Martí
Martí nos enseña el camino del bien
Por Doctor en Ciencias Históricas Pedro Pablo Rodríguez, intervención en el espacio Dialogar, dialogar, de la AHS
¿Vieron todos en la televisión los personajes que les echaron la sangre a los bustos de Martí? Hay uno de ellos, que dice que él lo hizo porque el otro vino y le dijo que tenía una “pinchita” para ganar dinero. No sabemos cuánto.
Estas personas no tienen realmente ni la menor idea de quién es Martí, no lo sienten, no comprenden su dimensión. Solo así se entiende un poco que hagan semejante cosa.
Entonces yo pienso: ¿y cómo es posible que en Cuba, con todo lo que hablamos de Martí y todo lo que se publica y se hace, pues haya personas que, como esas, no conozcan la obra ni las esencias de José Martí, no sientan suficiente admiración y respeto?
Este es un asunto importante, un asunto central. Debemos entender cada día más por qué Martí resulta importante, por qué resulta significativo para nosotros, y no pensar simplemente que es por sus textos, sino también por lo que hizo. Les voy a poner unos ejemplos de unas personas extranjeras. Nosotros, en el Centro de Estudios Martianos, recibimos estudiantes extranjeros con frecuencia. Llegó una vez una muchacha japonesa, que quería hacer estudios sobre Martí, a ver si escribía un trabajo, hasta un libro sobre él.
¿Qué sabía del Apóstol? Imagínense ustedes. Había leído textos sueltos, manejaba todavía muy mal el español…, lo cual limitaba sus posibilidades de conocer más sobre él, pero seguía tratando de aprender, siempre con un diccionario en la mano para entender todo.
Ella estuvo casi un año con nosotros aquí, estudiando, leyendo a Martí, nosotros explicándole cosas y demás. Regresó a su país, y poco después nos envió una carta agradeciendo, y diciendo que, cuando llegó a Japón, ella se preguntó: ¿y para que yo he estudiado a Martí, para qué yo lo he leído, qué me enseñó? Y se respondió ella misma: “Martí me enseñó que debo tener una preocupación por los problemas a mi alrededor, por la vida de mi país, por los problemas del mundo, pero desde el ángulo de mi país, que es donde vivo”.
Y entonces llegó a la conclusión de que en Japón hay un problema hace rato: hay sectores de los políticos, incluida parte del propio gobierno que quisieran, con el impulso de Estados Unidos, tener un gran ejército, volver a ser una potencia militar como lo fueron hasta la Segunda Guerra Mundial, en que Japón fue el gran imperialista de su zona geográfica. Japón dominó Corea, parte de China, llegó hasta las Filipinas, dominó parte inclusive de la Península Indochina; es decir se expandió territorialmente sobre otros pueblos asiáticos, y las tropas japonesas hicieron horrores en esos lugares, horrores de todo tipo contra las poblaciones de esos lugares.
Perdida la guerra, se estableció en la Constitución que Japón no podría tener un gran ejército; lo que tiene es una cantidad limitada de tropas que ellos les llaman las fuerzas de defensa y que no tienen todo tipo de medios militares, no tienen los cohetes de mayor alcance, mejor preparados, no tienen una gran aviación, no tienen una flota de la marina de guerra, tienen una cantidad limitada de tropas que se supone que sirvan para defender a Japón si alguien los ataca, pero que no pueden convertirse por ellos en una potencia militar, como es Estados Unidos o como pueden hacer algunos países de Europa. No; pero estos sectores aliados a EEUU quieren convertir a Japón de nuevo en una potencia militar, cosa desde luego que como ustedes se imaginarán les preocupa a los países vecinos, porque temen que Japón pretenda expandirse otra vez a costa de otros.
Y esta muchacha, gracias al ejemplo de Martí, entró en un movimiento masivo que cada vez crece más en Japón, contra la militarización. Gran parte de la población no quiere que el país se convierta en una potencia imperial, en una potencia que se expanda, porque eso puede llevar a una guerra. El pueblo sufrió mucho en el pasado. Es el único país del mundo que ha recibido dos bombas nucleares, y cuyos efectos todavía siguen saliendo; eso fue en 1945 y todavía hay descendientes que tienen consecuencias de aquello.
Cualquier persona racional en Japón, cualquiera que tenga dos dedos de frente, no va a querer que caiga una bomba atómica allá otra vez.
Y esta muchacha nos envió una foto de lo que están haciendo, de cómo escriben sobre eso, de cómo lo tratan en los medios de difusión, cómo hacen manifestaciones y cómo discuten con los políticos.
Esta muchacha sintió la necesidad de preocuparse por un problema importantísimo en su país. José Martí la impulsó a preocuparse por hacer el bien y no el mal, en primer lugar para su país, su gente, pero en segundo lugar para otras naciones, porque una guerra en Asia afectaría a muchos.
Tuvimos también una muchacha de la India, donde conviven muchas personas de culturas diferentes, se hablan un montón de lenguas distintas. La India es un país, yo diría, multinacional. Y ella es de un grupo llamado Los Tamiles, un grupo enorme, son millones Los Tamiles. Hablan una lengua distinta a la de la mayoría o buena parte de la población de la India.
Y la muchacha no hablaba español, pero había oído hablar de Martí, y la pusimos en contacto con algunos textos del Apóstol en inglés, porque sí entendía ese idioma, y se quedó sorprendida, regresó a la India y resulta ser que se ha dedicado a hacer seminarios donde traducen del inglés a la lengua de llos–porque ninguno entiende el Español–. Quiere que otros tamiles conozcan el pensamiento de Martí. ¿Y saben por qué? Según ella, porque Martí “nos enseñó la confraternidad entre los seres humanos y el camino del bien”.
Piensen ustedes que en la India hay muchos budistas, mucha gente que cree en el budismo, que es una religión muy distinta a las cristianas. El budismo no tiene iglesias, hay lugares en que hay un sacerdote, que no trabaja con las personas, las personas van allí a meditar, se sientan tranquilamente allí a meditar y a pensar en sus problemas, y a tratar que el Buda, un personaje que existió en la vida real y enseñó el camino del bien y la felicidad, pues los guíe de alguna manera a ver cómo ellos encuentran solución a sus problemas.
Entonces esa tradición budista esta gente la aplica a Martí. Para ellos el señala un camino parecido al de Buda, es decir, que Martí abre el camino del bien y por consiguiente es necesario que otras personas de su país, de su lengua, de su cultura, pues también aprendan de su pensamiento.
Y si sigo por ahí, les puedo poner muchos ejemplos más. Hay personas en Yucatán que son mayas. Ahí mismo, al lado de nosotros, en México, hay personas que no hablan español, sino lenguas mayas, otras lenguas. El maya suena rarísimo, se aspira, tú no te imaginas nada de lo que están hablando, ni te imaginas lo que están diciendo los mayas. Y hay personas que se han dedicado a traducir la obra de Martí a la lengua maya. ¿Saben por qué? Porque dicen que, como los mayas sufren muchas discriminaciones por ser indígenas, Martí puede ayudarlos a comprender de qué manera deben afrontar esa lucha, esa pelea porque su cultura sea reconocida plenamente, sus valores, sus maneras de ser, sus ideas.
