La adversidad te hace competente

Nunca he tenido la oportunidad de conocerlo cara a cara. Sin embargo, su creación es más que una buena carta de presentación. He seguido la obra de Noel Antonio Cabrera Hernández a través de libros y antologías en los que su trabajo, sin dudas, resalta por su diferencia y por su lucha contra la inmovilidad. Como todo hijo, su obra respira más allá de las páginas ilustradas. No se trata solo de que la adversidad —humana, espiritual o geográfica— te haga competente. El arte requiere más. El arte pide más y Noel lo sabe.

¿Cuándo descubriste la vocación?

Mi camino en las artes plásticas comienza desde pequeño, influenciado principalmente por mi padre, también artista plástico. A medida que fui creciendo, inconscientemente fui tomando la senda de la ilustración: diseñaba personajes en las hojas de las libretas de la escuela y creaba alocados escenarios llenos de figuras que luchaban en peleas épicas. Así, al crecer, ya en la escuela de arte, con 17 años, conocí a Beisy Fuentes, una joven escritora con quien comencé una colaboración que ha llegado hasta la fecha. Gracias a ella me di cuenta de que eso era lo que quería hacer el resto de mi vida: ilustrar.

Entre los ilustradores e historietistas cubanos e internacionales, ¿quiénes te parecen imprescindibles?

Sin dudas en Cuba y el extranjero hay grandes ilustradores e historietistas que me han influenciado, ya sea por su estilo de trabajo o por las historias. Entre los cubanos nunca se puede dejar de mencionar a Juan Padrón, con cada uno de sus comics y animados: si bien yo no uso referentes de su estilo, sus historias moldearon en gran medida mi forma de ver y entender la ilustración y la historieta. De Cuba puedo mencionar también a Jorge Oliver con el Capitán Plin, las historietas de Matías Pérez, Yeyín, todas esas que leíamos en las revistas Zunzún y Pionero. Tengo que destacar también la influencia de Montos, que ha sido para mí un maestro y amigo, con el que he tenido el placer de trabajar: hoy en día es un referente en la ilustración y cómic cubano que todos tenemos que tener en cuanta.

De ilustradores extranjeros tengo muchos referentes (hay más para escoger), entre ellos, de la vieja escuela destacan: Alberto Durero, Alphonse Mucha, Keisai Eisen, Andrew Loomis. De los contemporáneos puedo mencionar a Paolo Eleuteri Serpieri, John Howe, Simon Bisley, Sergi Brosa, Joe Madureira, Adam Hughes, Ben Fiquet, Ketit Thomsom, Glenn Rane, entre muchos otros… pero el lugar principal lo ocupa Riccardo Federici, para mí es uno de los mejores ilustradores e historietistas del mundo en la actualidad, para no ser absoluto.

Noel Antonio Cabrera Hernandez¿Valoras positivamente la influencia de otros ilustradores en tu propia obra?

Por supuesto, cada obra de otros artistas que me ha llegado, ha contribuido a armar el rompecabezas que da forma al estilo que me define hoy en día.

¿Qué es lo que más te interesa reflejar en tu trabajo?

Es importante saber que a la hora de hacer una ilustración le estás dando vida a un texto y esa es una gran responsabilidad; saber cómo complementar con la imagen sin repetir lo que está escrito y al mismo tiempo aportar lo que no está dicho, sin que se pierda la relación con el texto. Esa es la regla principal de la ilustración; complementar y aportar, enriquecer el libro con la imagen.

En tu relación con la literatura, ¿cuáles son esos libros que te interesa realmente ilustrar? Un buen texto, para ti, ¿qué debe contener?

Como profesional no siempre escojo el libro que más me gustaría ilustrar. Los escritores y editores llegan con sus libros, que necesitan ilustraciones y no pienso si están buenos o no, solo en que tengan las mejores ilustraciones que sea capaz de hacer: todos los libros son buenos para mí. Cuento con varios proyectos que me gustaría terminar y que abordan mis temas y géneros favoritos (fantasía, ciencia ficción, terror). Por la falta de editoriales que valoren este tipo de literatura y que estén interesadas en publicarla, o bien sea por mi propio trabajo, que por suerte es estable, no siempre puedo dedicarles la atención que llevan. Por eso tengo que trabajar en mis tiempos libres en esos proyectos personales que espero, algún día, pueda verlos publicados también.

