artes visuales
Rostros como puertas en la obra de Aníbal De la Torre
Aníbal De la Torre posee una poética reconocible a vuelo de águila en el panorama visual holguinero y de por sí, cubano. Basta con detenerse frente a una de sus piezas para darnos cuenta que si bien cada una es diferente, estos rostros que ha captado exploran idénticos temas y al mismo tiempo dan cuerpo a una singular cosmovisión: el individuo (el creador) que asume la fe en la religión yoruba y que la expresa mediante el arte.

Palpamos –como si estuviéramos escudriñando, buscando algo más allá– esta simbiosis (fe/arte) en la muestra Rostros, expuesta en la galería Fausto Cristo de la sede provincial de la Uneac en Holguín, donde Aníbal reúne 13 piezas en gran y mediano formato que nos reafirman, en primer lugar, su capacidad como dibujante y retratista, a partir de un trazo conciso, una línea depurada e impresionista, y además la intención de capturar ese “algo más” que buscamos y encontramos en la fuerza del rostro.
Sus rostros (literalmente las deidades yorubas, los Orishas, se llaman “dueños de la cabeza”) no son meros retratos. Los rostros de Aníbal son reflejos del alma; digamos más bien que una especie de puente entre quien nos observa desde el lienzo y quienes, desde este lado del umbral, intentamos comprendernos a nosotros mismos. Aníbal ha ido consolidando su mirada –fraguándola, mirándose a sí y claro, encontrándose en las posibilidades de esta mixtura– luego de las búsquedas a las que se somete todo artista, y del crecimiento que han resultado sus muestras anteriores (unas quince personales y además un promedio de 80 colectivas, nacionales y foráneas).
Las obras de Aníbal, los rostros que nos observan, reflejan sus estados de ánimo, atrapan –cuestión difícil, sin dudas– la espiritualidad que los asecha: los miedos, alegrías, esperanzas… que perviven en cada cual y que dan cuerpo a la cosmovisión del artista. Para esto Aníbal De la Torre conjuga elementos propios de la religión yoruba, como clavos de línea, garabatos, herraduras, caracoles y girasoles, que se “estampan en el fondo plano de colores pastel, y que a la vez contrastan con el cinturón escapular, contenidos en un pequeño espacio abstracto con tonos sienas, sepia, negro y blanco, colores que he venido sistematizando en las muestras anteriores”, comenta el artista, graduado en la Escuela de Instructores de Arte (2004) y en Estudios Socioculturales en 2013.

