El tonto de la chaqueta negra


Allá el tonto que no lea a Veleta

Recientemente me preguntaron si lo que escribía era crítica, o reseñas literarias (que viene siendo lo mismo, de cierto modo) y respondí que no. Creo haber aclarado en ese entonces que solo, cuando lo hago, ofrezco mis comentarios o pareceres sobre el tema o libro al que me refiero. Digámosle: comentarios literarios.

Y es precisamente eso lo que haré hoy.

Cuando estuve en Santa Clara en casa de unas amistades, de entre los cientos de libros que tenían en la habitación, uno fue el que más me atrajo, quizás porque había conocido personalmente a su autor, Jorge Luis Mederos (Veleta). El libro en cuestión es El tonto de la chaqueta negra, Editorial Capiro, 2017 (2da edición).

En las palabras de Jorge García Prieto “es tronco de libro”, según Ricardo Riverón esta reedición es “una segunda bofetada al silencio y al olvido”. Para mí con este libro, solamente, hizo que mereciera la pena el viaje a Santa Clara.

TOMADA DE LA PÁGINA DE FACEBOOK DE LA UNEAC VILLACLAREÑA.

Los escritores saben que escribir no es fácil. Escribir un cuento puede parecer sencillo, pero no lo es. Para muchos la novela es la consagración del escritor. Para mí, la poesía siempre ha sido un misterio, lo inalcanzable. Quizás haya quienes nazcan siendo narradores, como Onelio; tal vez otros puedan crearse. No obstante, soy del criterio que los poetas solamente nacen siendo poetas. Y cuando hablo de escribir cuentos o poemas, me refiero a BUENOS cuentos o poemas. Veleta, en este caso, nació siendo poeta, y de los buenos.

En mi criterio la poesía debe transmitir un sentimiento, un mensaje, una emoción, y, también, una historia. Ese es el caso de El tonto de la chaqueta negra, que desde ese primer poema A la que hicimos morir de buena tinta, nos va dando un anuncio de qué es lo que viene a continuación, cuál es buena parte del libro.

El cuaderno está dividido en tres secciones, en apariencia distintas, pero solo en la estructura.

 💡 Diálogo sostenido con los ojos de una mujer que pasa

 💡 Algunos ejercicios de calentamiento

 💡 Poemas de la remota desconfianza

En la primera sección, ya desde el título del libro, la imagen que me vino a la cabeza fue la del tipo rebelde, el punk onda John Travolta en Grease, como preludio de un libro del tipo rudo y sus aventuras. Lo de “tonto”, también se lo achaqué al personaje interpretado por Travolta, no al poeta ni al libro. Sin embargo, desde que comienza la sección con el texto Dos puñales tenía la muchacha cuando vino del cielo, me di cuenta que sí, bien que el sujeto lírico podría ser el mismo Travolta, Veleta o cualquiera de nosotros.

La muchacha tenía dos puñales

                    irremediablemente;

supo que era mi piel contra la suya,

mi sed contra la suya,

mi santo contra el suyo, irremediablemente.

Entonces lancé mis libros a los yerbazales

y maldije la hora,

el día,

el minuto exacto

en que vemos caer a una muchacha del cielo

(Fragmento de Dos puñales tenía la muchacha cuando vino del cielo)

¿A quién no le ha sucedido esto? Parece cliché, pero no lo es. Cualquiera ha pasado por situaciones similares a las que Veleta nos entrega en esta sección, en este cuaderno. Amores y desamores narrados por el autor, quien de vez en cuando nos habla de personajes como “el Extraño”, “el Desesperado”, y, sobre todo “el Malo”.

Acaricio el naranjo de la puerta, mi animal favorito;

oigo al Desesperado que acaricia el corazón

         de su perro. Oigo caer el agua. Ya no es el agua: 

es el Desesperado que se afixia y va a morder

        como un hombre;

oigo al tonto de mí que soy el Malo

hasta el día que me olvide de mi nombre

         Y de este olor a persona.

(Romanza del malo, fragmento)

Los poemas de Veleta nos hacen pensar en nosotros, en nuestras vivencias. Estos textos nos muestra al hombre detrás del teclado: al Malo, al Desesperado, al Extraño: a ese tonto de la chaqueta negra; el que no entiende cómo hizo lo que hizo… o quizás, el por qué no lo hizo.

Los poemas son pura emoción a corazón abierto, los cánticos del hombre a su mujer… de los hombres a las mujeres, del hombre a la vida y la respuesta de estas a todos nosotros.

