Abel Guelmes Roblejo y Luis Amaury Rodríguez Ramírez


Libros, estanterías y autores desde el discurso

Por: Abel Guelmes Roblejo y Luis Amaury Rodríguez Ramírez

Aunque parezca un tema repetitivo, las actuales circunstancias declaradas en su efecto pandemia el 15 de marzo de 2020, trajeron cambios a todas las industrias y productos, de tal modo, que una serie de condiciones de fuerza mayor, alteraron el curso de la cotidianidad, en especial, de las condiciones, circunstancias y modos de hacer (habitus) con que hasta ese momento los seres humanos llevábamos la vida diaria.

Con este nuevo escenario, se vieron “afectadas viejas costumbres”, más en la industria del libro que en otras, debido a que escritores e intelectuales, en particular aquellos que además de este rol, participan en la confección del libro como producto, no pudieron concebir tal afectación.

El motivo de este texto: el libro, su presentación, está directamente relacionado desde una visión particular con varios temas dependientes entre sí, por ejemplo: ¿Es el libro un producto?, ¿qué aspectos deberíamos tener en cuenta a la hora de presentar un libro: objetivos, intención, fases? ¿Qué preguntas debemos hacernos a la hora de redactar una presentación? ¿A qué derrotero orientamos el libro hoy desde su presentación?

En Cuba, estas son preguntas a las que esas “afectadas viejas costumbres” hacen referencia y con las que tienen lugar algunos de estos hechos, ora desastrosos e incluso vergonzosos, respecto a los que existen ejemplos que serán abordados más adelante.

No obstante, para generar un poco de orden, es necesario un cuestionamiento primordial, ¿qué es el libro: un producto, un bien cultural, un ítem? 

El libro en sí posee un grupo de características que lo hacen valioso, y es en su conjunto un bien cultural, un ítem del trabajo (literario) creativo, y finalmente un producto cultural que se gestiona desde las instituciones instauradas a tal efecto. De tal suerte, el libro es un producto que privilegia no solo el hecho de establecer, promocionar y divulgar –estas últimas diferentes entre sí– la cultura. Cada libro es una unidad que como producto, se diferencia de sus semejantes y cada contenido del resto por la manera y tratamiento con que se ha redactado.

Ahora, ¿qué es necesario considerar antes de presentar un libro?

Tal vez sea mejor, recordar que la presentación de un libro, atraviesa por una serie de peculiaridades muy útiles antes de llevarse a cabo, a saber: objetivos, fases, preguntas, modos; pero vayamos por partes.

Es imposible, digámoslo así, la presentación de un libro, sin tener en cuenta el objetivo que se persigue con la misma, o sea, como emisores debemos conectar con quien nos escucha durante la presentación, intentar que esta o estas personas mantengan la atención y que a la vez, logremos fomentar la comprensión de lo que decimos y que el mensaje que intentamos transmitir quede grabado en la memoria de esos asistentes a la actividad.

Han de considerarse algunas fases antes de la redacción: lectura del texto, interpretación, información, redacción estructurada y coherente de la información que se intenta transmitir, y finalmente la exposición. Pues sería inaudito pensar en una presentación de libros sin haber consumido y analizado en profundidad el libro, e investigador sobre su autor, al decir de varios críticos e investigadores autor y obra están necesariamente interrelacionados, las causas son variadas, pero en muchos casos, el momento histórico y las condiciones del autor han influido en el resultado final de la obra.

Otro factor clave en este tipo de actividad es la audiencia. Un presentador no puede ni debe desestimar ante qué tipo de audiencia ejerce su criterio y cuál será el contexto de esta actividad, pues no es igual presentar un libro en una biblioteca, una plaza pública, en determinada intimidad, en una escuela, universidad, o de manera virtual, cada uno de estos escenarios debe tratarse de manera diferenciada, acorde a sus características individuales. Eso sí, en todos los casos, la presentación debe ser tanto atractiva como respetuosa para ese público. Por último, aunque no lo parezca, debe tenerse un presentador, que sea locuaz, con la capacidad de responder no solo a su presentación, sino a cualquier otra duda que surja referente al texto; que sea conocedor del tema, apoye y conozca al autor, o al menos, los referentes más cercanos y similares al mismo.

