Jeosviel Abstengo


No será de las vacas la culpa

¿El arte es para entenderlo o no?

Israel Castellanos León

 

Confieso mi total ignorancia. La insensibilidad artística que cubre los sentidos físicos que me fueron dados.

Lo hago en la galería de arte Raúl Martínez de Ciego de Ávila, en silencio, apenas avergonzado, ante la expo personal de Jeosviel Abstengo, Cuesco cow (drawing), quien fuera miembro de la AHS y ahora, de la Uneac.

No tengo justificaciones. Solo soy lo que he podido construir en mi inamovilidad espiritual de cara a estos dibujos de 56 centímetros por 76, y realizados a grafito.

Ninguna sensación percibo a pesar de tenerlos tan cerca, olerlos, casi palparlos a través del vidrio. Estoy flotando en una nada existencial donde no consigo aterrizar para armarme un discurso más allá de lo que el Papi quiso decirnos con su obra.

Saboreo una y otra vez el título con el deseo de degustar alguna pista. Pero solo huesos (cuesco) y vacas (cow) es lo que consigo. Y de vacas ya están pobladas las paredes de esta galería. Impávidas y resueltas a dejarme mustio.

No es obligado el acto de desentrañar significados y encontrar lecturas. Ya lo dijo Israel Castellanos León en una columna del periódico Juventud Rebelde de 2002, Recepción del arte: “el arte sí es para entenderlo; pero no hay que entenderlo”.

Lo que más me aterra es que sé que el Papi nos deja, aquí, un mensaje importante más allá de su confesión  al periódico Invasor:la vaca puede interpretarse como símbolo de poder, mientras más cabezas de ganado, mayor riqueza. Los dibujos modelan superficialidades y pieles, además, forman parte de una serie de 70 piezas en la que trabajo desde hace dos años”. Desentrañar modos y mensajes en las obras de arte siempre ha sido mi anhelo. Por ello escribo.

 

No todo acaba aquí, de lo contrario, la obra en cuestión sería baladí. Porque no empieza en este muestra, ya lo dijo el propio autor. Porque emplear tiempo y recursos en la realización de cada una de las piezas tiene que ser necesariamente una necesidad. No un simple acto mecánico de mover la mano y escalar y reproducir objetos.

La cosa también está en dotar de significados a esas ilustraciones. Y que, después, puedan significar algo para quien las revele. Es un juego, pero un juego comunicacional.

Sigo confesando mi incapacidad intelectual para redescubrir los argumentos o lecturas de una obra de arte en cualesquiera de las expresiones artísticas.

 

En las expo de Jeosviel, casi las he visto todas, juega con la polisemia y su propia concepción del mundo, sin dejar de ser crítico voraz. A veces con razón, a veces como un rebelde sin causa.

Es polémico. En ocasiones, sin misericordia.

Siempre he sido discursivo con él. Desde que lo conozco. Y su obra es grande y la admiro hasta con los ojos cerrados.

A pesar de tenerlo a solo unos metros de mí, de poder lanzarle un S.O.S. que me salve de la vergüenza que soy, no lo hago. Y me permito seguir flotando de cuadro en cuadro. Como un zombie a quien le han comido el cerebro.

Trato de asirme a algún recurso, a alguna de las imágenes, un  número, algo que me ayude que chispear la emoción y empezar a vivir esto que veo.

Reviso los trazos sobre cartulina, los claroscuros que apenas existen. Todo me confirma lo que ya sé, el Papi es un buen dibujante y lo del dibujo a líneas se le da bien. Sobre todo porque no sigue las pautas de la academia. Y sus rellenos son espontáneos, libres, resueltos a solo conquistar un espacio y no a atribuirles de una falsa tridimensionalidad a una imagen 2D.

Por supuesto, también da volumen y dibuja como todo un académico, para no perder el estilo, para mantener la forma.

Sus vacas parecen echas en litografía no solo por la textura, sino, también, por la casi homogeneidad en su realización. Copias de copias de copias. Como si ninguna fuera la original. Como si todas fueran la misma vaca. No importa que estén mutiladas o no.

Y creo que en esas mutilaciones reside la esencia de este trabajo. Porque no son mutiladas por la divinidad ni por naturalidad, sino, más bien, por la naturaleza desesperada de los matarifes. Aunque eso no queda claro. En parte alguna se hace referencia a los nigromantes y homicidas.

Cada dibujo presenta un hermoso diseño en su composición. Desprovistos de cualquier otro recurso que no sea el blanco de la hoja, el color negro del grafito, más algunas figuras geométricas que ornamenta, cada pieza resulta agradable a la vista. Tanto así que invitan a decorar con ellas cualquier habitación de nuestra casa o un inmueble turístico.

Y es habitual en este artista el empleo de la virtualidad en la web como complemento. Por ello se aferra al Non-Fungible Taken, y sus piezas encriptadas. Juega con ello y te ofrece hasta el mercado digital para que accedas a alguna de ella. Claro, antes de navegar por el sitio que te muestra, opensea.io, hay que usar VPN o proxysite. Y ya eso podría ser impedimento en el espectador promedio. ¿Cuánta información aledaña o vital no estaría acumulada allí para la total comprensión de esta exposición personal?

Y ya que la he visitado, puedo decir que nada me aporta. Sigo incólume a la comprensión y el disfrute.

Pareciera que las rumiantes nunca han sido animales que despiertan algún tipo de emoción en mí. O que no las valoro en su justa nobleza, en su posición jerárquica como animales de culto.

Más me ha emocionado las cuatro vacas destrozadas por el tren que cubre la ruta Santiago-Habana, y que presencié no hace mucho, a los lados de las líneas férreas a la entrada de Matanzas.

Esta expo no me devolvió a ese momento. Lo hago ahora por un simple ejercicio del juicio y la razón.

Extraño o fascinante el asunto de los significados y los significantes. Lo que es para unos, no lo es tanto para otros. Y viceversa. Depende de las subjetividades, la historia personal. Depende de tantas cosas.