Otra cuestión evidente en su obra –además de que su pequeña hija y su esposa, la también creadora visual Annia Leyva Ramírez, curadora de esta muestra, sean modelos en algunas de las piezas, como “Madona con Iré” y “Musa de luz”– es la frecuente autorepresentación del propio artista, la mirada hacia el propio yo y sus interrogaciones: “Casi siempre estoy así, de manera evidente, como reflejo del individuo que asume la fe en la religión yoruba”, asegura quien nos mira desde la portada del catálogo (“Autorretrato”) o desde el cartel de la exposición (“Roseado de fe”).
El culto sincrético no es excusa en estas piezas, es asunción de fe, marca de poética, simbiosis de rostros/fragmentos de alma con elementos de la cultura yoruba, que Aníbal dibuja o inserta como complementos (caracoles, fragmentos de yute) en las obras, y que, desde África llegó a América en los barcos cargados de esclavos que trajeron una cultura que, en el transcurso del tiempo, se sincretizó con religiones preexistentes de base africana, con el cristianismo, con la mitología amerindia, entre otros.
“Los rostros desde el lienzo invocan a penetrar en el misterio más insondable”, escribió en las palabras del catálogo el escritor José Conrado Poveda, y a este misterio nos convida Aníbal con la seguridad de que un rostro no es una ventana, es una puerta abierta, y con el riesgo de que frente a una de estas piezas, nos encontremos nosotros mismos.
“Caja de Luz” para talentosos jóvenes camagüeyanos
Caja de Luz es el nombre de un nuevo proyecto que auspicia la filial camagüeyana de la Asociación Hermanos Saíz; y que se prevé tenga su primera edición en el próximo mes de julio.
La iniciativa reúne a jóvenes menores de 35 años, profesionales o aficionados a la fotografía, como es el caso de Alejo Rodríguez, Ihordan Torres, Norlys Guerrero, Alejandro Hernández y Argel Ernesto González.
Son ellos quienes formarán parte de la primera Caja de Luz, que incluirá, según la página en Facebook de la joven vanguardia artística e intelectual, un programa con conferencias, paneles, conversatorios con reconocidos creadores de la provincia, y de manera especial, exposiciones fotográficas.
Caja de Luz pretende crear un dossier a los artistas y fotógrafos que están vinculados a la sección de Artes Visuales de la Asociación Hermanos Saíz, filial Camagüey.
De igual manera refiere AHS Camagüey que en una primera idea, la propuesta formaría parte del Salón de Artes Visuales para Jóvenes Creadores Gesto, pero se decidió crear un proyecto independiente con fotografías en vivo, que hasta hoy no existe en la demarcación, más allá de ser una subsede del evento Noviembre Fotográfico, con sede principal en La Habana.
«Este es un evento que soñamos hace mucho tiempo. Es la primera vez que contamos con un espacio propio creado desde la AHS para los amantes de la fotografía y es algo que se agradece muchísimo», expresó el joven Alejandro Hernández.
La sencillez impresionante del azul y el gris
Con Azul y Gris, expuesta en la galería El Zaguán, del Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC) en Holguín, el joven artista holguinero Ramón de Jesús Pérez de la Peña realizó, luego de aparecer en varias muestras colectivas, su primera exposición personal.
Toda primera muestra personal marca un antes y un después: es una especie de parteaguas que pone una obra que hasta ese momento ha formado parte de la curaduría de un proyecto colectivo, a ocupar un sitio privilegiado, mostrar un corpus propio. Y toda primera muestra es, por demás, una osadía, una interrogante, una búsqueda, en la que el artista se “ofrece” y se expone a la mirada acuciosa de quien mira (o más aun, la mirada de quien observa y escudriña en la propuesta que nos ofrece).
Ramón de Jesús salió airoso en este primer juego (apuesta) de colores y texturas, ese espacio de confluencias de rostros y formas expresivas que es su primera exposición. En Azul y Gris (colores psicológicamente fríos y en el caso del azul, primario) predominan dos líneas, que al mismo tiempo se complementan en una sola poética: por un lado los retratos y por otro la pujante fuerza de sus abstracciones. Sus retratos son rostros mayormente femeninos, como sacados de revistas o sesiones de fotos, como modelos que posan desprejuiciadas frente a él, sabiendo que “atrapará” la sensualidad de la mirada, el labio insinuante y procaz, la levedad del momento, la fragilidad del cuerpo, la osadía… Pero al mismo tiempo, estos rostros femeninos evaden el kitsch de la primera mirada, para cargarse de complementos, de manchas de color, de relieves y mixturas… No son rostros abstractos, pero en la figuración –en esas miradas femeninas como las de Frida Kahlo y Marilyn Monroe, que es excepción en el rostro del Lennon de “Imagine”– encontramos la base de la propia abstracción con que va poblando su pintura; donde, además de las cualidades físicas que captura, la expresión cobra fuerza (es como si la luz del trópico, siempre subversiva, lo inundara todo).
Por otra parte, lo que más me llama la atención de la obra de Ramón de Jesús Pérez de la Peña son sus abstracciones cargadas de fuerza y lirismo, influenciadas principalmente por el action painting y el color field painting; imágenes que desde la no figuración que sí encontramos en sus otras piezas, intentan expresar mediante el color y la materia del cuadro, sensaciones como el movimiento, la velocidad y la energía (el “automatismo” de Jackson Pollock, que redujo su gama cromática prácticamente al negro, el blanco y el gris azulado, y los brochazos irreverentes de Franz Kline, por ejemplo, son palpables en piezas como “Cronos”, “Encuentro I y II” y “Semana”). Incuso, donde más autonomía alcanza precisamente Ramón de Jesús es en esos “paisajes” abstractos que pueblan su mirada, como vemos en piezas como “Mi primavera” (mi obra preferida de la muestra), “El cuarto de Tula”, “Cromos” y “Tu piel”.
Ramón de Jesús Pérez de la Peña, graduado de la Academia Profesional de Artes Plásticas El Alba y con formación en los estudios de animación Anima de Holguín, no plasma imágenes o retratos femeninos en óleo sobre lienzo al azar: en sus obras vemos momentos, emociones, acciones, pensamientos, inquietudes, que captura, a veces con la rapidez del trazo o la acción inmediata, con las influencias de los maestros de la abstracción, pero sin depender, en su esencia, de ellos. Los colores, que conoce y explota, la espátula, el brochazo, la línea segura en el dibujo, las gotas y trazos que pueblan la orografía de su arte, son acaso excusas para mostrarnos las formas que no vemos siempre, pero que rigen nuestros días con la sencillez impresionante del azul y el gris.
La enfermedad sobre la enfermedad: el testimonio fotográfico de una realidad (+Galería)
El distanciamiento social al que forzó la COVID-19 a nivel mundial resultó ser una de las medidas más importantes para hacer frente y prevenir el contagio de una enfermedad que puso en jaque al mundo y en tela de juicio nuestra propia condición existencial. Esta situación afectó en todos los niveles la dinámica social y personal de la Humanidad. Desde lo individual, lo colectivo, lo social, lo económico, lo cultural, los artistas del mundo tuvieron que reconducir su quehacer en función de estimular la creatividad, la generación de nuevos proyectos y reformular visualidades diversas para nada alejadas de la realidad propia, interpretada y construida de acuerdo a los horizontes de cada uno.
Desde los predios de la fotografía, creo que no ha quedado un artista del lente que, de un modo u otro, no haya registrado la crisis que trajo consigo esta enfermedad. Para algunos, los balcones y las ventanas se convirtieron en los espacios de trabajo más demandados. Para otros, fueron directamente los hospitales o centros sanitarios los espacios desde donde documentar esta situación. Y para muchos otros la motivación ha partido desde el espacio privado, desde el ambiente social de la vecindad. Incluso, la motivación en ellos ha transcendido los límites de lo personal y hasta de lo geográfico, y artistas de diversas partes del mundo se han congregado en diferentes proyectos artísticos colectivos.
Aun en medio de un ciclo obligatorio de distanciamiento social, la narrativa visual de la fotografía y las potencialidades y alcance de las tecnologías, han permitido que los fotógrafos narren, desde sus experiencias, las circunstancias que la COVID-19 ha generado, así como el impasse que domina hoy la realidad de la Humanidad. Desde el momento mismo en que esta pandemia forzó a un cambio radical en la vida de todos, innumerables imágenes han circulado por la plataforma virtual, en tanto espacio de socialización por excelencia ante tal realidad, como muestra de los comportamientos, de la situación de cada región y de estados de ánimo que fluctúan entre lo esperanzador y lo fatídico: historias que comportan una carga visual y discursiva en las que se conjugan lo social y lo humanitario.
En tanto manifestación que se vale de la instantaneidad de su ejercicio, de la veracidad de su registro y de la facilidad para su circulación, la fotografía ha estado ahí, en la línea de fuego, reflejando a través de las diversas miradas de sus creadores no solo lo que sucede al interior del confinamiento, en la intimidad familiar, en ese complejo ambiente de convivencia al que todos hemos tenido que recurrir sin siquiera tener más opción. También, la fotografía ha registrado lo que sucede al exterior del confinamiento, evidenciando las huellas de un enemigo invisible que se mueve a la velocidad de la luz, y que deja a su paso una catástrofe mundial.
De diversas maneras posibles, los fotógrafos cubanos se han sensibilizado y comprometido con la situación sanitaria que desde un principio provocó esta enfermedad. Y es que, cuando se genera una suerte de ansiedad en el interior del artista es el momento en que surge la fiebre de la creatividad, esa necesidad de decir a través de imágenes lo que siente. Respetando las singularidades de cada creador, es la condición humana, su drama actual, la inseguridad y la voluntad de sobrevivencia los temas que unifican, curatorialmente si se quiere, todo ese enjambre de fotografías que circulan hoy sobre nuestra realidad.
El joven fotógrafo cubano Manuel Almenares (La Habana, 1992) ha venido desarrollando, desde el momento justo en que la COVID-19 impusiera un nuevo ritmo de vida y angustias en nuestro país, el ensayo fotográfico La enfermedad sobre la enfermedad, donde resume en blanco y negro, no por gratuidad sino por el matiz dramático y refinado que le ofrece a la imagen, escenarios reveladores del impacto de la enfermedad en su ciudad natal. La fuerza potente que encierra este ensayo le permitió a su creador ser galardonado con el Gran Premio de la Fototeca de Cuba y la Beca de Creación Alfredo Sarabia in Memoriam, en su edición de 2020.
Las imágenes que conforman este ensayo resultan una minuciosa crónica social y visual sobre el paso, evolución e impacto del coronavirus en los barrios de Centro Habana y Habana Vieja, así como sobre las consecuencias que facturó para el decursar cotidiano de su gente. Y me refiero a una crónica social no con el interés de anclar su discurso en el compromiso abnegado de un artista para con el momento que vive, sino desde la mirada de un joven fotógrafo que se debate a través de imágenes urbanas los modos de representación de la ciudad que habita. Son sus obras testimonios de una realidad que lejos de olvidarse, quedará perpetua en la memoria y en el pensamiento de todos aquellos que nos ha tocado experimentarla y, con buen tino, sobrevivirla.
El acierto de Manuel Almenares con su ensayo La enfermedad sobre la enfermedad radica, en mi opinión, en cómo el creador logra transgredir los límites del registro documental hacia un ejercicio de reflexión sobre una realidad que afecta a todos. Logra así que la mirada del espectador se detenga, que indague en esos ambientes urbanos, los cuales, aun cuando parecieran ángulos harto conocidos de la ciudad, se nos presentan desde una nueva sensibilidad coyuntural. Precisamente, ese anclaje circunstancial viene denotado por la presencia constante en el ensayo de la mascarilla o nasobuco, accesorio de primera necesidad y obligación que adherimos a nuestra cotidianidad producto de la pandemia, a lo que se le suman las expresiones de incertidumbre, angustia y desolación de los individuos captados por el lente de Almenares.
El artista “testimonia dinámicas de convivencias vecinales, pasillos sombríos y vetustos, interiores que abruman, solares que guardan todo tipo de historias, verjas que limitan el contacto mas no el saludo, exteriores de una ciudad que intenta sobreponerse a la enfermedad, zonas de fe autoconstruidas como escudo para soportar al emisario de la muerte. Es un testimonio enfocado en sujetos anónimos, héroes de su cotidianidad, superhéroes de sus familias, supervivientes de carne y hueso que intentan no flaquear ante lo espinoso, que encuentran una alternativa para deslizarse tangencialmente por el infortunio, para batear alegremente toda clase de bolas malas.”[i]
En líneas anteriores me refería al dramatismo y la elegancia que comportan las imágenes de Almenares, potenciado por el empleo del blanco y negro como recurso técnico y visual para su ensayo. Esa aclaración me permite introducir ahora un discurso más prolongado sobre la exquisitez de la técnica de este joven fotógrafo. Se advierte aquí una cuidadosa elaboración de la imagen, no en el sentido de una posproducción digital o en la preparación de una escenografía determinada. Ninguna de ellas tiene cabida en la praxis que revela este ensayo. Manuel Almenares traduce en arte fotográfico lo que se le presenta en la realidad inmediata; escoge meticulosamente las escenas, cuyo resultado visual pareciera como si estas estuvieran ahí, esperando por él para ser capturadas por su lente. Además, manifiesta un gusto por el enrarecimiento del ángulo a fotografiar, por complejizar la visualidad de la escena, en consonancia con cada situación reflejada. Así, le otorga a su trabajo un halo expresionista, dramático y hermoso al unísono, que remueve algo en el interior del que se acerca a observar.
Me atrevo a afirmar que para el proyecto South Florida Latin American Photography Forum (SoFLaFoto) y su fundador, el fotógrafo cubano radicado en Estados Unidos desde 1995, William Riera, el ensayo La enfermedad sobre la enfermedad comporta un potencial loable y necesario de visualización, motivo suficiente para compartir con la comunidad artística fotográfica que promueve SoFLaFoto.
Esta es una plataforma que nació a raíz del confinamiento que trajo consigo la pandemia, cuyo esbozo del proyecto fue desengavetado por su creador con la pretensión de crear un espacio que potenciara “la visualización y promoción de la fotografía latinoamericana y de aquellos trabajos de artes visuales basados en la fotografía que reflejan la vida de la comunidad latina (…) teniendo en cuenta la ausencia de espacios aglutinadores y de promoción e investigación del arte fotográfico en un área tan cambiante como el sur de la Florida. De esta forma, el proyecto SoFLaFoto surge como una plataforma que asume el desafío de localizar, recopilar, organizar y compartir la información relacionada con las obras de los fotógrafos que han documentado la vida de la comunidad latina, el decursar de la región latinoamericana (Hispanoamérica, Brasil y Haití), además de la variedad de temas que son relevantes para la sociedad como la memoria, la historia, la diáspora, la inmigración, la identidad, la familia, la religión, las cuestiones de género, el racismo, la adicción, la desigualdad, los derechos LGBTQ: todo esto dentro del ámbito de la fotografía latinoamericana, documental y callejera.”[ii]
SoFLaFoto, como proyecto de promoción y visualización de la fotografía contemporánea, acertó en auspiciar el ensayo fotográfico La enfermedad sobre la enfermedad como ejercicio expositivo disponible en la plataforma virtual The Exhibit. De esta manera, se traduce del lenguaje ensayístico que ofrece Manuel Almenares con su trabajo al lenguaje de la curaduría digital, herramienta actual en vigor en tanto dinámica de circulación y movilización de las prácticas artísticas contemporáneas en tiempos de pandemia.
Véase en este ensayo el nervio social de una ciudad que atraviesa la enfermedad sobre la enfermedad: una, de índole social, de una cotidianidad tensa que intenta sobrevivir ante los obstáculos que sobrevienen; otra, de matiz sanitario, que sobrepasa toda voluntad humana y se impone con voz cantante en el decursar del planeta.
Biografía del artista:
Manuel Almenares Estrada (22 de enero de 1992. La Habana. Cuba)
Email: almenaresmanuel@gmail.com
IG: @manuelalmenares_visual
FB: manuel.almenaresestrada
Teléf.: (+53) 58417385
Fotoperiodista de la Revista Opus Habana, de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana (OHC) (2017-2019) y fotorreportero de Carnival Corporation, Fathom (línea de cruceros) (2016). Ha expuesto sus obras tanto en muestras personales como colectivas en países como España, Ucrania, México, Estados Unidos y Cuba. Ha participado en diversos eventos de arte, entre ellos la Bienal de La Habana, la Muestra Joven del ICAIC (Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos), la Bienal de Fotografía Alfredo Sarabia in Memoriam, Fotofest International & Foundation for Culture and Society y PhotoESPAÑA 2019. Entre los reconocimientos obtenidos se encuentran el Gran Premio de la Fototeca de Cuba y la Beca de Creación Alfredo Sarabia al ensayo La enfermedad sobre la enfermedad; el Premio Jóvenes en el Lente (4ta edición); el Premio del Centro Provincial de Artes Plásticas y Diseño de La Habana 2016; y la Mención de la Fototeca de Cuba en la Beca de Creación Raúl Corrales al proyecto Vida interior. Es además miembro del colectivo internacional de fotógrafos Jibaro Photos.
Notas:
[i]Fragmento del texto curatorial de la exposición virtual La enfermedad sobre la enfermedad en La Habana, del fotógrafo cubano Manuel Almenares, en la plataforma online de exposiciones The Exhibit. Abierta al público desde el 15 de enero hasta el 28 de febrero de 2021. Muestra auspiciada por el South Florida Latin American Photography Forum (SoFLaFoto). Link de la exposición: https://theexhibit.io/exhibition/hold-still-pandemic-in-havana
[ii] Fragmento del statement del proyecto SoFLaFoto, fundado en 2020. En Facebook e Instagram: @soflafoto.
Un artista siempre joven
“Si me preguntaran cómo sería Eduardo dentro de cinco años, los que me conocen dirían que seguiría siendo el mismo. Un eterno joven que a pesar de sus canas, esas que reflejan el tiempo inexorable pero que también traen la experiencia, no perdería nunca la inocencia, la ilusión y el deseo de seguir dibujando.”
Esta, sin dudas, es la esencia que une el pasado, el presente y futuro de Eduardo Castillo Sáez. Un pintor camagüeyano que ha encontrado hoy muchas maneras de expresar el arte desde su percepción del mundo interno del artista; una sinergia inexorable entre sus sueños y la necesidad de crear un discurso pictórico de pequeños trazos y líneas que inmersas entre el blanco y el negro trasluce conceptos en relación con el mundo femenino que tanto defiende en sus obras.

