Ediciones Luminaria


Una innecesaria defensa a los matices de Lisbeth

Reseña a “Matices de Vidaâ€, de Lisbeth Lima Hechavarría.

Una dosis de excelencia se nos presenta, a modo de entrante, para invitarnos a la lectura de este libro: primero, la reseña de Argenis Osorio Sánchez, luego el prólogo de Elaine Vilar Madruga. Ambos textos derrochan ese seductor toque de elegancia y belleza que vuelve irresistible la necesidad de acercarnos a hojear Matices de Vida. Y, tras el vistazo inicial, quedamos atrapados.

Éste, el segundo cuaderno de cuentos publicado por Lisbeth Lima Hechavarría, nos llega de las manos de Libros Duendes, una joven, pero audaz editorial de Ecuador. De Lisbeth podemos decir que es santiaguera, bióloga, madre, esposa, vicepresidenta de la AHS en su provincia y también, con Matices de Vida, esta mujer llegó a cimentar lo que anunció a través de Rostros, su primer libro: que también es una narradora y llegó para quedarse.

Matices de Vida (Cortesía de la autora)

Ya en su ópera prima, publicada este año por Editorial Primigenios, (Estados Unidos) muestra su interés y temeridad en explorar nuevos territorios, explotar zonas ya conquistadas por otros autores, ahora desde nuevas aristas que no le resten originalidad a su trabajo. Rostros viene coronado con una engañosa aureola de erotismo, digo “engañosaâ€, pues el lector atento distinguirá, bajo el aire de sensualidad que rodea las historias del volumen, otro más profundo, llevado con sutileza por parte de su narradora en una suerte de insinuación de lo que se avecinaría en Matices de Vida, donde esos aspectos intrínsecos que en su anterior libro fueron susurrados a nuestros oídos, ahora estallan y nos dejan boquiabiertos.

Matices de Vida también hizo su entrada en el 2021; sin embargo, parece escrito mucho después que Rostros y a veces, si nos dejamos arrastrar entre sus líneas, hasta se hace difícil reconocer a Lisbeth Lima como la artífice de tales páginas. Impera un cambio de tono (sin desprenderse totalmente del que distinguió su primer cuaderno), diversificación en los temas tratados y la maestría de unificar todos esos tópicos sin aparente relación de manera tal que se nutran el uno del otro y entreguen al libro esa cualidad que todo autor desea para su obra: la suficiente fuerza para valerse por sí sola, sin necesidad de que su creador intervenga vestido en atuendos de abogado.

Ya desde el primer cuento (“El despertar de Aliciaâ€) abrimos los ojos junto a la protagonista a una realidad extraña, confusa, pero que, a pesar de su doloroso final, trae tanta coherencia y madurez en la forma de abordarla que se vuelve inevitable seguir volteando la página. Once historias componen Matices de Vida y ninguna decepciona. La autora ordena los cuentos con ingenio, brindando oportunidad al lector de ajustarse al ritmo de cada relato, a su carga sentimental y al choque de los finales sorpresa o las desgarradoras reflexiones que asoman entre cada línea. El cuento homónimo destaca, precisamente, por su brevedad y el conmovedor retrato de un hecho de apariencia común. Con “Al final tampoco se descansaâ€, Lisbeth aborda la muerte, aunque desde la perspectiva no del difunto, sino de sus seres queridos.

Rostros (Cortesía de la autora)

La capacidad de la autora para dotar a sus personajes con un nivel de realismo que los hace auténticos incluso en las situaciones más inauditas, logra la inmediata identificación del lector con cada uno de ellos. Esto se aprecia en todo el libro, en especial en cuentos como “La Lista Martinaâ€; nos entrega dosis de humor mezclado con reflexiones bien interesantes a través de “Edgar Allan Poe y Arnaldo entre rejas†o es capaz de reservarnos el dato hasta cerca del mismísimo final solo para arrebatarnos el aliento con historias al estilo de “Nece(si)dadesâ€. Sin embargo, en “Cifras†(último cuento), Lisbeth Lima se encarga de reafirmar lo que se hace evidente al navegar por Matices de Vida, y es cuánto cuidado tuvo al conformar este cuaderno, rompiendo el hielo con un excelente primer cuento y ya, cerca del final, cuando creímos que bajaría la marea, llega “Cifras†a levantar nuevamente la parada y dejarnos boquiabiertos ante la realidad: que terminó Matices de Vida y necesitamos más.

El denominador común en el libro consiste en el afán de su autora por adentrarse (y adentrarnos) sin escatimar en hacer gala de un excelente dominio de las técnicas narrativas, en los rincones del alma humana, mostrarnos zonas familiares ya sea de lejos o de primera mano y dejar, en quienes tienen el gusto de tropezarse con este volumen, que se disfrutó de un trabajo libre de toda pretensión, brillante por la autenticidad de sus historias.

Lisbeth Lima Hechavarría se define a sí misma como una narradora que no persigue lauros literarios, prefiere invertir las energías en escribir y encauzar su obra hacia la publicación, con la esperanza de llegarle a sus lectores, intercambiar con ellos, debatir y conocer su opinión cara a cara, sea buena o mala, en pos de mejorar sus dotes como narradora y persona.

Por el momento, otros dos libros de la joven autora ya están en vías de publicarse, uno por Iliada Ediciones, en Alemania, y el otro, su primero en Cuba, por Ediciones Luminaria, de Sancti Spíritus, fruto de obtener el Premio Casatintas a finales de este 2021 que ha traído tantas dichas en el ámbito literario a Lisbeth Lima, quien con los dos nuevos libros que verán la luz y otros tantos gestándose, deja bien claro que aún le queda mucho por decir. Sin embargo, si persisten las dudas, no existe mejor evidencia que sostenga mis palabras que Matices de Vida. Ahí está, ahí sigue y continuará defendiéndose solo gracias a las fuerzas que le entregó su autora.