aniversario 125


Crear para reexistir: El desafío de ser martiano

A pesar de la difícil circunstancia en la que se encuentra el mundo como consecuencia de la Covid 19, mayo se nos ha venido pletórico de creatividad y solidaridad. Son muchas las personas que, desde sus hogares, han descubierto y compartido talentos que solo emergen de la bondad del corazón. Fue también este mayo donde la juventud creadora decidió no dejar caer el estandarte del amor e hizo emerger, desde la virtualidad, al festival holguinero-universal de las juventudes. Es así que nos llega Martí multiplicado en el aniversario 125 de su siembra en Dos Ríos. Nos mira, no desde el pedestal, sino ceja con ceja y nos sigue diciendo: “Crear, es la palabra de pase de esta generación”.

En medio de todo, de lo maravilloso y lo real o de lo real maravilloso, una incógnita me hinca: ¿Constituye un desafío para la juventud creadora ser martiana hoy? Pienso que sí, pues serlo significa asumir una actitud ante la vida. Y es que Martí, el ser humano, nos desafía cotidianamente a asumir el yugo o la estrella que ilumina y mata. De todas las maneras posibles nos insiste en que el problema de la independencia no es tanto el cambio de estructuras, sino el cambio de espíritu. Es así que el llamado a la creación es el llamado a romper con la subjetividad colonial a través de la construcción de reexistencia.

No siempre alcanzamos a comprender las dimensiones que alcanza este desafío hoy, cuando el tigre acecha más cercano y se disimula en el arte que consumimos o creamos. Para quienes nos asumimos martianas(os) es enorme, pues significa repensarse, confrontarse y reinventarse constantemente. Implica la difícil tarea de rebelarse ante las imposiciones de una industria cultural cada vez más misógina, racista, clasista e inhumana; una industria que nos convoca a negar el carácter socio-transformador del arte y reduce el acto de crear a la reproducción homogeneizante de los patrones ético-estéticos de los “grandes centros de poder”.

La juventud creadora que elige la estrella por sobre el yugo tiene el enorme reto de ser coherente, o al menos, de luchar por serlo, no solo resistiendo a los numerosos embates del patriarcado y el imperialismo, sino –fundamentalmente–construyendo un universo simbólico que tenga el respeto a la diversidad y a la dignidad humana como Sur. La misión no es fácil y amenaza con ser cada vez más compleja. Para cumplirla siempre tendremos ese misterio que nos acompaña.


Necesidad de Martí

Por: Jorge Antonio Rodríguez Guillén (presidente provincial del MJM en Villa Clara)

El pensamiento de José Martí constituye una fuente inagotable y necesaria de la cual beber en el proceso perpetuo de edificación espiritual de la nación y la nacionalidad cubana y en la definición de los principios éticos e ideológicos de las generaciones que continuamos enarbolando su ideal humanista y revolucionario.

Conducta moral e histórica legada por los sectores más progresistas de la primera mitad del siglo XX que tuvieron en la Generación del Centenario y en la figura de Fidel la expresión totalizadora del esfuerzo juvenil continuado (Mella, Villena, Guiteras) por rescatar de la amnesia, impuesta por los gobiernos y sustentada por los ideólogos burgueses, a Martí y ponerlo una vez más al servicio de su Patria. Quedó inscrito para todos los tiempos que lo cubano sin Martí no es completo o no es cubano.

El 28 de enero de 1960 el Che pronunció un discurso en el hemiciclo de la Cámara del Capitolio Nacional en homenaje al aniversario 107 del nacimiento del Héroe Nacional y esbozó la línea histórica dada por Fidel en su alegato de autodefensa “La historia me absolverá” sobre la continuidad histórica entre la gesta martiana de emancipación nacional y la lucha de liberación encabezada por ellos contra la dictadura de Batista y la opresión imperial norteamericana, nos dio un criterio esencial para comprender el alcance de la figura del Maestro: “(…) Martí fue el mentor directo de nuestra Revolución, el hombre a cuya palabra había que recurrir siempre para dar la interpretación justa de los fenómenos históricos que estábamos viviendo y el hombre cuya palabra y cuyo ejemplo había que recordar cada vez que se quisiera decir o hacer algo trascendente en esta Patria(…) porque José Martí es mucho más que cubano: es americano; (…) y su voz se escucha y se respeta no sólo aquí en Cuba sino en toda América (…)” y consecuente en pensamiento y acción Guevara sentenció además: “(…) no todos, ni muchos -y quizás ninguno- pueda ser Martí, pero todos podemos tomar el ejemplo de Martí y tratar de seguir su camino en la medida de nuestros esfuerzos. Tratar de comprenderlo y de revivirlo por nuestra acción y nuestra conducta de hoy (…)”. Aquí radica nuestro gran reto como individuos y como nación, “yugo o estrella”.

