Periodismo cultural: bello, útil y bueno

Voces jóvenes del periodismo cultural cubano recibieron el Premio Rubén Martínez Villena 2017 que convoca cada año la Asociación Hermanos Saíz para reconocer el trabajo que se hace desde diferentes medios y plataformas informativas en defensa de un nuevo discurso comunicacional. Estar más cerca de los públicos que consumen un producto mediático es la premisa de aquellos que aspiran a los honores. En esta oportunidad los aplausos fueron diversos en contenidos y formas pero una característica en común tienen todos: la necesidad de contar historias interesantes y atractivas.
Para conocer criterios acerca del ejercicio y práctica de esta especialidad informativa en Cuba, en medio de importantes transformaciones sociales y económicas, decidimos dialogar con cuatro de los ganadores del certamen. Entender sus motivaciones, razones y necesidades para convertir el discurso cotidiano en ese otro modo de transformar el entorno que les rodea lleva a formularnos algunas preguntas: ¿Qué debe caracterizar al añejo oficio de la prensa cuando aborda una temática cultural? ¿Existen las mismas oportunidades para todos los medios y formatos? ¿A qué desafíos se enfrentan en el siglo xxi?

Carlos Alejandro RodríguezCarlos Alejandro Rodríguez, del periódico Vanguardia, aboga por la diversidad de criterios para defender el patrimonio cultural desde el sitio que habita en su querida Villa Clara.

¿Cómo nace la vocación de contar una historia que llame la atención de sus lectores desde un medio provincial?

«Como ciudadano y periodista uno tiene la posibilidad o el privilegio de decir en un periódico lo que verdaderamente siente al respecto. Creo que las ciudades y pueblos de Cuba están llenos de historias que pudieran agotarse, abordarse, que a veces nos pasan por el lado y no estamos. Por eso creo, que a veces, estar en provincia tampoco es una desventaja.»

Sin embargo, no escribir desde la capital implica otras contiendas. La censura, la autocensura, compartir el espacio de la plana con otros acontecimientos informativos que responden a intereses económicos o sociales del territorio pueden ser algunas de esas razones por las cuales se piensa que el periodista es una especie de malabarista para gestionar, producir y proponer artículos que compitan con las agendas mediáticas y las políticas informativas que existen. Al respecto, Carlos Alejandro manifestó:

«Creo que a veces hacer periodismo cultural en la provincia es un poco más complicado que cuando uno está en La Habana, donde existen diversas publicaciones más especializadas. Muchas veces los temas culturales están subordinados, por debajo de otros asuntos de índole económica o social. Así es mucho más difícil darle a los temas del arte la preponderancia, la importancia que nosotros sabemos que tiene. Por eso es un poco más complicado lograr que lleguen a tener la repercusión o la importancia en página que merece. El premio entonces me motiva a seguir cultivando estos asuntos que siempre me habían interesado».

Sin embargo, hoy no abundan los trabajos de opinión y crítica cultural sino que persiste la información o promoción cultural.

«Ese es un problema que hay no solo en los medios generalistas de provincia. En la página del periódico donde yo trabajo, hasta ahora, han privilegiado demasiado la información cuando en realidad deberían aparecer más interpretaciones de sucesos, de fenómenos que afectan a la población y que están muy vinculados a la política cultural del país. Es entonces un reto enorme trascender lo meramente informativo y llegar a ese otro periodismo. Ese es realmente el que puede guiar a los lectores y a las personas interesadas en la cultura para desentrañar fenómenos y procesos alejados de lo que está sucediendo hoy en la nación».

¿Es entonces Cuba un país urgido de periodistas decididos a cambiar el rumbo de su prensa? La realidad anuncia que sí. Es necesario reflejar en nuestros medios, historias que muestren el rostro de sus protagonistas, con sus carencias y virtudes. Humanizar la prensa puede ser el reto, ya que hoy la cotidianidad nos lleva hasta la rutina que enajena y devora a los hombres. Nos olvidamos del prójimo y de cómo su experiencia puede ser similar a la de otros.

Lo bello opuesto a lo lindo

YOE SUAREZYoe Suárez, otro de los ganadores, cree que «el principal reto hoy está en no reproducir».  Nos ofrece sus criterios acerca de los desafíos que circundan a la prensa cubana y en específico a la que decide contar desde la cultura los designios de la nación.

«En el caso de la crítica literaria lo que dicen los catálogos; en el caso de la entrevista las típicas “palabras del entrevistado”. El reto es el mismo para todos: tratar de construir una historia que problematice, buscar los resquicios donde no ha llegado otro periodista antes, de no llover sobre lo mojado y si tienes la suerte de cumplir con todos esos parámetros, finalmente darle una forma bella. Viendo lo bello como lo opuesto a lo lindo. Un producto que ponga a pensar a la gente, que no de una lección sino elecciones».

