Betancourt


Al filo de una voz-Isla, puente, barco de papel…

Y aquí se vive como al centro de un día,

con los bordes comidos por los pájaros

Ángel Escobar

Tienen los versos un ritmo al que no logro acoplar y eso reta, me gusta sentir que algo se impone. Lleva la poesía otra forma de doblegar, otro modo de hacerse y hacerme sentir al “borde”. Es algo así como lo incontenible que no posee la narrativa. Cuando leo poesía se me despegan los pies del piso, la gravedad se invierte y hacerle presión sería en vano. Una idea para cuento puedo mantenerla dentro durante mucho tiempo, rumiarla una y otra vez, reescribirla sin escribirla y armar personajes en torno a ella según se antoje; pero no me pasa así con la lírica. La poesía cuando llega se desborda, escapa entre los poros del cuerpo, como si necesitara estallar pronto para no implosionarme dentro y hacer que corran mis yoes en todas partes.

A Lisbeth,

este libro, lleno de saltos, bordes y escapes. Ojalá puedas encontrar en él esa otra Isla.

Gracias por estar en el nacimiento de este primer hijo.

Abrazos.

22/4/2022

 

Escribió Reineris para mí en la dedicatoria del libro, sin saber cuán atinada sería en el futuro próximo, cuando finalmente navegara en barcos de papel por los filos de estas Islas-versos al borde del escape. Y así, como quien no intuye la pena, comenzó a avizorárseme el hueco en la espalda y Tuve cuidado

Indiscutible la contundencia y madurez de este poeta, pese a ser su primer libro, al menos publicado. Entre sus páginas percibí que, a este escritor, que también encuentra refugio en los relatos, pudiera pasarle como a mí con la incontinencia poética, por ello hice alusión a tal fenómeno en los inicios de este texto, al que rehusó llamar reseña, pues pretendo ir más allá de la mera descripción del libro; mucho menos procuro incentivar el fenómeno comercial de su venta, amén de que para obtenerlo sea ese un paso indispensable en este caso, donde he tenido el gusto de presentarlo, en el marco de la XIX Edición de la Gira de Trovadores y poetas Estrofa Nueva, 2023. Más bien quisiera armarme de su autor por un momento, y como una especie de capa mágica, transparente, llegar hasta cada posible lector y envolverlo, tragarlo, hacerlo desaparecer entre los rostros que muestra en cada escrito. Tal vez como duende “atraviesaoídos” que desempolvan, susurrar que me asustan las mujeres de sombra rota; que dice mi padre que tengo un árbol en el pecho, / (…) donde un muchacho que oye a los Beatles se suicida/ y cae con los ojos cerrados/ sobre mi ombligo.

Quizás mal entienda y la necesidad de evasión me sobrecoja, pero la poesía en su concepción más universal me ampara, y es que siento que el surrealismo poético en este libro abraza y lo dota de un frescor necesario. Esta idea me hace recurrir al cuento del ratón que hacía la abuela cuando yo era niña y que sé es de creencia popular: el ratón muerde en las noches, mientras uno duerme aletargado en el más profundo de los sueños, y mientras tanto, para que no sientas dolor, sopla, y sopla y sopla… Sí, duelen como finas agujas en la médula los versos de Reineris, sientes un dolor ajeno, y no puedes dejar de ser El otro.

Bordes, título que estuvo a cargo del prestigioso sello editorial La Luz, en Holguín, publicado en 2020, ha contado con buena aceptación por parte de los lectores, hecho que pude constatar en las Romerías de Mayo del pasado 2022, donde tuvo su presentación. Otras se le han sucedido, también en el marco de algunos eventos literarios del país, entre los que cabe destacar el Mangle Rojo, espacio para dialogar con buena representación de los hacedores de esta Isla poética y hasta donde llegó Bordes, como Un puente.

No cuesta percibir los márgenes de esta voz. Presta a que conozcas dónde enraízan sus miedos, plena a su deseo de hacerte saber, su temor, que al mismo tiempo se transfigura en necesidad imperiosa de caer… de dejarse caer. No hay un juego de personajes, siempre serán ellos mismos, seriadamente, poema a poema. Esto dota al cuaderno de una uniformidad estética interesante, donde el reflejo del yo va mutando entre su padre, su madre y una Criatura salvaje. En algunos casos se cosifica, hasta convertirse, pasando desde un puente hasta hasta una ventana, atravesando una aguja, aceptándose tal cual, cayendo al vacío, esperando que abajo estén los otros.

Huir, saberse huyendo y tragar el pesar del escape, es también de las grietas en el libro. Una grieta colectiva que anuncia el cráter comunitario. Ese hueco en la espalda donde su padre también asoma el rostro, su madre y todo el panteón, porque es así como funciona la mecánica del hoyo y su autor lo sabe. Más, será mejor sembrarnos bocabajo,/ con la vaga idea de que podemos morir tranquilos…