Contemporaneidad sonora en jóvenes pianistas

A pocas horas de terminado el IV Encuentro de Jóvenes Pianistas ya se gesta el próximo, pues el público asistente se quedó con deseos de seguir escuchando obras del repertorio pianístico universal, que son poco interpretadas en la Cuba actual. Igualmente, fue posible constatar cómo la música contemporánea cubana ha ido ganando espacio entre la propuesta de los pianistas del patio, convirtiéndose en otro de los logros del encuentro.

En esta ocasión, las primeras de las obras referidas fueron los Doce Estudios Caribeños (2002), de Roberto Valera (La Habana, 1938), interpretados el domingo 5 de junio por el pianista Mervin Fernández en la Sala Ignacio Cervantes del Antiguo Casino Español. Al menos seis de los mencionados estudios ya habían sido escuchados antes de la mano de pianistas consagrados como Roberto Urbay, Sunlay Almeida y Francis Yang, pero nunca antes disfrutados de forma integral. 

Al referirse al tratamiento temático-musical de estas obras, el propio Valera expresó —en entrevista realizada por Pedro de la Hoz en el 2004—: «Aquí no hay nada programático, ni descriptivo, ni evidentemente extramusical». El resultado fue la concepción de doce piezas para piano donde conjugó el lenguaje musical tradicional con ritmos provenientes de géneros caribeños, para quien la búsqueda de una identidad regional fue el hilo conductor. 

En la misma Sala Ignacio Cervantes, pero el viernes 10 de junio, la pianista Lisa María Blanco realizó el estreno mundial de los Preludios estáticos (2016), de su coterráneo Daniel Toledo (La Habana, 1994). Basados en la reiteración experimental de pequeñas frases musicales, el compositor creó cinco obras deudoras de la música minimalista de finales del siglo xx, pero con las cuales recorre varios hitos de la historia universal de la música.

El primero de sus preludios posee un halo estructural de tocata barroca; el segundo alude al Clasicismo, centrándose en el desarrollo de una melodía despejada de galimatías; y en el tercero echa mano de arpegios chopinianos. Para el cuarto y quinto de sus preludios empleó respectivamente tanto la multidimensionalidad y catarsis del lamento como los cambios constantes de compases ―por demás irregulares― que reflejan la des-homogenización estética del siglo xx.

Dos días después, el domingo 12 de junio, en igual espacio cultural, la pianista Isabel Mesa estrenó en Cuba la suite El Batey (2009), primera obra para piano solo de Yalil Guerra (La Habana, 1973), ganador de dos Grammy Latino. En cada parte de dicho ciclo su creador caracteriza pintorescamente a seis distintos personajes que confluyen en el imaginario social del espacio físico propio de la industria azucarera de la Isla, de ahí su carácter contrastante.

De esta manera, la obra expresa el entramado de características culturales de cubanía, ya que su escucha remite a: la representación fugada del tosta`o, personaje que habla consigo mismo todo el tiempo; la melodía azucarada del dulcero; la estabilidad rítmica e isométrica tan necesarias para el saltarín; el aplomante y monótono wititío dormido; la coqueta y elegante criollita; así como referencias a la musicalidad del babalao, inspirándose en un canto a Ebioso.

En la penúltima velada, el domingo 26 de junio en la propia sala Ignacio Cervantes, la pianista Yamilé Cruz realizó el estreno cubano de dos obras de Tania León (La Habana, 1946): Momentum (2004) y Tumbao (2005). En la primera de estas, dedicada a Joan Tower, la compositora expone la forma en que se ha apropiado del blues para construir su propio universo sonoro, de ahí la utilización de un lenguaje a base de secuencias armónicas de acordes con novena, oncena y trecena, y una exquisita articulación jazzística.

Por su parte, en la segunda de las obras, dedicada a la magistral Celia Cruz, la creadora entrelaza y desintegra, a su gusto, una consecución de interminables tumbaos. En esta ocasión, recurre a la permanencia en la mano izquierda de pedales armónicos y rítmicos propios de la música popular cubana, dejando la fortuna cuasi improvisadora a la mano derecha. Ambas obras poseen el derroche de cubanía que su autora no ha perdido, a pesar de su ausencia en escenarios nacionales.

Así, compositores contemporáneos fueron abordados por noveles pianistas sin dejar paso al conformismo de engavetarlos. Si bien es cierto que la paleta discursiva se amplió en este mes de junio, aún se mantienen inconformes con el repertorio presentado, de ahí que aun el encuentro constituye un marco propicio para futuros estrenos de significativos exponentes de la música cubana actual.  

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