El maya, o el indio en América, ha sufrido lo mismo que sufrió el negro que trajeron de África, como esclavo; al indio lo convirtieron en esclavo o rechazaron sus culturas, rechazaron sus ideas, fueron los que trabajaron para los conquistadores y han quedado en líneas generales un poco apartados.
Ahora hemos visto todo el trajín que se ha formado en Bolivia con el golpe de Estado contra Evo Morales, que va dirigido contra la mayoría de la población boliviana, que está compuesta por indios, indígenas, que no son descendientes de españoles ni de europeos.
Uno se pregunta: ¿por qué una persona en Japón –donde son tan diferentes a nosotros en tantas cosas, no solo físicamente, sino en sus costumbres– encuentra un valor en Martí? Eso a uno le llama la atención. ¿Por qué una persona en la India encuentra un valor en Martí? ¿Por qué de pronto personas en países como Nigeria están estudiando a Martí? ¿Nigeria? Bueno, de ahí vinieron muchos esclavos, gran parte de las religiones de origen africano en Cuba vinieron de Nigeria. Es difícil imaginar cómo es la gente en Nigeria realmente, a no ser algún diplomático cubano que vaya a trabajar allá. Y entonces de pronto dicen: ¿y por qué hay gente empeñada de pronto ahora en estudiar a Martí en Nigeria? ¿Por qué un poeta paraguayo, que habla guaraní tradujo los poemas de Martí al guaraní? Porque considera necesario que su pueblo conozca las poesías de Martí, porque las poesías de Martí enseñan a ser mejor.
Todos coinciden en que Martí enseña valores, cosas buenas. Y yo creo que ahí está quizás el secreto de esa permanencia de Martí.
Yo pregunto: ¿Hoy tenemos que levantarnos a pelear contra el gobierno español? ¿Ustedes tienen necesidad de coger un machete e irse a pelear contra los españoles, contra un ejército español? No tenemos un ejército español en Cuba, por suerte; no dependemos en eso de una metrópoli colonial que tiene un ejército en Cuba. Martí convocó a los cubanos a una guerra contra el colonialismo español. Ya no hace falta eso, y entonces, ¿es que ya Martí no tiene nada que a hacer, porque se acabó en Cuba el colonialismo?
Martí sistemática y constantemente mediante sus escritos insiste en la necesidad de hacer una persona diferente, preocupada por los problemas de su tiempo. Él dijo que para ser un hombre de todos los tiempos lo primero es ser un hombre de su tiempo. No piense usted que en el futuro van a hablar de usted si usted en su época no ha hecho algo valioso.
Martí vivió la época en que los europeos se repartieron África. ¿Ustedes han estudiado geografía de África? ¿Saben geografía de África? ¿Se han fijado qué bonitas son las fronteras entre los países, que son rayitas así, muy cuadraditas? En Europa precisar las fronteras es un lío, pero en África es muy fácil, porque en 1884 se reunieron las potencias europeas en Berlín y se dividieron África, y dijeron: a ti te toca del paralelo tal para allá, y a mí del paralelo ese para acá, y a ti del meridiano ese para allá y del otro meridiano ese para acá. Los paralelos y meridianos son esas líneas imaginarias. No existen, son las líneas imaginarias por las cuales se divide geográficamente el mundo. Y entonces, bueno, pues los ingleses dijeron: pues de aquí para acá es mío, y los franceses dijeron: entonces de aquí para allá es mío, y los otros dijeron: de aquí para acá es mío y de aquí para acá es tuyo.
Y el colmo fue el Rey de Bélgica, país más chiquito que Cuba, pero potencia nuclear. ¿Y saben por qué, entre otras cosas? Porque al Rey de Bélgica le regalaron el Congo. Si ustedes recortan Bélgica en el mapa y lo pegan encima del Congo, que era colonia de ellos, se darán cuenta de que no sé cuántas veces cabe Bélgica en el Congo. El dueño era el Rey, no era ni siquiera el gobierno de Bélgica. ¿Y por qué quería ese territorio? Ah, porque en el Congo se producía caucho, lo cual se utiliza para montones de cosas.
Eso permitió el enriquecimiento de los belgas, de la clase rica, porque los otros eran los obreros que trabajaban en la fábrica. En ese mundo vivió Martí.
Y por eso de pronto uno se sorprende cuando dice: Mira esto: Martí vivió la conquista de Túnez. Túnez era un país independiente, y los franceses lo atacaron, ¿y Martí qué escribió para sus lectores de América? Ah, “hay que estar del lado del árabe que, montado en su caballo y con un cuchillo en la boca, pelea contra los franceses por su libertad, por su independencia.
Y de pronto uno dice: Martí, que era un admirador de la cultura francesa; Martí, que había pasado por París; Martí, que leía y escribía en francés; Martí, que sabía de los poetas franceses de la época, a quienes consideró entre los mejores de su tiempo, estuvo del lado de los árabes, porque condenó el imperialismo francés.
Por lo mismo, ¿ustedes saben de qué se llevó una idea exacta Martí? De Hawái. ¿Y qué tiene que ver Hawái? ¿Qué idea tienen ustedes de Hawái, qué ideas tenemos todos los que estamos sentados aquí de Hawái? Las que nos dan las películas. Hawái es la playa, el bailecito ese del Ukelele. Y fíjense que en todas las películas americanas sale Hawái. Ah, porque el jefe quiere empatarse con la secretaria y se la lleva para Hawái, o porque al marido la mujer la cogió en un desliz con otra y quiere arreglar la cosa y se lleva la mujer de vacaciones para Hawái.
Claro, eso lo hace la gente que tiene plata, porque Hawái está muy lejos del territorio continental de Estados Unidos y hay que gastar dinerito, y Hawái es caro, porque es una zona turística. Y resulta ser que Hawái era un país independiente hasta los tiempos de Martí, que tenía su propio gobierno, era una monarquía, tenían una reina, reina que estuvo en los Estados Unidos.
Martí siguió el viaje de la reina, y estaba estudiando y explicando que Hawái podía terminar en manos de los EE.UU., como efectivamente sucedió, y que eso iba a significar un desastre porque iban a desaparecer los elementos de la cultura Hawaiana. Hoy Hawái, si tiene algún elemento de su antigua cultura, es pura presentación escenográfica para los turistas, porque ya el hawaiano de hoy no tiene que ver nada con aquellos hawaianos de finales del siglo XIX, y donde además se ha llenado de gente va a vivir de EE.UU para allá, y donde casi no quedan verdaderos descendientes de los hawaianos. Se ha perdido una cultura, se ha perdido una nación.
Por eso Martí se preocupó por aquellas islitas en el Pacífico, que estaban en el fin del mundo y que a lo mejor muchos de sus lectores ni sabían bien dónde estaba Hawái.
Y para decirles un último ejemplo: Martí escribió una cosa interesantísima. Ustedes tienen que haber leído muchas veces la palabra civilización, en historia les deben haber hablado de eso. La civilización griega ¿han dado Historia Antigua ya? (Le responden que sí), la civilización griega, la civilización romana o latina, es lo mismo.
¿Entonces qué nos meten en la cabeza a veces, en la historia que se escribe fuera de Cuba o en muchos lugares? Que griegos y romanos formaron la base de lo que llaman la cultura occidental. La cultura occidental es la de los europeos y la de los Estados Unidos, que son los europeos magnificados, llevados a su grado sumo de expresión, y que están luchando contra los otros, los otros son los salvajes, porque la civilización está en esa cultura occidental.