¿Cómo construir este paradigma hoy?

«El periodismo cultural, al igual que el deportivo, se considera una esfera noble donde no tienes que meterte en demasiados problemas. No creo que un trabajo que problematice sea necesariamente interesante, pero si buscas esos puntos de conflicto en la sociedad, dentro de la obra de un autor, las contradicciones de un entrevistado, las fuentes y lo que hacen… vas a tener un punto más a favor dentro de lo interesante. El periodismo cultural —contrario a lo que se cree— ha estado generando las mayores polémicas hoy en el país. Por ejemplo, hoy no se habla del sistema político cubano, pero sí se critican las políticas culturales. Puede parecer una esfera noble; sin embargo, es donde más han estado los puntillazos a nuestra historia, a nuestra revisión a la historia y al presente».

Yoe Suárez ha tenido la suerte de compartir su trabajo en una de las más prestigiosas revistas culturales del país: El Caimán Barbudo. Un espacio atípico en el panorama informativo cubano. Aun cuando no posee un gran número de tiradas en comparación con otras publicaciones, cuenta con un historial de medio siglo aglutinando lo mejor del periodismo cultural nacional. Para Suárez ser parte de esa tropa es un privilegio, teniendo en cuenta que sus trabajos tienen menos límite de espacio, pueden ser inquietos, para algunos incómodos y para otros necesarios. Un escenario que se nutre de la mejor tradición y del deseo de renovación constante.

«Creo que ahora mismo en Cuba en El Caimán… es donde mejor periodismo se está haciendo al menos en el ámbito cultural. Donde más renovaciones estilísticas se están buscando y no sé si se han logrado pero al menos lo estamos intentando. Se debe sobre todo a la fuerza que le ha aportado Rafael Grillo, que es el jefe de la redacción, y a la inteligencia desde la administración de contenidos de Fidel Díaz Castro. Lo han convertido en un páramo, una llanura que a nosotros nos encanta para hacer lo que estamos tratando: renovarnos estilísticamente desde el periodismo narrativo, desde la típica crónica norteamericana que es casi un reportaje pero más literario. Eso me ha aportado a mí por la intención de renovar lo que se hace dentro del periodismo cultural cubano. También tengo mi manera de ver la sociedad, la cultura y creo que le aporto  un poco al Caimán… Pero al final es como cualquier otro espacio, los que están dentro son quienes pueden hacer, incluyendo al decisor, el jefe de redacción y los periodistas. Un medio es quienes lo conforman y quienes puedan llegar a hacer de él lo que quieran que sea».

Narrando historias de vida

gianny-lopez-britoEn el apartado de Televisión este año el reconocimiento se lo llevó la oriental provincia de Las Tunas. Por segunda ocasión, Gianny López Brito carga hasta su telecentro con el premio y para alcanzar ese propósito abogó por contar historias de vida que fueran únicas.

«Creo que el periodismo cubano está urgido de ellas, junto a la crítica responsable que proponga soluciones. Historias de vida donde los públicos se puedan identificar, y decir: “una persona como yo tiene algo interesante que contar”. En la televisión hay muchas limitaciones técnicas, pero a pesar de eso en Tunas Visión se trabaja con mucho amor, entrega; se apuesta por una programación diferente y cercana a su gente, donde se defiendan la cultura y las tradiciones. A los jóvenes se nos deja crear, soñar. Siempre me he acercado a otros grandes realizadores del canal y he apostado porque mis trabajos tengan muy buena fotografía, el montaje, la música… trato de que todo lo que escoja para mis materiales se conmine para que sean exitosos. Tengo un equipo de trabajo que junto a mí se enamora de la obra y esto es muy  importante.  Si el resto no lo hace, los sueños no pueden ser realidad».

¿Cómo llega Gianny a sus historias?

«En muchas ocasiones llegan porque las logro identificar; otras, es por azar de la vida. Incluso por personas que les gusta lo que hago y me dicen que  hay una historia que me pueda interesar. Así he encontrado anécdotas muy atractivas. Trato siempre de hacer esto. Es muy complejo contar algo desde la televisión porque el entrevistado se preocupa por su imagen, por tener una cámara delante. Pero hay que superar eso, darle confianza, hacerlo sentir bien para que entonces se puedan transmitir emociones, que quede amena y apele a los sentimientos, que es lo que me gusta. Que quien la vea tenga la capacidad de emocionarse, llorar o reír, porque esto se ha perdido y creo que hay que lograr sensibilizar desde el periodismo».

