Hugo Abeis Ruiz Toranzo


«Cada ilustración es una parte de mí que le entrego al mundo»

Recuerdo, o al menos eso creo, que nos conocimos en el año 2010. Hugo Abeis Ruiz Toranzo era un joven artista escénico con el que compartía la afinidad del teatro, ese vínculo poderosísimo que el teatro es en todos los órdenes de la vida. Desde entonces, su obra ha caminado por diversas rutas, por la infinita senda del arte, con los pasos firmes de quien sabe que una ilustración contiene no solo al mundo, sino también al pensamiento.

¿Cómo nace tu interés en el Diseño Escénico? ¿Qué aporta a tu visión como artista de cómic, el concepto y la comprensión de la teatralidad?

Hugo Abeis Ruiz Toranzo_retrato/ cortesía del entrevistado

Recuerdo que desde niño me sentía atrapado por el magnetismo que ejerce el teatro cuando se ampara por una elaborada escenografía. Tal espectáculo solo podía ser descrito como mágico. ¿Cómo hacen para esconder la hoja de la espada cuando apuñalan al actor? ¿De dónde viene esa sangre? ¿Cómo es que se mueve eso que parece una montaña en el horizonte? ¿Cómo es que en un momento parece que estoy presenciando un campo al mediodía, y de pronto me transportan a una ciudad a medianoche? Todas estas preguntas y más rondaban mi cabeza, y siguiendo ese impulso de curiosidad infantil, quería desentrañar el misterio de cómo se elaboraban esos trucos. Ese afán por convertirme en un mago de los bastidores fue lo que impulsó mi interés por el Diseño Escénico. La capacidad de transformar y manipular la realidad , y condicionar una experiencia donde el espectador se siente inmerso en la dramaturgia, sumado a los elementos técnicos como la iluminación, ambientación, maquillaje y vestuario, son las herramientas que he extrapolado de mi entrenamiento escenográfico y he utilizado para nutrir mi quehacer como ilustrador e historietista.

¿Hasta qué punto impacta, positiva o negativamente, una formación académica en el desarrollo de la libertad creativa del artista visual?

Considero que una formación académica no es indispensable para el desarrollo de la libertad creativa del artista visual. Indiscutiblemente aporta y hasta diría que pone al estudiante en una posición aventajada ya que se le inculca los complejos aspectos técnicos y teóricos de la manos de mentores experimentados; además de que entran en contacto con otros intelectuales de disímiles procedencias, estéticas, y afiliaciones, lo cual es influyente en una proyección más universal del panorama artístico, y estimula la creatividad. Las escuelas de arte auspician una serie de eventos: dígase coloquios, bienales, concursos, convocatorias y becas que sirven para catapultar la labor artística de los jóvenes creadores.

Sin embargo, la Historia nos ha demostrado que de entre las filas de los autodidactas, también han surgido brillantes artistas que enfocaron todo su tiempo y atención en desarrollar sus aptitudes artísticas, concentrándose únicamente en asignaturas que podrían aportar a su obra, y descartando otras, no tan imprescindibles, que son impartidas por defecto en el entorno académico.

A tu criterio, ¿qué tal la salud del cómic nacional? ¿Cuáles son sus principales carencias, tanto materiales como estéticas y espirituales? ¿Cuáles son sus puntos fuertes?

Este es un tema que me apasiona. Podría escribir todo un ensayo, por lo ligado que está la historieta a la Historia de Cuba, y su triste deterioro con el devenir del llamado Período Especial, pero para los propósitos de estas cuartillas trataré de limitarme y ser lo más preciso posible.

En mi opinión, el cómic nacional está herido, pero no muerto. Su principal carencia es que no hay una industria como tal. Es decir, no tenemos una plataforma editorial (ya sea particular o gubernamental) donde se pueda divulgar periódicamente la obra de nuestros creadores. Al no existir esta, tampoco hay una manera de remunerar satisfactoriamente a nuestros artistas, por lo cual muchos de ellos optaron por mudarse a diferentes sectores del arte. Otros, en el mejor de los casos, fijaron su mirada más allá de nuestras fronteras, y se lanzaron a la aventura de intentar ganar renombre y prestigio en los mercados extranjeros.

cortesía del entrevistado

Como toda obra artística, la creación de una historieta requiere de materia prima de difícil alcance para los cubanos, dada su escasez y, en ocasiones, alto costo.

