Diana Mary Cano


Testimonios de un cuerpo: Diana Mary Cano

foto cortesía de la entrevistada

Cada vez resultan más las investigaciones[1] en torno al cuerpo desde distintos acercamientos o enfoques. Específicamente en las artes escénicas se enriquecen los aportes para el análisis del cuerpo siendo este el principal soporte de creación.

Indagando entre estos debates me gustaría conducir esta entrevista desde una de las principales zonas donde se gesta la preocupación de los cuerpos en las artes escénicas cubanas, puntualmente en las manifestaciones de danza y teatro. La zona a la cual hago referencia esal propio espaciodonde el creador o intérpreteresultaconducido por una necesidad o motivación, y encuentra en el cuerpo esa área de reflexión.

En un encuentro con la joven tunera Diana Mary Cano, bailarina, profesora y creadora, y quien ha transitado por los tres niveles de enseñanza artística del país, entre ellas la Escuela Vocacional de Arte “El Cucalambé” en Las Tunas y La Universidad de las Artes, reflexionamos sobre lo anterior.

-¿Por qué te identificas con las artes escénicas, puntualmente la danza y el teatro?

Siempre me ha gustado disfrazarme, transformar mi cuerpo por el de alguien más; en mi niñez ese era uno de mis juegos favoritos. Pienso que todo comenzó ahí en esos primeros bailes imitando lo que veía en la televisión y también la satisfacción al sentir los aplausos de mi familia. Mi interés por el teatro y la danza siempre fueron evidentes, por lo que ni a mí ni a mis seres queridos nos resultó extraño que los estudiara y que me dedicara a ellos. También el cuerpo ha sido fundamental, pues he sido muy activa, extrovertida, y estas artes demandan mucho de un trabajo con tu propia corporalidad que me ha apasionado.

-Háblanos de tu experiencia como profesora. ¿Cómo estableces la conexión para llegar a los sentidos de otros cuerpos?

Cuando comencé a impartir clases en la Escuela Nacional de no me sentía preparada para hacerlo, fue gracias al apoyo y la confianza de la maestra María del Carmen Mena que me lancé a este nuevo mundo. La experiencia en la Academia de Teatro Manuel Muñoz Cedeño, de Bayamo, ha sido muy útil porque me ha brindado técnicas de actuación, de voz, de dramaturgia, que he compartido con mis estudiantes.

La asignatura de Composición Coreográfica fue siempre mi favorita desde el nivel elemental. Crear, improvisar, ese ha sido mi mundo. Con esa pasión es que me he enfrentado a la docencia, intentando guiar a mis alumnos en sus procesos de creación. Lo que les he intentado transmitir ha sido sobre todo la confianza en ellos mismos, en su capacidad creativa, que muchos creen que no tienen pero es sólo que no la han desarrollado. Mi experiencia como alumna, intérprete, creadora, como ser social en general, es mi modo de llegar a ellos. No soy el modelo a seguir, soy solamente una muestra expuesta para provocar el diálogo y la confrontación de criterios.

La coreografía no es un tema fácil y más cuando en el recorrido anterior al Nivel Medio, lo común es que sólo seas intérprete, es en la ENA cuando llega el momento de asumir esa responsabilidad. Son varias las conexiones que se establecen a la vez en una clase de Composición Coreográfica; la primera es entre alumno-profesorpara brindarle las herramientas teórico-prácticas, también está la del alumno consigo mismopara encontrar su inspiración y la de cada uno con sus compañeros de grupo.

foto cortesía de la entrevistada

-¿Cuán significativo crees que sea el cuerpo para las artes escénicas, principalmente en las que te has apoyado para investigar?

El cuerpo es el centro, por así decirlo, de las artes escénicas, su presencia es fundamental en el hecho artístico porque es la vía de implicación del público con la obra. Se establecen vínculos fuertes desde la sensibilidad propia del cuerpo con quien lo observa. Es el medio expresivo para comunicar el mensaje del espectáculo. Cito al artista mexicano Lukas Avendaño porque comparto su criterio, cuando dice que “la danza no se puede hacer sin el cuerpo”.

-En tu experiencia, cuándo entendiste que tu cuerpo es relevante para insertar cuestionamientos, fracturas, interrogar posturas o simplemente presentar tu yo- cuerpo.

