Sancti Spíritus
El hombre como pasión inútil
El hombre es una pasión inútil
Jean Paul Sarte
El poemario “Restos”, del escritor espirituano Ariel Fonseca Rivero, fue publicado por Ediciones Luminaria en el 2018. Se trata del primer poemario de este autor, quien anteriormente tenía un recorrido en ascenso como narrador de prosa infanto-juvenil y para adultos.
Como parte de la colección Verja, este cuaderno consta de 41 páginas y varios textos cortos en los que la mutilación, la pérdida y el vacío constituyen sus direcciones conceptuales fundamentales. Estructurado en tres partes: Uno, Dos y Tres, el autor consigue una búsqueda estética de lo sucio, de lo que históricamente se ha entendido como feo, lo desvalido, las asimetrías y el despoblamiento del ser a favor de la nada.
El primer capítulo, Uno, a la luz de un exergo de Marcelo Morales Cintero que devela el sentido del libro, reúne 10 poemas, iniciados por un texto enteramente contemplativo: “Sentado en el parque descubro restos de una mariposa”. A partir de este momento comienza una cadena de ideas, imaginarios, acciones y sucesos existencialistas en todos los versos, entendiendo cómo el ser se relaciona consigo mismo mediante una relación constitutiva de su propio ser. Esa idea del existencialismo sartreano de que “no hay una esencia fija e inmutable sino solo un proyecto, una pura posibilidad, pues cada individuo se hace mediante sus propias decisiones y su única finalidad es la muerte”.
El segundo capítulo, Dos, atañe a la relación memoria/vacío con 10 poemas, cuya apertura se concreta con un formidable texto “No sé escribir”. En esta parte, la cotidianidad no es la vida, ni el entorno ni la realidad, sino el marco donde el ser humano se coloca ante su propio ser y se hace responsable de sus decisiones, aun de la defenestración de sí, el abandono final que tiene lugar en las emociones y experiencias reunidas en el capítulo Tres.

La ética existencialista basada en esta responsabilidad de asumir las decisiones, incluso las más crueles y desgarradoras constituye el centro conceptual del libro. Son 29 poemas cortos, sin grandes complejidades estróficas o rítmicas, rebuscamientos lingüísticos y con alta narratividad, imaginarios existencialistas y desvaríos sicóticos entre el yo, el tú y la existencia.
Se trata, en fin, de “restos” de humanidad, ni confesionales, ni memoriosos, ni denunciantes. Son más bien trazas, huellas laceradas por abandonos, ausencias, pérdidas y circunstancias capaces de mutilar incluso la sucesión de los días y el posible sosiego de la nada.
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Datos de la autora
Yanetsy Pino Reina (Sancti Spíritus, 1977). Escritora, profesora universitaria, editora e investigadora. Licenciada en Letras y Doctora en Ciencias Literarias. Entre sus libros más conocidos tanto dentro como fuera de Cuba, está Hilando y deshilando la resistencia (pactos no catastróficos entre identidad femenina y poesía), editorial Casa de las Américas, La Habana, 2018, Premio Casa de las Américas 2018 en Estudios sobre la Mujer. Es miembro de la Uneac y de Honor de la AHS.
Niños y niñas dibujan el rostro triste de la pandemia
El mundo tal y como lo conocíamos ha cambiado, a causa de la covid -19. Casi desde que arrancó este 2020 nos entristecen las noticias de numerosas pérdidas humanas, la preocupación por el bienestar de nuestros seres queridos atrapados en algún lejano paraje, lejos de casa y, entre otras consecuencias de la pandemia, nos agobian los largos períodos de encierro.
Unidos por un mismo ideal
Subían y bajaban del lomerío con las palabras en forma de verso. Alegraban las noches en el corazón del parque Serafín Sánchez Valdivia o en una esquina de cualquier calle. Proponían esculturas con dimensiones llamativas. Daban vida, color y sonidos bisoños a la quieta ciudad.
En su mayoría, olían aún a escuelas habaneras o villareñas. Consumían expresiones artísticas renovadoras; discursos desafiantes para algunos, alarmantes para otros. Eran capaces de arrastrar a unos cuántos curiosos, y a otros ya convencidos de la valía de la oleada de jóvenes con muchas ganas de hacer y que poco a poco rompieron filas para integrarse al contexto cultural espirituano.
“Como en el resto del país, los artistas jóvenes estábamos agrupados en la Brigada Raúl Gómez García, la Brigada Hermanos Saíz y el Movimiento de la Nueva Trova. Mas, como resultado de la lógica en el desarrollo como creadores llegó la necesidad porque lo fue así, una necesidad de unirnos todos como Asociación Hermanos Saíz”, recuerda con detalles Carlos Manuel Borroto, protagonista de aquel contexto.