Consciente de la necesidad de impulsar la formación de las nuevas generaciones de cubanos en lo más auténtico del pensamiento nacional, independentista, latinoamericano y humanista, la Revolución desencadenó desde los primeros años un amplio movimiento educativo, cultural y científico para acercar estas esencias a cada rincón de la Isla y ante los retos actuales que tenemos como nación en el orden económico, político y social por defender el derecho soberano a construir un modelo de desarrollo social socialista en medio de un mundo dominado por el valor de las mercancías y no por los valores humanos, la formación de jóvenes patriotas, con correctos hábitos de educación formal; con estilos de vida saludables que se manifiesten en su conducta diaria; que defiendan la Ideología de la Revolución Cubana, con sus raíz en el pensamiento martiano, es una tarea impostergable para la familia y la escuela.

Constituye línea de trabajo para el Sistema Nacional de Educación que sus instituciones se rijan por un modelo de escuela que logre la armonía entre la teoría y la práctica y que gestionen un proceso docente-educativo que fortalezca el conocimiento de la obra martiana y la aprehensión de sus mensajes por los alumnos, como modelos de actuación y conducta moral. La aspiración es que en cada escuela se desarrolle la formación de los niños, de los adolescentes y de los jóvenes a partir del pensamiento de José Martí.

En ese sentido el Proyecto de los Cuadernos Martianos concebido por Cintio Vitier nos brinda una alternativa que debe continuar explorándose y explotándose desde la pedagogía. En el prólogo al Cuaderno Martiano III Cintio nos antepone ante una idea que es el propósito fundamental de la obra formativa que ha concebido: “Tener la plena conciencia de ser cubano, es ser martiano. Ser martiano es interiorizar, asumir, encarnar, poner en práctica en todo momento, por convicción íntima, el ideario que se expresa en estas páginas con la belleza verbal de un clásico de la modernidad hispanoamericana y con la abnegación de quien quiso ser, y fue, ‘el servidor más apasionado que puedan tener los hombres’”.

En el  aniversario 125 de la caída en combate del Héroe Nacional José Martí es más perentorio estudiar su figura, su pensamiento y accionar multifacético. Promover el acercamiento de cada niño, adolescente y joven a sus obras: cuentos, poesías, ensayos, discursos, manifiestos; a sus diarios en los cuales no hay un solo vestigio de temor, de arrepentimiento, de amilanamiento ante la certeza de que emprendía una empresa que podía costarle la vida, y en ese propósito los Cuadernos Martianos, que fueron creados teniendo en cuenta las características psico-pedagógicas de los alumnos con el objetivo de fomentar en ellos el cultivo de sentimientos íntimos, patrióticos y sociales y poseen un ordenamiento progresivo de sus contenidos que permite un desarrollo gradual, ascendente y sistemático de la personalidad del alumno, lo que contribuye a que aprendan en el transcurso de su crecimiento a querer al amigo de La Edad de Oro y que aspiren a ser tan buenos como él; junto a la “Guía para los maestros de las aulas martianas”, en diversos formatos: impresos, digitales, en aplicaciones para móviles androides; nos brindan una alternativa vital.

“Dicha grande”, fueron las primeras palabras de Martí al pisar tierra cubana cuando desembarcó con Gómez por Playitas de Cajobabo el 11 de abril de 1895, seguro de que emprendía una obra por Cuba y por la Humanidad. Con esa misma voluntad y certeza transitó a la inmortalidad, de cara al sol, el 19 de mayo del propio año y hoy en su tumba como escribió en los versos sencillos, la rosa blanca y la Bandera de la estrella solitaria.

Vayamos al encuentro afectuoso y enriquecedor, por voluntad, por admiración a los que dieron todo por esta tierra; como un acto de conciencia y de patriotas, con las esencias mambisas, martianas, y fidelistas. Esas son las claves que sostienen a esta generación que sentimos a Cuba y luchamos por ella.


Forodebate José Martí y los desafíos del presente (Espacio Dialogar, dialogar)

Por Yasel Toledo Garnache

Como parte del espacio Dialogar, dialogar, que habitualmente realizamos en el Salón de Mayo del Pabellón Cuba, convocamos al forodebate “Martí y los desafíos del presente”, para debatir en torno a quien es considerado el Héroe Nacional de Cuba, hombre de profundo humanismo, grandes sacrificios y activa labor literaria, periodística y como patriota que fundó el periódico Patria, creó el Partido Revolucionario Cubano y fue el principal organizador de la guerra de 1895.

