Granma: identidad y espiritualidad en una muestra colectiva

En un mundo tan globalizado como el nuestro, donde los públicos están constantemente permeados de información —unas veces cierta y otras nacida de la fabulación macabra del hombre—, un mundo donde la tecnología, el universo virtual y el consumo de materiales audiovisuales, han fomentado patrones de conducta basados en el consumo material, y en donde se (re)crea un espejismo sustentado en una necesidad imperiosa de poseer determinados recursos para sentirnos ¿satisfechos? En mundo donde, lamentablemente, el hombre se acerca por día a lo zoológico; propiciar un acercamiento a la historia desde una mirada artística es imprescindible para las más nuevas generaciones de cubanos.

La muestra visual Granma, desde la perspectiva de alguna de las principales voces de las artes visuales en Cuba, nos permite revisitar uno de los sucesos más significativos en la historia de las luchas por la liberación nacional: La travesía y el desembarco del yate Granma.

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Estas voces, consagradas cada una dentro de su línea estética, revisitan el suceso y construyen su propia lectura. Ya no sería solo la historia del yate —y fijémonos en que los protagonistas en esta exposición son barcos, no yates, lo que brinda ya una lectura otra—que partió de Tuxpan el 25 de noviembre para arribar a dos kilómetros de Las Coloradas el 2 de diciembre, cerca de las 6:50 de la mañana, y que marcó el inicio de las luchas guerrilleras que culminaran con el triunfo de la Revolución Cubana el 1 de enero de 1959. Granma propicia, además, un acercamiento humano y espiritual a aquellos hombres que protagonizaron el suceso. De ahí la presencia, llenando el objeto representado, de los elementos folclóricos de Ever Fonseca y Omar Fernández Gali, de la nostalgia a la que invitan la obra de Pedro Pablo Oliva y Alicia Leal, o de las referencias constantes a Martí que se aprecian en la mayoría de los artistas, evidenciando la fe de aquellos hombres en la figura del Maestro.
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La Asociación Hermanos Saíz aprovecha la XXXVIII edición de la Jornada Regino E. Boti, para regalar al público guantanamero una exposición donde se funden identidad y espiritualidad, en la que el arte sirve como vehículo para repasar parte de nuestra historia, esa que nos ha convertido en los hombres y las mujeres que somos.

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