Desde hacía meses, se hablaba de esa fusión, no bien aceptada, según la memoria colectiva de los protagonistas de aquel contexto, por todo el gremio por los temores propios que genera lo nuevo. Sin embargo, tras largos debates en busca del bien común, se aprobó, el 18 de octubre de 1986, en el Encuentro Nacional de Jóvenes Escritores, Artistas y Técnicos de la Cultura.
“Fue el momento en que se materializaba y fortalecía el sistema institucional de la cultura. Por tanto, el mecanismo para el intercambio estaba también”, rememora Juan Eduardo Bernal Echemendía (Juanelo), otro de los testigos de aquel nacimiento.
La nueva generación siempre con muchas cosas por decir no cedió espacio y aprovechó cada instante. El diálogo directo con los diferentes públicos siguió en el centro del colectivo que guitarra, pinceles y cuadernos en mano; no sabían lo que significaba la palabra conformación.
“Las más jóvenes generaciones siempre son vistas con la expectativa de qué va a pasar y nosotros no escapamos a ello. No obstante, recuerdo que se nos respaldó desde la Unión de Jóvenes Comunistas, el Partido y la Dirección Provincial de Cultura. En aquellos primeros instantes, teníamos muchas carencias: no existía la editorial, el Teatro Principal era cine; ni imaginar con emisoras municipales o un canal de televisión, por lo que no parábamos en el interior de las recién creadas instituciones. Todavía en industrias como el Central Uruguay y en centros de acopio en alta mar deben recordarnos, porque nos íbamos a esos lugares por días para compartir nuestras creaciones y nos uníamos a sus diarismos”, describe Carlos Sotolongo, otro de los miembros del primer ejecutivo de la filial espirituana de la AHS.

En muy poco tiempo, otra prioridad tocó las puertas de la organización: una sede para que se convirtiera en guarida segura de tanto quehacer.
“Estaba en nuestros debates hasta que pasados unos años de la constitución de la AHS nos entregaron la vivienda, ubicada en la calle Céspedes, que desde entonces es la Casa del Joven Creador. A la par de esa preocupación siempre estuvo la de ejercer un diálogo constante, propio del cambio histórico protagonizado por la juventud. Y como ha sucedido en muchos otros momentos, no siempre encontró oídos receptivos del otro lado. Pero nosotros no nos cansábamos y volvíamos una y otra vez”, insiste Juanelo.
Como en la ciudad del Yayabo, en Trinidad el empuje arrollador de la juventud de los años 80 dinamizó los múltiples espacios donde el pensamiento se acomodaba con beneplácito.
“Recuerdo con añoranza aquellos días en que la ciudad era un centro cultural. La AHS es un oasis artístico, donde lo nuevo se mezcló con lo viejo y se compartió con el pueblo. Tanto así, que desde que nos entregaron como sede la casa ubicada en la calle Jesús María, se convirtió en el espacio de creación para artistas de la plástica, el escenario del Teatro Gaviota, donde también sucedieron peñas, talleres… Y contamos siempre con la ayuda de quienes ya tenían una obra consolidada”, cuenta Carlos Enrique Sotolongo, presente en cada uno de aquellos primeros instantes.