Como resultado de las carencias materiales sufridas en la década de los 90 y principios del milenio, nos sobrevivieron las revistas Pioneros, Zunzún, Palante, Mar y Tierra y Caimán Barbudo, las cuales incluían entre sus páginas uno que otros ejemplares de muñequitos (como también se le conocen a los cómics en nuestro país). Desde el punto de vista dramatúrgico, sus temáticas, salvo pocas excepciones, son de corte didáctico, humorístico o épico, donde resalta la falta de matices en los personajes, impera el maniqueísmo de estos, y se enfatiza la deificación de la Historia y los héroes.

Esto mantuvo al cómic cubano fuera de las llamas, pero desafortunadamente ayudó a arraigar en el subconsciente popular, el anticuado estigma de que la historieta es para un público infantil y adolescente. Lo que es peor, hay quienes aún la ven como un subgénero donde solo habitan superhéroes que sirven para exportar la ideología capitalista yanqui, y corromper la mente de nuestros jóvenes.

Quisiera aprovechar este espacio para dejar algo en claro: ¡la historieta no es un género! La acción, el drama, la comedia, la tragedia, la fantasía o la ciencia ficción son géneros. La historieta es una manifestación artística; es considerada el noveno arte. Para muchos sigue siendo la hermana bastarda del cine o la fotografía, cuando en realidad es más vieja que ambos, y por ende se merece el respeto y admiración que, me temo, le hemos negado últimamente en nuestro país. Los superhéroes no son más que un subgénero de esta manifestación artística. Parafraseando al gran escritor Neil Gaiman: es un vaso donde puedes echar cualquier tipo de líquido; no el líquido en sí.

cortesía del entrevistado

Si bien existen reconocidos autores como Paquita Armas Fonseca, Caridad Blanco y Antonio Enrique González Rojas que han investigado sobre la historieta en nuestro país, no contamos con una crítica especializada que otorgue validez a esta manifestación artística en las más altas esferas del sector intelectual.

Ahora hablaré de sus puntos fuertes. La primera virtud del cómic cubano es que existe, en yuxtaposición a otros países del mundo, donde nunca gozaron de un movimiento de historietistas, o existieron pero están muertos y enterrados. Con el paso de los tiempos, nuestros creadores han sabido adaptar los códigos estéticos del cómic al criollismo cubano. Tenemos muchos jóvenes creadores que se sienten con genuinas ganas de contar sus historias a través de esta expresión artística. La evidencia de ello está en los talleres de la Vitrina de Valonia, y los concursos anuales auspiciados por los eventos Behíque y Arte Cómic. Contamos con talentos en el dibujo que están a la par de los mejores artistas internacionales. De hecho, tenemos la dicha de que algunos hasta trabajan para ese mercado, y nos han transmitido sus experiencias para ponernos al día con el resto del mundo.

Anualmente, durante la Feria del Libro, vemos en creciente número, publicaciones de cómics por autores cubanos y foráneos que rápidamente desaparecen de las taquillas debido a la alta demanda del público. Y aunque aún cojeamos en los guiones, por lo menos la variedad de géneros y temáticas es cada vez más diversificada.

Con el devenir del Internet y las redes sociales se han abierto nuevas posibilidades para la historieta en Cuba. Para los creadores, esto ha significado que hemos podido acceder con mayor facilidad a las obras de reconocidos autores foráneos, y su influencia se ve reflejada en la creciente calidad artística de nuestros productos. Nos ha dado la posibilidad de promover nuestros trabajos y darnos a conocer, no solo en el resto del mundo, sino también en casa. Otro aspecto que va de la mano con la informatización de la sociedad cubana es que ahora, más que nunca, existe una red de artistas de todo el país que, por las redes sociales, dan a conocer su obra, debaten, comparten gustos en común y crean puentes para colaboraciones.