Gianny López Brito siente pasión por lo que hace. Recuerda que desde sus inicios el vínculo con la información cultural era el modo perfecto para saciar sus inquietudes por las artes aun cuando dice no ser virtuoso en ninguna de ellas. Hoy son otros sus desafíos y cree de veras en la importancia de acercarse a esos héroes anónimos que habitan nuestras ciudades y hacen de las calles y parques sus campos de batalla contra el día a día.  Se trata de un sueño hecho realidad y de la materialización de cada una de las metas que recuerda tener cuando se graduó como periodista.

«Desde enero soy el corresponsal del Sistema Informativo de la Televisión Cubana y por primera vez tengo que hacer trabajos de zafra, de agricultura, todo tipo de tema; y esto ha sido un reto, pero sé que nunca voy a abandonar mis inicios en este oficio. Le doy las gracias al Noticiero Cultural que ha sido un espacio que me ha permitido publicar trabajos más profundos, donde puedo investigar, hacer crítica, materializar mi sueño. Y sí, creo que en ocasiones muchos se limitan a reproducir hechos, acontecimientos; pero hay otros que van muchísimo más allá, a la profundidad de los temas, que narran historias y ejercen la crítica. Me parece que eso también ayuda mucho a los artistas, aunque a algunos no les guste, pero sé que en el fondo lo agradecen. Les da la oportunidad de que su obra sea mejor, de compartir los criterios de los demás. Un reportero, entendido en temas culturales, da su opinión queriendo que la obra sea mejor y que el artista sepa cómo el espectador puede ver su obra. También necesita crecer, profundizar, ser mucho más analítico para no quedarse solamente en la epidermis».

Periodismo hipermedia: la apuesta por el todo

Cuando el mundo se globaliza cada vez más, internet es esa especie de hilo de Ariadna que envuelve infinitamente todo lo que hoy inunda la web. Cuba, en comparación con otras naciones de América Latina, cuenta con una penetración de internet de solo un 7 por ciento; sin embargo, paradójicamente existen en la nación antillana enormes competencias profesionales para entrar a la red. Estos datos llaman poderosamente la atención de Darío Alejandro Paulino Escobar ganador en la categoría de Hipermedia.

¿Acaso los cubanos no estamos interesados en darle un uso distinto a la internet? ¿Cómo aprovechar sus ventajas?

«Primero hay que ser muy intuitivo. Uno tiene que saber qué necesita la historia. Creo que eso es importante para todo cronista, para todo el que quiera contar algo en el periodismo. Lo segundo es tener las competencias profesionales. Creo que insertar un podcasts de radio, una infografía, una foto en un reportaje o el fragmento de una entrevista filmada en video ayuda pero hay que saber dónde ponerlos. Tampoco se debe subestimar al público. Estamos ante una generación donde los públicos se lanzan al descubrimiento y ahí van encontrando recursos».

El jurado de este apartado sugería a los concursantes hacer un mejor uso precisamente de estos recursos hipermedias que diferencian al periodismo digital de otros modos de concebir la prensa. Del tema Darío señaló:

«El llamado del jurado es muy justo porque seguimos pensando de manera analógica. Incluso los más jóvenes seguimos reproduciendo esquemas de la cultura analógica. Aunque tengamos limitaciones importantes a nivel tecnológico creo que existen los medios y recursos para hacer un trabajo de gran tecnología a nivel hipermedia y hay muchos espacios que están dando muestra de eso. Aunque el cubano no entra a internet fundamentalmente para informarse, porque hay que comunicarse y resolver asuntos de la vida cotidiana, se pueden contar historias con todos esos recursos que están ahí, de la radio, la televisión, la prensa escrita. Quizás lo descarguen y lo consuman después desconectados. Todavía tenemos necesidad de que nos cuenten una buena anécdota. Narrarla con todos esos elementos para seducir… porque la belleza es imprescindible. Ella no va a pasar ni con internet ni con lo que aparezca. El buen periodismo es el que logra coger todas las herramientas posibles del mundo para contar algo de un modo diferente».

Vuelve a relucir el tema de «lo bello» en medio de palabras que abogan por mostrar la cara de una sociedad que necesita ser escuchada, de esa gente que allá afuera vive eternamente esperando por quienes usan la palabra para narrar sus historias. La esperanza está puesta en una generación cada vez más inconforme con su presente y que necesita transformar todo aquello que le impida hacer realidad sus sueños. Tiene la prensa cubana muchos retos, pero el periodismo cultural debe convertirse en salvaguarda del alma de una nación y a su vez en el motor que impulse el debate, el diálogo, la denuncia y la reflexión. No se trata solo de reseñar sucesos sino ponerles nombres y apellidos. Que sirvan para que en el futuro se conozca de la existencia de una sociedad que luchó contra las más duras adversidades y que supo preservar lo más importante: sus esencias.

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