Sin percatarse el tiempo pasó y a su mismo ritmo, se sumaron otras nuevas voces al grupo fundador de la AHS en predios espirituanos, quienes por edad fueron cediendo su vida activa en la organización. Mas, la mayoría no ha dejado de estar en las propuestas con aires bisoños.
“En la AHS nacieron muchas de las principales personalidades que hoy representan nuestra cultura. Lo que entonces fue un sencillo cuaderno, moldeado en un taller, hoy es un referente. Al igual, sucede en el resto de las manifestaciones”, opina Rigoberto Rodríguez Entenza (Coco), a quien se le encuentra siempre por la Casa del Joven Creador de Sancti Spíritus.
De esa efervescencia inicial, se ha bebido a lo largo de estos 34 años de vida. Eventos como el Voces cruzadas, único espacio de su tipo en el país para mirar desde la ciencia a nuestros medios de comunicación, y el Lunas de invierno, el más importante de la filial espirituana por unir a todas las manifestaciones artísticas con propuestas para los espacios públicos son dos ejemplos de un quehacer consolidado con el talento y compromiso para encauzar inteligentemente el arte cubano.
“La Asociación se parece a su tiempo y cada joven es capaz de transformar su entorno en la manera que le es posible”, reflexiona Liudmila Quincoses, la espirituana con mayor período de tiempo en el ejecutivo provincial de la organización.

En el centro del lente
Muchos de los trazos de esta historia llegan por vez primera en formato de documental, gracias a la idea original, dirección, edición y postproducción de Alexander Hernández Chang. Resulta el mejor regalo al cumpleaños de la AHS en tiempos de COVID.
Entrevista con más de 10 protagonistas de estos 34 años se cruzan en un discurso ágil sostenido en fotos que nos devuelven momentos únicos a lo largo de esta historia.
No en vano su título, Memorias de Juventudes, nos toma de la mano desde aquel año 1986 hasta el quehacer actual y con el impacto de las células de Jatibonico y Trinidad.
La Comisión de Género de la Uneac y la AHS de Sancti Spíritus iniciará a partir de este mes, una serie mensual de conversatorios de 10 minutos diseñados en el proyecto "Formar ciudad: espacios interactivos". No te lo pierdas desde su perfil en Facebook. #UneacSanctiSpiritus#Uneac#CubaEsCultura #Cuba🇨🇺
Publicada por Unión de Escritores y Artistas de Cuba – UNEAC en Miércoles, 14 de octubre de 2020
Su premier se soñó con la apertura de la Casa del Joven Creador de Sancti Spíritus, finalmente reparada, después de más de dos años con la presencia de fuertes laceraciones constructivas, y en su interior un centro documental, donde además de atesorar bibliografía de interés para su membresía resguardará en una publicación impresa esta historia.
La actual situación epidemiológica de la provincia obligó a dilatar la celebración por todo lo alto. Mas, un día, no muy lejano, la casona de calle Céspedes abrirá esplendorosa sus puertas para retomar su vida y devolvernos la magia de un grupo juvenil que cree fielmente en que la cultura salva, a pesar de los molinos de vientos.
Claustrofobias Promociones Literarias entrega Premio Colateral en concurso de la radio joven cubana
Claustrofobias Promociones Literarias entrega un Premio colateral en el Taller y Concurso de la Radio Joven Antonio Lloga in memoriam desde 2016. Claustrofobias reconoce el poder y valor de la radio cubana que acompaña la promoción de libros y autores cubanos y universales.
Restauran sede de la AHS en Sancti Spíritus
Ariel Fonseca hace autostop en la Autopista 8
Ariel Fonseca (Sancti Spíritus, 1986) no deja de ser noticia en el panorama literario cubano. A sus libros anteriores –los cuentos de …aquí Dios no está, Hierbas y Ventana al mar, los relatos para niños de El circo invisible y el poemario Restos– se añaden ahora el texto para jóvenes Une los puntos y verás, publicado por la Editorial Oriente y presentado en la reciente edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana, y la novela Do not disturb, aún en proceso editorial por la Casa Editora Abril, con la cual ganó el Premio Calendario 2019 de Narrativa.