Casos contrarios a lo antes referido han sucedido con frecuencia, por ejemplo, en la Feria Internacional del Libro 2014, durante la presentación de los libros ganadores del Premio Calendario 2013, con Daniel Chavarría como presentador.[i]

En aquel entonces, demostró haberse leído poco o nada de los libros presentados, desconocer a los autores de los premios y su total desinterés en conocerlos. A lo largo de la presentación de cada uno de los libros, fuera de leer el jurado que los premió y las notas de contracubierta, solo pidió aplausos para los ganadores y se refirió a los libros con escasas palabras y algunas en totalmente fuera de lugar. Un ejemplo de ello fue referirse a la novela de ciencia ficción Salomé, como una belleza (quizás por la imagen de portada), cuando la única belleza está en el lenguaje, ya que amputaciones de genitales, traiciones y asesinatos, no entran dentro de la definición de belleza en el canon general.

Sobre los demás libros o autores solo dijo: “es un auténtico poeta”, a Yanier H. Palao, “es un vacilón”, al libro Dime, bruja que destellas, de Elaine Vilar Madruga; “(…) es un escritor afinadísimo, si se música se tratara” en una analogía hacia Carlos Manuel Álvarez. De las autoras no presentes, solo dijo que eran muy buenas e interesantes, en pocas palabras antes de concluir su “presentación” con frases como estas (y cito del artículo publicado por Mónica Rivero):

“No entendí -y sigo sin entender- por qué la Asociación Hermanos Saíz me escogió para presentar estos libros… Mucho menos entiendo por qué, sin tener yo ninguna deuda de gratitud ni compromiso con la Hermanos Saíz, acepté presentar libros de gente joven, contra los cuales tengo algunos prejuicios…”

“…Algo me induce a preguntarme si, a mis 80 años, no habré comenzado ya un proceso de demencia senil, por el hecho de haber aceptado presentar seis libros, además, cuando tres de ellos pertenecen a géneros que no leo: teatro, ciencia ficción y literatura infantil. ¿Qué bicho me picó para no negarme de manera rotunda y qué bicho le picó a la Hermanos Saíz para pedirle a este anciano octogenario que (…) no es conocido por prestarse a edulcorar textos que ni fu ni fa, por si fuera poco, prejuiciado por la obra juvenil?”.

“Yo creo que la mejor literatura es siempre producto de la madurez”, prosiguió. “Antes de los 40 años es difícil tener algo importante que contar. Es difícil tener oficio (…) eficaz”.  

Incluso, comenzó a hacer un recuento (súper extenso, por cierto) de sus inicios como escritor, donde se refirió sobre sí mismo que, cuando joven, escribía cantidad de “estupideces y porquería”. O sea, su discurso estuvo más enfocado en su persona y lo negativo e inmaduro de la escritura en la juventud, que en realzar los valores de los libros presentados.

Al final ¿quién salió perdiendo: él o los autores? Nadie. Salió perdiendo la literatura. Fue la que, ese día, con tan mala presentación, si bien no menguó, tampoco creció.  

¿Por qué es necesario tener en cuenta cómo presentar un libro?

La presentación de un libro, no se trata de vender frutas en un mercado, ni el consabido dicho de coser y cantar, sino que requiere una determinada preparación y voluntad en la realización de esta. Gran parte de ello, se debe a que no solo hay que tomar en cuenta referenciar verbal y gráficamente los datos que componen el libro, o sea, quién hizo el diseño gráfico, a qué editorial pertenece, que aspectos conceptuales pueden observarse, que aporta este libro en el momento en que se presenta, quién es el autor, qué hace, qué ha hecho, de qué o cuáles temas se habla desde ese contenido generado por el autor.