Tras la silueta de una mujer intangible…
“Comencé mirando el espacio que tenía, observando la pasión de muchos que se adentraban en el mundo del trazado y del pincel. Fue una simple curiosidad de un niño que quería dibujar en una libreta de dibujos.
“Creo que es importante tener una aptitud y desarrollarla, buscar un camino y encontrarte en él con las ganas de aprender. En ese sentido las Academias de Arte forman un pensamiento, una filosofía de cómo ser un artista que sin dudas es necesario pero que adolece todavía de la parte técnica y el cómo proyectarse una vez que termina esa etapa estudiantil y cómo emplear el marketing para promocionar y visibilizar tu obra.

“Aún así, mi tiempo en la Academia estuvo influenciado notablemente por mi profesor de dibujo Alberto de la Red y por importantes artistas plásticos camagüeyanos como Joel Jover, Luis Martínez Pedro, Nazario Salazar y Fidelio Ponce de León, unido al arte expresionista internacional. Mi obra, como yo, es joven; estamos intentando entre los dos llegar a concretar un tema que nos lleve a un pensamiento en común para dialogar y reflexionar, y no es mi intensión conformarme sino el de seguir incansablemente en esa búsqueda.”
Tras graduarse en 2006 en la especialidad de Artes Plásticas en la Academia de Artes “Vicentina de la Torre”, Eduardo Castillo inició su adiestramiento laboral dedicado a la docencia como conservador de arte en el Museo Provincial “Ignacio Agramonte y Loynaz.
Su tiempo como conservador rediseñó sus códigos estéticos con marcados rasgos abstraccionistas y figurativos, diseñados desde la calidez de un mundo, en ocasiones surrealista, pero que llega con ideas propias introduciéndose subjetivamente en “la imagen de la mujer como insinuación de un universo complejo y por descubrir”, como expresara el propio artista, quien de una forma singular nos describe la feminidad desde sus concepciones siempre unida a la belleza.