En primer lugar, nos están enseñando una mentira. ¿Ustedes saben que no había gente más asiática que los griegos de la antigüedad? A los que estudiaron Historia Antigua seguramente les hablaron de la guerra de los griegos contra el imperio persa, y Persia es Irán, lo que hoy se llama Irán, y era un gran imperio en la antigüedad. Y, claro, el temor de las ciudades-estados griegos era que llegaran los persas y se los tragaran. Su vida transcurría pensando en eso.
¿Y ustedes saben de dónde salieron gran parte de los conocimientos científicos para su época que tuvieron los griegos en la antigüedad? De Egipto. Porque tenían mucho comercio e intercambio con el antiguo Egipto. Egipto era la potencia científica y tecnológica de la época, de la antigüedad. ¿Cómo se construyeron las pirámides? Todavía no lo sabemos. Las famosas pirámides de Egipto todavía no sabemos cómo las hacían. ¿Pero ustedes se imaginan qué clase de ingenieros tenían que tener para poder construir con unos bloques de piedra enormes; cómo los encaramaban allá arriba si no tenían grúas; de qué manera movían aquello para construir aquello; cuánto sabían los egipcios de la antigüedad del movimiento de los astros? ¡Muchísimo! Resulta ser que es una cultura importantísima, y los griegos aprendieron mucho de ellos porque se pasaban la vida intercambiando con ellos y aprendieron de ellos.
¿Cuánto sabían los mexicanos de astronomía cuando llegaron los españoles? Sabían mucho, más que los europeos, porque precisamente en las pirámides mexicanas, en las pirámides del Antiguo México se encaramaban no a mirar el mundo, sino a mirar las estrellas.
Por eso Martí se interesó por las culturas antiguas de América, por eso les escribió en la Edad de Oro a los niños de América un trabajo sobre las ruinas indias, y que hablaba del tremendo poderío, del tremendo alcance, de la tremenda sabiduría que tenían las culturas indias antiguas, las ruinas indias de México, la cultura maya, los pueblos del Valle de México. Y eso es lo que hace que entonces, por ejemplo, los mayas de hoy se preocupen porque, bueno, y cómo Martí sabía esto, y por qué habló esto, y por qué estaba defendiendo a nuestros antecesores.
Y eso explica por qué alguna gente se ha ocupado de traducir a Martí a las lenguas mayas, para que no tengan que pasar trabajo, para que entiendan lo que estaba diciendo ese hombre que pensaba no solo en el bien de los cubanos, sino en el bien de mucha gente, en el bien general, en el bien de la mayor parte de las personas.
Y yo creo que esa es la actualidad de Martí en buena medida, que lo es hoy y lo va a ser siempre. Porque siempre el ser humano va a tener de alguna manera que tratar de mejorarse. Si a nosotros nos dejan como un campo silvestre, sabe Dios adónde vamos a parar. Porque, ¿qué hace el niño cuando nace? ¿Quién tiene un hermanito chiquitico?¿Qué hace el niño? (Le dicen que llorar). Llorar. ¿Por qué? Porque tiene hambre, llora cuando tiene hambre, y cuando aprende que llorando consigue comida; él lo aprende, lo va aprendiendo. Y si tú dejas al niño, ¿qué te hace? Te mete el dedo en el tomacorriente y se electrocuta. Tú vas educando a ese niño para que tenga vida social, para que comparta con la familia, en fin, para que no les haga la vida imposible a los demás.
Por consiguiente, la sociedad tiene que vivir sistemáticamente formando a las personas para poder convivir entre nosotros; si no, no podemos convivir. Y eso les pasó desde la gente de la Edad de Piedra, que a veces nos parece que no eran seres humanos, pero sí lo eran. Esa gente de la Edad de Piedra eran seres humanos, como nosotros, lo único que vivían en cuevas. Qué gran diferencia con la nuestra, ¿verdad?
Pero también eran seres humanos y tenían códigos de costumbres establecidos entre ellos para poder subsistir. Si iban a matar un animal para comer, tenían que ponerse de acuerdo en eso. Por eso es que Martí habla también de los pueblos esos primitivos, habla hasta de la gente de la Edad de Piedra, porque está explicando cómo la sociedad, cómo los grupos humanos, para poder convivir y poder resistir, tienen que adoptar determinadas normas; normas que para Martí deben ser igualitarias para todos.
Y ahí está yo diría el secreto de Martí y su permanente actualidad. Usted tiene que pensar en los demás, y no solo en usted; usted tiene que trabajar de acuerdo con los demás, y no solo para usted; usted tiene que tratar de tener una conducta que no lesione a los otros; usted tiene que comportarse de una manera que no le eche a perder la vida a los demás, si usted está durmiendo y todos los días a las tres de la mañana el vecino le pone la música a todo lo que da, usted termina por querer asesinar al vecino porque te hace la vida imposible y no te deja dormir.
Entonces, por consiguiente, usted tiene que buscar la manera de establecer mecanismos que impidan eso, y usted no le está coartando su manera de ser, lo que está tratando de adaptar la vida de unos con respecto a los otros.
Y ahí está yo diría–vuelvo a decir–, el gran secreto quizás de Martí y que resulta atractivo para gente de culturas tan distintas a las nuestras. Imagínense que los japoneses se visten con un color para trasmitirles a los demás su estado de ánimo: si están tristes, se visten con un color, todo el mundo sabe que está triste. Nosotros no, nosotros nos vestimos como quiera, de rojo, de azul, de verde o de amarillo. No pensamos en lo que trasmite el color ni en sentimientos. Los japoneses sí. Piensan distinto a nosotros, leen distinto a nosotros, leen de derecha a izquierda, ellos leen al revés, empiezan el libro por atrás, leen de atrás hacia adelante. Claro, ellos dirán de nosotros: ustedes son los que leen de atrás para adelante, inclusive tienen otra forma de entender muchas cosas de la vida. Y sin embargo, esta muchacha japonesa encuentra en Martí una sabiduría, un aprendizaje, una utilidad.
Y yo creo que ahí está el camino de nosotros: saber trasmitir cómo siempre en Martí el que empieza, las nuevas generaciones, los niños, pueden aprender de Martí valores, pueden aprender de una vida social distinta y pueden comprender un ejemplo que ponía Martí a cada rato: hay que respetar al indio de América, de los pueblos incaicos que, cuando corta un árbol para construir su casa, le pide perdón al árbol, cosa que les daba risa a los españoles, que decían: ¿Y por qué este tipo le pide perdón al árbol? Porque está matando una vida, porque está matando algo vivo, el árbol es un ser vivo, que usted lo siembra y va creciendo, por tanto, es un ser vivo, como lo es cualquier animal. Ahora hay mucho lío con los animales, y yo digo: ¿cuándo vamos a defender a las plantas? Que a veces hay que matarlas o muchas veces, para poderlas comer, desde luego, porque es nuestra subsistencia, pero no me quemes árboles por gusto, no me cortes árboles por gusto. ¿Para qué? ¿Para tener el placer de que eres un tipo bárbaro con el hacha?
