Alcides D Portal


Alcides D Portal y la fotografía de lo humano

“Le debo un poema al circo de mi infanciaâ€, escribió Carlos Galindo Lena poco antes de confesar la causa de su temor a la aparente fragilidad del trapecista: “pienso que alguien puede cortar el hilo que va de la vida a la muerteâ€. Yo también siento que debo (no un poema, sino) una nota a las fotografías de Alcides D Portal, joven artista visual espirituano devenido cienfueguero, con un trabajo que demuestra el compromiso de un creador serio, maduro, arriesgado. Yo también siento “que alguien puede cortar el hilo que va de la vida a la muerte†cuando miro algunos de sus ensayos fotográficos.

alcides D Portal/ foto tomada de su perfil de facebook.

El conjunto Del Escambray a la Sierra, por ejemplo, transmite una serenidad que amenaza (y pienso que de eso se trata) con transformarse en tedio. Vemos una mano cubriendo una cara, un puño sosteniendo una barbilla, unos brazos cruzados sobre el pecho, un campesino que se enfrenta a un horizonte cerrado por la neblina. Así nos miran los pobladores que habitan, como pueden, las zonas montañosas de las instantáneas de Portal. “Con esta muestra, el fotógrafo […] explora temas tradicionales en las artes visuales cubanas, pero aristas poco exploradas de la fe de estos cubanos del siglo XXIâ€, publicó en Cubadebate la crítica de arte Elianet Medina Abreu.

Entonces llega el mar, y llegan los niños. El autor busca en este segundo grupo de instantáneas, Gente de mar, la infancia que él no tuvo. Busca su historia perdida, “la que pudo haber sido y no fueâ€, en el júbilo de muchachos que saltan, se sumergen, incluso disfrutan ser capturados por esa red en forma de cámara que Portal les lanza con inesperada habilidad de pescador. Esos muchachos, que parecen nacer de la bahía cienfueguera, nacen por segunda vez en los retratos del artista.

autoría alcides D Portal/ foto tomada de su perfil de facebook.

Humano animal se titula otro de los ensayos fotográficos de Alcides D Portal. El más cotidiano, en este caso, porque refleja una preocupación nada novedosa: la humanidad en su relación con la naturaleza (a la que pertenece y no viceversa), pero actualizada con acierto en fotografías que saltan el blanco y negro para regalarnos una calidez sobrecogedora. Aunque algunas como la del hombre que sostiene la jutía o la mujer que empuja la ternera pierden valor si se observan individualmente, integradas al conjunto demuestran que, en este caso, la preminencia de la idea central resulta para el autor una máxima inviolable.

autoría alcides D Portal/ foto tomada de su perfil de facebook.

El interés del ensayista visual por las artes escénicas se expresa en la muestra Sobre el alma humana, nada superficial indagación en las emociones de un ser tan peculiar como el actor. Al ver las imágenes recuerdo aquella frase shakespeariana que se refiere a la vida como un pobre actor que se pavonea sobre el escenario hasta que ya no se le escucha más.[1] También pienso en el libro Humano, demasiado humano, donde Nietzsche habla del “comedianteâ€, que “aun en medio del más profundo dolor†no puede dejar de pensar en “su persona y en el efecto del conjunto escénicoâ€, incluso “en el momento de la inhumación de su propio hijoâ€, y esta idea me sirve para regresar al tema del arte como línea entre la eternidad y la intrascendencia, como cuerda floja sobre la que el trapecista (el equilibrista, corregirían Eliseo Diego y Raúl Hernández Novás) se sostiene con la aparente inseguridad que tanto asustaba a Galindo.

autoría alcides D Portal/ foto tomada de su perfil de facebook.

Como dije al principio, en las fotografías de Alcides D Portal enfrento la sensación de que en cualquier momento “alguien puede cortar el hilo que va de la vida a la muerteâ€. Ese alguien es el artista, por supuesto. Y más que artista, equilibrista que se aventura a cruzar por la cuerda floja de un mundo sin red que pueda proteger su cuerpo humano, demasiado humano, de la inminente caída al vacío.

En la obra de Portal, el ser humano vuelve a estar en el centro del universo; pero no para ser exaltado, sino para que podamos entender los claroscuros de ese lugar sereno, recobrado y dulce llamado humanidad.

 

 

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[1] “Life’s but a walking shadow, a poor player / That struts and frets his hour upon the stage, / And then is heard no moreâ€.