Cuarenta y cinco años después, como el primer día

Bajo la dirección del destacado dramaturgo José Milián, La Toma de La Habana por los ingleses es de esas puestas en escena que marcan de muchas maneras a actores y espectadores. El sentido del absurdo en esta hilarante farsa le hace el rejuego constante a la distancia temporal con el hecho real.

Por supuesto que en su estreno, también por la diferencia de contextos, causó conmoción. Dijo Tomás González en 1987 que a José Milián le hubiera bastado esta obra para consagrarse en el panorama escénico de nuestro país. «Es una obra diáfana, llena de optimismo explosivo, de portentosa cubanía y diversión irreverente… y tan así que al final los actores se despojan de las identidades que han actuado, que han caricaturizado, para quedarse en el desnudo de la esencia recobrada». Las palmas para Pequeño Teatro de La Habana que a 45 años, ha sabido con acierto robarse el corazón del público como el primer día.

Convertido todavía en el gobernador Don Juan de Prado, Malleza Portocarrero y Luna, Cisneros, Girón, Bravo y Laguna, Mariscal de campo de los ejércitos de su majestad, Superintendente General de la Real Hacienda, Cruzada y Tavacos, Juez Conservador de la Real Compañía y Gobernador y Capitán General de la Isla de Cuba y de la ciudad de San Cristóbal de la Habana, y Director General de las Tropas y Milicias de la misma y de la Florida, Falconerys Escobar baja del escenario. Frenético el público no deja de aplaudir, se cierra el imaginario telón de la calurosa salita del Café Teatro Bertolt Brecht y presurosa corro en busca de mis propias respuestas.

Cuarenta y cinco años después se presenta La Toma de La Habana por los ingleses, ¿qué representa para Falconerys Escobar asumir el papel del Gobernador?

Es una responsabilidad muy grande, hace 45 años este personaje lo hizo una mujer, una actriz tremenda llamada Zenaida Elizalde. Quienes la vieron por Teatro Estudio comentan que fue una puesta inolvidable, que la actuación fue excelente. Es un personaje muy difícil, con muchísimas tensiones. Cuando me dieron el guión, en primera instancia, me dijeron que era un personaje delirante. Te confieso que tuve que trabajar muchísimo para encontrar todos los matices y subtextos que tiene. Cuando lees la obra piensas que el texto es bueno, pero a la hora de interpretar el trabajo físico te agota. Sin dudas, es un verdadero reto.

El resultado ha sido maravilloso, pero incluso cuando otros están en escena, Falconerys, mejor dicho, el gobernador no descansa…

En ningún instante, todo el tiempo está en situación. Cuanto sucede en la obra gira alrededor de él, todos los equívocos los incita él. La obra es un absurdo a partir de todas las malas decisiones del ineficiente gobernador, fiel representante de la incompetencia, de la ineptitud. La hecatombe de la trama tiene que ver con él. Don Juan de Prado existió en la vida real, por supuesto en la lejana época que se narra en la puesta en escena.

Este tipo de personajes, tan intensos, ¿qué te dejan en el plano personal?

En el plano personal me gusta mucho cuando el personaje hace el parlamento sobre el amor. Creo que es la base de todo, amar todo lo que haces, con respeto y dedicación.

Foto: Leinad Vázquez

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