Las presentaciones de libros, presumen el súper objetivo de “vender” el libro, por tanto, si se menciona o lo envuelve algún aspecto negativo, sea por apreciación personal, gusto estético o alguna errata editorial, son detalles que deben omitirse durante la presentación del libro y/o potenciar solo los valores positivos. No significa que si se trata de una reseña crítica, no se mencionen aspectos que puedan disminuir el valor del libro, sino de ser justos en cuanto a este como producto, destacando: la estructura del libro, el narrador, las técnicas empleadas, el conflicto o la caracterización de los personajes, por señalar algunos ejemplos. Deben evitarse, además, revelaciones anticipadas respecto a pasajes completos o fragmentos del libro, lo cual puede resultar contraproducente.

Una vez que se hayan identificado estos elementos interesantes, es necesario argumentarlos. Por ejemplo, si es un libro con una estructura risomática, explicar los valores agregados que le aportaron al texto, lo interesante de la apuesta por parte del autor, la sensación que produjo durante la lectura al descubrir esta estructura, ya que no es muy común utilizarla. Además, no siempre funciona, hay que saber hacerla.

Algo que siempre debe tomarse en cuenta son todas aquellas personas que trabajaron en el libro. Los correctores, editores, maquetadores… No hay un libro en Cuba (publicado por alguna de nuestras editoriales, al menos) que no haya pasado por todas estas manos. El producto final que se comprará en la presentación, no es un logro solo del autor, porque no lo editó, o hizo las correcciones, tampoco lo maquetó (excepto contados casos), ni es él quien imprime, emplana o recorte los ejemplares. En ocasiones el autor puede realizar algunas de estas funciones, pero acaso hará una y no es lo habitual. La actividad más frecuente es la de ilustrar, ya sea la cubierta o las ilustraciones interiores. Es un trabajo colectivo, al que por lo general se le demerita o deja de mencionar su función, pero son claves en el resultado, así que será interesante y atractivo que se hable de su trabajo reflejado en el libro.

Habla solo de lo que conoces y hasta donde conoces. Eso te garantizará esa verosimilitud y fluidez tan necesaria y atractiva en el discurso. Ya que, si no sabes de ciencia ficción, por ejemplo, puede que digas algo incorrecto total o parcialmente a la hora de hablar de este género. Siempre se sabe si el presentador domina el tema o el libro que está presentando. Al mismo tiempo, ya que estarás hablando de elementos conocidos, puedes hacer bromas, brindar datos curiosos o comparaciones que resulten interesantes al público.

Incluso, al conocer del tema: hablarás con fluidez. No se conoce de presentaciones de libros atractivas, donde el presentador se ponga a leer una hoja de papel, o en su celular. O donde se trabe, se bloquee o comience a repetirse. Todo eso se evita dominando el tema y siendo sincero con el público.

¿Por qué es necesario que la presentación del libro sea atractiva?

Aquí en Cuba se ha perdido esa “necesidad” de que la presentación sea atractiva, ya que para el autor y para la editorial, la presentación del libro no es otra cosa que un trámite burocrático. Esto se debe a que, si se vende el libro, bien. Si no, también.  Al final tanto el autor como el personal de la editorial y de la librería, ganarán el mismo salario.

Los libros en Cuba son subsidiados por el gobierno y este no tiene intenciones en insertarlo al mercado y que la industria del libro sea rentable económicamente. La apuesta del estado cubano es que la función del libro sea instructiva, lúdica y de entretenimiento.

A pesar de esto, es una total negligencia permitir que estas presentaciones sean aburridas para el público. En estos momentos se ha perdido el hábito de lectura hasta casi desaparecer. En la actualidad, un grupo significativo de alumnos de primaria y secundaria escasamente leen los estados de WhatsApp y los perfiles de Facebook, u otra red social de su interés. Los adultos y jóvenes, leen un poco más, pero no mucho, por lo general.

Por tanto, si se logra que determinado público asista a una presentación de libro, esta tiene que ser atractiva, no solo para quien lo compre sino para que lo lea; el presentador debe lograr que ese público desee leer el libro. A fin de cuentas, la razón de ser del libro es ser leído, y la del presentador, venderlo para que sea leído.