Do not disturb “trata temas cotidianos como el amor, la violencia, los traumas de la infancia, el travestismo por esos traumas de la niñez, los celos, el dolor… Pero todos los textos tienen un desenlace paranormal. Se llama así porque todo ocurre dentro de un motel o al menos dentro de ese radio. Es que como si alguien, un hombre o mujer, no lo defino, estuviera contando todas las historias, sin excepción y no importa que el narrador sea en primera o en tercera persona. Es que la distancia entre el narrador y el personaje es muy corta, a veces no se define quién habla, si es el narrador o el personaje. Es como que el narrador y el personaje casi fuera uno; quise que el narrador padeciera todo como si fuera el personaje”, dice.
“Siempre digo que los protagonistas no son las personas, son el empapelado, el espejo cóncavo, la máquina de hielos, el columpio y la Autopista 8, que da paso al motel. Me han dicho que regresa una y otra vez, e imagino que sea porque hay un personaje que está ahí varias veces como mal augurio, que es el niño de la cazadora roja con el slogan de los Red Socks, y la máquina de hielo. Y el empapelado, que juega un papel determinante en varias historias o según su color podemos descubrir qué está pasando o qué pasará”, añade Ariel Fonseca, a quien siempre asocio a cosas que poco tienen que ver entre sí: cuentos donde se destila cierto realismo sucio, ese que se torna cotidiano, compensado con un adecuado manejo psicológico de unos personajes que insisten en comprender el porqué de sus acciones, aun por extrañas que estas parezcan; pero también lo relaciono a la pizza con frijoles, extraña combinación que hace las delicias del paladar de Ariel; a las albóndigas de su madre; el pie de limón; a las calles de Sancti Spíritus, donde vive y escribe; a las empedradas y centenarias callejuelas de Trinidad, que visitamos juntos; a su obsesión cuando quiere cualquier cosa, un libro, por ejemplo; a sus timbres telefónicos a cualquier hora del día o de la noche…

Ariel Fonseca escribe historias escuálidas y conmovedoras, que recuerdan las del J. D. Salinger y donde soplan, además, ciertos aires de Charles Bukowski, Raymond Carver, Ernest Hemingway… muchos de los maestros a los que rinde homenaje en sus narraciones, aunque Ariel lee como pocos, analice y a veces hasta “descuartice sin piedad” a sus contemporáneos. Sus personajes “sienten, respiran, sufren y dañan”; relatos de gente común, sin muchas o grandes expectativas en la vida, esos que vienen a poblar la verdadera historia.
Dice Ariel que él es todos sus “personajes y a la vez no”. Y le creo. Lo notamos al leer los 13 cuentos que conforman Hierbas, libro publicado por La Luz con el que obtuvo el Premio Celestino de Cuento en 2015. Pero también en …aquí Dios no está (Ediciones Luminaria, 2010) y Ventana al mar, Premio Fundación de la Ciudad de Sancti Spíritus Fayad Jamís 2016.
Ventana al mar, uno de sus libros recientes, muestra, como si miráramos precisamente desde una ventana, a un narrador más metódico que sigue con las mismas obsesiones de su primer libro –por algo son obsesiones, no– y que mediante ella se nos desnuda, pero esta vez sabiendo que ya ha corrido los riesgos que implica hacerlo. Que ha crecido. Siete relatos que, nos dice Dalila León Meneses, nos entregan la expresión más realista del hombre alienado: “No exentas de un sutil sarcasmo y un reflexivo pesimismo, abordan temas tan habituales como la soledad, la pérdida, el amor y el desamor. Están otros argumentos con un trasfondo más explícito como los prejuicios sociales, la inmigración y, por supuesto, las circunstancias de la condición sexual, no superada aun en nuestra sociedad contemporánea”.