Mi cuerpo juega un papel primordial en mi vida privada como en la profesional, considero que soy una persona que experimenta sus emociones y sensaciones con un alto grado de fisicalidad. Puedo percibir, y quienes me rodean también, mis estados de ánimo; siempre están exteriorizados y dibujados en mi rostro, en mi postura corporal, hasta en mi piel. Es un elemento que utilizo a la hora de interpretar o crear. Me gusta improvisar pensando sólo en cómo está mi cuerpo en ese momento: cómo me siento emocionalmente, la ropa que uso, mi temperatura, si estoy nerviosa o relajada, el espacio, si estoy acompañada o sola, etc.

La obra Nadar en seco, dirigida por Lynet Rivero, la recuerdo con mucho cariño por todo lo que aprendí en el proceso. Para mí lo más relevante es que la partitura coreográfica de las escenas la creamos entre todos, un trabajo de creación colectivo muy enriquecedor. No existieron personajes, sólo situaciones a las que enfrentarse desde tu yo-cuerpo. Las propuestas salían de una auto-exploración individual, en dicha investigación encontramos los conflictos y los objetos que usamos en la puesta en escena. Trabajar entre actores y bailarines también fue especial, los cuerpos-mentes diversos e interesantes crearon una buena química de grupo.

-¿Has tenido experiencia en alguna propuesta que seas tú la creadora? Cuéntanos de qué iba y cómo llegaste a la construcción de un discurso para la corporalidad escénica.

El proceso de creación para mi defensa de tesis es un claro ejemplo de lo necesario que es el cuerpo para mí. Fue revisitar cada una de mis obras hasta ese momento, hacer un viaje en el tiempo para buscar, recordar y revivir los montajes. Auto-exploración personal detallada con elementos metodológicos que cumplir, esa búsqueda me hizo reflexionar mucho sobre mis estrategias de creación, mis musas y mi memoria corporal. Yo estaba decidida a hacer una presentación, no sólo una exposición teórica, las ideas para el performance final vinieron llegando con el tiempo y con la ayuda de mi tutora Mercedes Borges Bartutis.

Fue un trabajo complejo pero interesante; escogí para interpretar la pieza que había creado para mí, Seguir viviendo. Difícil proceso al encontrarme sola, con sólo mi cuerpo para reproducir lo que tenía en mente, ya que en los anteriores montajes habían colaborado mis compañeros de estudio y mis alumnos como intérpretes.

foto cortesía de la entrevistada

En las presentaciones que he realizado de este performance-conferencia me he propuesto indagar en la corporalidad de este personaje, no reproducir lo creado, sino agrandar la partitura ya existente. La coreografía investiga en las características establecidas de lo que es una prostituta, cuestionando en todo momento si sólo un par de tacones, un vestido ajustado al cuerpo y unos labios pintados de rojo nos hacen conocer a esa mujer. Cuáles son sus miedos, sus preocupaciones, sus olvidos…El cuerpo, mi cuerpo, está bajo varias circunstancias que lo harán moverse, reaccionar y sentir diferente. El desequilibrio, la embriaguez, la tristeza de no saber quién eres y conseguir el objetivo: la seducción de quién te mira, son las pautas para moverme.

-¿Qué mueve a Diana por estos días, qué explora o necesita explorar?

Por estos días estoy trabajando en un proyecto coreográfico inspirado en un sueño que tuve el año pasado: una mujer dentro de un refrigerador, a partir de esa imagen que quedó en mi mente he comenzado a escribir, leer e investigar sobre el tema. Hasta el momento he encontrado materiales y conceptos muy interesantes que me ayudan a expandir la idea. La crisis sanitaria mundial no me ha permitido comenzar la parte práctica pero confío en que será pronto. Crear un intercambio cultural entre artistas del Caribe es también uno de los objetivos del proyecto MER. Espero poder dialogar con esta propuesta en Guadalupe y también en Cuba.

 

 

*Entrevista realizada en septiembre de 2020.

[1]El investigador chileno Carlos Pérez Soto afirmaba que el cuerpo como “descubrimiento” del siglo XX es “una idea que va acorde con el interés de fines del siglo XIX de “gozar” la vida, en respuesta a las restricciones corporales que en tiempos anteriores habían sido depositadas en el cuerpo de algunas culturas”. (Soto, 2013, página 137)