Veleta es un Maestro y utiliza el verso libre, las glosas y las décimas a su antojo para presentarnos a este/estos personajes. Hombres, mujeres, hermanos y amigos reales, con sus virtudes y sus defectos; nada en blanco y negro, sino en colores y a tonos. Todo esto visto desde el punto de vista de un sujeto lírico que en ocasiones da la impresión de ser el tipo problemático, pesado. Ese hombre de un sentido del humor muy negro que raya en ocasiones con el sarcasmo y cinismo.

Algo que me llamó la atención es lo rico del desfile de sentimientos en los poemas. El sujeto lírico de pronto estaba eufórico, amargado, feliz, dolido, triste o excitado. Este es un elemento que enriquece la lectura, la matiza y te atrapa. Uno se cree al sujeto lírico, cada una de sus palabras, sentimientos y estados de ánimo Veleta es capaz de hacértelos llegar directo al pecho y a tu mente.

Al mismo tiempo es el hombre romántico, profundo y de una gran instrucción que desborda una erudición exquisita. El re/juego con el lenguaje, parábolas e imágenes en los textos del cuaderno, provoca una constelación de capas y más capas información que se despliega ante tus ojos como los menús de las páginas web, ofreciéndote diversos niveles de lecturas que, unidos (y en dependencia de) a tu experiencia personal, hacen que nada sea lo que parece, y un mismo poema puede ser entendido de distintos modos. 

A mi entender, el tonto de la chaqueta negra, no es tan tonto nada.

Fíjense nada más en la segunda sección, Algunos ejercicios de calentamiento. ¿Por qué calentamiento? Porque escribió veintiséis poemas más pequeños en media decena de cuartillas. Algunos de ellos, epigramas, otros, un poco más extensos, pero todos cortos; como si fuera exactamente un calentamiento. No obstante, no hay uno que no tenga un grado de profundidad, humor negro, sarcasmo y otras características de las del resto del libro… entre otros como estos:

XX

Calma,

ya sé que es la primera vez que engañas a tu marido

y es lógico que te sientas apenada por tanta inexperiencia.

 

XXI

Mirena

Apta para mayores de 16 años.

Rubia y de pelo azul.

No me arrepiento.

 

XXVII

Esta es la soledad:

es una señora larga

y con testículos.

 

XII

Sobre un verso de Carlos Illesca

Mi único bien, sin embargo,

es que no soy un mal poeta,

pues lo único que se respeta

de los malos, es el cargo.

Así llegamos a la tercera sección, Poemas de la remota desconfianza. La impresión que me dio desde el primer texto fue la de estar al frente de un libro épico, un cántico a alguien o a algo. Aunque en el libro, en cada uno de los poemas de esta tercera sección, siempre parecen estar dirigidos a una persona en particular; parecen diálogos con esas personas. Incluso algunos tienen parlamentos y acotaciones que no se veían en las otras dos secciones.

Amén de que el cuaderno completo pueda verse como el discurso del Tonto de la chaqueta negra, el Desesperado, el Malo o el Extraño o todos como el mismo ente, es en esta sección donde el sujeto lírico llega a romper la cuarta pared de forma explícita y de una forma muy fresca.

Las intertextualidades también están presente en el cuaderno, aunque hay una en especial que me encantó, sobre todo porque fue a uno de sus editores y amigo, Frank Abel Dopico.

Expediente del asesino (II) (fragmento)

El asesino que soy me está buscando

y el hombre que me mató viene por él detrás de su navaja.

Ambos, con la conciencia limpia, reconstruyen el crimen.

Si me regala un huevo de gorrión, será culpable;

               si perdona

hará un gesto de sed: las mismas cosas que la noche

             hace al hombre

cuando aún no sabemos quién habrá de morir,

             si otros puñales fecundan los pasos del suicida.

Lo mejor de todo es que conversando con el propio Veleta me decía que estos eran poemas viejos, que él tiene otros más nuevos. Y es cierto. En este cuaderno tiene poemas que datan del año 1983, y el resto son bien contemporáneos. Sin embargo, como me enseñaron en los talleres literarios, no hay tema viejo en la literatura. Uno y cada uno de ellos es tan actual como el poema que se escribirá mañana. Prueba de eso fue la publicación del poema Naoh, veinte años después, en su perfil de Facebook. Un poema de más de 30 años y varios de ellos antes de Facebook, y que obtenga más de 150 reacciones en un par de días.

El tonto de la chaqueta negra es un libro que no sé cómo no se ha agotado todavía. Si usted lo ve, cómprelo, léalo, no sea tonto. Escríbale a Veleta y dígale que yo se lo recomendé.

Si quieren saber quién es el tonto de la chaqueta negra, solo tienen que leer este cuaderno y lo sabrán desde el primer momento. Y no, no es el autor, no es Veleta. Aunque, quizás sí lo fue.

Esa es la magia de la poesía.