Este libro habla de las derrotas; otros de Ariel también. Estén poblados por personajes sin grandes expectativas, hostiles, desarraigados, desencantados, marginales y marginados, y solos, principalmente eso, muy solos. Ellas, las derrotas, me dijo una vez, son el hilo conductor de esas historias y también la obsesión común, en un intento fallido de escapar de una vida hueca. Para qué comprar y leer un libro así, podríamos preguntarnos. Para descubrirnos y quizás, frente al libro-espejo, desmantelar la expresión de soledad, como un exorcismo. Me interesan las personas, lo que ellas son y porqué lo son, parece decirnos Ariel.
Mediante la literatura, lucha contra sus miedos e incertidumbres. Grita que debemos aceptarnos tal y como somos, con nuestras potencialidades y limitaciones, con nuestros sueños y pasiones. Eso es lo que les pasa a sus personajes, aún no han aprendido a aceptar lo que son y por ello fracasan. Aunque Borges aseguraba que lo que decimos no siempre se parece a nosotros (esperemos entonces por la llegada a la librerías de su libro Do not disturb).

El Ariel que imparte clases, el que espera el autobús cada mañana, el que cuida de su madre, no es el mismo que escribió el primer cuento y mucho menos el que ha escrito el más reciente. Incluso, los poemas de Restos, un libro suyo publicado hace poco también por Ediciones Luminarias. No hablo de capas, sino de sedimentos –existenciales, literarios, vivenciales– que van formando al ser humano y al escritor. Como sus personajes lo hacen con el alcohol y el cigarro, Ariel se siente vivo mientras escribe. Vivo mientras alguien lo lee y, digamos, se descubre. Es como si luchara consigo mismo y la literatura fuera, además de lanza, blasón. Por eso no nos extrañe que vengan nuevos premios y otros tantos libros con su firma.
Portadas de los libros de Ariel Fonseca
Abriendo caminos con Teatro Garabato
Con el estreno de Más allá de sus narices, a partir de un texto de René Fernández, Teatro Garabato, colectivo espirituano dirigido por José A. Meneses Ortega, celebra sus 25 años.
Los festejos comenzaron un poco antes, con A puntas, versión libre de El lago de los cisnes con dirección de Luis Orlando Antúnez, Bambino, director de la compañía camagüeyana La Andariega, llevada a escena mediante el uso de los títeres y tras un amplio proceso de montaje y apropiación de los códigos del ballet mediante las manos.

“A puntas no tiene nada que ver con lo que habíamos hecho hasta ahora, ni con Sancti Spíritus. Los actores tuvieron que decodificar muchas cosas, aprender a llevar el paso del ballet a las manos. Franklin hace un trabajo genial ahí, logra pasar a las manos los pasos. Algunas personas que no conocen de ballet no entienden la puesta, aunque Bambino logra que la dramaturgia sea clara, una obra visualmente hermosa; eso atrapa, para los niños que nunca habían visto ballet fue una experiencia única”, dice Meneses.
La puesta, comentó entonces Bambino, posee muy pocos elementos coreográficos pues se basa esencialmente en imágenes; todo lo demás lo compone el vestuario y las puntas que usan en las manos, alusión a las zapatillas y posturas que adoptan los bailarines.
Por su parte, Más allá de sus narices regresa al trabajo con el clown, que ha caracterizado parte del trabajo del colectivo espirituano. “Nosotros la montamos hace 15 años más o menos, con otra lectura, otra visualidad del espectáculo, con payasos elegantes, coloridos, sin perder el texto tampoco de René, pues creo que es uno de los mejores dramaturgos que escribe para niños en Cuba y sobre todo el texto para clown. Además, René ha estado muy vinculado con el grupo, incluso en los inicios trabajó en la preparación de los actores, pues Garabato ha tenido como característica que estos siempre se han formado en la compañía, ha sido un poco escuela”, asegura José Meneses.

Más allá… sostiene su eficacia escénica en varios factores, entre ellos el trabajo de los actores: los jóvenes Franklin Adrián Romero Benítez, Lil Laura Castillo Rodríguez y Gabriel David Collera Rives, además del experimentando Juan Modesto Castillo Claro. El clown les ofrece las posibilidades del desarrollo del cuerpo, la gestualidad, la expresión extraverbal, sostenida por un texto sólido, conservado en su mayoría en la adaptación realizada por Meneses, a cargo de la puesta en escena y el diseño general. Por otra parte, el diseño escenográfico y de vestuario (Oriesky González), de luces (Ángel Martínez Águila) y la selección de banda sonora a cargo de Alberto Rodríguez Hernández, eluden el típico clown en la búsqueda de otras formas de expresión, apoyándose incluso en el trabajo con títeres. Estos nos trasladan a un basurero donde varios recolectores de desechos sueñan ser actores. Entre basura y después de la jornada, hermosa metáfora la del maestro matancero René Fernández, hay un mundo posible.