Ahí está ese sentido, que evidentemente los personajes capaces de irrespetar de una manera horrible a Martí, esos que vimos en la televisión, no entienden, no interiorizan. No tienen valores ni moral. Los valores para ellos son eso: búscame una “pinchita” que me dé dinero. Hoy es el busto de Martí, mañana puede ser matar a alguien, y te vas a ganar un dinerito, y ahí tendríamos entonces el drama de la sociedad norteamericana, que sale gente a matar gente ya ni siquiera por el dinero, sino porque creen ser los bárbaros.
Hay que pensar siempre en el otro, en respetar al otro. Los pueblos tienen que pensar en cómo respetar a los demás y en no hacerles la vida imposible. Esto es lo que permitiría una humanidad mejor. Martí quería la independencia de Cuba no solo para ser independientes. ¿Cómo termina el Manifiesto de Montecristi, ese documento que él escribió para explicar por qué los cubanos íbamos a la guerra? La primera razón que da no es la independencia, dice: el bien mayor del hombre.
Los cubanos iban a la guerra por el bien mayor del hombre, por hacer una humanidad mejor; ese era el sentido de Martí. Y yo creo que ahí está la importancia de por qué siempre va a ser actual, porque es un hombre que está predicando un bien en función de la defensa contra aquellos que están llevando un mal. (APLAUSOS).
*Transcripción de la intervención de Pedro Pablo Rodríguez, Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas, en el espacio Dialogar, dialogar sobre José Martí en la hora actual, realizado en el Pabellón Cuba, sede nacional de la AHS, el miércoles 22 de enero de 2020.
La política para Martí: Un asunto del alma
Por Lil María Pichs Hernández, intervención en el espacio Dialogar, dialogar, de la AHS
Gracias por la invitación a este espacio. Deseo comenzar con referencias al texto de Cintio Vitier José Martí en la hora actual de Cuba, escrito en 1994, el cual me parece vital para entender fenómenos de aquel momento y el presente. El engranaje social no funciona todo lo bien que debería. La fórmula martiana “con todos y para el bien de todos” no ha llegado a todos los que tiene que llegar en nuestro país, y son, efectivamente, la educación y la cultura campos esenciales para revisarnos como país.
Es en el campo de la cultura donde Cintio ubica la solución a muchos de nuestros problemas. Y, de hecho, hace una comparación entre la Campaña de Alfabetización de 1961 y la nueva campaña de alfabetización o de culturización que haría falta entonces en 1994, según sus palabras.
Dijo Cintio entonces: “La campaña de alfabetización martiana que ahora necesitamos, en un pueblo que ya sabe leer y escribir, y que ha alcanzado niveles científicos admirables, pero que en su mayoría desconoce más su historia y por lo tanto el argumento de su propia vida, es una campaña de espiritualidad y de conciencia. Hoy nuestro mayor problema espiritual, sin excluir los campos, está en las ciudades, y la ignorancia que hay que remediar es de otra especie, es en verdad la ignorancia de sí mismos, de la propia historia, de la propia naturaleza, de la propia alma.”
Por qué Cintio llama la atención acerca de estos elementos: historia, naturaleza y alma en la misma oración. Es algo que pudiera quedar flotando en este espacio y que pudiéramos retomar después en otro momento del debate.
Otro elemento que nos llamó la atención acerca de este artículo es la caracterización que hace de la juventud de 1994. Cintio Vitier dice en ese momento: “A 36 años del triunfo de la Revolución”–siéntanse libres de poner a más de 60 años del triunfo de la Revolución–, “comprobamos crecientes zonas de descreimiento y desencanto en los jóvenes, tanto iletrados como pertenecientes a las minorías intelectuales. El nihilismo juvenil, filosóficamente articulado por la corriente llamada posmodernismo, es un fenómeno universal y que en nuestro país no es un fenómeno mayoritario.”
Quisiera preguntar si alguien sabe de qué está hablando Cintio Vitier cuando habla del nihilismo juvenil y del posmodernismo, unas palabras que se están poniendo bastante de moda en los últimos años.
Evidentemente, cuando se habla de nihilismo, se habla de una corriente filosófica que sostiene la imposibilidad del conocimiento y que, por lo tanto, niega la existencia y el valor de todas las cosas; negación de toda creencia o todo principio moral, religioso, político o social; ese sentimiento de que nada de lo que se haga tiene sentido. Por ejemplo, ¿por qué se va a estudiar en la Universidad si hay gente que no lo hace y gana más dinero que uno? ¿Por qué mis padres y mis abuelos trabajaron toda su vida, y de repente el haragán del barrio está mejor porque recibe remesas del exterior?
Hacerse esas preguntas y encontrar las respuestas a ellas: absolutamente nada tiene sentido, es asumir una posición nihilista.
Entonces este es un fenómeno asociado a la posmodernidad. De la posmodernidad se comienza a hablar luego de la caída del Muro de Berlín y del supuesto fin de la guerra fría, cuando evidentemente el socialismo real, o el proyecto idealista soviético completamente queda abandonado, y el capitalismo, el polo que gana la guerra fría, Estados Unidos y su ideología capitalista e imperialista triunfan en el mundo.
Aparecen personajes que empiezan a hablar del fin de la historia. Como la historia humana ha sido la historia de las guerras, si nos ponemos a pensar, la historia de los seres humanos es la historia del batallar constante por un objetivo; sin embargo, si pensamos nihilistamente y nada tiene sentido, y vemos que luego de la importancia que tuvo la guerra fría, de repente ganó una única manera de pensar, el capitalismo se instala en el mundo como único pensamiento racional, o sea, lo más lógico es querer trabajar para tener dinero y comprarse una casa y vivir bien, eso es lo lógico; pensar en el otro, o no pensar egoístamente, es ir en contra de la naturaleza humana.
Eso es verdad, se quedó impregnada en muchas personas, y es la verdad que triunfa luego de la guerra fría.
Esa forma de pensar lleva objetivamente a un cambio de época en el pensamiento. Entonces, como no se sabía qué nombre iba a tener esto filosóficamente -lo anterior era el modernismo, a la primera etapa de desarrollo capitalista y toda su filosofía-, se le llamó posmodernismo. Era una cosa provisional, pero no hay nada más permanente que lo provisional. Así que por posmodernismo lo conocemos ahora y es evidentemente una corriente que entre sus características tiene, por ejemplo, la idea de que la historia ya no existe, lo único que tenemos es presente; el pasado en realidad es una ficción, es un cuento, son relatos, no tenemos que conocerlo; solo tenemos que vivir en el ahora, y ni siquiera preocuparnos por el mañana, y al final nada tiene sentido. Disfruta ahora, tírate varios selfis ahora, porque al final nada tiene sentido.
Luego, no hay dualismo ninguno, se pierde, dejan de existir el oriente y el occidente, dejan de existir blancos y negros, dejan de existir. Aunque se pueden hallar, por supuesto, todo tiene elementos positivos y negativos, aunque nos podemos identificar con algunos elementos positivos del posmodernismo, evidentemente esta dualidad que supuestamente deja de existir entre ricos y pobres, por ejemplo, desde nuestra filosofía, es algo que no se puede aceptar.
La idea de desconocer la dimensión histórica de los procesos y las causas que nos han llevado a que las cosas sean como son a nivel internacional, incluso a nivel nacional, cómo vivir en el presente sin conocer nuestro pasado, cómo pensar en qué hacer mañana y por qué hacemos las cosas, si no lo identificamos como un proyecto de vida; no digo un proyecto de nación, todo comienza desde el individuo, y desde el cómo las relaciones sociales, las relaciones familiares, nos van transformando en la cotidianidad. Cómo enajenarnos de eso y simplemente pensar que estamos aquí sin ninguna razón y que por lo tanto nada de lo que hagamos vale la pena, y que por lo tanto no tenemos nada que aportar al otro, no tenemos nada en que ayudar a las demás personas y nos encerramos en nosotros mismos.
