Body Heat


Fotografías Eróticas y Body Heat, erotismo sin tapujos

Cuerpos desnudos en poses desafiantes provocan al espectador de una manera ¿descarada? Nuestras galerías lo exhiben, lo legitiman y… ¿por qué no? ¿Dónde está el límite del erotismo? ¿Se puede hacer arte sin excitar, sin insinuar? ¿Se puede provocar siendo sutiles? ¿Si mostramos la sexualidad sin tapujos somos vulgares?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estas preguntas rondan mi cabeza desde que se inauguró la exposición, Fotografías Eróticas, en la sede de la Uneac. Fotógrafos del proyecto Sx Fotos (Diana Santiesteban y Reyler Ávalo) y Yoandri Sardiñas Martínez se unen en una exposición cuya temática central es el erotismo. Erotismo que básicamente apunta al amor y el deseo sexual. Este es un tema característico de la historia del arte y particularmente en la fotografía es un campo tan explorado que conceptualmente a menudo se queda en lo superfluo. Pero como anota Leonardo Fuentes, uno de los curadores de la expo junto a Carlos Tamayo, en las palabras al catálogo: su contenido suele sobresaltar a manera de inmoralidad (…) se considera pervertido la incitación a algo tan natural como hacer sexo.

No había terminado de cavilar posibles respuestas cuando se expuso Body Heat en la galería Guernica de la AHS. Y ahí si se calentó mi mente. Imposible no detenerse a mirar los hombres desnudos que nos invitan a pecar, a dejarnos llevar por ese ambiente lujurioso en que el único final posible es el placer. Pero historiadora del arte al fin, después de la primera impresión recordé la expo de la Uneac, salvando las distancias estéticas y hasta conceptuales, volví al mismo punto. ¿Cuál es el límite del arte erótico? ¿Dónde se salta la línea y comienza la vulgaridad?

Pienso en el David de Miguel Ángel, en la Maja Desnuda de Goya o en Courbet y su Origen del mundo. Pienso más acá en las fotografías de Robert Mapplethorpe que alborotaron una sociedad que se esconde de sí misma. Definitivamente estas exposiciones no me escandalizan, no son pervertidas. No es un cuerpo desnudo por más profana que sea su pose quien define la vulgaridad o el erotismo. Porque los misterios están más allá, están en lo que se insinúa, lo que provoca. Y es ahí donde está mi recelo con estas exposiciones.

Pero vamos por partes. Fotografías Eróticas es solo eso: fotografías eróticas en las que se apela a posiciones, desnudos y ángulos grandilocuentes para sustentar un discurso. Y no es que esto no funcione o que no sea importante, tanto, como los contrastes, el encuadre, la escenografía, que en mayor o menor medida se logran en cada una de las imágenes. Pero una exposición es un discurso que hilvana las historias contadas individualmente en cada obra. Es un todo que aúna, que organiza, más allá de una misma temática o estética. Este punto creo que pudo solventarse en la curaduría. Yoandri Sardiñas es un fotógrafo del que es imposible no reconocer su creatividad y calidad artística. Sus fotos se reconocen a penas entramos en la galería. El uso de la luz y el color, las escenas que recrea y las que sugiere. Su estética evidentemente más consolidada que la del proyecto Sx Fotos (asunto lógico si se tiene en cuenta que solo llevan un año trabajando de conjunto) nunca llegó a integrarse orgánicamente a la otra. No se logró el necesario equilibrio en el que ambos estilos brillaran sin opacarse. Y es que el hecho de que la temática sea la misma no implica que como muestra empasten. Es innegable que los tres fotógrafos tienen inquietudes artísticas que encuentran en el erotismo su medio de expresión. Ahora la búsqueda creativa y el estudio de referentes ha de ser constante y garantizarían un necesario crecimiento conceptual que le otorgue solidez a la obra.

Body Heat llega por la misma línea del erotismo pero mucho más atrevida desde su concepción curatorial (gracias al ingenio y soluciones creativas de Lisbet Avilés y Luis Antonio González) y la exploración de temáticas homo eróticas. Esta, la primera exposición de Aram y Almir Mestre, es toda una provocación al público que para apreciarla de frente, completamente, primero debe despojarse de prejuicios. Aunque siempre hay quien la mira de reojo. Pero la mira. Porque la cuestión es que Body Heat tiene el gancho del homo erotismo donde la sigue un uso del color preciso, contrastado, que realza cada pieza y las vuelve más llamativas. Hombres de cuerpos esculturales cual efebos griegos nos miran, nos desafían, se dan placer sin pudor, porque se saben bellos, deseados, jóvenes, y no necesitan ocultar lo que son. No les importa si los miramos de frente o de reojo porque lo que les complace es que los miremos.

Y no es que Aram o Almir propongan un tema nuevo, ya lo dije, el arte está desbordado de sexualidad y erotismo, pero las llamadas orientaciones disidentes siguen siendo de los temas menos visibles en nuestras galerías y en el caso de Las Tunas es todo un suceso. Tal vez por eso Body Heat ha suscitado tanta polémica. Por prejuicios o falsa moral. Admiro la valentía de los artistas. La capacidad de defender su obra desde el arte digital, de conformar ambientes sórdidos, violentos, que envuelven y embullen al espectador en cada imagen. Aunque creo que si las obras se acompañaran de conceptos más sólidos que exploraran desde la sexualidad la relación social y la psicología de los personajes, se volvería más firme y aguda. Porque a ratos sentimos vacíos conceptuales, ideas inconexas.

Voy respondiendo las preguntas a medida que escribo. Compruebo que el arte no tiene límites como no los tiene la creación. Al final el límite está en el ser humano, artista-espectador. En su imaginación, en su creatividad, en la capacidad de decir, de tejer historias y subtextos más allá de lo invisible o evidente.