La Chinche


Volver al teatro, volver al país

(Charlotte Corday en el gimnasio interpreta a Haydée Rosa Hart)

Una mujer habla de revolución, de sangre y cuchillos afilados en la garganta enemiga. Una mujer se dice llamar Charlotte Corday la salvadora de la causa. Una mujer carga con los zapatos de su vida para contarnos la historia de su abuelo.

Volver al teatro a significado para muchos, volver al país. Durante los días 5,6 y 7 de noviembre, Lizette Silverio Valdés, maestra de varias generaciones de actores cubanos y directora del grupo teatral La Chinche, presentó Charlotte Corday (poema dramático). El texto de Nara Mansur Cao vuelve a escena para hablarnos de algunas de nuestras urgencias. El espectáculo que también sirviera como ejercicio de culminación de estudios de la actriz Haydeé Rosa Hart Hernández, llega para hablarnos del país que todos llevamos dentro. Un país de carne/frustraciones/ esfuerzos/poesía/locura/amor. Un país hecho teatro en el Museo Orgánico Romeillo.

foto: Maite Fernández Barroso

 

Nara Mansur regaló al teatro cubano un texto que parece que nunca será viejo. Un texto para todos los tiempos y para todas las generaciones. ¿Un texto para todos los debates? Charlotte Corday es una oda a la sobrevivencia, un canto de libertad, un escenario en el texto. Mansur escondió entre las palabras un escenario infinito lleno de caminos para la interpretación/interpelación.

foto: Maite Fernández Barroso

 

Una mujer decide salvar a la verdadera revolución, la revolución donde será mártir de una causa perdida. Una mujer que creyó que con la violencia podría restaurar el orden. Corday accedió al hogar parisiense de Marat bajo la máscara de que ella tenía información fidedigna con respecto a las sublevaciones. Allí ocurre la catástrofe, allí nace otro poder.

foto: Maite Fernández Barroso

 

La historia también se desarrolla en un gimnasio teatral. En un teatro junto a otros actores que en principio la animan a involucrarse con los jueces en platea. Haydeé desarrolla su rutina diaria hasta que entiende que debe aceptar el juego de representar/nos desde la pérdida y el sacrificio. Su urgencia es posicionar/se y sensibilizar/nos con el cuerpo agonizante que apuñaló a Marat. Su urgencia está en las huellas dejadas por sus zapatos en el devenir de su biografía que también es la historia de todos.

Entre palabras/referencias/versos, Lizette Silverio encuentra la poesía suficiente para regalarnos un montaje audaz, contemporáneo y sutil. El gimnasio está en el teatro y se transforma en metáfora viva ante la llegada del espectador. El público llega a un espacio donde se fortalece el cuerpo y termina encontrándose en medio de un ejercicio mental. ¿La palabra como esfuerzo? ¿La palabra como estelas y pesas?

foto: Maite Fernández Barroso

 

Cuando los otros actores dejan el lugar de manera consciente para adoptar una postura política desde la observación, el poema dramático empieza a filtrarse en la Patria colectiva de los espectadores. Un ejercicio de construcción pautado desde el teatro como representación consiente de una historia.    

Al fondo, una pantalla sincroniza con la actriz en escena, para diversificar el contenido y sus significados. Restos de otro montaje realizado por el crítico e investigador teatral Jaime Gómez Triana, polarizan el hecho escénico. Desde una voluntad simbólica, la directora encuentra cómo posicionar los contenidos ante el imaginario de quien observa. Desde su minimalismo compromete a la actriz con el discurso pero también con la recepción del mismo. El juego consiste en nunca desconocer/nos, el juego propone la movilización en la cadena de afectos entre la actriz, su historia y el oído expectante. No es interés de la directora, que el espectador simpatice con la tragedia que expone la actriz/personaje. Su intención abarca otras consonancias en la relación público-obra. ¿Cómo desistir del poder? ¿Puede el poder dejar de existir en su forma social y política? ¿Cómo se construye una revolución? ¿Es la Patria un acertijo con una única respuesta? ¿Puede el teatro desnaturalizar al poder?    

foto: Maite Fernández Barroso

 

Haydée Rosa Hart es una actriz con muchas posibilidades histriónicas. Si bien puede y debe seguir trabajando su personaje, logra mostrar sus habilidades para darle voz a una textualidad tan compleja como la de Charlotte Corday. No es un personaje sencillo, no se trata de construir una figura de acción escénica, también se trata de una figura eminentemente simbólica. Charlotte es el rostro del fracaso y la resolución ante los efectos de este.   

La puesta no es pretenciosa. No se busca con ella engolosinar visualmente al espectador. Se trata de un trabajo sencillo y cómplice. Un abordaje de la realidad sensorial y simbólica de la actriz, la directora y el espectador. Un realidad otra que solo puede ser evocada desde el teatro.

foto: Damien Barroso Vega

 

Esta es una obra para poner sobre la mesa la contradicción del poder y su violencia normalizada por las causas comunes de los hombres. El poder como eje de confrontación colectiva, vista desde la daga que Nara Mansur Corday, puso en manos de Haydée Corday y Lizette Corday.

foto: Maite Fernández Barroso

 

Me gusta pensar que este es un texto en contra de la obediencia. ¿Puede Charlotte Corday imaginar un escenario mejor? ¿Podrá calzar sus antiguos zapatos? ¿Podremos calzar sus zapatos? Me gusta pensar que este es un montaje para que el espectador encuentre sus zapatos. Andar sobre la memoria representa andar sobre un cuerpo imperecedero. Aquí el héroe es una idea, una conclusión, una daga en el cuello obediente. Me gusta pensar que tal vez Charlotte Corday es una actriz que juega a interpretar Haydée Rosa Hart. Una mujer que sueña con la intrascendencia y con el futuro, una mujer que hecha idea y acción. ¿Podrá Charlotte cargar sobre sus hombros todo el peso de un personaje como Haydée Rosa Hart? ¿La Patria radica en Charlotte o en Haydée?

Sería bueno que el público pueda reencontrase con esta puesta. Que circulara hacia el interior de la isla. Que pudiera dialogar con todas las Charlotte o con todas las Haydée. Tiene Lizette Silverio el encargo de construir otra mirada sobre la heroína hecha ideas. Tiene el encargo de poner/nos la daga en nuestras manos.

foto: Maite Fernández Barroso