Revolución y su identidad cultural, así que puede verse la muestra como una metáfora. El Pabellón ahora mismo está hospedando estas conversaciones y demuestra que aquí en Cuba hay un gran interés en el diálogo. Nuestra curaduría quería continuar y mantener este sentido de respeto mutuo.

¿Qué distinguió a esta 12 Bienal de La Habana?

Desde 1984 sus organizadores siempre han tenido conciencia del mundo del arte contemporáneo, de la falta de visibilidad y representación que tienen muchos artistas valiosos, sus dificultades de participación en un mundo de plata, galerías oficiales y museos lujosos. Este evento llegó para balancear la situación y ofrecer oportunidades en un contexto muy difícil a creadores que no formaron parte del rumbo del arte contemporáneo en varios circuitos.

Esa, precisamente, es su diferencia con otras. Aquí se está consciente de la globalización y del lugar ocupado por los latinoamericanos, los africanos, los asiáticos, a veces excluidos, pero con un sitio en las exhibiciones de esta bienal.

A mí, que ahora organizo la primera de Asunción, me encantan estos espacios de Cuba, donde existe una libertad para utilizarla infraestructura de la ciudad. En Paraguay no hay muchas galerías de arte o espacios oficialmente declarados como parte de la cultura, pero estamos utilizando el aeropuerto, los hoteles, sus negocios y avenidas. La de Asunción tiene como ejemplar a ésta, porque sus dueños son los habitantes de la ciudad. La Bienal de La Habana nunca ha fracasado porque siempre ha sido de inclusión, no de exclusión.

Además, en este país la innovación y creatividad son las fuentes de la vida cotidiana. La gente tiene que pensar mucho en soluciones e ideas novedosas para hacer su obra. En el ISA veía una creatividad de los artistas muy fuerte, conocen realmente que el arte es luchar, sufrir a veces, buscar soluciones para lograr el éxito de su propuesta. Los artistas cubanos tienen mucho que enseñar al mundo y les tengo respeto.

¿Cuáles son sus expectativas respecto a las relaciones entre Cuba y Estados unidos?

Estamos en un punto de esperanza ¿no? Como estadounidense, como alguien interesado en contribuir, siempre he pensado que no perderemos nada con un diálogo. Respetando las diferencias, intentando comprender los momentos que compartimos, lograremos mucho. Espero que en cinco años hagamos movimientos e intercambios mayores que los de ahora mismo.

Pero lo que me da esperanza es que puedo ver deseos en Estados Unidos y aquí. Y yo tengo la suerte de participar en una exhibición como Entre…, organizándola, ofreciendo algo pequeño, una semilla que espero de frutos pronto. Requiere mucho trabajo y ahora estamos en un momento de cuidar lo sembrado porque es frágil.

Este contexto ofrece nuevas posibilidades en el mercado para los artistas cubanos…

Hay dos escenarios posibles.El mercado tiene la función, esencialmente, de mover plata, dar celebridad y representación. La Bienal de La Habana posibilita que a nivel internacional pueda verse a los artistas cubanos. Ellos están haciendo cosas mucho más fuertes, a veces, que las que he visto en galerías de Nueva York y Los Ángeles, y merecen la oportunidad de participar en este mundo.

Pero los creadores cubanos también tienen la oportunidad de pensar en una historia diferente, y preguntarse: ¿queremos formar parte del capitalismo del arte contemporáneo, o podemos ofrecer una alternativa, donde primen otro tipo de intercambios? Esto precisa de un concepto del mundo del arte diferente y puede nacer aquí, en Cuba.

 

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