La curiosidad por las figuras femeninas y la imagen de sus rostros y siluetas provocadoras y sugerentes llevó a Eduardo Castillo a crear una veintena de piezas que conforman su más reciente muestra personal “El Camino incierto suyo”, expuesta en la Galería Julián Morales de la sede de la Unión de Artistas y Escritores de Cuba (UNEAC) en el territorio.
Una exposición que forma parte de las actividades que se realizan en la provincia en el marco de la XIV Feria de Jóvenes Creadores “Golpe a Golpe” y la cual deja entrever el principio de un cambio en la parte física de su obra atadas en un mismo hilo conductor que lo realza como un artista talentoso en una ciudad de artes visuales.
El Camino incierto suyo…
“Esta exposición surge de un proyecto que llevo desarrollando hace varios años, que utiliza a la mujer como referencia. En él hago un estudio de su comportamiento y sus necesidades, su actitud ante la sociedad y su competencia con la misma belleza. En esta muestra hablo del tiempo transcurrido a través del viaje, un viaje personal, subjetivo, que se matiza con un carácter de momentos.

“Es el comienzo de una vida plagada de transparencia y la necesidad de expresar una contumaz postura en relación con el dibujo, como la describiera Jorge Santos Caballero, escritor y curador de esta exposición. En ella uso técnicas de acrílico sobre cartulinas y dos instalaciones, un rejuego con la línea donde la presencia de la mujer se visualiza en diferentes lugares con un lenguaje simbólico y una imagen más perceptible y atractiva a la vista.”
“Cada exposición creada por mí son como mis hijos, y esta es una más de ellos, cada una con su manera de ser, su momento y peculiaridades. Muchas veces registro todas estas imágenes y las miro una y otra vez, porque cada una tiene su propia esencia pero siempre bajo un mismo concepto. Para crearlas me debe motivar el ambiente que me conecta con mi trabajo y centra mis motivos de inspiración con la disposición de reforzar mi obra”.

“Un año activo para las Artes Plásticas y la AHS…”
“Siendo asociado de la AHS me propuse como Jefe de la Sección de Artes Plásticas mostrar el excelente talento profesional de los jóvenes artistas visuales que hoy pertenecen a la organización y que ven en ella la oportunidad para darse a conocer en un medio que de por sí es competitivo y en el cual es necesario la promoción.
“La AHS te abre ese camino y te permite compartir con aquellas personas que piensan y dialogan de la misma forma; te da la experiencia de participar en eventos y fortalece tu currículum como artista.

“La Sección de Artes Plásticas de la filial camagüeyana cuenta hoy con 21 asociados, siete de ellos culminan este año su paso por la asociación, cinco residen en otras provincias y uno en el municipio de Florida. En este año se realizó la VI edición del Salón de Artes Visuales para Jóvenes Creadores “Gestos”, un encuentro nacional dirigido al público joven, a los estudiantes, artistas autodidactas, graduados y profesionales, quienes abarcan todos los géneros de las artes visuales con una diversidad estética que explora a su vez nuevos modos de hacer.
“Se organizó además un amplio programa de trabajo donde se impartieron clases magistrales, conferencias de críticos, secciones teóricas, exposiciones personales y la reinauguración de un estudio-galería: Leonardo Pablo Art-Studio. Se realizaron dos pintadas, una dedicada a la literatura, expuesta en la Galería Ateneo, y la otra, por los 34 años de la AHS y la cual se exhibe en la Galería Miras. Los artistas crearon 25 cuadros que se donaron al Centro Provincial del Libro y La Literatura para la decoración de sus librerías y cinco de ellos se quedaron como obra de valor de la AHS.
“A pesar de los requerimientos y el distanciamiento social provocado por la Covid-19, este año ha sido atípico pero sin embargo muy activo. Los artistas desde sus casas han creado sus obras personales y se han conectado con los proyectos colectivos. La divulgación de su trabajo se ha mantenido a través de las plataformas digitales con la publicación de cápsulas de videos promocionales. Las exposiciones personales de Alejandro Hernández, Alejandro Rodríguez Leiva, Odalys Ochoa y Chuli Herrera, fueron muestras del quehacer constante de nuestros artistas en tiempos de pandemia.

“La vinculación entre la organización y las distintas instituciones como el Fondo de Bienes Culturales, la Galería de Arte Universal Alejo Carpentier y el Consejo de Artes Plásticas, entre otras, es lo que ha posibilitado el logro y funcionamiento de un entramado de acciones donde los artistas han logrado mostrar su excelente talento profesional.”

Concierto íntimo y diverso
Nuevos modos de comunicar el arte, cualquiera sea su manifestación para nuevos públicos y sus demandas, asoman en los escenarios holguineros.

Con la sala Alberto Dávalos del Teatro Eddy Suñol como locación y con citas los terceros jueves de cada mes, desde este 26 de noviembre llega Revelaciones: conciertos de música electrónica, poesía y artes visuales.

Los creadores y anfitriones son la poeta Elizabeth Soto y Dj Arte quienes proponen la interesante mezcla donde al decir de Soto: “la poesía es un acompañamiento pero no es música electrónica de salón, es un subgénero que usa los sonidos orgánicos con efectos de sonidos naturales.
En este primer concierto estuvo invitado Jeffrey Lewis, DJ productor de Guantánamo que también hace música electrónica sobre este subgénero, Ambient y estará además el poeta Erian Peña.

La joven autora y miembro de la sección de Literatura de la AHS en Holguín explica: “Con la incorporación de textos he querido que se fusionen este tipo de sonidos. Los textos se inspiran en la música y viceversa. Es en vivo, hay pistas hechas y otras que se hacen directamente en el concierto
Hemos querido hacer un show visual, sonoro, porque también va estar invitada una artista a cargo del videoarte que se estará exponiendo en el fondo y el criterio de selección es precisamente por este concepto de espectáculo visual y sonoro. Queremos trabajar con autores y artistas visuales de la ciudad, así como músicos y que cada concierto sea único.”

El nuevo espacio de conjugaciones interesantes de expresiones artísticas, si bien ha tenido similares expresiones en espacios como la Peña Entrada de emergencias de la Asociación Hermanos Saíz, con la presencia habitual de Elizabeth Soto y Dj Arte, ofrece a los espectadores la diversidad de su propuesta y la intimidad de la pequeña sala de teatro.
Paisajes a los que volver con Alejandro Ortiz (+Galería de fotos)
“Si hay algo vital en el pensamiento de Alejandro Ortiz Pérez, que brota naturalmente de su condición definitoria de artistas sensible, es la búsqueda de enlaces ocultos entre elementos separados por el tiempo y el espacio”, escribe el profesor e historiador de arte Ernesto Galbán Peramo en las palabras del catálogo de la exposición Paisaje, del joven creador Alejandro, inaugurada recientemente en la Casa del Joven Creador de Holguín.

Estos enlaces ocultos, esas indagaciones, se nos aparecen desde el propio título: desde el punto de vista pictórico, el paisaje –casi siempre asociado a la mirada académica en la historia del arte– es la representación gráfica de un terreno extenso (esa extensión de un espacio que se ve desde un lugar o sitio) y lleva implícita, además, la existencia de un sujeto observador (nosotros) y de un objeto observado (las obras de Alejandro Ortiz).

Pero estas piezas –y he aquí lo interesante de la exposición desde su propio título– nada tienen que ver con la concepción anterior del paisaje: sucede que no hay “paisajes en sí” hablando etimológicamente, pues Alejandro Ortiz, graduado de la holguinera Academia Escuela Profesional de Artes Plásticas El Alba, explora más bien la instalación y el ready-made, con influencia de Marcel Duchamp y otros movimientos artísticos que se manifestaron en contra del existente “arte retiniano” a través de sus obras (una de las piezas es “duchampiana” desde el nombre, la videoinstalación “Fuente”).

