Apúrate, que nos vamos de cabaret

Ponte cómodo. Porque aquí se hace de la luchita un arte. Si se encuentra con una pionera revolucionaria,o una miliciana, o un héroe, o una puta eficaz e inteligente, si se encuentra con poemas cotidianos y un discurso crudo, desnudo, si le ofrecen las quince razones para seguir construyendo un país, o una casa, si se encuentra con Mella, Guiteras o Martí, si Cuba va entera, y canta, y goza; entonces, sabrá que está en CCPC La República Light, en su tercera temporada.

Ellos, los de El Portazo, quieren hacerle competencia a Juego de Tronos, y se toman muy en serio lo de la saga, aga, aga, aga…

Vuelve a Holguín este cabaret, la locura de Pedro Franco y un elenco que se desangra en el escenario. Y como todo cambia, aparecen, no por arte de magia, nuevos actores. Otros, en cambio, resisten y se quedan, y qué bueno lo han hecho, qué bueno han disfrutado esta aventura desde un inicio. Súbeme la música. Show must go on…

En esta parte de la película, en constante work in progress, Pedro Franco mantiene las mismas esencias, una Cuba difícil, actual, contradictoria, la Cuba de nosotros. Sí, y nos lo dice con rima, con destreza, con firmeza; nos invita a entender este contexto, la realidad que vivimos. Nos alarma, pudiera decirse.

CCPC 3 retoma algunos fragmentos de la anterior parte, pero incorpora, para suerte de lo que hemos estado en cada cabaret, nuevas escenas y momentos musicales. Sí, hay que renovarse, actualizarce con La Colmena TV y hasta la propia Constitución, símbolo que “desafió” el final de la puesta en escena.

Para los que por primera vez disfutan de la obra, siempre asombra la espectacularización, los vestuarios, el maquillaje, la concepción de cada uno de los personajes, un texto íntegro, capaz de atravesar y recorrer a la Isla desde diversos enfoques, el hecho de vivir y sentir el cabaret, y tomar, bailar, formar parte, como público, de la obra. Pero para los que repetimos, buscamos la diferencia entre una puesta y otra, nos enfocamos en la evolución de la Cooperativa, en la manera de interpretar de sus actores. Y sí, encontramos muchas similitudes.

Pedro Franco, apoyado en un fuerte equipo creativo y técnico, ha sido sabio a la hora de escoger sus actores. Es plausible, simpre lo diré, el trabajo de María L. Germán, Betiza Bismark, Iván García, Williams Quintana y Juan L. Prado, los de la vieja guardia, esosque en cada una de las puestas hemos visto disfrutar, llorar,desgarrarse, mientras nosotros, en escena, no sentimos la tensión que puede existir detrás del telón, que la hay, por la naturaleza y dinámica de la obra.

CCPC… es también una tribuna, un espacio para gritar, denunciar; teatro cuestionador, arriesgado y decidido. Y de eso necesita las tablas, en la que elpúblico pueda morirse de la risa, pero también pueda salir llorando, pensando.

Este café, que sabe y huele a Cuba, que parece un juego, pero no lo es, este trabajo audaz y convincente de El Portazo, acierta, por sobre toda las cosas, por la fuerza de su discurso, en el que haynombres imborrables einsustituibles.

Ellos creen, rotundamente, en que Cuba va, pero se preguntan: “¿pa´ dónde?” Ellos buscan un caballero gallardo, una delegada de circunscripción, un Patria con bandera. El Portazo desnuda, literalmente, su alma, y la entrega, sin miedos, ni rencores; cree en el cambio, porque es justo y necesario. Dentro de CCPC…todo. Anda, sube al escenario y baila, hasta que no puedas más. Relájate, que te veo serio, y eso aquí no puede pasar.

Olvida la paciencia y deja, al final,una propina.

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