Sí, el cómic cubano está herido, pero tengo fe de que pronto tendrá una sana inyección de innovaciones y reformas que lo harán volar al infinito y más allá.

¿Existe en la historieta cubana una tendencia hacia el localismo? ¿Acaso desde lo local se puede accederse a lo universal? ¿Cómo?

Pienso que sí. A nivel provincial, el afán creativo de los artistas emergentes los conduce a publicar en las editoriales provinciales más cercanas. No son pocos los ejemplares del Centro y el Oriente del país que han visto la luz del día, cuya calidad en general, en muchas ocasiones, ha superado la de sus contrapartes occidentales. En ese sentido, creo que existe un aura de competencia sana, que no veo con malos ojos, puesto que fomenta la creación de productos más refinados y en mayor cantidad. 

Aunque las influencias extranjeras son algo evidentes en nuestros cómics, cierto es que, en su mayoría, abordan elementos de puro criollismo cubano que nos permite identificarlas como nuestras, ya sea en el habla coloquial, los paisajes autóctonos, el vestuario o los escenarios históricos que se ven ilustrados.

Para los extranjeros, Cuba siempre ha estado bajo un velo de misticismo y misterio que forma parte de su encanto. Nuestras historietas pueden ser una vía para apartar ese velo y proyectar un poco de luz sobre la visión que tenemos los nativos de nuestro entorno a partir de nuestro arte.

cortesía del entrevistado

¿Piensas que existe una saludable emulación estética entre los jóvenes referentes del arte del cómic o hablamos acaso de un vacío de sentido en nuestra producción nacional?

Existe un relevo de artistas muy talentosos, que poco o nada le tienen que envidiar a sus contrapartes extranjeros. El problema es que solo son conocidos por los miembros del gremio de historietistas, ilustradores y escritores de nuestro país. Las escasas publicaciones, la falta de promoción y el desestímulo económico (entre otros) son factores que contribuyen a que permanezcan en el anonimato público.

¿Qué particularidades presenta tu proceso creativo?

En mi trabajo trato de utilizar elementos propios de la estética del grabado o trabajos con pluma. A pesar de que utilizo soportes digitales, trato de reproducir una variedad de líneas con diferentes grosores para enmarcar los elementos, el contraste del blanco y negro para aludir a la iluminación de los personajes y su entorno, y el uso de tramados para dar valor y volumen. Últimamente he experimentado mucho con el uso de texturas que, pienso, enriquecen considerablemente mis obras.

Cuando trabajo con colores, trato de evitar a toda costa paletas monocromáticas. Me gusta trabajar con un esquema de colores complementarios, variando la saturación según lo que demande la emoción que estoy tratando de inspirar en los espectadores, además de la temática de la obra.

¿Cómo definirías tu poética?

Si tuviese que definirla en dos palabras: “mitología moderna”. En mis obras trato de exponer personajes heroicos, fuertes, titánicos… a semejanza de cómo los antiguos grecolatinos representaban a sus figuras mitológicas. Cuando trabajo, siempre trato de infundir una buena dosis de dinamismo y acción en lo que dibujo, de forma tal que los personajes parezcan que van a salir del marco de la página hacia la vida real. Para lograr esto, me apoyo en un lenguaje visual dotado de elementos caricaturistas, pero que se inclinen más hacia el realismo.

¿Te consideras un artista abierto a la colaboración creativa o prefieres trabajar selectiva e independientemente?

Me considero alguien flexible y abierto a la colaboración. Si bien es cierto que trabajo individualmente y me he dedicado a desarrollar mi técnica en todos los perfiles de la historieta (guion, dibujo, entintado, color, letrado, etc.), reconozco que el trabajo en equipo acorta considerablemente los tiempos de producción, lo cual es un factor indispensable en la industria del cómic.

¿Crees que solo puede hacerse arte cuando se entra en contacto con otros creadores?