Estas ideas son lamentablemente una de las grandes tendencias en el pensamiento. Y no quiero decir eso de que los jóvenes están perdidos, porque la frase data de la Grecia antigua. Sin dudas el artículo de Cintio tiene una visión muy integradora.
Él escribió por ejemplo sobre las relaciones entre política, el pueblo y la poesía. ¿Qué relación puede existir, cuando según algunas clasificaciones, sociedad civil es la parte de la sociedad que no toma las decisiones políticas, o sea, está separada de sus gobernantes?
Hay una sociedad civil que se encuentra completamente enajenada del proceso de construcción de su país, y que no hace nada para seguir construyendo.
Sin embargo, en la historia de Cuba hay un personaje que da respuesta a este problema de qué relación existe entre política, pueblo, poesía, cultura, de una manera muy particular y muy integradora, que es la que Cintio rescata. Por supuesto, estamos hablando de José Martí. Y de ahí la importancia, una vez más, de recurrir al Apóstol a la hora de intentar encontrar herramientas para dar respuestas, desde nuestras propias realidades, desde nuestros propios pensamientos, nuestros intereses, los intereses de nuestra comunidad, a estos problemas a los cuales nos enfrentamos.
Martí desmiente el aparente divorcio que existe entre poesía, literatura, arte, cultura, y eso que algunos llaman gente común, el pueblo, que es sin dudas el tejido de la vida real, que se encuentra saturado de imaginación. La política fue para él –dice Cintio–, fue para Martí, un asunto del alma. ¡La política, un asunto del alma!
Y, por supuesto, yo quisiera preguntar a quiénes aquí les gusta la política, ven el Noticiero todos los días, ven la Mesa Redonda. Quiénes aquí piensan que su vida no tiene nada que ver con la política. Entonces aquí hay algo interesante: no nos interesa la política, pero hay algo que nos dice que nuestra vida no transcurre divorciada de la política. ¿Se entiende lo que dije?
¿Cómo entendemos la política en la actualidad? ¿Qué es para nosotros la política? Estamos viéndolo como el arte o la ciencia de gobernar personas, un grupo de personas que gobierna a otra, que toma las decisiones, o un grupo de personas que ha sido empoderado por un colectivo más grande de individuos para tomar decisiones por ellos, o estamos pensando que política es simplemente las personas que se dedican a la política, cobran por ser políticos en el mundo, esto es una tendencia, esto es una realidad en muchos países. Sin embargo, para Cintio la política no es solo el arte de hombres gobernando a hombres, sino el arte de gobernarse a sí mismo.
Primer elemento: una nueva visión de qué cosa es política. Y segundo, la idea de que las decisiones políticas nos afectan de alguna u otra manera, pero no nos interesan, nos lleva necesariamente a hacernos la pregunta de por qué no nos interesa la política. Y en el fondo de esa respuesta, un elemento que subyace, independientemente de las cosas que podamos estar pensando ahora mismo, es la idea de que yo no tomo parte en esas cosas, a mí nadie me pregunta, en realidad no me interesa. ¿Será que no me interesa porque nadie me pregunta? ¿Será porque no acuden a mí las personas a preguntarme porque piensan que no me interesa? Todos formamos parte de lo mismo, y tenemos un papel que jugar en nuestra comunidad, en nuestra familia, en nuestro país.
Esa idea, esa visión integradora de política, es algo que Cintio rescata de José Martí, y que creemos que vale la pena traer a discusión en un espacio como este, porque hay muchas edades acá representadas y porque sería muy interesante debatir sobre estos temas, pero sin dudas –y concluyo con esto– una de las grandes enseñanzas que nos da José Martí es que todo, absolutamente todo, es política, en la medida en que la política es un reflejo de las relaciones humanas, se convierte en un ambiente, en un espacio en el que los seres humanos interactúan, y las decisiones que toman afectan a otros, incluso afectan a elementos que supuestamente son ajenos a ellos.
Espero que les haya inquietado con algunos puntos, que les haya causado algún interés, Y muchas gracias por su atención, y espero poder expandir, extender este espacio.
(APLAUSOS)
*Transcripción de la intervención de Lil María Pichs Hernández, miembro de la dirección nacional del Movimiento Juvenil Martiano, en el espacio Dialogar, dialogar sobre José Martí en la hora actual, realizado en el Pabellón Cuba, sede nacional de la AHS, el miércoles 22 de enero de 2020.
José Martí, un símbolo en disputa
Ahí estaba yo. Por primera vez ante originales del periódico Patria. Devoraba aquellas páginas con los ojos en el Centro de Estudios Martianos. Y mi mente, incontrolable, como casi siempre, pasaba imágenes de José Martí escribiendo, guiando, soñando…
Gracias a la imaginación, lo veo en diferentes etapas de su vida. Allí estaba el muchacho, en las clases de Rafael María de Mendive, el adolescente encarcelado con apenas 16 años de edad, el poeta y periodista, el pensador profundo, el romántico, el hermano amoroso, el hombre sufrido, el Apóstol, vestido no con el traje grandilocuente, sino con la humildad de un ser humano que padeció, anheló e hizo a favor de los demás.
Lo observo en las Canteras de San Lázaro. Los grilletes, el sol y el fango mellan su salud, aunque no el valor y la convicción. Desde la madrugada, trabaja y arrastra cadenas y grilletes por un pedregoso camino, excava y desbarata piedras a golpe de pico.

Después del indulto y ya en España, escribió: “Dolor infinito debía ser el único nombre de estas páginas. Dolor infinito porque el dolor del presidio es el más rudo, el más devastador de los dolores, el que mata la inteligencia, y seca el alma, y deja en ella huellas que no se borrarán jamás…”.
Su mente no descansa: es un volcán en ebullición que, en vez de lava, arroja luz. Le preocupa lo que allá en Washington se trama a espaldas de los pueblos de América. La necesidad de desahogo es inevitable. Toma papel y pluma.
Cada cierto tiempo, da vueltas al anillo de su mano izquierda, mira la inscripción en él (Cuba) y un torbellino se agita en su interior. Viste de negro y esa prenda, forjada con el grillete que llevó en las Canteras, es recuerdo omnipresente de la opresión que se cierne sobre su Patria.
Pasa el tiempo y aquel adolescente que escribió Abdala, obra de profundo sentimiento patriótico, ya es un hombre, un padre lejos de su hijo Ismaelillo, un intelectual reconocido, un revolucionario con la capacidad y el prestigio para aglutinar.
¿Cuánto conocemos en verdad a ese ser humano?, o lo que es más importante para reflexionar: ¿cuánto más nos pueden seguir ayudando sus ideas y enseñanzas hasta la eternidad?
Está claro que del niño y el adolescente Pepe, del revolucionario, hermano, hijo y héroe José Martí, deberíamos conocer lo más posible, de la A hasta la Z. Su ejemplo e ideas deberían navegar siempre en las venas de cada cubano y hombre digno del planeta, como parte de las esencias de sensibilidad, justeza y valor.