Lo coyuntural, lo fugaz, lo momentáneo –partiendo, además, de los propios materiales que utiliza, de la mirada minimalista: hojas de árboles, ramas, piedras, tierra, madera– siempre han sido intereses del ready-made, y aquí portan una experiencia conceptual para nada simple, todo lo contrario, y al mismo tiempo dialogan con el público, abriendo disímiles posibilidades interpretativas y asociativas, caminos varios a recorrer.

“Al establecer una relación orgánica en toda su obra, nos percatamos que las partes se han colocado de manera inteligente, quedando abolida la jerarquización habitual. Entonces desaparece la subordinación del derivado al antecedente: tienen el mismo valor”, comenta Galbán Peramo, y este valor –en un contexto donde ya los referentes han mutado y mezclado considerablemente, sobre todo después de la segunda mitad del siglo XX y con la posmodernidad, al punto de que los sedimentos concretos, digamos que puros, apenas existen– adquiere en la obra de Alejandro, estudiante de la Instituto Superior de Arte (ISA) en La Habana, un matiz que amplifica sus inquietudes y búsquedas, en piezas que funcionan como un sistema coherente “donde el paisaje se nos aparece de manera redimensionada para hacer que lo calquemos de una manera singular en nuestras mentes y que lo interpretemos según nuestras experiencias anteriores.”

En Paisaje encontramos piezas como “Volver”, que utiliza tierra y piedras (¿del sitio al que se vuelve?); “Nadie escapa”, una especie de faro sobre un pedestal con manivela, que hace que el foco (un ojo) gire como si fuera un eje de luz, acaso interrogándonos con su “mirada luminosa” (¿el ojo que todo lo ve, el que vigila cada paso, cada huida, los faros de las costas de la patria?); “Juicio”, a partir de una hoja de palma quemada que forma un camino, a través de las cenizas y los restos, hasta la rama, el centro de la hoja; y “Horizontes de suelo”, que utiliza hojas secas pegadas con cinta adhesiva a la pared.

Esta coherencia como sistema –con la propuesta y consigo mismo como creador– y con la institución arte, su tradición y revaluación constante, es lo que más celebro de Paisaje, la muestra personal que Alejandro Ortiz expone en la galería de la AHS en Holguín.
La fotografía y el camino de la felicidad
La fotografía de Rubén Ricardo Ferrero (Hardy) ha tocado un punto muy preciso, diría que entrañable, en mi memoria emotiva como espectadora. La primera vez que hallé una de sus imágenes —gracias al influjo en ocasiones maravilloso de las redes sociales—, sentí que era Keats quien decía por mí: “La belleza es verdad…”. Este joven artista, aún desconocido, tiene mucho por ofrecer: más que rostros y cuerpos bellos, su fotografía bebe de los caudales de la tradición visual y los moderniza, los dota de nueva vida y de movimiento.
¿Cuándo y cómo nace tu interés por la fotografía?

En el año 2009 había desistido en mis estudios en la Universidad de Oriente y estaba cursando Ciencias de la Computación, pero no me encontraba enamorado de mi profesión: pensaba en el futuro y en la idea de si quería que eso fuese toda mi vida, y no encontraba satisfacción en el pensamiento… Retorné a mi ciudad natal y empecé a estudiar Estudios Socioculturales en la Universidad de Holguín, más por la satisfacción que quería brindarle a mi madre que por la propia; pero al mismo tiempo comencé a editarle fotos de 15 a una fotógrafa que vivía en la esquina de mi casa.
Así sucedió invariablemente hasta culminar la universidad en 2015, y fue entonces cuando comencé un estudio pequeño junto a Yunier, un profesor de la universidad. Me mantuve desarrollando este trabajo comercial hasta el 2017. Aquel fue un momento de decisión para mí: o continuaba la Maestría que había comenzado en la universidad después de haber pasado el servicio social, o proseguía mi camino por la senda de la fotografía. Realmente no me sentía pleno como profesor universitario, aunque confieso que me gusta mucho la docencia.
Decidí comenzar en la fotografía oficialmente en febrero de 2018. Es cierto que fue un interés que creció lentamente: me gustaba mucho aprender cosas nuevas de fotografía, ya tenía de base la edición y, sintiéndome fuerte en ese aspecto, empecé a preguntarme por qué no hacía yo mis propias fotos, algo más personal, que me llenara, un poco más alejado del trabajo comercial. Así comencé a subir fotos a Facebook que fueran más cercanas a mí y, sin darme cuenta, desarrollé una estética que me fue identificando. Ya para ese entonces la fotografía se había convertido en mi forma de existir.

¿Cómo concilias y concibes tu lenguaje estético y la visualidad de tu obra?
Es una de las preguntas más difíciles de responder. En mi caso, no se trata de que un día pensara en cómo definir mi lenguaje visual, sino que se asistió a un cúmulo de experiencias, robaba ideas o detalles de cada foto que veía y que me impactaba, colores, también formas, texturas, iluminación, y poco a poco fui creando lo mío, hasta conseguir que las personas fueran capaces de reconocer mi estilo.
En un área tan popular como la fotografía, definir una visualidad personal es algo bastante complicado.
Parto del punto más importante: es preciso que a uno mismo le guste lo que se hace y, a partir de eso, ser muy sincero, autocrítico, detallista e inconforme.
¿Eres un fotógrafo que deja madurar la idea o prefieres concreciones casi inmediatas?
Bueno, aquí hay sentimientos encontrados: siempre quisiera tener una idea concreta y con todos los elementos que la componen, pero es complicado en nuestro país el acceso y la disponibilidad de los recursos fotográficos. En sentido general siempre tengo más o menos claro lo que deseo hacer, pero la palabra final la tiene el momento en que aprietas el obturador, miras la foto en la cámara y te dices: “aquí falta algo”.
¿De qué manera piensas tu proceso creativo?
Una vez que ya tengo preparado el set de iluminación, pruebo diferentes opciones de una misma idea. Varío ciertos elementos hasta encontrarme satisfecho con lo que veo en cámara.

¿Cuáles son tus principales referentes visuales?
Tengo tantos que no sabría identificar solo algunos… puede ser cualquier autor. Si veo algo que me impacte se me queda como un referente.
Tus fotografías tienen una amplia carga simbólica, ¿por qué? ¿De qué manera sintetizas, en tu composición y en los lenguajes físicos que pertenecen al cuerpo de tus modelos, un concepto artístico?
En un principio me atraía mucho la idea de no hacer retratos convencionales: buscar expresiones genuinas, mucho color, iluminación dramática, estaba empeñado en salir de lo convencional en la fotografía de mi provincia. La forma de sintetizar y de componer proviene de la plástica renacentista.

Como me comentabas antes, fue en febrero de 2018 cuando comenzaste en el mundo de la fotografía. Este hecho, si se ve bajo la lupa del tiempo transcurrido, te ubica en un momento genésico y definitorio de tu estética, ¿cuáles son los caminos visuales que más te atraen?
Es bueno que te defina una estética visual, pero de nada sirve si no tienes un mensaje que transmitir, una idea que ofrecer. Igual, cuando lo hagas, tienes que reinventarte y seguir ofreciendo nuevas ideas, nuevos patrones. En mi fotografía no estoy del todo definido, al menos no al ciento por ciento. De momento, las luces suaves me seducen.
¿Hasta qué punto sientes que la iluminación es esencial para desarrollar tu lenguaje como artista? ¿Qué consideras básico o indispensable en este proceso?
Con el tiempo fui cambiando la idea inicial de que, para dramatizar, era necesaria una iluminación complicada (con ángulos y distancias específicas). Luego te das cuenta que sí, que es necesaria, pero no definitoria, se puede dramatizar de muchas formas. Lo que considero básico es tenerle ganas. Es cierto que las grandes marcas hacen la diferencia, pero sin ganas de llevarlo a cabo es imposible que salga algo bueno.