¿Cómo permanece Martí entre los cubanos, 125 años después de su caída en combate? ¿Todos somos verdaderamente martianos? ¿Es posible que lo seamos? ¿Por qué a veces se tergiversa tanto su pensamiento? ¿Qué aspectos lo hacen un hombre también del siglo XXI? ¿Por qué podemos asegurar que la Revolución cubana es profundamente martiana? ¿Qué se hace en el país para divulgar más sus obras e historia de vida mediante el aprovechamiento, por ejemplo, de las nuevas tecnologías. ¿Cuánto más nos pueden ayudar sus ideas y ejemplo para vencer desafíos del presente?…

Estas son algunas de las preguntas que pudieran motivar el intercambio. El forodebate se realizará este lunes entre las 10: 00. am y las 12: 00. m, con la participación del doctor en ciencias Eduardo Torres Cuevas, director de la Oficina del Programa Martiano y Presidente de la Sociedad Cultural José Martí; la doctora en ciencias Marlene Vázquez Pérez, directora del Centro de Estudios Martianos, el también doctor Fabio Fernández Batista, profesor de historia de la Universidad de La Habana y miembro de la AHS, y Yusuam Palacios Ortega, presidente nacional del Movimiento Juvenil Martiano (MJM).

Todos podemos participar. Ya es posible dejar nuestras opiniones e interrogantes en la parte de los comentarios.

MARTÍ EN NUESTROS DÍAS, ¿UN DIÁLOGO CON EL PASADO?

Por Dr. C. Marlene Vázquez Pérez

Según Gabriela Mistral, Martí es un clásico sin sombra de vejez. Quien accede a su obra, independientemente de su formación académica, queda seducido por ese verbo proteico, profundamente poético, y portador, a la vez, de los más altos valores humanos. La hondura de su pensamiento, la riqueza de sus reflexiones, motiva al análisis histórico, filosófico o político. Siendo un hombre de su tiempo  en toda la extensión de la palabra, Martí es un hombre para todos los tiempos. No hay que forzar su entrada al siglo XXI, entra en él, por derecho propio, porque la mayor parte de los problemas que constató en su época siguen buscando solución todavía. En esta crisis existencial que vivimos hoy, la palabra martiana tiene enormes tareas que cumplir, y hay que leerla como quería Unamuno, “con devoción inteligente”.[1] El diálogo con su obra puede ser de gran utilidad, tanto práctica como espiritual. 

[1] Miguel de Unamuno: Carta a Joaquín García Monge, Archivo José Martí, La Habana, no. 11, enero-diciembre, 1947, p. 15.

 

MARTÍ NO ES COSA DEL PASADO

Yusuam Palacios Ortega, presidente del Movimiento Juvenil Martiano

En la hora actual de Cuba y atendiendo a los desafíos de la humanidad, frente a un modelo hegemónico capitalista que desde lo económico hasta lo cultural es absolutamente injusto e insostenible; asirnos al pensamiento martiano es vital. Martí no está desactualizado ni es cosa del pasado. Es increíble como su pensamiento alcanza una vigencia extraordinaria, aplicable a la vida contextualizada en este tiempo histórico, a nuestro quehacer cotidiano, a la batalla por la emancipación cultural del hombre.

Conocer a Martí no es homenajearlo simplemente el día de su natalicio o caída en; sino profundizar en la esencia de su pensamiento, interpretarlo con objetividad y aplicarlo en nuestra vida práctica: asumir críticamente los valores que nos transmite, sus puntos de vista, sus criterios sobre los más diversos temas. Sentirse martiano y conocer al Maestro es un reto gigantesco, porque él no admite un acercamiento superficial. No se trata de memorizar sus frases, de repetir su discurso -a veces de forma descontextualizada-, o de conocer datos acerca de su biografía.

Su pensamiento no es abstracto, adquiere cuerpo y alma en sí mismo cuando somos capaces de redescubrir a Martí y aplicarlo a nuestra cotidianidad, cuando entendemos que la martianidad es osamenta sobre la cual debemos proyectarnos y sostenernos. Por eso somos martianos, porque críticamente lo hemos asimilado, porque creemos en la palabra del Maestro, y no lo hacemos como seres conducidos, sino desde una lealtad reflexiva a su palabra y ejecutoria. Martí no es cosa del pasado.