¿Cómo conseguir que los niños y todos lo sientan cerca y crezcan con su luz? Hace poco, pregunté a una alumna de segundo grado por él, y con orgullo expresó: “Nació el 28 de enero de 1853…”, y así continuó con una versión de su biografía.
Es muy favorable que los pequeños sepan eso, pero qué dicen cuando hablan de sus amiguitos o primos. ¿Acaso expresan la fecha de nacimiento? Ojalá cada familia conociera al Apóstol más allá de las referencias comunes y transmitiera todo a los infantes con la pasión con la cual algunos abuelos suelen narrar historias.
Martí es, indudablemente, un símbolo en disputa. Están quienes lo aman profundamente, conscientes de que ser martianos significa mucho más que palabras, y hay también quienes “enarbolan sus ideas, su poesía”, al ritmo del dinero recibido del mismo imperio que él tanto combatió o uniéndose a quienes reciben esos billetes provenientes del país que ha impulsado decenas de medidas para matar de hambre y miseria a este pueblo. Sentirse martianos jamás podría ser compatible con eso.

No es casual que los sucesos frente al Ministerio de Cultura de Cuba ocurrieran en dos fechas significativas: 27 de noviembre, aniversario del fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina, uno de los hechos más tristes de la historia nacional; y 27 de enero, fecha de la Marcha de las Antorchas, y cuando apenas faltaban unas horas para cumplirse otro año del natalicio del Apóstol.
Quienes se digan martianos deben tratar de ser verdaderamente útiles, lo mejor posible en todo, como seres humanos y cubanos. Ser consecuentes con el ejemplo de bondad, valor, sensibilidad y amor total a esta nación y sus esencias, sin asumir jamás poses ni servir como instrumentos, consciente o inconscientemente, a quienes pretenden apagar esta nación.
Los de más edad y los jóvenes debemos ir de manera permanente a los textos del Héroe Nacional, navegar en su pensamiento y aprehender, para bien de nosotros, nuestros hijos y nietos…, el país, porque Martí forma parte del corazón de Cuba, manantial de esencias y fortalezas.
Recuerdo varias visitas a Dos Ríos, donde cayó en combate y se levanta un obelisco, que prefiero considerar sin dimensiones, infinito, como deberá ser siempre el cariño, la admiración y el agradecimiento de los hijos en este archipiélago al Apóstol.
Jóvenes de varias provincias vamos al río Contramaestre, ubicado cerca, cogemos piedras y las colocamos como otro pequeño monumento, tal como suponemos lo hicieron mambises y cubanos de épocas anteriores. En ese lugar conversamos y vibramos por la emoción de estar en un altar sagrado de la Patria, un sitio en el cual el ejemplo del Maestro palpita con más fuerza.
Dejo de teclear durante unos segundos. Me recuesto en el espaldar de la silla, y lo imagino otra vez con la pluma en la mano, redactando y en la conquista de aparentes utopías.
Lo observo sobre su caballo, siento disparos…, pero él sigue de manera impetuosa, renace en cada éxito y muestra de dignidad de los cubanos.
- *Publicado originalmente en La Jiribilla
Martí no es cosa del pasado
En la hora actual de Cuba y atendiendo a los desafíos de la humanidad, frente a un modelo hegemónico capitalista que desde lo económico hasta lo cultural es absolutamente injusto e insostenible; asirnos al pensamiento martiano es vital. Martí no está desactualizado ni es cosa del pasado. Es increíble como su pensamiento alcanza una vigencia extraordinaria, aplicable a la vida contextualizada en este tiempo histórico, a nuestro quehacer cotidiano, a la batalla por la emancipación cultural del hombre.
Conocer a Martí no es homenajearlo simplemente el día de su natalicio o caída en; sino profundizar en la esencia de su pensamiento, interpretarlo con objetividad y aplicarlo en nuestra vida práctica: asumir críticamente los valores que nos transmite, sus puntos de vista, sus criterios sobre los más diversos temas. Sentirse martiano y conocer al Maestro es un reto gigantesco, porque él no admite un acercamiento superficial. No se trata de memorizar sus frases, de repetir su discurso -a veces de forma descontextualizada-, o de conocer datos acerca de su biografía.
Su pensamiento no es abstracto, adquiere cuerpo y alma en sí mismo cuando somos capaces de redescubrir a Martí y aplicarlo a nuestra cotidianidad, cuando entendemos que la martianidad es osamenta sobre la cual debemos proyectarnos y sostenernos. Por eso somos martianos, porque críticamente lo hemos asimilado, porque creemos en la palabra del Maestro, y no lo hacemos como seres conducidos, sino desde una lealtad reflexiva a su palabra y ejecutoria. Martí no es cosa del pasado.
Un Martí para ahora mismo
José Martí constituye referencia ineludible para el pensamiento patriótico y revolucionario cubano. Hasta el presente, su ideario se manifiesta como plataforma desde la cual repensar los dilemas de la nación y el orbe. La apuesta martiana por la construcción de una sociedad garante de la dignidad plena de los seres humanos resulta una aspiración que –cual horizonte– nos conmina a avanzar.
De cara a los retos de hoy, seis aristas de la reflexión del Apóstol devienen soportes para aquellos abocados a la continua apuesta por una Cuba y un mundo mejor. Su inserción dentro del llamado pensamiento electivo, la irrefrenable búsqueda de la unidad bajo principios compartidos, la autoconciencia nuestraamericana y su beligerante oposición a la proyección hegemónica de los poderes imperiales han de acompañarnos en la lucha cotidiana.
Martí supuso la cúspide del electivismo cubano, movimiento filosófico que desde las postrimerías del siglo XVIII impulsó la conformación de un pensamiento propio en la Isla, a partir de adaptación crítica de los referentes foráneos y de la construcción de respuestas singulares a los problemas específicos de la realidad insular. Para el Maestro, solo el ejercicio intelectual nacido de nuestra universal autoctonía franquearía el acceso a los propósitos de plenitud soñados. Hoy que buscamos modelos para enrumbarnos, no debemos pasar por alto esa alerta.
En paralelo, la prédica martiana encontró otro de sus nortes en la cristalización de la unidad entre los cubanos de buena voluntad. La meta de la independencia y posterior consumación de la república plena requería el modelaje de una amplia coalición de fuerzas, capaz de articularse bajo presupuestos programáticos y de principios. Los retos de la Cuba de hoy exigen de nosotros justo lo que el héroe de Dos Ríos subrayara en el ya lejano siglo XIX. La Revolución que ha de revolucionarse será exitosa en tanto exprese la pluralidad de la nación y denote su capacidad para actuar como un proyecto unitario de pretensiones holísticas.
Dentro del legado de ese cubano de excepción al que hoy rendimos tributo destaca, igualmente, su sentido de unidad continental. Martí pensó en clave nuestraamericana, es decir, concibió un proyecto enfocado en los problemas que enfrentaba el vasto universo que discurre del Bravo a la Patagonia. Esta concepción ancló en la identificación de una historia e identidad comunes que, sin desconocer las particularidades, permitía soñar con un destino compartido. Dicho sueño común veía reforzado su sustento en la identificación de un claro antagonista que, desde su agenda de dominación, trabajaba en pos de fragmentarnos. Justo en esta hora que vivimos, los factores que nos unen siguen mostrando su vigencia, al tiempo que el enemigo esencial continúa siendo el mismo.