¿Eres un artista que divorcia la idea de una imagen comercial de una imagen artística, o piensas que ambos registros pueden coincidir en un mismo objeto arte?
¡Excelente pregunta! Siempre estuve convencido de que se podían llevar a cabo ambas ideas, lo artístico y lo comercial, pero realmente me percaté que no es tan así. Influyen varios factores, varias cadencias de tiempo y diferentes objetivos: mientras la parte comercial juzga factores de inmediatez, de cantidades y de patrones establecidos, lo artístico juzga la intención, las expresiones, busca más una comunicación entre tú y la obra. Siempre intento hacer arte en mi fotografía comercial, pero no siempre se puede.

¿Cómo valoras la promoción del joven talento visual en nuestro país?
Siempre hablo de mi campo, de la fotografía en específico. Actualmente marcha mucho mejor, me he dado cuenta que ya hay varios nombres en la fotografía, se comienza a ver una generación joven, con otro concepto, con otra idea, con su estética particular, nada que ver con lo que se hacía en el principio de la década pasada.
¿Existen suficientes oportunidades para el talento joven, más allá de lo puramente promocional? ¿Cuáles otras oportunidades se necesitarían concebir?
Carecemos de acciones que premien los trabajos de los artistas jóvenes. Costear una exposición, con todo lo que conlleva, no es muy barato que digamos. Se debe llevar a lo físico lo que se ha quedado como digital; no hay mejor evaluación para una obra que el hecho de verla a 10 centímetros de distancia en el plano terrenal.

¿Sientes que el camino y los lenguajes visuales de un artista han de ser una dinámica en constante movimiento?
Sí, totalmente. El mundo actual devora la visualidad, te exige reinventarte cada par de años como máximo. Es divertido exigirse a uno mismo y buscar variar en diferentes estilos.
¿Cuáles son tus principales sueños y expectativas? ¿Adónde deseas te conduzca tu camino como fotógrafo?
Sueño ser reconocido por mi trabajo, que las personas, con ver una foto mía, digan: “esto es de Hardy…”
¿Mis expectativas?, seguir siendo inconforme, humilde y tratar de hacer la próxima foto tan interesante como la anterior (aunque es difícil lograrlo siempre).
Adonde deseo que me conduzca mi camino en la fotografía es hacia la felicidad. Amo mi trabajo y la calidad de este hace que se convierta en la razón de mi existencia. Los que me conocen dicen que sería buen psicólogo, pero la verdad es que, si no fuera fotógrafo, sentiría que me falta algo.
«Cada ilustración es una parte de mí que le entrego al mundo»
Recuerdo, o al menos eso creo, que nos conocimos en el año 2010. Hugo Abeis Ruiz Toranzo era un joven artista escénico con el que compartía la afinidad del teatro, ese vínculo poderosísimo que el teatro es en todos los órdenes de la vida. Desde entonces, su obra ha caminado por diversas rutas, por la infinita senda del arte, con los pasos firmes de quien sabe que una ilustración contiene no solo al mundo, sino también al pensamiento.
¿Cómo nace tu interés en el Diseño Escénico? ¿Qué aporta a tu visión como artista de cómic, el concepto y la comprensión de la teatralidad?

Recuerdo que desde niño me sentía atrapado por el magnetismo que ejerce el teatro cuando se ampara por una elaborada escenografía. Tal espectáculo solo podía ser descrito como mágico. ¿Cómo hacen para esconder la hoja de la espada cuando apuñalan al actor? ¿De dónde viene esa sangre? ¿Cómo es que se mueve eso que parece una montaña en el horizonte? ¿Cómo es que en un momento parece que estoy presenciando un campo al mediodía, y de pronto me transportan a una ciudad a medianoche? Todas estas preguntas y más rondaban mi cabeza, y siguiendo ese impulso de curiosidad infantil, quería desentrañar el misterio de cómo se elaboraban esos trucos. Ese afán por convertirme en un mago de los bastidores fue lo que impulsó mi interés por el Diseño Escénico. La capacidad de transformar y manipular la realidad , y condicionar una experiencia donde el espectador se siente inmerso en la dramaturgia, sumado a los elementos técnicos como la iluminación, ambientación, maquillaje y vestuario, son las herramientas que he extrapolado de mi entrenamiento escenográfico y he utilizado para nutrir mi quehacer como ilustrador e historietista.
¿Hasta qué punto impacta, positiva o negativamente, una formación académica en el desarrollo de la libertad creativa del artista visual?
Considero que una formación académica no es indispensable para el desarrollo de la libertad creativa del artista visual. Indiscutiblemente aporta y hasta diría que pone al estudiante en una posición aventajada ya que se le inculca los complejos aspectos técnicos y teóricos de la manos de mentores experimentados; además de que entran en contacto con otros intelectuales de disímiles procedencias, estéticas, y afiliaciones, lo cual es influyente en una proyección más universal del panorama artístico, y estimula la creatividad. Las escuelas de arte auspician una serie de eventos: dígase coloquios, bienales, concursos, convocatorias y becas que sirven para catapultar la labor artística de los jóvenes creadores.
Sin embargo, la Historia nos ha demostrado que de entre las filas de los autodidactas, también han surgido brillantes artistas que enfocaron todo su tiempo y atención en desarrollar sus aptitudes artísticas, concentrándose únicamente en asignaturas que podrían aportar a su obra, y descartando otras, no tan imprescindibles, que son impartidas por defecto en el entorno académico.
A tu criterio, ¿qué tal la salud del cómic nacional? ¿Cuáles son sus principales carencias, tanto materiales como estéticas y espirituales? ¿Cuáles son sus puntos fuertes?
Este es un tema que me apasiona. Podría escribir todo un ensayo, por lo ligado que está la historieta a la Historia de Cuba, y su triste deterioro con el devenir del llamado Período Especial, pero para los propósitos de estas cuartillas trataré de limitarme y ser lo más preciso posible.
En mi opinión, el cómic nacional está herido, pero no muerto. Su principal carencia es que no hay una industria como tal. Es decir, no tenemos una plataforma editorial (ya sea particular o gubernamental) donde se pueda divulgar periódicamente la obra de nuestros creadores. Al no existir esta, tampoco hay una manera de remunerar satisfactoriamente a nuestros artistas, por lo cual muchos de ellos optaron por mudarse a diferentes sectores del arte. Otros, en el mejor de los casos, fijaron su mirada más allá de nuestras fronteras, y se lanzaron a la aventura de intentar ganar renombre y prestigio en los mercados extranjeros.