Eso solo será posible, claro, en el caso que ese lector en potencia, no se aburra y se vaya de la presentación o no compre el libro. Ambas opciones son posibles si el presentador no logra atraer al público.

¿Consideraciones sobre un lugar?

Hay dos elementos claves en dependencia del tipo de lugar: el tiempo y el espacio. La cantidad de tiempo de la presentación es indirectamente proporcional al tamaño del espacio del lugar. Por ejemplo, durante las presentaciones de libros en la Feria Internacional del Libro de La Habana, debido a que las salas son grandes, abiertas y con gran afluencia de público flotante (que vienen y van), resulta muy difícil atrapar la atención de todo el público y todo el tiempo. Por lo tanto, será más productivo hacer presentaciones cortas pero atractivas, directas y profundas. De esa manera, no solo evitarás que el público se aburra o se entretenga en otras cosas, sino que lograrás que se interese en ti y compre el libro.

En cambio, si te encuentras en un espacio más pequeño e íntimo como una biblioteca, la situación cambia. Al no caber muchas personas, las que estén ahí tienen, de por sí, un interés especial en el autor o en el libro. Por lo tanto, el presentador puede darse el lujo de realizar un discurso más extenso y personal o personalizado. De por sí, estas suelen ser las mejores presentaciones de libros.

¿Presencialidad?

La presencialidad es fundamental, pues, como quedó claro al inicio de este artículo, uno de los elementos principales al presentar un libro es el autor y el primordial, el libro. Hay solo una situación excepcional donde se hace imposible la presencia del autor: no está vivo. Fuera de esto, no hay excusa para una presentación sin su autor, quien debe estar presente en la sala, aunque sea de forma virtual para escuchar lo que se dice sobre su libro o persona, responder las preguntas, o solo para hablar. En caso de ausencia del autor, al ser un momento único, significativo tanto en la vida del autor como del libro, se estará negando en esta relación producto-autor-público, el ser partícipes de esa “primera vez”.

Por eso, si bien, presentar el libro sin el autor no es una falta de respeto, por lo menos, es una descortesía. Sin embargo, una presentación sin el libro, es una falta de respeto hacia el autor, el presentador y el público. ¿Cómo se concibe presentar un libro que no estará en físico? ¿Qué comprará o leerá el público? ¿Qué firmará el autor? ¿Qué dice esto del libro como producto? Pero estas son interrogantes que quedarán por responder en la conciencia de cada quien, porque si se piensa bien, el libro que llega felizmente a los estantes en las librerías, tiene un valor conjunto, no individual.

A modo de conclusión

A la hora de presentar el libro, el presentador debe estar consciente del verdadero valor del libro y de la función que él está ejerciendo al presentarlo. El libro no solo es solo el producto de un colectivo de trabajo y de un autor; no solo es un producto comercial, ni solo un bien cultural, es todo eso y más. El libro es parte del alma y la vida de todos los involucrados en él.

El valor del libro no está solo en su precio o el trabajo ejercido en su creación. El valor del libro también está en la impresión, en la marca que dejará en ese lector que lo lea. Porque ese es el objetivo de la presentación del libro y del libro en sí: que sea leído. Esa es la intención del autor y del presentador: que el libro llegue al lector y este lo lea.

Una presentación que se tome como un hecho burocrático y no como parte del proceso artístico y cultural que debe ocurrir en el país, será partícipe del deterioro del arte en Cuba. Un mal presentador privará a un lector de un libro que puede cambiarle la vida. Sí, porque un libro puede cambiar una vida. Por tanto, una mala presentación, puede deteriorar la cultura, desvalorizar el trabajo de autores y editoriales. Y, si fuera poco, puede destruir una vida.

[i] https://www.google.com/amp/www.cubadebate.cu/noticias/2014/02/20/daniel-chavarria-antes-de-los-40-anos-es-dificil-tener-algo-importante-que-contar-fotos/amp/