Procesos creativos Música


En cualquier universo, la música

Aunque no conozco, cara a cara, a Luis Ernesto Doñas, la obra de este creador y director escénico forma parte de mi universo de referencias como espectadora. Una amiga en común hizo posible el contacto y así fluyeron estas preguntas sobre sus procesos y su mundo artístico, sobre el diálogo entre modernidad escénica y tradición musical. Este es un diálogo que aborda su utopía creativa.

¿De qué manera encuentras el camino de la dirección escénica? ¿Cómo llegas al mundo de la ópera?

Al finalizar la EICTV (Escuela Internacional de Cine y Televisión), mi maestro de Técnica Meisner de actuación, Sthepen Bayly, me invita a co-dirigir juntos Bent, que tuvo una temporada exitosa en el Teatro Bertolt Brecht en el verano del 2014. Mientras ensayábamos la obra coexistimos con las audiciones y primeros ensayos de la obra musical Rent.

Aquí entré en contacto con los cantantes/actores involucrados, que en muchos casos devino en profunda amistad, como con Teresa Yanet Senra, excelente cantante y actriz, rostro popular entre otras cosas por su participación en Sonando en Cuba.

Fue ella quien me sugirió que el Teatro Lírico Nacional estaba buscando un director para una nueva producción. Me presenté y surgió así la idea de hacer un laboratorio con jóvenes cantantes como inicio de lo que llegó a ser Alcina, primera vez que una ópera barroca de gran formato venía incorporada al catálogo de la Compañía.

¿Cómo dialoga la dirección escénica de la ópera, en la actualidad, con los conceptos de tradición y modernidad? ¿Cómo se ha podido apreciar esto en algunas de tus puestas más recientes?

La ópera es un género vivo, no solo porque los teatros del mundo constantemente potencian la producción contemporánea con jóvenes compositores y libretistas, sino porque los grandes clásicos aún tienen mucha vigencia y dialogan de manera muy directa y orgánica con los públicos y los panoramas actuales.

La increíble obra que ha perdurado de los grandes compositores —pilares de la historia de la música— siempre tiene una esencia, un núcleo temático y humano que brinda muchas posibilidades de desarrollar y de reinterpretar desde visiones y maneras más actualizadas. Creo que concentrarse en esto podría ser punto de encuentro entre la tradición y la modernidad.

Cortesía del entrevistado.

En el caso de Alcina, por ejemplo, nos centramos en el juego de fuerzas amor/poder y apariencia/esencia. Desde aquí construimos, junto con la escenógrafa Denia González y la diseñadora de vestuario Celia Ledón, toda la imaginería de la obra, la cual se distanció de la propuesta estética barroca que el propio libreto propone.

En Rita, mi más reciente colaboración con la Fondazione Donizetti, por el contrario, juego hasta el punto del choteo con la propia tradición. Los personajes emergen de la bidimensionalidad de la escenografía y no se desarrollan en profundidad, permitiéndome asumir un posicionamiento ético y personal sobre lo que el propio texto propone. Tomar a la ligera de manera radical, si se logra hacer bien, es un fuerte cuestionamiento al texto y es una actitud para nada tradicional.

Cortesía del entrevistado.

¿Crees que existe manera de acercar al público a la ópera? ¿Existe una concepción errónea del mundo de la ópera como un universo elitista y cerrado?

Es increíble cuánto la ópera ha sabido integrarse y reinventarse para poder mantenerse en el gusto popular en el panorama europeo. Los festivales cada vez le dan mayor importancia a sus eventos colaterales, OFF, priorizan espacios no habituales y potencian dinámicas didácticas para involucrar también a los más jóvenes. Son canales nuevos que, cuando la buena música los transita, salen ganando todos, desde los propios artistas hasta los espectadores. Es cierto que hay élites, es cierto que hay estructuras que no apoyan, es cierto que se destinan pocos recursos, pero aun así no perece. La buena música es y tiene que ser un derecho de todos.

Creo que en Cuba estamos en un buen momento de reinvención del arte lírico y de las estructuras que lo rigen. Hay que aceptar e investigar todas las maneras posibles de hacer la lírica, sin olvidar la gran tradición y los grandes errores que nos antecedieron. Pero con un legado musical, escénico y de programación cultural tan rico, solo puedo ser optimista si veo el futuro del arte lírico cubano.

La videodanza ha ocupado tu tiempo como director audiovisual. Coméntame sobre esa experiencia.

