Junior Fernández Guerra


Un disparo con toda la fuerza del mundo

Si Pedro Juan Gutiérrez, Ana Lidia Vega, Guillermo Vidal y Jorge Luis Serrano tuvieran un hijo, ese fuera Junior Fernández Guerra.

Hay un escritor del que me he vuelto fanático y es Junior Fernández Guerra. Lo mismo escribe poesía que narrativa. De este último género es el libro que recomiendo Powershot, ediciones Sed de Belleza 2018.

Powershot es un libro corto, de solo cinco cuentos que abarcan unas cuarenta cuartillas. Corto como un flash, pero que te deja una marca en la retina para toda la vida. Las historias tienen como eje central a un fotógrafo, en la Cuba de hoy, ayer y mañana. Un fotógrafo que tiene aspiraciones artísticas, pero que sabe que gana más dinero (o, simplemente, gana dinero) en el mercado negro, con actividades “no exactamente lícitasâ€.

Son historias que, para los amantes de las etiquetas, algunas se podrían etiquetar en el realismo sucio; con lenguaje fuerte directo y actual. Junior hace alarde de una prosa fluida, con rejuegos y homenajes a estos grandes escritores cubanos a los que hice referencia al inicio. Juega con los géneros o, más bien, coquetea con textos llenos de imágenes fuertes, directas, como en todo buen poema.

Sin embargo, Junior mantiene en todo el momento un estilo propio que mantiene en constante tensión al lector. Desde el primer cuento, abiertamente Vidaliano, te encuentras en constante descubrimiento de elementos nuevos y sorprendentes en la historia; te encuentras preguntándote de qué otra cosa el protagonista sería capaz. Junior no tiene límites en cuanto a los escrúpulos de los actantes en su libro. No tiene miedo de hablar de madres prostitutas, prostitución infantil, drogas, sexo hardcore, violencia, asesinatos, chantajes, extrañísimas filias y todo lo que menos te imaginas que se mueve en el underground cubano actual y, en especial, del mundo de la fotografía. Pudiera parecerles un libro de ficción a algunos, pudieran ser historias reales “ficcionadasâ€, por más fantásticas o exageradas que sean. En mi opinión, Powershot pertenece a este segundo grupo.

Y concluyo con algo que puede sonarles desconcertante o difícil de entender: Después de leer Powershot, no van a mirar los espaguettis del mismo modo que antes.

Y ahí se los dejo, y me retiro muy lentamente.