Hablemos un poco del fatalismo geográfico. ¿Crees que tu condición de cubano influye de alguna manera en el reconocimiento de tu obra y en la búsqueda de nuevos horizontes? ¿Hasta qué punto la geografía encadena o salva?

Lamentablemente vivimos en un país donde la ilustración y la historieta están en coma profundo. La escasez de editoriales que publican libros ilustrados y cómics, la falta de recursos, hacen que sea muy difícil vivir como ilustrador. Si a eso le agregas que no vivo en la capital, que es el epicentro cultural de Cuba, donde están las pocas oportunidades que el medio te brinda, entonces la carga de obstáculos es enorme. En el mundo es peor, tu condición de cubano te da un margen muy reducido para todo, desde las limitaciones con el Internet (que ahora son menos, pero siguen), hasta la dificultad para cobrar un trabajo ya que, al no existir PayPal en Cuba, por ejemplo —que es la forma de pago más frecuente internacionalmente— ni siquiera te tienen en cuenta. Por no hablar de las vías de contrato y la vulnerabilidad ante robos o estafas por parte de empleadores o editoriales. No digo que sea en todos los casos, he tenido buenas experiencias, pero sí es muy difícil salir a flote entre tantos obstáculos, ya que la mayoría no dependen de ti, sino del medio y del lugar. Por otro lado, esas dificultades también te enseñan, te mejoran como artista, la adversidad te hace mucho más competente, así cuando logras que alguien te vea, destacas, porque saliste de la adversidad. Hay muchos que valoran eso también.    

¿Crees que es más difícil ser artista en los tiempos que corren que en el pasado? ¿La velocidad de la vida moderna nos hace más insensibles a la contemplación del arte?

En este aspecto creo que ser artista siempre ha sido difícil, tanto hoy como en el pasado. No solo por el hecho de ser artista, eso trata solo de vocación, sino el hecho de vivir del arte: ahí radica el problema real. Antes porque tu trabajo no llegaba a la gente, y cuando llegaba muchas veces no lo entendían, ahora es porque hay demasiada saturación. Entonces es difícil abrirse paso y ser visto. El talento en el mundo de hoy es común, variado, y como todo lo que abunda, se devalúa.

¿Cómo valoras, proporcionalmente y siempre según tu experiencia, el influjo de factores como talento y formación académica?

En mi caso puedo decir que no me formé como ilustrador, sino como instructor de arte. Mi formación académica en su mayor parte la obtuve por mis medios y por el trabajo fuerte y constante, con una meta clara. Eso es lo que te impulsa y te hace cumplir tus objetivos en la vida.

Además de tu vocación eres padre de dos niños. ¿De qué manera se acomoda tú tiempo creativo a ese otro, también creativo, en el que construyes una familia?

Es muy difícil después de que logras enraizarte en el medio, equilibrar el tiempo para trabajar y para la familia. A veces el trabajo puede ser muy fuerte y exigente, para todo hay fecha límite, por lo que mi horario laboral se extiende a largas horas de la noche. Por suerte cuento con la ayuda incondicional de mi familia que constantemente han estado a mi lado. Siempre trato, en el día, de pasar tiempo con los niños: al más pequeño, que hasta la fecha tiene 19 días, me encargo de cambiarlo y de dormirlo cuando la mamá no puede. El mayor que tiene dos años y salgo con él a la calle a jugar fútbol o a pintar que, para nuestro orgullo, también le gusta. Para nada es el tiempo que merecen, pero trato de que sea divertido y que rinda todo lo posible.

En el campo del conocimiento y la creación, ¿qué ejerce mayor peso en tu obra?, ¿qué es lo primordial?

Para un ilustrador, como para cualquier artista, ambos aspectos están muy relacionados: uno enriquece al otro. Te pongo un ejemplo: para ilustrar un libro, dígase histórico, tengo que estudiar el periodo en el que se desarrolla, el vestuario, el físico de los personajes, su forma de vida, la arquitectura, la iluminación, todo lo que me lleve a hacer ilustraciones más precisas y atractivas. Lo que aprendo se queda y así pasa con los demás libros, incluyendo el conocimiento que aportan los textos a ilustrar, que fortalecen el hábito de lectura y me enseñan a conocer mejor el mundo de la literatura que, al final, es la que hace mi trabajo posible.  

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