Especulaciones y otras realidades de Abel Fernández-Larrea

En sus primeros libros, el narrador, editor y profesor universitario Abel Fernández-Larrea (La Habana, 1978) escribió sobre personajes soviéticos. Los nombró Vasia, Aliosha, Veroshka, Tolia… Bien pudiera haberles puesto Juan, Pedro o Yunieski porque las historias de ese «periodo rojo» resultan muy cercanas, casi familiares. Luego, con Trilogía sucia de Manhattan (Premio Calendario 2014) —ambientado en Nueva York—, invirtió la brújula para tomarse unas vacaciones inmóviles, regalarse «una salida sin salir, cambiar de aire; para descansar de todo lo que había escrito hasta entonces».

«El resultado fue bastante divertido, disfruté mucho escribiéndolo y es más lúdico de lo habitual en mi obra. Este libro es un escape total», confiesa en una pequeña oficina de la Editorial Universidad de La Habana. Además de ser uno de los narradores jóvenes más premiados del país —con una carrera «visible» de apenas cinco años—, ha recibido en dos ocasiones la Beca de Creación Fronesis, que otorga la Asociación Hermanos Saíz (AHS) para estimular la escritura de novelas.

Los relatos de Absolut Rötgen (2009) se ubican en escenarios de la antigua URSS. ¿Ese libro es resultado de la nostalgia, una manía de autor o camuflaje para hablar de cosas más cercanas?

Nació de un experimento y es un poco de todo eso. Yo había escrito tres cuentos diferentes, como un ejercicio, que se desarrollaban en ambientes distintos y no tenían nada que ver, ni por sus motivos ni por las formas. Uno de ellos era El hombre que no podía decir adjetivos.

especulaciones_y_otras_realidades_1Poco tiempo después escribo otro desarrollado en un ambiente muy similar y también con el motivo del accidente nuclear en Chernóbil, Ucrania. Me di cuenta de que podría conformar un libro y se me ocurrieron otras ideas e historias.

Por lo general, cuando decido hacer un cuaderno, trabajo sobre su concepto final, no recopilo los cuentos. Absolut Röntgen es el libro que quise desde el inicio: con ese estilo que, de algún modo, remeda las traducciones de la literatura rusa editadas aquí; girando todo alrededor del desastre pero con vivencias personales detrás y preocupaciones universales que tienen mucho que ver con Cuba. No nació con la intención de camuflar, pero ahí está todo lo que me conmueve. Al final, Chernóbil, el ambiente soviético y postsoviético son un pretexto para hablar de cuestiones más cercanas.

¿Existen marcas que distingan a tu generación dentro del panorama literario cubano?

Yo no comulgo demasiado con esa supuesta generación. No me lo propuse, pero me siento de algún modo distante, en los márgenes del núcleo central de la llamada «Generación del año cero». Cambio más de estilo y de ambientes que ellos, según he visto hasta ahora. Sin embargo, nos unen preocupaciones similares y el rechazo a la literatura que nos precede inmediatamente: la de los 90, aquel boom de lo marginal que constituyó aquí una especie de realismo sucio.

Aunque es un grupo de escritores muy polifónico —si utilizamos un término musical—, polisémico y polimorfo, a los que empezamos a publicar en la década del 2000 también nos acerca la perversión de la realidad. A pesar de que algunas historias puedan rozar el realismo, al final todos escapan de ella. Algunos sitúan las historias en un contexto que no es el cubano, otros utilizan una pseudorealidad cubana… la desvirtúan: es La Habana, pero no es La Habana; es Cuba, pero no es Cuba. Hay motivos nacionales pero la realidad es otra, como si la descompusieran y volvieran a armar con elementos que no tienen nada que ver o de una manera disparatada. Siempre hay una puerta abierta, una frontera difusa entre lo verdadero y lo imaginario que no está tan marcada como en la literatura anterior.

¿Coincides con la idea de que en las editoriales cubanas no publican lo mejor de la literatura joven?

En las editoriales importantes, definitivamente no. Es muy difícil publicar con el Instituto Cubano del Libro o Ediciones Unión siendo un autor casi desconocido, o desconocido en absoluto. Hay que tener un aval de premios o cierto reconocimiento en los lobbies literarios. Por supuesto, muy poca literatura joven llega allí. A veces lo hace, pero tarde y mal.