“En el clown tienes que defender una psicología, una historia, no eres el tipo que se pintó la cara y viene a hacer chistes”, añade Meneses, graduado de la Escuela Nacional de Instructores de Arte (ENIA) y con un trabajo reconocido también en el ámbito comunitario y de aficionados, fuente de la que bebe Garabato, y fundador además del Festival de Teatro de Aficionados Olga Alonso.
Más allá de sus narices, atractivo divertimento escénico protagonizado por clowns, que nos hace pensar, defiende precisamente eso: el papel del clown en el escenario teatral y las posibilidades interpretativas y creativas que le trasmite al público como complejo y necesario ejercicio.
Garabato surgió en 1994. Hablemos un poco de esos días iniciales…
Garabatos son los trazos que los niños hacen cuando están empezando a escribir. Es también, si lo llevamos a la religión, el implemento que Eleggúa tiene para abrir los caminos; es lo que usa el campesino para apartar la maleza. Y el teatro es un poco de eso también, algo que tú usas para apartar las cosas malas del camino, ayudar a las personas, quitar de la gente esa maleza que tienen dentro…
Nosotros empezamos haciendo teatro de calle, el clown incluido dentro de este tipo de teatro, y los actores de las academias no vienen preparados para hacer teatro de calle.
En 1994 se potencian los proyectos teatrales. Se me dio la oportunidad, entonces, de materializar un sueño: tener un colectivo profesional. En un principio fuimos autofinanciados y así estuvimos bastante tiempo por lo que renuncié a todo, incluso al salario. Significó empezar prácticamente de cero, pero era el precio para hacer lo que quería.

¿Qué ha caracterizado el trabajo de Garabato en estos 25 años?
Los actores siempre han sido hombres, esa es una característica del grupo; ahora está Lil Laura desde hace un año, pues no había mujeres para trabajar, es muy difícil… Llegamos a tener 10 o 12 hombres en el grupo. La calle nos da la posibilidad también de que el hombre haga los personajes femeninos. Tratamos de rescatar mucho un fenómeno no muy estudiado por el teatro, que incluso los historiadores de este arte no reconocen como parte del teatro de relaciones espirituano: las comparsas artísticas. Eran personas que salían en las fiestas del Santiago, que es el carnaval de aquí, arrollando hasta un lugar y al llegar hacían una representación teatral. El último espectáculo que llevamos al Festival de Camagüey, Yayaberías, está basado en esta tradición. Esa comparsa estaba compuesta solo por hombres, muchos disfrazados de mujeres.
Hemos trabajado muchas cosas de la tradición espirituana, partiendo de su estudio. Yayaberías tiene que ver con todo el folclore campesino. Obsesión con todo lo que es la parte de las construcciones en Sancti Spíritus, sus rejas, las columnas… Pero paralelamente hemos hecho títeres. No nos hemos centrado en una sola poética en el grupo.
Vuelo al mundo de las letras
Formar lectores y sostener diálogos con los más jóvenes resulta una de las metas que se ha trazado la sección de literatura de la filial espirituana de la Asociación Hermanos Saíz.
Y en busca de recorrer caminos certeros para alcanzar ese fin, varios de sus miembros apuestan por la realización de encuentros constantes con el público meta de sus creaciones. Una idea que, aunque, con olor a “cascarón”, ya da algunas alegrías.

