Cuba. música


Confesionales motivos

También las canciones de autor mienten, porque es de humanos, y de trovadores. A veces para bien, otras para mal. Pero mienten. Pongo el ejemplo de esta peña de Santa Massiel Rueda y Motivos Personales en el primer día de septiembre del año en curso.

No era de madrugada, si no, las cinco de una de las tardes más calurosas del mundo. No había fluido eléctrico, mas las voces y liras tuvieron el protagonismo necesario. Y gracias al respeto del público, que pareciera reaparecer luego de dos años y algo de pandemia, no se necesitó alcohol para que la trova fuera como las aguas del río que corren hacia el mar o hacia a puerta de tu casa.

Nadie se trabó a la entrada ni a la salida.

Hubo tragos después, cuando ya la alegría era el nido para nuestros corazones que empollaban el amor y la melancolía. Como debe ser. Los tragos más caros del mundo, verbigracia, un vaso con vino costaba lo mismo que una botella con el preciado líquido, pero en otro sitio.

¡Más increíble que tener los ojos color esperanza o de miel! Como no debe ser.

Pero se hizo la canción, y la candidez de Massiel, a viva voz, era el “amigo” necesario para la mejor de las confesiones. La trova tiene el don de acompañar a los que tienen sed de confesiones o desahogos. Y en esta peña, sobran los motivos para confesarse.

foto: michel guerra martin

Y es que su anfitriona sabe comunicar. Aparece ante el micrófono, segundos antes de decir algo, y ya sus ojos comunican, crean el puente, sostienen la mano de quien necesite el sostén seguro.

También su pareja de banda, Cleilys Aurora Benítez Castro, quien desde la percusión te ofrece una sonrisa halagadora, es responsable del confort y de la puesta en escena.

Así es fácil asistir a ese encuentro semanal, en la recientemente reinaugurada Casa de la trova Miguel Ángel Luna, de Ciego de Ávila, una ciudad famosa por sus portales y por los poetas que la habitan.

De la mano de Roberto Carlos de Armas Díaz, joven escritor y miembro de la sección de Literatura de la AHS, quedó presentado y vendido, el libro Pancho Céspedes: sueños que cuestan vidas, como parte de la sección Los motivos del poeta. Un cancionero necesario que Ediciones La Luz nos pone al alcance de todos, con fragmentos de entrevistas a Pancho, partituras de sus canciones y, por supuesto, su poemas melódicos.

Como en otros encuentros, Massiel concibe su espacio desde un tema central que pareciera hilvanar la sucesión de los momentos y canciones. Así se le ha dedicado el espacio a varias figuras de la cultura cubana, aunque no se trata de biografiarlo. Se le alude, se le rinde tributo en la sección Pa tu consumo, y la cosa fluye de manera casi mágica.

En esta oportunidad, Roberto Carlos De Armas le dedicó atención a una figura distintiva de la música de concierto cubana, el paganini negro, como se le conocía al gran Brindis de Salas (1852-1911), violinista impetuoso. Y se hizo de manera dinámica, con pregunta y una rifa que surtieron efecto entre el público.

También se pensó en Francisco Céspedes, ese cantautor cubano que tanto nos ha puesto a soñar y amar, con sus poemas y canciones de amor, desde la cuerda de un jazz amanecido y febril.

El público asistente no era tan numeroso como en otras oportunidades, pero era juvenil. Aquí es cuando uno que ya peina canas empieza a echarle de menos a los “viejitos” habituales en este recinto, con sus sonrisas y deseos de vivir.

foto: michel guerra martin

Pero tiempo al tiempo. La casa comienza un camino de reanimación que será lento y largo.

Un invitado especial tuvo la peña desde la provincia de Camagüey, Juan Pablo Palmero, con su voz fuerte, profunda, su cuerpo casi fantasmal de lo tan flaco, y la lucida timidez que lo llevaba a entrecortar sus frases en proscenio, y hacer chistes de manera casi silenciosa.

Canciones suyas inundaron el recinto de manera natural, espontánea con reminiscencias a Nino Bravo. Melodías que tenían de Serrat, y de Alí Primera, bañaban el rostro de todos. Y gustó. Ya para este 2 de septiembre tendremos la oportunidad de oírlo, a plenitud, en un concierto en la Casa del Joven Creador, a las nueve de la noche.

Uno de los momentos de más impacto en esta edición de la peña fue cuando Massiel anunció la canción siguiente y contó su génesis. Era un poema de lsu madre Deisy Moreno Gómez, ahora convertido en bolero. “El bolero de mami” (título en construcción), nos dijo, y lo cantó de manera hermosa.

Creo, entonces, que el bolero se le da a Santa Massiel. Podría ser de cosecha fácil en su repertorio. Si se le antoja.

No hizo falta la corriente eléctrica para que la melodía se pegara a nuestros oídos y nos llevara a volar por el recuerdo de esos amores perdidos, como todo buen bolero. La guitarra no se oía todo lo alto que merecía, pero se sintió y estaba siendo bien ejecutada. Ambas manos. Todas sus cuerdas. Cualquier alma vibra con semejante interpretación.

Siguió la tarde.

El boletín promocional Artefacto, de manera impresa, fue presentado por el periodista y Miembro de Honor de la AHS, Damián Betanzos Hernández. Y se le brindó el honor correspondiente porque era dedicado a la figura de nuestro  desaparecido físicamente, poeta y librero Arlen Regueiro Mas (1972-2022).

Este es un suelto que recoge las actividades que propone la Casa del Joven Creador desde cada una de sus secciones, y con el empeño de llegar a todos y tributar al desarrollo cultural del territorio.

Una publicación dual, que también cohabita de manera digital y tiene el poder de ser estable y necesario. Así lo dejó en claro el periodista. Y así pareciera asumirse entre las instituciones de la cultura avileña. Porque la AHS, desde hace bastante tiempo, está dando el ejemplo claro de cómo hacer mejor las cosas en materia cultural.

Las canciones que acompañaron el suceso fueron amplias en la cancionística, desde Nicolás hasta Benny Moré, y Motivos Personales estuvo a la altura de la estancia, del momento, de sus invitados. Como magnífico anfitrión, la banda logra fusionarse en un abrazo de cofradía y respeto, a pesar de que le falta una de sus voces.

Con todo y los tragos, con todo y la hora y media de vida, la peña llegó a su fin cuando todavía no había regresado la corriente eléctrica.

Todos estábamos más embellecidos. Y yo me confesé, ante Santa Massiel, entre sonrisas y miradas cómplices. Como buenos amigos. Como debe ser. Motivos hay para sentirse bien desde la trova en Ciego de Ávila. Lo confieso.