Como es sabido, el pensamiento del Héroe Nacional se erige como precursor del ideario antiimperialista. El diagnóstico martiano acerca de la configuración interna de las sociedades del Norte global y de la proyección hacia el Sur del capitalismo maduro de las naciones imperiales conserva vigencia en más de un sentido. En la tarea siempre urgente de definir la lógica de funcionamiento del sistema capitalista, Martí resulta un gran aliado. Solo desde la disección analítica de nuestro enemigo podremos construir la alternativa civilizatoria que el Apóstol identificó como único camino para la consumación de la justicia.
Frente a los grandes dilemas que tocan a nuestra puerta, Martí nos acompaña. Está a nuestro lado en la lucha por un futuro de total emancipación. Nos toca pues aprender del veterano guerrero, beber de sus consejos, hacer propio su método y lanzarnos a crear, a construir, a fundar.
El proyecto inconcluso de José Martí
El día anterior a caer en combate, Martí comienza a escribirle una extensa carta a su “queridísimo hermano” Manuel Mercado. Su inesperada muerte la dejó inconclusa. El texto es suficiente para conocer las esencias y las estrategias del proyecto revolucionario martiano. Una gran incógnita se levanta con la última palabra escrita. Por lo pronto, el texto desmitifica la romántica y especulativa idea de que el Maestro buscara la muerte en el encuentro de Dos Ríos. Como guía de un pueblo que ha lanzado a la guerra, debía ser el primero en enfrentar al enemigo, pero no desconoce los riesgos necesarios. Con orgullo escribe: “Ya puedo escribir (…) Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber –puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo– de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice y haré, es para eso”. No hay desanimo ni tristeza y, lo más importante, piensa con entusiasmo en la que hará.
El proyecto martiano ha transitado por varias etapas. Primero, unir lo que imperiosamente ha de estar unido; segundo, organizar y concientizar las fuerzas todas del país para la guerra necesaria y la creación de un nuevo modelo de república que no perpetúe “con formas nuevas o con alteraciones más aparentes que esenciales, el espíritu autoritario y la composición burocrática de la colonia, sino fundar en el ejercicio de las capacidades legítimas del hombre, un pueblo nuevo y de sincera democracia, capaz de vencer, por el orden del trabajo real y el equilibrio de las fuerzas sociales, los peligros de la libertad repentina en una sociedad compuesta para la esclavitud”; la República Cubana sería “justa y abierta, una en el territorio, en el derecho, en el trabajo y en la concordia, levantada con todos y para el bien de todos”.
La tercera etapa es la creación del Partido Revolucionario Cubano, instrumento real y práctico preparador de la guerra, creador y unificador de revolucionarios, batallador frente a los partidos coloniales y a la peligrosa corriente anexionista. La cuarta etapa apenas se iniciaba cuando cae en combate, la guerra de independencia y la creación de la república “en medio de la guerra”. Todo lo hecho hasta Dos Ríos apenas era el preámbulo de la construcción de la Cuba pensada y soñada por Martí.
Si la lucha inicial era contra el dominio colonial español, los profundos cambios operados en los Estados Unidos convierten a esta nación en la más poderosa potencia, ante la cual, llegado el momento, la propia España rendiría sus banderas. Desde 1889, Martí advierte: “¿Por qué han de pelear sobre las repúblicas de América sus batallas con Europa, y ensayar en pueblos libres su sistema de colonización?”; “Desde la cuna soñó en estos dominios el pueblo del Norte (…) y cuando un pueblo rapaz de raíz, creado en la esperanza y certidumbre de la posesión del continente, llega a serlo, con la espuela de los celos de Europa y de su ambición de pueblo universal (…) urge ponerle cuantos frenos se puedan fraguar, con el pudor de las ideas, el aumento rápido y hábil de los intereses opuestos, el ajuste franco y pronto de cuantos tengan la misma razón de temer, y la declaración de la verdad”.
Y he ahí la razón de Cuba; su lugar en el mundo: “En el fiel de América están las Antillas, que serían, si esclavas mero pontón de la guerra de una república imperial, contra el mundo celoso y superior que se prepara para negarle el poder”. Y sentencia: “Es un mundo lo que estamos equilibrando; no solo dos islas las que vamos a libertar” y Cuba sería la república “indispensable al equilibrio americano”.
Iniciada la guerra de independencia, quedaba un paso importante, crear la República de Cuba. En la carta inconclusa a Manuel Mercado ya habla de ello. Después de la Mejorana, su papel en la Constituyente fundadora y reguladora de la república era fundamental y él lo sabía. Su ausencia en Jimaguayu desfiguró parte del proyecto de preparar la república en medio de la guerra. Al producirse la intervención de Estados Unidos en la contienda independentista cubana, Máximo Gómez expresaba las terribles consecuencias de la ausencia de Martí, porque él sí sabía cómo enfrentar la nueva situación. Los tiempos nuevos eran muy complejos. Se confrontaban peligros externos e internos. Uno de ellos era, según había escrito el Maestro:
“En Cuba ha habido siempre un grupo importante de hombres cautelosos, bastante soberbios para abominar la dominación española, pero bastante tímidos para no exponer su bienestar personal en combatirla. Esa clase de hombres, ayudados por lo que quieren gozar de los beneficios de la libertad sin pagarlos en su sangriento precio, favorecen vehementemente la anexión de Cuba a los Estados Unidos. Todos los tímidos, todos los irresolutos, todos los conservadores ligeros, todos los apegados a la riqueza, tienen tentaciones marcadas de apoyar esta solución, que creen poco costosa y fácil. Así alagan su conciencia de patriotas, y su miedo de serlo verdaderamente”.
El proyecto inconcluso de José Martí se convirtió en el de las generaciones del siglo XX; es el proyecto revolucionario de creación, retomando las palabras de José Antonio Saco dos años antes de nacer Martí, de “una Cuba cubana y no anglosajona”. Ha pasado el tiempo, 125 años después de la desaparición física del Apóstol, su pensamiento vivo es nutriente, sabia, para pensar y crear la Cuba futura. Brújula cuando baten aires de tormenta.
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Cantar a la Patria, no contra ella (+Videos)
Desde La Bayamesa, de Céspedes, Castillo y Fornaris, escrita en 1851, hasta Me dicen Cuba, en la que Alexander Abreu insertó, en medio del son trepidante, las notas del Himno de Bayamo, la Patria ha sido cantada una, diez, mil veces, en sus más limpias y entrañables esencias. Porque un pueblo con música en el alma expresa su sentido de pertenencia en el arte que mejor lo representa.
Contra esa tradición, permanentemente actualizada, se estrellará todo intento de pervertir sentimientos y erosionar convicciones mediante operaciones como la que, desde Miami –¡dónde si no!– hace pocas horas comenzó a circular.
No hay intenciones ocultas. El texto apuesta sin disimulo por la restauración capitalista y el derrocamiento del poder revolucionario. Al reseñar el lanzamiento, servido por los canales de comunicación al servicio de la subversión, la agencia EFE resaltó esos objetivos: «La canción es abiertamente contraria al Gobierno de Cuba y a sus políticas».