Mi formación musical primero y audiovisual después, sumadas a mi pasión por el universo oscuro que habita la escena, parece que encontró un punto de reunión en este género del video arte. Me estimula mucho pensar en términos de múltiples lenguajes: no concentrarme en el lenguaje audiovisual o el lenguaje teatral, sino mezclar y crear una gramática compleja. Esto lo permite el videodanza, donde cuerpo-cámara-montaje pueden abrazarse y pelear entre sí. Es raro, pero en la ópera me pasa algo parecido.

¿Cuán difícil es concebir una imagen escénica basada en un discurso musical? ¿Cómo transcurre tu proceso creativo y por qué diversas etapas pasa?

Ante todo me dejo llevar por la música y sentir. Luego, teniendo como experiencia esas sensaciones, me acerco más conscientemente al texto musical y al libreto. Trato de desentrañar la gramática utilizada por el compositor y entender las relaciones entre los personajes y el arco dramático individual de cada uno. Al final, trato de proponer imágenes, situaciones y actitudes a los cantantes, pero siempre busco que ellos se sientan libres de seguir también sus impulsos. El espectáculo final es obra de todos.

Cortesía del entrevistado.

En la actualidad, ¿qué nuevas indagaciones dirigen los ejes de tu creación?

Siempre me cuestiono qué podría como artista cubano proponer que sea distintivo dentro del panorama lírico, incluso en el audiovisual. Luego aterrizo un poco y me olvido de los conceptos grandes: ARTE, CUBA, PANORAMA, y trato simplemente de conectar con los cantantes y establecer complicidades. De esta manera se crean tantos puentes y, sin proponerlo, se encuentra la manera más orgánica entro todos para hacer que la experiencia sea única.

En tu trabajo con cantantes y actores, ¿qué buscas?

Es aquí donde he encontrado el espacio de investigación personal entre mi formación audiovisual y mi actual desarrollo en el arte lírico. No veo diferencia entre un cantante que se sube a un escenario para defender un dramma in música y un actor.

Es cierto que tienen necesidades y estructuras diferentes, pero ambos deben defender una verdad en la escena. Trato de trabajar con los cantantes que estén totalmente disponibles a recibir y reaccionar a cualquier estímulo que les llegue en escena. Arribar a este punto ya es un logro, y tanto ellos como el público lo agradecen.

En tu experiencia docente, ¿qué consideras es lo esencial que debe transmitirse?

Sinceramente, nunca pensé que me haría tan feliz estar frente a otros artistas y compartir lo poco que he podido experimentar y lo mucho de todo lo que me apasiona. Vuelvo otra vez a la complicidad: ese abrazo transparente y horizontal con cierta dosis de humor y mucha autocrítica. Funciona muy bien también en el aspecto académico.

Yo simplemente hablo y dialogo de la manera que me hubiera gustado aprender mientras estuve de ese lado. Sin pretensiones. Lo importante es transmitir y potenciar la pasión y la voluntad. El conocimiento está pero sobre todo está por llegar siempre. Y repito: muchas de las alegrías últimas las he recibido de quienes, por azar, han sido mis estudiantes.

La ópera, como arte global que incluye a otras muchas artes, requiere de la coordinación de diferentes cuerpos y mentes creativas. ¿Cómo lo logras?

El trabajo colectivo que conlleva hacer cine, teatro y en este caso se amplía al adentrarse en el montaje de una ópera, es lo que más me apasiona de lo que hago. Dirigir no es ocupar un lugar en una pirámide (¡qué aburrido todo desde allá arriba!).

 Dirigir es estar hombro a hombro, cabeza a cabeza, y corazón a corazón (cursilería incluida) con los demás especialistas y artistas que tienen que defender tu idea primigenia. Ahí sí hay vida, conflicto, bronca y abrazo. Esto es lo que me gusta de lo que hago: #lolindoldelomío.

Cortesía del entrevistado.

¿Cuál es tu utopía creativa?

Simple pregunta de compleja respuesta. Echo a volar la imaginación y mi corazón late más fuerte si pienso en la creación en total complicidad, cualquiera sea la circunstancia.

Lo importante siempre será el calor humano del proceso, no la visión distanciada del resultado. Aterrizando más, incluiría que en mi utopía creativa no podría faltar la música, las noches sin dormir a base de café, la famosa tormenta antes de la paz, la revelación y de alguna manera u otra, Cuba.

Y en un estado aún más pragmático del asunto, diría que sería importante que las estructuras y las condiciones sean flexibles, y soporten y estimulen la utopía creativa de todos.