UN MARTÍ PARA AHORA MISMO

Por Dr. C. Fabio E. Fernández Batista

José Martí constituye referencia ineludible para el pensamiento patriótico y revolucionario cubano. Hasta el presente, su ideario se manifiesta como plataforma desde la cual repensar los dilemas de la nación y el orbe. La apuesta martiana por la construcción de una sociedad garante de la dignidad plena de los seres humanos resulta una aspiración que –cual horizonte– nos conmina a avanzar.

De cara a los retos de hoy, seis aristas de la reflexión del Apóstol devienen soportes para aquellos abocados a la continua apuesta por una Cuba y un mundo mejor. Su inserción dentro del llamado pensamiento electivo, la irrefrenable búsqueda de la unidad bajo principios compartidos, la autoconciencia nuestraamericana y su beligerante oposición a la proyección hegemónica de los poderes imperiales han de acompañarnos en la lucha cotidiana.

Martí supuso la cúspide del electivismo cubano, movimiento filosófico que desde las postrimerías del siglo XVIII impulsó la conformación de un pensamiento propio en la Isla, a partir de adaptación crítica de los referentes foráneos y de la construcción de respuestas singulares a los problemas específicos de la realidad insular. Para el Maestro, solo el ejercicio intelectual nacido de nuestra universal autoctonía franquearía el acceso a los propósitos de plenitud soñados. Hoy que buscamos modelos para enrumbarnos, no debemos pasar por alto esa alerta.

En paralelo, la prédica martiana encontró otro de sus nortes en la cristalización de la unidad entre los cubanos de buena voluntad. La meta de la independencia y posterior consumación de la república plena requería el modelaje de una amplia coalición de fuerzas, capaz de articularse bajo presupuestos programáticos y de principios. Los retos de la Cuba de hoy exigen de nosotros justo lo que el héroe de Dos Ríos subrayara en el ya lejano siglo XIX. La Revolución que ha de revolucionarse será exitosa en tanto exprese la pluralidad de la nación y denote su capacidad para actuar como un proyecto unitario de pretensiones holísticas.

Dentro del legado de ese cubano de excepción al que hoy rendimos tributo destaca, igualmente, su sentido de unidad continental. Martí pensó en clave nuestraamericana, es decir, concibió un proyecto enfocado en los problemas que enfrentaba el vasto universo que discurre del Bravo a la Patagonia. Esta concepción ancló en la identificación de una historia e identidad comunes que, sin desconocer las particularidades, permitía soñar con un destino compartido. Dicho sueño común veía reforzado su sustento en la identificación de un claro antagonista que, desde su agenda de dominación, trabajaba en pos de fragmentarnos. Justo en esta hora que vivimos, los factores que nos unen siguen mostrando su vigencia, al tiempo que el enemigo esencial continúa siendo el mismo.

Como es sabido, el pensamiento del Héroe Nacional se erige como precursor del ideario antiimperialista. El diagnóstico martiano acerca de la configuración interna de las sociedades del Norte global y de la proyección hacia el Sur del capitalismo maduro de las naciones imperiales  conserva vigencia en más de un sentido. En la tarea siempre urgente de definir la lógica de funcionamiento del sistema capitalista, Martí resulta un gran aliado. Solo desde la disección analítica de nuestro enemigo podremos construir la alternativa civilizatoria que el Apóstol identificó como único camino para la consumación de la justicia.

Frente a los grandes dilemas que tocan a nuestra puerta, Martí nos acompaña. Está a nuestro lado en la lucha por un futuro de total emancipación. Nos toca pues aprender del veterano guerrero, beber de sus consejos, hacer propio su método y lanzarnos a crear, a construir, a fundar.     

 

EL PROYECTO INCONCLUSO DE JOSÉ MARTÍ

Por Dr. C. Eduardo Torres-Cuevas

El día anterior a caer en combate, Martí comienza a escribirle una extensa carta a su “queridísimo hermano” Manuel Mercado. Su inesperada muerte la dejó inconclusa. El texto es suficiente para conocer las esencias y las estrategias del proyecto revolucionario martiano. Una gran incógnita se levanta con la última palabra escrita. Por lo pronto, el texto desmitifica la romántica y especulativa idea de que el Maestro buscara la muerte en el encuentro de Dos Ríos. Como guía de un pueblo que ha lanzado a la guerra, debía ser el primero en enfrentar al enemigo, pero no desconoce los riesgos necesarios. Con orgullo escribe: “Ya puedo escribir (…) Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber –puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo– de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice y haré, es para eso”. No hay desanimo ni tristeza y, lo más importante, piensa con entusiasmo en la que hará.