Como toda obra artística, la creación de una historieta requiere de materia prima de difícil alcance para los cubanos, dada su escasez y, en ocasiones, alto costo.
Como resultado de las carencias materiales sufridas en la década de los 90 y principios del milenio, nos sobrevivieron las revistas Pioneros, Zunzún, Palante, Mar y Tierra y Caimán Barbudo, las cuales incluían entre sus páginas uno que otros ejemplares de muñequitos (como también se le conocen a los cómics en nuestro país). Desde el punto de vista dramatúrgico, sus temáticas, salvo pocas excepciones, son de corte didáctico, humorístico o épico, donde resalta la falta de matices en los personajes, impera el maniqueísmo de estos, y se enfatiza la deificación de la Historia y los héroes.
Esto mantuvo al cómic cubano fuera de las llamas, pero desafortunadamente ayudó a arraigar en el subconsciente popular, el anticuado estigma de que la historieta es para un público infantil y adolescente. Lo que es peor, hay quienes aún la ven como un subgénero donde solo habitan superhéroes que sirven para exportar la ideología capitalista yanqui, y corromper la mente de nuestros jóvenes.
Quisiera aprovechar este espacio para dejar algo en claro: ¡la historieta no es un género! La acción, el drama, la comedia, la tragedia, la fantasía o la ciencia ficción son géneros. La historieta es una manifestación artística; es considerada el noveno arte. Para muchos sigue siendo la hermana bastarda del cine o la fotografía, cuando en realidad es más vieja que ambos, y por ende se merece el respeto y admiración que, me temo, le hemos negado últimamente en nuestro país. Los superhéroes no son más que un subgénero de esta manifestación artística. Parafraseando al gran escritor Neil Gaiman: es un vaso donde puedes echar cualquier tipo de líquido; no el líquido en sí.

Si bien existen reconocidos autores como Paquita Armas Fonseca, Caridad Blanco y Antonio Enrique González Rojas que han investigado sobre la historieta en nuestro país, no contamos con una crítica especializada que otorgue validez a esta manifestación artística en las más altas esferas del sector intelectual.
Ahora hablaré de sus puntos fuertes. La primera virtud del cómic cubano es que existe, en yuxtaposición a otros países del mundo, donde nunca gozaron de un movimiento de historietistas, o existieron pero están muertos y enterrados. Con el paso de los tiempos, nuestros creadores han sabido adaptar los códigos estéticos del cómic al criollismo cubano. Tenemos muchos jóvenes creadores que se sienten con genuinas ganas de contar sus historias a través de esta expresión artística. La evidencia de ello está en los talleres de la Vitrina de Valonia, y los concursos anuales auspiciados por los eventos Behíque y Arte Cómic. Contamos con talentos en el dibujo que están a la par de los mejores artistas internacionales. De hecho, tenemos la dicha de que algunos hasta trabajan para ese mercado, y nos han transmitido sus experiencias para ponernos al día con el resto del mundo.
Anualmente, durante la Feria del Libro, vemos en creciente número, publicaciones de cómics por autores cubanos y foráneos que rápidamente desaparecen de las taquillas debido a la alta demanda del público. Y aunque aún cojeamos en los guiones, por lo menos la variedad de géneros y temáticas es cada vez más diversificada.
Con el devenir del Internet y las redes sociales se han abierto nuevas posibilidades para la historieta en Cuba. Para los creadores, esto ha significado que hemos podido acceder con mayor facilidad a las obras de reconocidos autores foráneos, y su influencia se ve reflejada en la creciente calidad artística de nuestros productos. Nos ha dado la posibilidad de promover nuestros trabajos y darnos a conocer, no solo en el resto del mundo, sino también en casa. Otro aspecto que va de la mano con la informatización de la sociedad cubana es que ahora, más que nunca, existe una red de artistas de todo el país que, por las redes sociales, dan a conocer su obra, debaten, comparten gustos en común y crean puentes para colaboraciones.
Sí, el cómic cubano está herido, pero tengo fe de que pronto tendrá una sana inyección de innovaciones y reformas que lo harán volar al infinito y más allá.
¿Existe en la historieta cubana una tendencia hacia el localismo? ¿Acaso desde lo local se puede accederse a lo universal? ¿Cómo?
Pienso que sí. A nivel provincial, el afán creativo de los artistas emergentes los conduce a publicar en las editoriales provinciales más cercanas. No son pocos los ejemplares del Centro y el Oriente del país que han visto la luz del día, cuya calidad en general, en muchas ocasiones, ha superado la de sus contrapartes occidentales. En ese sentido, creo que existe un aura de competencia sana, que no veo con malos ojos, puesto que fomenta la creación de productos más refinados y en mayor cantidad.
Aunque las influencias extranjeras son algo evidentes en nuestros cómics, cierto es que, en su mayoría, abordan elementos de puro criollismo cubano que nos permite identificarlas como nuestras, ya sea en el habla coloquial, los paisajes autóctonos, el vestuario o los escenarios históricos que se ven ilustrados.
Para los extranjeros, Cuba siempre ha estado bajo un velo de misticismo y misterio que forma parte de su encanto. Nuestras historietas pueden ser una vía para apartar ese velo y proyectar un poco de luz sobre la visión que tenemos los nativos de nuestro entorno a partir de nuestro arte.

¿Piensas que existe una saludable emulación estética entre los jóvenes referentes del arte del cómic o hablamos acaso de un vacío de sentido en nuestra producción nacional?
Existe un relevo de artistas muy talentosos, que poco o nada le tienen que envidiar a sus contrapartes extranjeros. El problema es que solo son conocidos por los miembros del gremio de historietistas, ilustradores y escritores de nuestro país. Las escasas publicaciones, la falta de promoción y el desestímulo económico (entre otros) son factores que contribuyen a que permanezcan en el anonimato público.
¿Qué particularidades presenta tu proceso creativo?
En mi trabajo trato de utilizar elementos propios de la estética del grabado o trabajos con pluma. A pesar de que utilizo soportes digitales, trato de reproducir una variedad de líneas con diferentes grosores para enmarcar los elementos, el contraste del blanco y negro para aludir a la iluminación de los personajes y su entorno, y el uso de tramados para dar valor y volumen. Últimamente he experimentado mucho con el uso de texturas que, pienso, enriquecen considerablemente mis obras.
Cuando trabajo con colores, trato de evitar a toda costa paletas monocromáticas. Me gusta trabajar con un esquema de colores complementarios, variando la saturación según lo que demande la emoción que estoy tratando de inspirar en los espectadores, además de la temática de la obra.
¿Cómo definirías tu poética?
Si tuviese que definirla en dos palabras: “mitología moderna”. En mis obras trato de exponer personajes heroicos, fuertes, titánicos… a semejanza de cómo los antiguos grecolatinos representaban a sus figuras mitológicas. Cuando trabajo, siempre trato de infundir una buena dosis de dinamismo y acción en lo que dibujo, de forma tal que los personajes parezcan que van a salir del marco de la página hacia la vida real. Para lograr esto, me apoyo en un lenguaje visual dotado de elementos caricaturistas, pero que se inclinen más hacia el realismo.
¿Te consideras un artista abierto a la colaboración creativa o prefieres trabajar selectiva e independientemente?
Me considero alguien flexible y abierto a la colaboración. Si bien es cierto que trabajo individualmente y me he dedicado a desarrollar mi técnica en todos los perfiles de la historieta (guion, dibujo, entintado, color, letrado, etc.), reconozco que el trabajo en equipo acorta considerablemente los tiempos de producción, lo cual es un factor indispensable en la industria del cómic.
¿Crees que solo puede hacerse arte cuando se entra en contacto con otros creadores?
Es algo muy relativo porque depende de cuál es la definición de cada cual de lo que es arte. Según mi concepción, sí considero que uno debe entrar en contacto con otros creadores para enriquecer su obra.
Siento que cada ilustración que hago es una parte de mí que le estoy entregando al mundo. Cuando dibujo, no puedo evitar canalizar mis emociones hacia el soporte. Son horas de mi vida que impregno en la tinta, junto con una mezcla de pasión que se ve reflejada en el producto final.
¿Cómo ocurre la inserción del arte joven dentro de los circuitos nacionales e internacionales? ¿Sientes que existen barreras o condicionantes?