Así se comprobó, recientemente, en la Biblioteca Provincial Rubén Martínez Villena, de Sancti Spíritus, cuando un grupo de estudiantes del Instituto Politécnico de Economía Enrique Villegas Martínez accedió a compartir con dos de los escritores jóvenes más reconocidos del territorio: Rosamary Argüelles García y Ariel Fonseca Rivero.
“Necesitamos mucho acercarnos al público, sobre todo, entre los estudiantes. Estos espacios pueden abrirnos puertas para integrarnos, porque les permitimos que ellos digan lo que creen”, dice la autora de La alternativa de Hum, publicado bajo el sello editorial Loynaz, de Pinar del Río.
Lecturas de fragmentos de sus creaciones, muestra de sus libros que han visto la luz en los últimos tiempos y disertaciones sobre los sucesos más recientes en el panorama literario marcaron el tiempo del ir y venir de palabras.
“También aprovechamos para donar nuestros libros ya que, por la escasez de papel, las publicaciones son reducidas y al formar parte de la colección Raros y valiosos podrán ser consultados por muchas más personas”, acota.

Por su parte, el espirituano Fonseca Rivero, padre de las páginas Hierbas, y máximo timonel de la sección de literatura de la filial de la AHS, reconoció que nunca será suficiente la labor que se realiza en aras de cultivar el hábito de la lectura en los más jóvenes.
“No es sólo para que ganen conocimientos, sino para mejorar sus ortografías, además de que aprenden a interpretar sus contextos y eso los convierte en seres humanos más integrales capaces de hacer volar sus imaginaciones”, concluyó.
Todos los meses, la joven vanguardia artística espirituana realiza intercambios de este tipo, tanto en las instituciones culturales como en las que pertenecen al sector de educación.
Lunas de invierno brilló con el arte joven (+ fotos)
El arte joven invadió las calles de la ciudad de Sancti Spíritus del 12 al 15 de diciembre. Organizado por la AHS espirituana y bajo el lema “Una cita para gigantes”, Lunas de invierno destaca ya en su XII edición, por ser el único evento de arte callejero en el país.
La cita estuvo dedicado a Juan Eduardo Bernal Echemendía (Juanelo), reconocido investigador y pedagogo, uno de los primeros presidentes de la organización en la provincia y al frente desde hace varios años de la filial de la Sociedad Cultural José Martí. La AHS lo homenajeó y conversó sobre su vida y obra en la sede provincial de la Uneac.

Lunas… inició con un pasacalle desde la Avenida de los Mártires al Parque Serafín Sánchez, en la entrada del bulevar de la ciudad, un concierto del rapero Yosvany Suárez Li, y la entrega de un reconocimiento especial a asociados destacados del territorio.
Se reunieron nuevamente en Sancti Spíritus jóvenes de varias partes del país que cultivan creaciones pensadas para espacios abiertos, sobre todo teatro callejero, performances, música…
“Sin grandes pretensiones, la cita retorna para agitar la cotidianidad de la ciudad con significativas propuestas artísticas; una regalía que la AHS, en coordinación con el gobierno e instituciones culturales, hace al pueblo espirituano y sus visitantes”, aseguró Lisandra Gómez, vicepresidente de la AHS en la provincia.

“En solo dos días las horas se han hecho escasas para presentar todas las manifestaciones artísticas que apostaron por el reencuentro en esta jornada cultural”, añadió Lisandra.
“Debimos condensar las propuestas, provenientes sobre todo de la región central del país, como consecuencia de la situación energética de la nación. Lo que nunca pensamos fue suspender el evento porque, aunque en un programa apretado, el público pudo disfrutar de danza, música, teatro, artes plásticas y un espacio de pensamiento”, comenta Lil Laura Castillo, también vicepresidenta de la filial de la AHS.

Entre los colectivos presentados en las calles espirituanas se encuentran el proyecto folclórico Ochocoan Irabo, de Ciego de Ávila; las esculturas vivientes y narradores orales, de Cienfuegos; el Grupo De Noria (Varadero, Matanzas) y Teatro Alánimo, de Villa Clara.
Además, varios colectivos de la villa del Yayabo pertenecientes al Consejo Provincial de las Artes Escénicas, entre ellos Parabajitos, Garabato y Dador Teatro (Trinidad). También parte del movimiento de artistas aficionados como Los Yayaberitos, Haciendo futuro, Cenital Teatro e Ismaelillo; integrantes de Wushu y Quiqond de salud.

