Visiones de la plasticosofía

Cuando pretendemos volver la mirada sobre algo que alguna vez nos interesó, en ocasiones nos preguntamos si eso que pensamos rever se corresponderá con la primera imagen captada. Sin embargo lo hacemos, porque hay riesgos que deben correrse y entonces, gozar al menos del intento fallido.Las muestras visuales son también lecturas que merecen segundas oportunidades, porque no basta con asistir a las inauguraciones y socializar. Hay que entender luego lo que nos dice la tesis del curador, una vez que la galería está completamente vacía y solo las piezas nos hablan.visiones_de_la_plasticosofia_h

Éticos y estéticos se exhibe en la galería del Centro de Prensa Internacional (CPI), bajo la curaduría de Samuel Hernández Dominicis, y resume el trayecto del arte visual joven en el año 2014. Las piezas de la muestra, exhibidas en las mejores exposiciones del pasado año —en el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales (CDA), la galería Luz y Oficios, el inventario de la Fundación Ludwig, etc.—, o resultado de becas de creación,  vienen a resaltar el carácter legitimador de las galerías.

Con la intensión de conformar una muestra de obras plásticas que pudieran contener lo más importante del arte joven, se realizó la plural museografía. Unido a la variedad de obras, de artistas y particulares tecnés, el espacio fue más que la caja blanca que ha asumido el arte contemporáneo como lugar perfecto. Un recorrido fragmentado y una sala polifuncional asestaban a la muestra el reto de poder comunicar un discurso coherente, sin  perder al espectador entre los vericuetos del video, la instalación, la pintura y la fotografía.

Un momento para demostrar, además del buen arte que presentan los jóvenes, la pericia necesaria para curar en función de los procesos postmodernos del espacio vs.  la obra. Así se realizó la muestra que hoy exhibe el CPI como imagen del nuevo arte cubano, o más bien, del arte cubano realizado por jóvenes, que no nuevos, pero sí con propuestas rejuvenecedoras en las galerías.

Dentro del espacio se pueden encontrar muchas temáticas. Y, de hecho, la mayor cantidad no necesariamente se anclan a lo que se ha planteado el arte cubano como sus mortificaciones perennes. De ahí una de los principales valores de la muestra: el descubrir nuevas maneras de entender al artista como expresión de lo nacional sin gritarlo a vozpopuli.

Obras como las de Iván Perera nos remiten a lo profundo, lo íntimo de un proceso, para venir a recalar en el sacrificio del individuo. Las piezas se apropian el formato como expresión de una documentación, como el medio para filtrar la información más allá del significado del hecho artístico per se.

De igual manera, la pieza de Lancelot Alonso nos descentra la mirada al convertirse en punto de mira ante la red de obras con las que se relaciona. Sin embargo, la pieza en una sincera muestra de self protection, se convierte en ese monumento neoexpresionista que desborda más que la libido del espectador, sus sentidos del tacto, la visión, y la imaginación.

La obra de Adislén Reyes —en la pared que nos recibe en la galería— es otro de los ajustes de una generación que coquetea con las referencias y se propone sublimar al público desde su perspectiva sensorial. Con una obra compuesta de seis fragmentos azules inmaculados, las probabilidades de retener el espasmo ante lo presumible de una retiniana lectura, son realmente pocas. Pero más tarde, al recuperarnos, descubrimos más que belleza y liviandad. El salto hacia una atmósfera perdida en la violencia de una etapa fugaz de la vida, el freno ante el caos de volver sobre el resto de la exposición; demuestran que la obra de Adislén Reyes no llega con la inocencia de su factura: presenta su fuerza psicológica como carta de recomendación ante la abstracción que demanda.

Las exposiciones, en fin, pueden llegar a convertirse en hitos de una época, en tesis de resumen generacional, aunque a veces no se lo propongan. Muchos curadores solo pretenden lograr que cada muestra constituya un discurso coherente. Y de las posibles interpretaciones, polémicas, se encarga el hecho de vivir en una rueda cíclica, interconectada no sólo con la historia del arte. 

Éticos y estéticos plantea muchas ideas, así como valora la función del arte joven contemporáneo desde lo nacional, sin etiquetas, con filosofías propias de su realidad.

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