Es algo muy relativo porque depende de cuál es la definición de cada cual de lo que es arte. Según mi concepción, sí considero que uno debe entrar en contacto con otros creadores para enriquecer su obra.

Siento que cada ilustración que hago es una parte de mí que le estoy entregando al mundo. Cuando dibujo, no puedo evitar canalizar mis emociones hacia el soporte. Son horas de mi vida que impregno en la tinta, junto con una mezcla de pasión que se ve reflejada en el producto final.

¿Cómo ocurre la inserción del arte joven dentro de los circuitos nacionales e internacionales? ¿Sientes que existen barreras o condicionantes?

cortesía del entrevistado

En ambos casos es muy difícil. Por lo general, los realizadores de cómics a nivel nacional empiezan a darse a conocer a través de talleres o concursos donde ponen a prueba sus habilidades y las van desarrollando. A partir de ahí, los ganadores tienen la dicha de ser publicados como parte del premio. Otra vía es que presentan sus proyectos, ya sea parcialmente o totalmente concluidos, a casas editoriales como Abril, Gente Nueva (con su colección Ámbar) o Pablo de la Torriente, entre otras; de ser estos proyectos aprobados, se demoran aproximadamente un año en salir a la venta, sumado a otros varios meses para recibir el pago. Otra alternativa es tratar de insertarse en la plantilla de realizadores de las revistas mensuales, las cuales son bastante exclusivas. En caso de que no busque remuneración monetaria, está la alternativa de trabajar en los llamados fanzines, que son auto publicaciones sin fines de lucro, o publicar directamente en plataformas digitales.

Trabajar “para afuera” no es menos difícil. Existen un sinfín de editoriales especializadas, pero todas son muy competitivas, por lo que se demanda una calidad técnica extraordinaria. Además de las barreras idiomáticas, el artista tiene que demostrar que tiene la capacidad de narrar una historia de manera secuencial, además de una buena habilidad en el dibujo.

Hay quienes han tomado ventaja de las nuevas tendencias de Internet y han logrado exponer sus obras satisfactoriamente en sitios como Webtoon que, a mi entender, es como un YouTube para los cómics; pero en este caso, el lastre principal es la accesibilidad a las conexiones, a la cual ningún cubano residente en Cuba está ajeno. Otra posibilidad es entrar en contacto con otros creadores internacionales a través de grupos afines en las redes sociales, díganse Facebook, Instagram, Twitter, etc., y dar a conocer su disponibilidad para colaborar. En este caso la traba sería buscar la forma de recibir el sueldo, y es ahí donde se ponen en práctica los efectos crueles y reales del bloqueo hacia nuestro país.

El acceso a premios dedicados a tu perfil creativo, ¿es suficiente en Cuba? ¿Qué necesitarían los artistas visuales y de cómics para que su trabajo sea más difundido dentro y fuera de nuestros márgenes geográficos?

Al final del día, no son los premios lo que realmente cuentan, sino la obra en sí. Es lo primero que te piden cuando entras a una editorial o estás solicitando un trabajo. Eso es lo que es realmente imprescindible para que salga a la luz y sea más difundido.

¿Qué buscas en otros artistas cuando decides trabajar en colaboración? ¿Cuáles son las historias y las visiones que te atraen?

Profesionalismo ético, creatividad, buen dominio de la técnica y amabilidad.

Soy un fiel defensor del potencial que tiene el cómic para crear historias para un público maduro. Me interesa crear historietas que aborden temas políticos, psicológicos, filosóficos y sociales de gran complejidad, sin importar el género que utilice para canalizar estos aspectos. Me gustaría colaborar con otros creadores que apoyen estas ideas, y me ayuden a llevar a cabo ese fin.

En el ejercicio de tu creatividad, ¿qué consideras elemental y qué imprescindible?

Lo elemental vendrían siendo los aspectos técnicos de mi obra. Ahora bien, lo que para mí es imprescindible es la emoción que quiero evocar en el espectador o lector al verla.