Asimismo quedó inaugurada, en la céntrica Galería de Arte Oscar Fernández Morera, la exposición bipersonal Knockaout, de los jóvenes artistas Iosvani Suárez Lee y Alexander Hernández Chang, este último presidente de la AHS en Sancti Spíritus.
Otro de los momentos especiales de esta XII edición del Lunas de invierno fue la entrega del XIV Premio Casatintas, esta vez en la categoría de Literatura infantil y juvenil. El Premio –uno de los logros del III Congreso de la AHS, después de una década en el olvido– lo obtuvo el libro Nomeolvides, del escritor y periodista holguinero Erian Peña Pupo.

Después de la evaluación de más de 10 libros de varias provincias, el jurado compuesto por los escritores Idiel García, Yunier Riquenes y Dariel Enrique, reconoció en Nomeolvides
“la elección de un universo narrativo que acude a un lenguaje sabiamente manejado, así como su capacidad evocadora para recrear un universo aparentemente costumbrista pero que se empeña y logra recuperar los espacios de la memoria”.
El acta destaca, además, la “originalidad, belleza, un buen manejo tanto del argumento como de las descripciones de los espacios, llenándolos con imágenes sabiamente seleccionadas, sin arbitrariedad y apuntalando de manera simbólica la realidad histórica y costumbrista que recrea, resalta por la evocación poética realizada desde la nostalgia”.
“Nomeolvides es un libro original, que se separa de los demás, sin estridencias, sin demasiada pretensión, con sencillez, pero con seguridad en la construcción narrativa. Esta sencillez es quizás el valor fundamental de esta obra, porque entraña un dominio de los recursos empleados, y una escritura donde no tienen lugar el ocultamiento ni la simulación”, leyó Ariel Fonseca, al frente de la Sección de Literatura en la AHS provincial.

Como parte de la cita se realizó el primer evento Comunidad Científica de Jóvenes Investigadores, previsto inicialmente para septiembre, con participantes de varias provincias. Con sede en el Museo de Arte Colonial y la Uneac, los jóvenes pensadores recibieron un curso sobre redacción de textos científicos y sus relaciones interdisciplinarias, impartido por la Dr.C. Yanetsy Pino, Premio Casa de las Américas 2018.
Convocado por la sección de Crítica e Investigación espirituana, su objetivo fundamental es “la realización de una acción docente de superación para que, independientemente de la línea de investigación de los presentes, le aporte herramientas útiles para realizar su labor. Además, socializar las investigaciones, pues muchas veces estamos aislados en el país, sin conocernos ni saber lo que estamos haciendo”, dice Liset López, al frente de la sección de Crítica e Investigación en la AHS espirituana.
La Casa de Cultura Osvaldo Mursulí fue sede de los conciertos de las bandas rockeras (Cancerbero, Catarsis y Limalla), la convención de tatuajes, y una lectura poética por miembros de la sección de Literatura. Además, se realizó un body paint por el artista Manchutte.

Como clausura de esta edición, el cantautor Luis Franco, uno de los más reconocidos exponentes de la joven canción cubana, entregó a los participantes del Lunas de invierno y al pueblo espirituano reunido en la entrada del bulevar, un variado concierto.
Un artista que entrecruza la cultura cubana y china
Con 14 grabados, un videoarte y dos obras tridimensionales, se inauguró este sábado en la Casa de las Artes y Tradiciones China la muestra Soy lo que ves, del artista visual Alexander Hernández Chang. Como parte de las acciones colaterales de la XIII Bienal de La Habana, que tiene como premisa La construcción de lo posible, se presenta esta muestra, que permanecerá abierta hasta el 13 de mayo. Para conocer el trabajo y la obra creadora del también Presidente de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en Santi Spíritus, el Portal de Arte Joven se acercó a este notable artista, quien confesó que revitalizar la cultura cubana es su principal objetivo. [+]