Rafael Ferrero: “Formas que trasmutan el tiempo.”

La “Ciudad de las esculturas” sobrecoge al caminante. Lo envuelve entre formas que se pierden en el espacio y trasmutan el tiempo. El arte tridimensional es parte del paisaje tunero hace ya más de 40 años, cuando las luces de la “Fuente de las Antillas” comenzaban a iluminar las sombras de un movimiento artístico antes olvidado: el escultórico.

Empezaría así a escribirse la historia de retos y esfuerzos por impulsar el arte volumétrico en Las Tunas. Las esculturas se convertirían en imagen de una ciudad que auspiciaría talleres, eventos y debates relacionados con la manifestación. Los Encuentros de Escultores, la fundación de la Galería Taller Rita Longa y las bienales de escultura que se celebrarían a partir de 1995 son algunos de estos esfuerzos.

Inevitable entonces, no recordar a una figura sin la cual hubiese sido imposible hablar de estos logros. Alma del desarrollo plástico tunero. Precursor e impulsor del movimiento escultórico, Rafael Ferrero fue un excepcional artista que se insertó en el panorama creador del territorio, logrando trascender el ámbito artístico local.

El monumento a San Antonio del Humor, en San Antonio de los Baños y Una ola atrapo el sol para hacer una forma, en Varadero (premio del Simposio de Escultura Forma, Sol y Mar) dan fe de ello.

Su quehacer febril se traduce a una obra polisémica, rica en matices y significados. Multifacético artista, que se movía con facilidad por todas las manifestaciones plásticas. Diseñador gráfico, pintor, dibujante y hasta arquitecto. Pero sin dudas, de todas las artes, sería la escultura la que trascendería al genio, y este a su vez la dignificó con obras significativas.

La conceptualización de una obra que rebasa lo académico para modelar ideas lúcidas, le confieren el poder de adueñarse de un lugar privilegiado dentro del contexto de la creación escultórica.

Su línea de creación se movió entre la figuración, abstracción geométrica y la lírica. Sus piezas sintetizan la maestría técnica y la pureza de materiales y texturas con el afán de comunicar y expresar un lenguaje simbólico estrechamente vinculado al entorno. El volumen busca equilibrio, justificación de su existencia, solo hallándola cuando es admirada por el público.

Su principal mérito fue adueñarse de: “ese nexo pródigo, ese nudo que no implica coerción sino libertad inmensa, y que de siempre ha sustentado la naturaleza y el sentido mismo de lo artístico”1.

Inmortalizó héroes y eternizó formas. Sus piezas son símbolos de Las Tunas. La “Gimnasta”, el “Monumento a Lenin”, “Monumento Batalla de Palo Seco” en Jobabo. Acompañan al obrero, al deportista. Están en hospitales, escuelas, empresas. Son “firmas” de su pueblo.

La ciudad no debe olvidar a los hombres que la engrandecieron, y tiene como deber el cuidado y conservación de una obra excepcional de alto valor estético.

Preservar la obra y el legado de Rafael Ferrero es la mejor manera de honrar a un hombre que se entregó en cuerpo y alma al desarrollo artístico de su pueblo.

Hoy que el olvido, la indolencia y el deterioro se adueñan de su obra, maltratada por el tiempo, pero sobre todo por el abandono, hago mías las palabras de Iris Cruz: “Rica entrega la suya; insuficiente gratitud la nuestra para quien debe llamarse simplemente Maestro”.2

 

1 Tomado de: Caballero Rufo. Agua Bendita.

2Tomado de: Cruz, Iris. Rafael Ferrero, es decir una huella en la escultura. Quehacer ,2001.

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