Sería difícil conocer lo mejor que se está escribiendo porque muchas veces no llega a imprenta. Además, casi todo lo publicado se produce en La Habana salvo algunas obras de editoriales provinciales, pero éstas tienen menos alcance. Ahora mismo, en algún lugar recóndito de Cuba, alguien puede estar haciendo la mejor literatura de este país y nadie se enterará porque no hay canales para que esa obra llegue a alguna parte.

Por lo general, la vía más expedita para publicar es cuando ganas un concurso o una beca y de algún modo llamas la atención sobre el libro. Hay otra mucho más larga, insegura e incierta: mandar el manuscrito a la editorial correspondiente, esperar a que algún día lo lean, alguien decida que sí es publicable y años después salga el libro. Esta vía funciona mejor en las editoriales más pequeñas, sobre todo en las vinculadas a la AHS. De algún modo están salvando la situación porque tienen presencia en casi todas las provincias y tratan de descubrir y dar a conocer lo que se está haciendo, sobre todo entre los jóvenes. Sin embargo, no son suficientes.

Es difícil determinar si las editoriales cubanas publican lo mejor. ¿Crees que publican algo de lo peor escrito?

No creo que lleguen a publicar lo peor, pero en muchos casos no asumen riesgos. Van al seguro con autores ya premiados o medianamente conocidos. Rara vez los jurados de los concursos y los que califican los originales para las editoriales se deciden por un autor inédito.

Depende también del tipo de editorial. En las nacionales es mucho más difícil. En las editoriales provinciales me he encontrado libros sin calidad. A veces son volúmenes prometedores, pero a mi modo de ver impublicables en ese estado. Mucho de lo que se está publicando deja bastante que desear.

tres_formas_de_narrar_hEn este contexto editorial, ¿te ha ayudado una beca como la Fronesis?

A mí, que de repente tengo varios proyectos a la vez y se me ocurren distintas ideas que anoto y empiezo a escribir, Fronesis me ayuda a terminar un libro, a decir «este funciona, voy a seguirlo»; también en las gestiones para su publicación.

Además del apoyo económico, siempre bienvenido, es un reconocimiento a mi obra. Me ha servido para sentir que no estoy del todo errado, que puedo seguir con el proyecto de determinada obra. Y por supuesto: me infunde ánimos para continuar escribiendo. El texto de 1991, proyecto por el que recibí en 2012 mi primera Fronesis, ya está listo. Este año gané de nuevo la beca con Por el camino de Sión, que aún lo escribo.

¿Hay diferencias hay entre 1991 y Por el camino de Sión?   

1991 se relaciona con Absolut Röntgen porque nació como parte de él. Al escribir Absolut Röntgen incluí al autor como un personaje, le creé una biografía y tenía intención de incluirla en el libro y firmarlo como él; no como un pseudónimo, sino como una personalidad diferente. La editorial Caja China no aceptó hacerlo así. La historia de ese autor/personaje quedó en el aire y dio pié a la novela 1991. Por el camino de Sión es otro ejercicio de estilo diferente. Quizás tiene ambientes en común, pero va por otra línea.

Hagamos un ejercicio de especulación extrema: ¿te imaginas cómo será el canon de la literatura cubana en 30 años?

En 30 años pueden pasar muchas cosas. Puede ocurrir, de pronto, una hecatombe mundial y no quedará nada de la literatura cubana. O los autores cubanos pueden aislarse de nuevo de lo que se hace en el mundo. Por suerte, ahora mismo hay mejor comunicación con la literatura del resto del planeta. Aunque sigue sin publicarse, existen otras vías para enterarnos sobre la obra de creadores extranjeros: Internet, libros digitales que la gente se distribuye…

Soy anticanon. No me gustan los paradigmas, modelos o dogmas. Sin embargo, yo me imagino —por lo sucedido desde el año 2000— que la literatura cubana será mucho más plural, heterogénea y universal, abierta a todo tipo de experiencias.

¿Crees que tu manera de escribir podría formar parte de ese canon?

Me gustaría llegar a formar parte de lo que llamas canon, pero eso de ser «canonizado» me resulta un poco incómodo. Sí…yo quisiera dejar cierta impronta en el corpus de la literatura cubana. Al menos estar dentro del «Top Ten».

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