En ambos casos es muy difícil. Por lo general, los realizadores de cómics a nivel nacional empiezan a darse a conocer a través de talleres o concursos donde ponen a prueba sus habilidades y las van desarrollando. A partir de ahí, los ganadores tienen la dicha de ser publicados como parte del premio. Otra vía es que presentan sus proyectos, ya sea parcialmente o totalmente concluidos, a casas editoriales como Abril, Gente Nueva (con su colección Ámbar) o Pablo de la Torriente, entre otras; de ser estos proyectos aprobados, se demoran aproximadamente un año en salir a la venta, sumado a otros varios meses para recibir el pago. Otra alternativa es tratar de insertarse en la plantilla de realizadores de las revistas mensuales, las cuales son bastante exclusivas. En caso de que no busque remuneración monetaria, está la alternativa de trabajar en los llamados fanzines, que son auto publicaciones sin fines de lucro, o publicar directamente en plataformas digitales.
Trabajar “para afuera” no es menos difícil. Existen un sinfín de editoriales especializadas, pero todas son muy competitivas, por lo que se demanda una calidad técnica extraordinaria. Además de las barreras idiomáticas, el artista tiene que demostrar que tiene la capacidad de narrar una historia de manera secuencial, además de una buena habilidad en el dibujo.
Hay quienes han tomado ventaja de las nuevas tendencias de Internet y han logrado exponer sus obras satisfactoriamente en sitios como Webtoon que, a mi entender, es como un YouTube para los cómics; pero en este caso, el lastre principal es la accesibilidad a las conexiones, a la cual ningún cubano residente en Cuba está ajeno. Otra posibilidad es entrar en contacto con otros creadores internacionales a través de grupos afines en las redes sociales, díganse Facebook, Instagram, Twitter, etc., y dar a conocer su disponibilidad para colaborar. En este caso la traba sería buscar la forma de recibir el sueldo, y es ahí donde se ponen en práctica los efectos crueles y reales del bloqueo hacia nuestro país.
El acceso a premios dedicados a tu perfil creativo, ¿es suficiente en Cuba? ¿Qué necesitarían los artistas visuales y de cómics para que su trabajo sea más difundido dentro y fuera de nuestros márgenes geográficos?
Al final del día, no son los premios lo que realmente cuentan, sino la obra en sí. Es lo primero que te piden cuando entras a una editorial o estás solicitando un trabajo. Eso es lo que es realmente imprescindible para que salga a la luz y sea más difundido.
¿Qué buscas en otros artistas cuando decides trabajar en colaboración? ¿Cuáles son las historias y las visiones que te atraen?
Profesionalismo ético, creatividad, buen dominio de la técnica y amabilidad.
Soy un fiel defensor del potencial que tiene el cómic para crear historias para un público maduro. Me interesa crear historietas que aborden temas políticos, psicológicos, filosóficos y sociales de gran complejidad, sin importar el género que utilice para canalizar estos aspectos. Me gustaría colaborar con otros creadores que apoyen estas ideas, y me ayuden a llevar a cabo ese fin.
En el ejercicio de tu creatividad, ¿qué consideras elemental y qué imprescindible?
Lo elemental vendrían siendo los aspectos técnicos de mi obra. Ahora bien, lo que para mí es imprescindible es la emoción que quiero evocar en el espectador o lector al verla.
Quémese después de leerse (+Obras y fotos de la expo)
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fotos de la inauguración de la expo personal fotográfica Re-evaluación, de la artista Aneli Pupo/ cortesía de aneli pupo -
Palabras del catálogo de la exposición fotográfica Re-evaluación, de la artista Aneli Pupo, Beca de Creación “José Vázquez Pubillones”, inaugurada en el Centro de Desarrollo de la Ciudad de Guantánamo, el 18 de octubre, como parte de las actividades por la Jornada de la Cultura Cubana.

La prensa –y en este caso la prensa escrita, el tradicional periódico– resulta una construcción simbólica y legitimadora, un espacio articulador de sentido (social y político). “Lo que no salga en el periódico no existe” (lo que nos lleva a pensar en grandes vacíos). Pero las rápidas transformaciones de las comunicaciones y la tecnología de la información han precipitado la crisis del llamado periodismo tradicional, sobre todo la prensa plana, abriendo las posibilidades a la multiplicidad de discursos, una avalancha mediática, que, veracidad aparte, no espera por la llegada del papel oloroso aún a tinta (y va llenando ahora mismo estos vacíos).
Aneli Pupo enfoca literalmente sus inquietudes como artista y ciudadana –como ser social que no esconde la mirada tras la cámara, sino que busca en las posibilidades del arte conceptual, en instalaciones previamente elaboradas, para pertrecharse de ellas, interrogarlas– respecto a la prensa, sus dinámicas y su papel, en Re-evaluación (una de las series suyas que más me interesa, por alguna que otra razón obvia, desde que vi “Deshecho”, 2017).
Aquí recontextualiza la importancia que los medios de prensa –sin discordancias, en la misma línea, portadores de idéntico matiz político– han jugado históricamente en la construcción del país (la identidad nacional no se puede observar sin las presencias y ausencias en nuestra prensa). Medios que, además, han jugado un papel visible en la “legitimación” de tendencias y artistas, que han servido de vehículo para determinados momentos o soterrado otros en cambio (Recordemos Shock of the News, en la National Gallery of Art, Washington, 2012-2013, que establecía una relación entre el “fenómeno periodístico” y artistas que entablaron una relación vibrante y multifacética con las noticias impresas al apropiarse, imitar, desactivar, conmemorar y rescribir periódicos. Y en las artes visuales cubanas encontramos también obras y discursos que abordan este tema, como Wilfredo Prieto con la reciente exposición Fake News, y el fotógrafo Héctor Herrera Acosta, con piezas a partir del periódico Granma).

Aneli lo hace a partir del propio uso de símbolos y elementos (polisémicos y reutilizables) como la flor, el micrófono, el inodoro, los huevos, entre otros, cada uno con su carga semiótica (asideros sociólogos en la conciencia ciudadana), envolviéndolos en las páginas impresas y potenciándoles el sentido, los espacios de la memoria (la prensa no como espejo de la cotidianidad, quizá vitrina, sucedáneo o estandarte de un arduo proceso de construcción social).

Si la digitalización y las redes mueven actualmente al mundo, si cada mañana revisamos la web para saber qué ha pasado, con qué noticia amanecimos hoy, entonces, ¿en qué lugar se encuentran ahora otros medios de difusión, en qué sitio sobrevive la prensa plana? Aun así Aneli asegura que el periódico –portador histórico del discurso oficial– aún posee un poder ineludible. Por otro lado, en piezas como “Información nutricional” y “Noticia refrescante”, realiza un ejercicio lingüístico/semiótico que relaciona desde lo implícito/explícito al objeto portador (huevos, latas de cerveza o refresco) con la carga de significados que el propio título añade.

Parte de su trabajo está sujeto a una perspectiva feminista, marcada por la mirada que escudriña, duda y se cuestiona (los casos de feminicidio, el patriarcado, el cuerpo). Estos objetos cotidianos resematizados por la prensa, con su propia carga de significados, de alternancias sígnicas, nos invitan a reflexionar sobre la tradición, la verdad histórica, el papel del periodismo en la sociedad, y la ideología misma; y a repensar, sentir y mirarnos como Nación.

El arte disfruta del (im)pudor y de la (im)prudencia, de esa facultad de decir más allá de la certeza. Su interpretación no cabe en el carácter relativo y volátil de las palabras. Aneli Pupo deconstruye significados, recicla conceptos, rearma miradas, repiensa nuestra prensa y sus dinámicas, que es hacerlo con la sociedad. Ella quiere saber. Yo también quiero. Nosotros queremos saber, si bien, recordando el título de un filme de los hermanos Coen, haya que quemar “después de leerse” (a 451 grados Fahrenheit o 233 Celsius, que es cuando el papel arde), aunque la memoria nacional, lo que somos, al ser incombustible, nos observe entre las llamas.