Otra dimensión del personaje masculino en la documentalística de Tunas Visión

Tunas Visión presentó en el recién concluido Concurso Ania Pino In Memoriam, dos materiales filmados en 2015, escritos y dirigidos por Gianny López y fotografiados por Raúl Verdecia. Siendo una televisión comunitaria, nacida en el telecentro de la oriental provincia de Las Tunas, tiene como esencia encontrar historias en la comunidad para luego ser vistas en ella misma.

Esa circunstancia deja saldos positivos y negativos, pues se trata de trabajos sin ambición estética, que tratan en buena medida de complacer a los actores sociales en la fase de edición, porque ellos constituyen parte de su masa de espectadores potenciales. Pero también se aleja de modismos, extravagancias y manierismos tan socorridos en buena parte de la documentalística cubana contemporánea, tan ansiosa por cosechar premios y distinciones. En estos materiales se respira una inocencia salvaje, algo así como una poética de la sencillez que le entrega al espectador pequeñas historias extraordinarias, que poseen todo el derecho a ser contadas y a desembarazarse del anonimato.

La primera historia, codirigida por Lia Gómez, lleva el nombre de Oficio de Altura, y el título hace gala a una labor extraña y peligrosa que literalmente tiene que ver con las alturas. Se trata de la vida de Orestes Figueredo, un anciano de 77 años de edad que se ha dedicado toda su vida al desmoche de palmas, uno de los trabajos privativos de la ruralidad.

Figueredo es un hombre de familia, buen esposo y excelente tutor de hijos y nietos. Todos han crecido con el amor al trabajo, aunque no le gustaría legar su oficio como un bien familiar, pues aunque los años de exposición al vértigo de la caída le han dejado saldos positivos, sabe del gran peligro que implica esta anónima hazaña, grande y cotidiana. Aunque parezca un trabajo ocioso y de poca sistematicidad, el viejo asegura que el desmoche es altamente demandado en los meses de marzo, abril, mayo y junio, por ser el periodo de la mudanza de los penachos en las palmas reales y otras especies similares.

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Los camarógrafos realizan buena parte de la entrevista en el marco de las labores de Figueredo, ya sea encima de una palma o recogiendo el desmoche. En franca alusión a la campaña de economía y reutilización de recursos que maneja actualmente nuestro país, el viejo presenta en cámara el palmiche, fruta ajena al gusto del hombre, pero que sirve (nos cuenta), para alimentar los cerdos de su patio. De esa manera, el desmoche de las palmas cumple varias funciones, pues le sirve a la propia planta de confort, además de que le induce energías para el crecimiento, a la vez que produce alimentos para animales de corral.  

El material tiene solo 5: 19 minutos, pero basta el tiempo para provocar emociones, empatías y cavilaciones, alrededor de la rara fuerza que sostiene a este hombre, ya decrépito y sin dientes apenas, para realizar un trabajo tan duro y temible como el que le sirve de sustento.

El segundo material, codirigido esta vez por Niuver Rodríguez, lleva un tempo diferente y una historia de más calado humano. La luz de las palabras cuenta la historia de un padre excepcional, que ha dedicado su vida a su hijo enfermo, confinado en el Hospital Provincial de Las Tunas desde su nacimiento hasta el presente, transcurridos cuatro años y nueve meses de edad. Una parálisis cerebral infantil fue la causa de su minusvalía, provocada justo en medio de un preparto que cegó también la vida de su madre a causa de un paro cardiaco. Desde entonces el padre acude cada día a la sala médica, donde realiza labores de higiene y embellecimiento del niño, que se encuentra casi en estado vegetal.

Con una extensión de 7:59 minutos, un poco injusta con una historia que todavía tenía demasiado por explotar, el material se adscribe dentro de ese movimiento documental que pugna por una reivindicación de la figura paterna, disminuida o invisibilizada en una producción falocéntrica que exime las más de las veces el doblegamiento masculino en contextos familiares o laborales.

A diferencia del modus operandi de la Televisión Serrana, que desarrolla también historias rurales pero con técnicas que invitan a la problematización de relatos de vida o situaciones extraordinarias, estos materiales de Tunas Visión pecan de idealizar el entorno que filman, dejando en el espectador un deseo de profundidad que nunca es saciado en los metrajes. Aunque ambos materiales tienen el mérito de haber aportado otra dimensión del personaje masculino en la documentalística cubana actual, para futuras producciones la televisora podría proponerse análisis más profundos.

Fotos: Stills de Oficio de Altura

 

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