No hay argumentos, sino una retahíla de lugares comunes al discurso anticubano: una Cuba dictatorial donde predominan la mentira, la represión, la tortura; una dictadura sin apoyo popular («ya ustedes están sobrando, ya no les queda nada, ya se van bajando, el pueblo se cansó de estar aguantando»).
No hay siquiera el más mínimo atisbo de ingenio, ni una pizca de inteligencia en la burda conversión del lema Patria o Muerte, en Patria y Vida, título de la diatriba. Como si la defensa de la vida, de la libertad, de la resistencia, no encarnaran en la consigna que nos acompaña desde la despedida a las víctimas del sabotaje al barco La Coubre.
Tampoco sorprende la alianza de los protagonistas. Famosos, alguno que otro con talento formado en nuestro sistema de enseñanza –aunque se sabe que la fama y el talento no son sinónimos–, aupados por las corrientes de moda dentro de esa franja que se ha dado en llamar música urbana, tuvieron éxitos comerciales en Cuba.
Hasta que, deslumbrados por el afán de mayores réditos, seducidos por la farándula floridana vinculada a la industria anticubana, y con cuentas mal sacadas acerca de la capacidad de resistencia de los suyos ante las brutales embestidas del trumpismo contra nuestro pueblo, rasgaron sus vestiduras y evidenciaron la precariedad de sus principios éticos, si es que tuvieron.
Entonces, cómodamente instalados en Miami, comenzaron a vociferar, denostar, despotricar y reescribir sus historias personales. Uno de ellos borró de su memoria los versos que cantó en 2016: («regreso a la cuna que me vio nacer / regreso a ese barrio que me vio correr / lo que fui, lo que soy y seré por mi isla bella»); otro, como para no dejar dudas de su catadura moral, renegó de haber saludado en un concierto al Presidente de la República de Cuba («fue un error… sentía miedo»), y un tercero, alentado de seguro por un subidón alucinógeno, amenazó con venir a «dar machete» contra los gobernantes.
En esto último se emparenta con un invitado a participar en el show: el delincuente que en La Habana pidió a Trump «fuego, fuego y fuego pa’ que esto se acabe»: bloqueo e invasión contra Cuba. El fuego que en el video quema una bandera cubana. El fuego de la vileza con que intentan enlodar en la letra la memoria de Martí y el Che. El fuego contra la Patria, contra la vida.
Bueno será retener en el corazón las palabras escritas por Martí a un compatriota en 1886: «La Patria necesita sacrificios. Es ara y no pedestal. Se le sirve, pero no se la toma para servirse de ella». Y hacerlas acompañar por una banda sonora que incluya, entre otros temas, la Pequeña serenata diurna, de Silvio Rodríguez.
«Tienes la palabra» para dialogar en la construcción cultural del presente y el futuro de la Nación
En junio de 2021 se cumplen 60 años de los tres encuentros sostenidos por el Comandante en Jefe Fidel Castro y otros dirigentes del gobierno revolucionario, con artistas y escritores en la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí. Ese intercambio marcaría el inicio de una larga, continuada y ascendente relación entre las vanguardias política y artística en nuestro país.
Palabras a los intelectuales, como se conocería el discurso con que el líder revolucionario concluyó aquellos encuentros, se constituiría en la plataforma que establece los principios esenciales de la Política Cultural de la Revolución Cubana. La participación de la vanguardia artística y la democratización de la Cultura constituyen pilares esenciales de esta política, inaugurada a pocas semanas de la declaración del carácter socialista de la Revolución.
El Ministerio de Cultura y los creadores cubanos, han organizado un programa conmemorativo para celebrar los sesenta años de aquel acontecimiento. La participación de escritores, artistas y promotores culturales, el diálogo honesto y la crítica responsable, son los atributos principales del razonamiento que se quiere promover en torno a los desafíos actuales de la política cultural cubana. Este intercambio al que convocamos hoy, se extenderá durante los próximos meses y dará continuidad a las acciones que desarrolla el Ministerio de Cultura con el fin de perfeccionar su sistema institucional y articular el Programa Nacional de Desarrollo Cultural hasta el año 2030.

Este abarcador programa será acompañado de una atractiva plataforma comunicacional. Las instituciones más representativas de nuestro amplio y diverso movimiento cultural enriquecerán este esfuerzo con acciones que movilicen al diálogo en diferentes sectores del país, incluidos la educación, la ciencia y los medios de comunicación. La UNEAC y la AHS también se suman al Ministerio de Cultura, mediante programas de actividades que festejan, de manera simultánea, sus 60 y 35 respectivos aniversarios.
El @CubaCultura a través de @AlpidioAlonsoG , su Ministro, en estos momentos presenta la campaña #TienesLaPalabra la celebración de los 60 años de Palabras de los Intelectuales. Ademas de los 60 de la @UNEAC_online y los 35 de la @ahsjovenescuba pic.twitter.com/JRS3MzeCSo
— Cubarte (@CubarteES) February 10, 2021
Como parte de este programa, se promoverán espacios de intercambio, textos y audiovisuales que, desde una perspectiva histórica, dialogarán sobre los problemas actuales de la cultura cubana. Las redes sociales constituirán escenario fundamental de este intercambio constructivo, que concederá especial protagonismo a los jóvenes. Las nuevas generaciones de creadores, como aquellos de hace 60 años, tienen la palabra hoy para intercambiar sobre los desafíos de la cultura y abrir un nuevo ciclo de reflexiones colectivas que se pregunte, una vez más, de dónde venimos y hacia dónde vamos, en medio de las numerosas presiones e intentos desestabilizadores que asedian a la Nación.
Los jóvenes escritores, artistas y promotores culturales cubanos, con limpia voluntad creativa e irrenunciable compromiso y confianza en sus instituciones, sumarán su palabra a la de todas las generaciones que hoy se dan la mano en el concierto de la cultura cubana, por la transformación revolucionaria de la patria.
“Tienes la palabra” es el mensaje principal de esta conmemoración, que nos invita a volver a la frase final de las Palabras a los Intelectuales y a la plenitud de su espíritu para dialogar con disposición en la construcción cultural del presente y el futuro de la Nación.
Recorriendo los trechos de mi Camagüey
Camagüey es una tierra rica en tradiciones culturales, reconocida por su historia, tierra de vaqueros al estilo criollo, criadores de ganado, de pastizales llanos que han perdido con el tiempo su color verde intenso pero donde aún mantiene latente la cultura rural de cada poblado.
La Asociación Hermanos Saíz, eternamente martiana (+Fotos)

Un busto en bronce de José Martí, realizado por el Maestro de Juventudes Alberto Lescay, fue develado en el Pabellón Cuba, sede nacional de la Asociación Hermanos Saíz, como parte de las actividades por el aniversario 168 del natalicio del Héroe Nacional.
Al descubrir la escultura, Rafael González Muñoz, presidente de la AHS, reafirmó el carácter martiano de la organización que aglutina a más de tres mil jóvenes creadores de todo el país.
Durante la velada fueron presentados algunos locales dentro del Pabellón que han sido remozados, además se anunció la apertura de una librería bajo el nombre de Calendario, coincidiendo con el premio literario más importante que otorga esta institución cultural.
También, en homenaje al Apóstol, los miembros de la organización realizan múltiples acciones en todo el país, entre las que se incluyen la Cruzada Teatral en Guantánamo, las jornadas literarias Estrofa Nueva en Ciego de Ávila, y Tierra Adentro en Santiago de Cuba.