El proyecto martiano ha transitado por varias etapas. Primero, unir lo que imperiosamente ha de estar unido; segundo, organizar y concientizar las fuerzas todas del país para la guerra necesaria y la creación de un nuevo modelo de república que no perpetúe “con formas nuevas o con alteraciones más aparentes que esenciales, el espíritu autoritario y la composición burocrática de la colonia, sino fundar en el ejercicio  de las capacidades legítimas del hombre, un pueblo nuevo y de sincera democracia, capaz de vencer, por el orden del trabajo real y el equilibrio de las fuerzas sociales, los peligros de la libertad repentina en una sociedad compuesta para la esclavitud”; la República Cubana sería “justa y abierta, una en el territorio, en el derecho, en el trabajo y en la concordia, levantada con todos y para el bien de todos”.

La tercera etapa es la creación del Partido Revolucionario Cubano, instrumento real y práctico preparador de la guerra, creador y unificador de revolucionarios, batallador frente a los partidos coloniales y a la peligrosa corriente anexionista. La cuarta etapa apenas se iniciaba cuando cae en combate, la guerra de independencia y la creación de la república “en medio de la guerra”. Todo lo hecho hasta Dos Ríos apenas era el preámbulo de la construcción de la Cuba pensada y soñada por Martí.

Si la lucha inicial era contra el dominio colonial español, los profundos cambios operados en los Estados Unidos convierten a esta nación en la más poderosa potencia, ante la cual, llegado el momento, la propia España rendiría sus banderas. Desde 1889, Martí advierte: “¿Por qué han de pelear sobre las repúblicas de América sus batallas con Europa, y ensayar en pueblos libres su sistema de colonización?”; “Desde la cuna soñó en estos dominios el pueblo del Norte (…) y cuando un pueblo rapaz de raíz, creado en la esperanza y certidumbre de la posesión del continente, llega a serlo, con la espuela de los celos de Europa y de su ambición de pueblo universal (…) urge ponerle cuantos frenos se puedan fraguar,  con el pudor de las ideas, el aumento rápido y hábil de los intereses opuestos, el ajuste franco y pronto de cuantos tengan la misma razón de temer, y la declaración de la verdad”.

Y he ahí la razón de Cuba; su lugar en el mundo: “En el fiel de América están las Antillas, que serían, si esclavas mero pontón de la guerra de una república imperial, contra el mundo celoso y superior que se prepara para negarle el poder”. Y sentencia: “Es un mundo lo que estamos equilibrando; no solo dos islas las que vamos a libertar” y Cuba sería la república “indispensable al equilibrio americano”.

Iniciada la guerra de independencia, quedaba un paso importante, crear la República de Cuba. En la carta inconclusa a Manuel Mercado ya habla de ello. Después de la Mejorana, su papel en la Constituyente fundadora y reguladora de la república era fundamental y él lo sabía. Su ausencia en Jimaguayu desfiguró parte del proyecto de preparar la república en medio de la guerra. Al producirse la intervención de Estados Unidos en la contienda independentista cubana, Máximo Gómez expresaba las terribles consecuencias de la ausencia de Martí, porque él sí sabía cómo enfrentar la nueva situación. Los tiempos nuevos eran muy complejos. Se confrontaban peligros externos e internos. Uno de ellos era, según había escrito el Maestro:

“En Cuba ha habido siempre un grupo importante de hombres cautelosos, bastante soberbios para abominar la dominación española, pero bastante tímidos para no exponer su bienestar personal en combatirla. Esa clase de hombres, ayudados por lo que quieren gozar de los beneficios de la libertad sin pagarlos en su sangriento precio, favorecen vehementemente la anexión de Cuba a los Estados Unidos. Todos los tímidos, todos los irresolutos, todos los conservadores ligeros, todos los apegados a la riqueza, tienen tentaciones marcadas de apoyar esta solución, que creen poco costosa y fácil. Así alagan su conciencia de patriotas, y su miedo de serlo verdaderamente”.

El proyecto inconcluso de José Martí se convirtió en el de las generaciones del siglo XX; es el proyecto revolucionario de creación, retomando las palabras de José Antonio Saco dos años antes de nacer Martí, de “una Cuba cubana y no anglosajona”. Ha pasado el tiempo, 125 años después de la desaparición física del Apóstol, su pensamiento vivo es nutriente, sabia, para pensar y crear la Cuba futura. Brújula cuando baten aires de tormenta.     

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