La vida en sonido: serie de podcast Crónicas de (re)confinamiento

La creación actual del danzólogo santaclareño Lázaro Benítez Díaz, egresado de la Universidad de las Artes (ISA), confluye entre vivencias, tecnología y danza. Todo el período de la cuarentena ha impulsado sus procesos reflexivos, además de sus recuerdos y pensamientos, condensados ahora en los episodios de su serie de podcast Crónicas de (re)confinamiento.

—¿Cómo vinculas en tu labor investigativa la tecnología y la danza?

—Mientras estuve en mi proceso de formación en la Universidad de las Artes, para mí la noción de tecnología en la danza estaba ligada a la relación entre el video y la danza; y quizá un poco más lejano, a lo que Jorge Dubatti reconoce como tecnovivio: dispositivos puestos en un espacio escénico vivo donde una o varias personas interactúan con la tecnología.

Evidentemente, como casi todas las personas en el mundo, luego del confinamiento me he visto obligado a transformar mis hábitos y encontrar en el espacio virtual de internet espacios, formas, maneras de visibilización e interacción con otras plataformas. Eso de alguna manera me invita a repensar las formas habituales de la investigación, sobre todo por la circunstancia actual de las relaciones de forma virtual.

Por lo tanto, podría decir que hay dos etapas del vínculo de mi investigación con la tecnología y la danza. Una primera en la que fungía como espectador de la tecnología, y otra en la que interactúo con los procesos tecnológicos, los cuales son el único mecanismo para tener presencia en un mundo visiblemente confinado.

—Qué te motivó a hacer un podcast?

—Yo tenía desde hace un tiempo la necesidad de documentar y construir historias de ficción respecto a mi propia vida.

Este segundo confinamiento me hizo pensar desde el encierro sobre la etapa en que hice mi servicio social. Paradójicamente estar en la montaña del Escambray en una zona de silencio fue, a mi entender, otra forma de encierro, o por lo menos así era como yo lo ficcionaba. Encontré ese paralelismo entre dos espacios temporales y geográficos diferentes.

Entonces, una vez estoy confinado vuelvo a esas historias y creo el primer capítulo que surgió de una forma experimental y como espacio para crear e interactuar.

—¿Cuáles sitios de podcasting tienes de referencia para el trabajo que realizas?

—Los podcasts cubanos me han permitido acercarme a ese mundo en el que solo tenía como referencia y fundamento mi formación como actor. Ello me ha sido de suma utilidad en el proceso. El Enjambre es el primero al que tuve acceso; eso fue cuando Miguel Hayes me invitó a que comentara mi experiencia en el primer confinamiento en Francia. He escuchado En Estéreo Podcast y Afrocuba; este último realiza un trabajo interesante sobre la negritud y el racismo. También está Ediciones Sinsentido, y Cubapod con una labor estadística excelente.

También sigo una página de Facebook que se llama Podcasteros cubanos.

—Teniendo en cuenta que te insertas en esa red de podcasts cubanos, ¿el tuyo será siempre un espacio de expresión individual o se podrán insertar discursos, experiencias y vivencias de otras personas?

—Antes de que el podcast resida finalmente en el sistema numérico, transita por un grupo de capas de trabajo. En un primer momento construyo la historia y la grabo, al terminar la envío a un grupo de amigos los cuales me hacen devoluciones sobre mi poética, mi sentido con las historias y el podcast a su vez. Con sus criterios yo realizo una reconstrucción, hago cambios y transformaciones al episodio para luego subirlo a la red.

Luego del segundo episodio, con este grupo de amigos pensamos que sería interesante generar en otra plataforma un espacio donde aparecieran formas de documentar en audio que estén relacionadas con mi estilo de creación, pero con otras voces e historias que se interconecten.

Esta iniciativa surge justamente porque nos interesan mucho los espacios y discursos generacionales.

—Tal como me comentabas y como oyente de tus episodios, percibo un vínculo entre criterios biográficos, danzológicos y sociológicos. ¿Cómo es el proceso creativo de cada entrega?

—Sobre esto, yo creo que es importante referirme a la estructura de los podcasts. Crónicas de (re)confinamiento lo tengo proyectado como un programa con 10 episodios.

Las historias las comienzo a construir desde el título. El propio nombre del episodio me empieza a sugerir nombres, situaciones, frases, rostros… y al momento me viene a la mente una canción que los acompaña.

Por ejemplo, en el caso del capítulo titulado Zulema, la emperatriz cabaretera me sucedió algo muy interesante al encontrar a la persona que le quería dedicar esa emisión. El título fue otro en un inicio, cada ocasión que cambié el nombre del episodio la historia varió, hasta que finalmente llegué al rótulo actual con el que construí una narración muy larga para el tiempo predeterminado de mi podcast, aun así no encontraba la música para acompañar esa historia.

Ninguno de los procesos ha sucedido de la misma manera. Cada episodio se transforma a partir de elementos muy prácticos. En el primero estaba todo el deseo de experimentar y crear esta primera experiencia. Ese salió al instante, mientras escribía ya estaba la melodía y cada una de las imágenes de la narrativa. Fue muy fácil editarlo por el ritmo y la tonalidad.

En el segundo me sucedió que tenía el sujeto y la situación muy clara. Empecé a construir estas otras situaciones que están alrededor del personaje y salieron en la medida en que lograba tener una interacción con el personaje, y los visualicé y me sentí parte de esos momentos de nuevo.

Ese proceso de viaje en el tiempo con las historias, a veces me hicieron sentir mal, porque no todos los momentos que yo viví en la montaña fueron agradables. Lo real que narro en esos ocho minutos no sucede en un mismo día, sucedió en el transcurso de un año. Pero todas esas historias fueron un largo camino que me evoca muchas relaciones emotivas.

—¿Qué otros proyectos has realizado durante la cuarentena?

—Desde marzo hasta la fecha realicé varios proyectos entre ellos la realización del forodebate 11M, donde revisitábamos y reflexionamos sobre lo sucedido en la manifestación del 11 de mayo del 2019 en La Habana. Luego realicé un performance con el artista marsellés John Deneuve y el músico Olivier Le Falher. Posteriormente comencé los episodios de Crónicas de (re)confinamiento.

En paralelo generamos junto a un grupo de amigos algunos proyectos, como una opereta en colaboración con dos artistas cubanos. También surgió la idea de construir un sitio web que visibilice el quehacer de jóvenes migrados, en relación con jóvenes de nuestra generación que se encuentran en Cuba y esos diálogos transterritoriales que de alguna manera son medio de documentación de procesos.

—¿Qué temas de investigación te ocupan actualmente?

—Como parte de mi tesis de maestría realizo un análisis de dos obras de un creador mexicano; a partir de una noción construida por mí que es la transcorporalidad. Intento observar y analizar cómo este término existe dentro de dos obras de un creador llamado Lukas Avendaño. Por otra parte continúo en una cartografía de las corporalidades y creaciones disidentes en América Latina y el Caribe.

Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Lo más Leído

Lo lamentamos. No hay nada que mostrar aún.

Suscripción

Para recibir nuestro boletín ingrese su dirección de correo electrónico